La decisión del primer ministro británico, David Cameron, de desmarcarse de las reformas de la Unión Europea es una prueba más de la crisis política e institucional de la UE. Los expertos de “economismo” coinciden en señalar que la actitud británica no ha sido una sorpresa, pero que pone de manifiesto que Europa tiene que afrontar un replanteamiento de su forma de actuar si quiere sobrevivir. Éstas son algunas de las opiniones de los expertos.
Joaquín de la Herrán: La actuación de Cameron ha sido la crónica de una muerte anunciada. Lo peor es que es un signo externo de una crisis política en la UE que, lejos de solucionarse, se ha profundizado tras la cumbre del día 9. Se han defraudado todas las expectativas razonables de que los líderes europeos decidieran fórmulas para atacar los problemas estructurales de fondo aprovechando la tensión y presión de los mercados. Sin entrar en las formas sobre la puesta en escena de Cameron, el desarrollo de la cumbre le estrechaba los márgenes de maniobra y hasta le daba argumentos para volver a casa justificando este rechazo ahora que en realidad le proporciona tiempo para ver hacia dónde se mueven las cosas.
José Ignacio Wert: Lo que ha hecho Cameron se explica sólo (lo que no quiere decir que sea necesariamente acertado). El electorado británico es cada vez más antieuropeo y lleva tiempo presionando por un referéndum de salida. Cameron tenía poco margen. Ahora bien, lo más importante es la forma en que se evidencian los problemas de arquitectura de una UE con y sin moneda única. La actual crisis revela que la unión monetaria reclama no sólo más competencias económicas residenciadas en la Unión, sino más músculo político en el "Gobierno Federal" . Ello ni ha sido discutido con sinceridad en los ámbitos políticos, ni tampoco se ha planteado con claridad a las ciudadanías. Pero ha de hacerse y, si se hace, implicará no dos velocidades, sino dos europas.
Santiago Carbó: La actuación de David Cameron durante la cumbre europea pudo sorprender y pudo ser inesperada, pero es un síntoma de que los problemas de la eurozona son muy importantes y que es difícil conseguir el compromiso de otros países que ya tienen que lidiar con sus propios problemas. Para el Reino Unido, las relaciones comerciales con la Europa continental son fundamentales y Londres, como city financiera, no va a dejar que esta aparente desunión con la UE vaya a más. Tal vez se haya sacado todo un poco de quicio, pero el problema sigue en el tejado de la eurozona, donde la gravedad de la crisis de la deuda continúa sin que se hayan adoptado aún soluciones suficientemente contundentes.
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