El debate sobre el papel que podría jugar China en la búsqueda de soluciones para la crisis europea ha quedado eclipsado por los acontecimientos de la semana en Europa. De hecho, la cumbre entre China y la Unión Europea ha quedado aplazada sin fecha. Aún así, los expertos de “economismo” han querido dejar claro que, aunque las inversiones chinas serían bienvenidas en Europa, la economía de esta superpotencia no está exenta de riesgos. Éstas son algunas de las opiniones.
Mauro Guillén: China se enfrenta a una transición difícil. Tiene que pasar de ser una economía de bajo coste a ser una potencia económica y financiera de primer orden. Tiene que dar pasos complicados y en este contexto solamente va a ayudar a Europa si hacerlo es consistente con sus intereses a largo plazo. Yo no creo que vayan a ser quienes nos salven de la situación tan precaria en la que nos encontramos.
Santiago Carbó: Es muy distinto que Europa busque el apoyo y la colaboración comercial e inversora de China, a que se opte por institucionalizar ese apoyo y hacer a China una acreedora importante de un fondo de ayuda europeo. Esto aumentaría la inestabilidad europea a largo plazo, al pasar a depender el equilibrio financiero en la eurozona de los designios de la economía china, que no están nada claros.
José Luis Martínez: China acumula más de 3 billones de dólares en reservas, que invierte en los mercados financieros al ser incapaz de absorber. Como no tenemos tiempo, hay que mirar a China no como una fuerte demanda, sino como un potencial inversor que puede ayudar a reconducir la crisis financiera. Aunque no hay que olvidar los riesgos de su economía: exceso de capacidad, muy dependiente de la demanda mundial y con muchas dudas sobre su solvencia.
Pablo Fernández: China es una potencia mundial de fuerza laboral y capital, pero no está exenta de riesgos y retos. Desde Occidente ha pasado a ser vista como una amenaza a un aliado, al menos coyunturalmente, porque la necesidad hace virtud. Ni EEUU ni China se fían uno del otro y a China le interesa respaldar a Europa, como contrapoder a los americanos y como vía para generar un nuevo equilibrio global que se ha dado en llamar el G3.
José García Solanes: Los líderes políticos chinos no deberían sacar tanto pecho, y los europeos deberían estar menos fascinados por el balón que cuelga en el tejado “amarillo”. El intervencionismo chino (manipulación de tipos de cambio e interés y control de salarios), agrava los desequilibrios de su economía y genera una injusta redistribución de la riqueza. Esos desequilibrios son difíciles de superar sin que el mercado desempeñe un papel más importante.
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