El presidente del BCE, Mario Draghi, en la cumbre del G20 en Cannes. / V. Daumorette (Efe)
El Banco Central Europeo (BCE) volverá esta semana a ofrecer sus líneas de liquidez a largo plazo para la banca, los llamados LTROs, que tanto éxito tuvieron el pasado mes de diciembre y que han traído un significativo alivio en las tensiones financieras que sufría la zona euro. La autoridad monetaria otorgó a finales de 2011 489.000 millones de euros a las 500 entidades que acudieron a la subasta a tres años. De esa cantidad, la banca española se adjudicó unos 80.000 millones, el 16,3% del total. El consenso manejado por Bloomberg apunta a que el próximo miércoles día 29 se superará esa cota y se adjudicarán unos 600.000 millones de euros por parte del banco central.Pese a las bondades de esta política, la mayoría de los expertos de Economismo subraya que se trata de “un alivio temporal, no de una solución definitiva” a los problemas que subyacen en esta crisis.
El catedrático Santiago Carbó recuerda que los LTROs han sido “un balón de oxígeno del BCE ante la falta de resolución política en la eurozona” y prevé que la segunda subasta que tendrá lugar el día 29 “seguramente supondrá una nueva anestesia que concederá más tiempo para solventar los problemas de riesgo soberano y bancarios pero la realidad es que esos problemas siguen ahí, latentes, y pueden resurgir con fuerza” cuando esas operaciones de liquidez vayan desapareciendo. Frente a los que apuestan por una tercera —o más— subasta de liquidez, Carbó argumenta que sería imposible por varias razones. Lo primero porque “podría generarse un incentivo perverso al sustituir un mercado de liquidez y de deuda de forma indefinida por facilidades de liquidez de la autoridad monetaria”. Asimismo, cree que esta política aumenta la relación entre riesgo soberano y riesgo bancario, al hacer que los bancos de cada país sean los principales compradores de deuda. El también asesor de la Reserva Federal de Chicago recuerda que esta política dista mucho de ser el equivalente europeo a la relajación cuantitativa, porque no hay compra directa de activos por parte de la autoridad monetaria.
Mucho más duro con la ausencia de respuesta de los políticos europeos es Guillermo de la Dehesa, presidente del Center for Economic Policy Research. “la recurrente ineptitud política para financiar un cortafuegos suficientemente grande para calmar a los mercados seguida de la errónea decisión de la EBA (Autoridad Bancaria Europea, en sus siglas en inglés) obligando a provisionar las tenencias de deuda soberana y a aaumentar los requisitos de catpaial ha forzado al BCE a tener que intervenir como cortafuegos para evitar una grave contracción del euro y una recesión más grave de la que hoy sufre el área euro”. Ahí De la Dehesa apunta una de las claves de esta medida del BCE: “no va a ser suficiente de no crearse confianza con un Fondo de Estabilidad y luego un Mecanismo de Estabilidad de un billón de euros y mientras se siga pidiendo más austeridad sin nada a cambio, va a ser solo un salvavidas temporal”. Joaquín Maudos, catedrático de la Universidad de Valencia, comparte este análisis y alerta de la dependencia que la banca española está demostrando de la liquidez del BCE. “El último dato conocido es que la banca española concentra el 37% del total del préstamo del eurosistema”. Eso podría provocar, dice Maudos, que “el BCE podría llegar a limitar o negar financiación si se sobrepasan determinados umbrales”. “La solución definitiva de los mercados mayoristas exige resolver la crisis de la deuda soberana”, asevera el catedrático.
Rafael Myro, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, recuerda que estas subastas han supuesto “un importante cambio de filosofía del BCE, aunque tenga el inconveniente de aumentar la relación entre riesgo bancario y riesgo soberano. A diferencia del resto de los colaboradores de Economismo, Myro considera que “estas actuaciones deberán tener continuidad” ante la generalización de una nueva recesión para el año en curso. “La primera edición no ha conseguido que el crédito a familias y empresas se reanime porque esto depende de que las entidades reduzcan su apalancamiento financiero y restauren su solvencia”.
Ese es otro de los reproches que se le hacen a la subasta, que si bien ha conseguido mejorar la liquidez y la solvencia del sistema bancario, no se ha trasladado a la economía real, como señala también Joaquín Maudos. A la falta de transmisión de esa liquidez al canal del crédito y la financiación, el catedrático José García Solanes de la Universidad de Murcia añade un ángulo diferente. “A nivel interno, el gobierno español tiene la tarea ineludible de reactivar la actividad econíomica y el crecimiento por vías que van mucho más allá de la reforma financiera. Es más, ante fuertes trampas de liquidez y de crédito como las que sufre actualmente la economía española es el crecimiento económico el que dinamizará el crédito y no al revés”.
Santiago Fernández de Lis, de BBVA Research, cree que “es preciso restablecer el funcionamiento de los mercados de emisión de títulos bancarios a largo plazo y el mercado interbancario” y considera que el BCE también puede tomar medidas adicionales “para penalizar la acumulación de liquidez en su facilidad de depósito, estableciendoun tipo de interés penalizador” a los bancos que utilicen el depósito intradía del BCE, que ha llegado a superar la cota de los 500.000 millones de euros.
José Luis Martínez, estratega para España de Citigroup, también defiende la aplicación “de un buen cortafuegos frente a las tensiones, continuemos con los ajustes fiscales y reformas que precisan las economías y demos más flexibilidad para cumplir los objetivos”. Martínez se hace eco de los temores del propio BCE ante estas subastas. “Que muchos gobiernos confundan la calma actual con la solución a la crisis europea, que confundan el tiempo que ha proporcionado el BCE con sus medidas con el convencimiento de que el paso del tiempo soluciona todos los problemas. De ser así, algo que temo, tendremos nuevas tensiones en los mercados en un futuro cercano”.
Una tesis a la que el propio presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, parecía responder esta semana al rechazar una relajación en los objetivos de déficit de los programas de estabilidad ante el escenario de desaceleración económica que se presenta para Europa.