Economismo

Sobre el blog

Economismo es, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, “la doctrina que concede a los factores económicos primacía sobre los hechos históricos de otra índole”. Este foro pretende abrir una línea interactiva de debate, de alta calidad y diversidad, sobre economía nacional e internacional. Para ello, contamos con la colaboración de destacados expertos que aportarán sus opiniones a lo largo de toda la semana.

Sobre los autores

En este espacio tendrán cabida los debates de nuestros expertos sobre cuestiones de máxima actualidad y todos aquellos temas que pensemos que puedan ser interesantes para nuestros lectores, cuya participación será fundamental para todos nosotros. Coordinado por Alicia González.

Metodología

El autor elaborará semanalmente un artículo de tema económico, cuyo titular será una afirmación y que estará razonado y documentado. La extensión no deberá superar los tres folios. La idea es que el artículo sea debatido por un grupo de expertos económicos, que deberán estar registrados en el foro para poder participar. Se accede al registro o por invitación del autor, o por solicitud del interesado. El artículo será enviado a los expertos registrados los viernes a última hora de la tarde. Posteriormente, será colgado en elpais.com el sábado y publicado en el suplemento de Negocios de El País el domingo. El debate estará abierto hasta el jueves de la semana siguiente, en que el autor elaborará unas breves conclusiones, que se colgarán en la web y se publicarán en Negocios, junto al siguiente tema de debate.

El debate

El lento camino hacia la recuperación

Por: | 30 de marzo de 2012

En las últimas semanas, distintas autoridades económicas han decretado que lo peor de la crisis ha quedado atrás. Lo ha dicho la Reserva Federal, el Banco Central Europeo (BCE) o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) Eso ha llevado a algunos analistas a desgranar la verdadera fortaleza de los indicadores de actividad económica, el alcance de los brotes verdes, si es que estos existían. Y ahí los expertos de Economismo ven pocas razones para el optimismo. Desde luego, la situación varía mucho entre los distintos actores económicos mundiales, con los países emergentes y Estados Unidos a la cabeza de los resultados positivos. Pero incluso éstos cuentan con serios riesgos que impiden dar por segura esa recuperación. El proceso se presenta largo y lento.

José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, desmenuza los datos. Admite que había una recuperación del comercio international en diciembre y en enero “pero se ha evaporado con los datos de PMI de marzo, que es el principal indicador adelantado del PIB. Tanto China como Alemania o Francia han caído con fuerza y se sitúan de nuevo en niveles de contracción”. El también profesor de la Universidad de Alcalá de Henares recalca   que hasta que no se resuelvan los problemas en Europa el riesgo es “japonizar la economía”. A su juicio, “Estados Unidos nis ha enseñado el camino. hay que parar la recesión con estímulo fiscal en aquellos países no sometidos a la tensión de los mercados y el BCE debe ser más agresivo y comprar deuda directamente”. De lo contrario, advierte, la austeridad sin crecimiento y con deflación de salarios, aumenta el déficit, la deuda pública y privada y nos lleva a la depresión”.

El catedrático de la Universidad de Granada, Santiago Carbó, cree que se ha pecado de un exceso de optimismo y que, aunque “la recesión en Europa puede que no sea tan dura, eso va a depender también de la capacidad de la gobernanza europea para internalizar los riesgos que aún persisten”. Esa capacidad, de momento, ha sido insuficiente. “La inyección de liquidez del BCE ha sido malinterpretada como el estímulo que la eurozona precisaba, cuando en realidad ha sido más una operación de urgencia para dar algo más de margen para realizar deberes que quedan pendientes”. Por lo que respecta a Estados Unidos, el también asesor de la Reserva Federal de Chicago apunta que, aunque los datos de empleo han sido algo mejores de lo previsto, “la consolidación fiscal está amenazada por un conjunto de compromisos presupuestarios que se han aplazado hasta 2013 pero que probablemente no puedan aplazarse más allá”. Carbó señala, asimismo, que “tampoco parece que las economías emergentes estén exentas de riesgo”, dado el menor crecimiento previsto en China y los rumores de inestabilidad política que le rodean; o los síntomas de sobrecalentamiento en Brasil. “Puede que haya pasado lo peor, pero puede que lo malo dure aún bastante”, concluye.

José Luis Martínez, estratega para España de Citigroup, advierte que para evitar periodos alternos de pesimismo y de optimismo, como ahora, lo mejor es asumir que “nos enfrentamios a un escenario de lento crecimiento mundial en los próximos... ¿cinco o diez años? Lo desconocemos”. sobre esta base, Martínez advierte que las medidas de estímulo monetario llevadas a extremo sólo han servido para calmar a los mercados y “ofrecen tiempo para que lós países lleven a cabo ajustes pendientes”. A su juicio, la eurozona ha vuelto a entrar en recesión porque los ajustes son agresivos y concentrados en un corto periodo de tiempo, mientras que en Estados Unidos los ajustes se han dilatado en un mayor periodo de años. “Pero demos tiempoa que esta recuperación sea realmente sólida”, apunta. En su opinión, esta crisis nos ha enseñado que “no se puede confundir recuperaciones cíclicas o temporales con un crecimiento sostenible” y que “nunca se puede decir que lo peor ha pasado o que no se aplicarán nuevas medidas expansivas”. Aviso a navegantes.

Guillermo de la Dehesa, presidente del Center for Economic Policy Research (CEPR), descarta de plano que se observen brotes verdes en la eurozona. “Cuando el FMI publique esus nuevas previsiones en las Perspectivas Económicas Mundiales de abril, serán peores que las actuales para el área euro”, augura. De la Dehesa critica que la región siga sin dotarse de instrumentos para hacer frente a la crisis, como un cortafuegos financiero o una regulación bancaria coherente, y urge a los países con superávit corriente un aumento de la demanda interna para evitar una recesión. “Será difícil salir de la recesión sin una política fiscal y monetaria europea que ayude a superarla”, concluye.

“Soy igual de pesimista que los otros participantes”, sentencia Diego Peñarrubia, de la Universidad de Murcia, que considera que la pregunta debería ser “qué podemos hacer para que haya pronto más brotes verdes, en mayor cantidad y más fuertes”. Y eso, en su opinión, sólo pasa por corregir “el profundo desequilibrio entre productividad y costes a lo largo del mundo”. Es decir que los países con menores costes productivos, derivados de los menores derechos sociales y laborales de su población, se acerquen a los estándares occidentales.

Desde la misma Universidad, el profesor José García Solanes advierte que “los brotes verdes con un espejismo, al menos para la economía española” porque “las reformas todavía no han dado sus frutos, el crecimiento del PIB continuará en terreno negativo y el paro seguirá subiendo durante varios trimestres”. Sólo el sector exterior parece mantener su vitalidad, recuerda. A su juicio, aunque la situación en la rona euro es menos sombría, “las palanras de Draghi y Bernanke sobre la situación económica de la zona euro suenan más a palabras de ánimo que a indicios constatados de recuperación”. García Solanes considera que para que la recuperación económica tome cuerpo sobre bases sólidas y duraderas son necesarias dos tipos de tareas: reestructurar el sistema productivo orientándolo mucho más hacia los mercados internacionales y reducir el tipo de cambio real mediante una devaluación interna con objeto de recuperar la competitividad perdida en el curso de los últimos 12 años. A falta de lo que puedan publicar los nuevos Presupuestos, no tenemos indicios de que el Gobierno español haya tomado iniciativas en estas direcciones”.

El debate

La fiscalidad que viene

Por: | 23 de marzo de 2012

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Sede de la Agencia Tributaria en Guzmán El Bueno, Madrid. / Uly Martín

El ajuste que debe afrontar la economía española para cumplir con el objetivo de reducir el déficit presupuestario del 8,5% del PIB en 2011 al 5,3% en 2012 es de tal magnitud que una nueva subida de impuestos parece inevitable y en ello coinciden la mayoría de los expertos de Economismo. Los economistas calculan que el ajuste real para este 2012 se situará entre los 40.000 y los 55.000 millones de euros, y todo ello en un entorno de contracción de la economía.

Uno de los colaboradores de Economismo, José Luis Martínez, estratega para España de Citigroup, cuestiona el planteamiento inicial del debate. A su juicio, la pregunta debería girar principalmente sobre “qué combinación de recortes de gasto fundamentalmente y limitadas subidas de impuestos deben aplicarse”. Este blog, sin embargo, pretende analizar qué margen ofrece el sistema tributario español para las reformas, las subidas fiscales o, incluso, la introducción o desaparición de ciertas figuras impositivas, independientemente de que el ajuste obligue a adoptar otro tipo de medidas en forma de reducción de gasto o cambios estructurales.

Santiago Carbó, de la Universidad de Granada, tiene claras sus apuestas. El catedrático de Fundamentos del Análisis Económico cree qque “la subida del IVA sería una apuesta razonable dadas las circunstancias. En comparación con el resto de Europa, el IVA en España es relativamente reducido”, mientras que las subidas de la fiscalidad sobre los carburantes “resultan especialmente gravoso para los ciudadanos y empresas”. No obstante, Carbó advierte del riesgo de que el esfuerzo fiscal no sea suficiente para cumnplir con los objetivos de déficit. “En este punto, la vía impositiva tendría probablemente que complementarse con alguna privatización de empresas públicas”, aunque sea una medida que exige tiempo y planificación.

Rafael Myro, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, defiende, de entrada, la introducción —extensión, para otros expertos— del copago en diversos servicios públicos, una medida que apoyan más colaboradores. A su juicio, esta medida “aumenta la conciencia del coste de los servicios públicos que no es muy elevada en España. Myro cree que tras la última subida del IRPF —”que ha elevado sensiblemente el tipo efectivo para quienes ingresan más de 300.000 euros”— no deja mucho margen para actuaciones por esa vía´, más allá de la lucha contra el fraude. Pero “antes de tocar los gastos más imprescindibles, sería aconsejable establecer un verdadero impuesto sobre el patrimonio, rescatar el de sucesione, allí donde se eliminó y, solo en el último caso, subir el IVA pues esto último tiene un caracter regresivo”. Además, el catedrático de la Complutense cree necesario introducir ajustes en el Impuesto sobre Sociedades “porque las desgravaciones introducidas en los últimos años, que han beneficiado sobre todo a las grandes empresas con inversiones exteriores, han reducido mucho el tipo efectivo hasta el entorno del 10%” y que apenas aporta a las arcas públicas el 1,5% del PIB.

El profesor Vicente Esteve, de la Universidad de Valencia, abunda en esta postura. “Se deberían eliminar la mayor parte de los gastos fiscales del sistema tributario español, sobre todo en el impuesto sobre Sociedades y aumentar el copago”. Esteve cita ejemplos concretos de este último caso: “tasas universitarias completas para los alumnbos que repitan asignaturas y/o no se presenten a las convocatorias de exámenes; tasas en los colegios públicos en educación primaria y secundaria y reducción de la subvención a los colegios concertados; y extensión del copago farmacéutico recientemente aprobado en Cataluña a todas las comunidades autónomas”. Asimismo defiende, como ya hacen Suecia o Noruega, la introducción de “un nuevo copago disuasorio en los servicios médicos” con excepciones definidas, un nuevo impuesto para las televisiones públicas (nacionales o autonómicas) y subir el IVA y los impuestos sobre la energía en 2012, si el consumo de los hogares se recupera. A cambio, defiende la necesidad de “reducir las cotizaciones sociales de los trabajadores para disminuir los costes salariales”.

Al margen de su consideración inicial, José Luis Martínez, de Citigroup, cree también que el copago es obligado para “disuadir sobre el aumento exponencial del gasto sanitario” y ve margen adicional para subir las tasas “y que la población sepa valorar con ello lo que cuestan los servicios públicos”. Junto al copago, “siempre nos quedan los impuestos indirectos sobre el alcohol y el tabaco” y, por último, “soy un firme defensor de la subida del IVA”. Martínez también coincide en que “la fiscalidad sobre la gran empresa (en España tiene nombre y apellidos) podría ser más eficiente y recaudatoria”, mientras que en su opinión habría que reducir impuestos a las pequeñas y medianas empresas.

El profesor de Economía de la Universidad de Murcia, Diego Peñarrubia, también comparte que la mayor parte del ajuste deberá recaer sobre los gastos. Dicho lo cual, Peñarrubia cree “innecesaria” y “regresiva” la ampliación de la deducción por vivienda en el IRPF recientemente aprobada y que la subida del Impuesto sobre Bienes Inmuebles se podría aplicar al suelo urbano vacante. El profesor defiende, a su vez, eliminar deducciones del Impuesto sobre Sociedades y mejorar los medios en la lucha contra el fraude.

También Guillermo de la Dehesa, presidente del Center for Economic Policy Research (CEPR), defiende que “la forma menos dañina para el crecimiento es reducir los gastos corrientes de todas las administraciones públicas”. A su juicio, dado que los impuestos directos ya han subido, los indirectos sólo deberían hacerlo si, al mismo tiempo, “se produce una devaluación interna reduciendo los costes laborales, pero estos van a ser reducidos necesariamente por la recesión y sobre todo por la nueva reforma laboral”.

Desde la Universidad de Murcia, el profesor José García Solanes, cree “de justicia aumentar el IRPF de las rentas muy elevadas y establecer un impuesto muy elevado sobre las grandes fortunas”. Asimismo, apuesta por eliminar las deducciones que permiten que las grandes empresas tributen a un tipo medio muy inferior al que pagan las pymes. García Solanes también insiste en la lucha contra el fraude fiscal, especialmente entre las grandes empresas y apuesta por elevar las tasa universitarias, aunque acompañada de un incremento de las becas para quinees las necesiten y merezcan. En último término defiende “subir un poco el IVA”, para equiparar los niveles españoles con los europeos sin alterar el precio de las exportaciones.

El debate

La fiscalidad que viene

Por: | 23 de marzo de 2012

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Sede de la Agencia Tributaria en Guzmán el Bueno, Madrid. / Uly Martín

El ajuste que debe afrontar la economía española para cumplir con el objetivo de reducir el déficit presupuestario del 8,5% del PIB en 2011 al 5,3% en 2012 es de tal magnitud que una nueva subida de impuestos parece inevitable y en ello coinciden la mayoría de los expertos de Economismo. Los economistas calculan que el ajuste real para este 2012 se situará entre los 40.000 y los 55.000 millones de euros, y todo ello en un entorno de contracción de la economía.

Uno de los colaboradores de Economismo, José Luis Martínez, estratega para España de Citigroup, cuestiona el planteamiento inicial del debate. A su juicio, la pregunta debería girar principalmente sobre “qué combinación de recortes de gasto fundamentalmente y limitadas subidas de impuestos deben aplicarse”. Este blog, sin embargo, pretende analizar qué margen ofrece el sistema tributario español para las reformas, las subidas fiscales o, incluso, la introducción o desaparición de ciertas figuras impositivas, independientemente de que el ajuste obligue a adoptar otro tipo de medidas en forma de reducción de gasto o cambios estructurales.

Santiago Carbó, de la Universidad de Granada, tiene claras sus apuestas. El catedrático de Fundamentos del Análisis Económico cree qque “la subida del IVA sería una apuesta razonable dadas las circunstancias. En comparación con el resto de Europa, el IVA en España es relativamente reducido”, mientras que las subidas de la fiscalidad sobre los carburantes “resultan especialmente gravoso para los ciudadanos y empresas”. No obstante, Carbó advierte del riesgo de que el esfuerzo fiscal no sea suficiente para cumnplir con los objetivos de déficit. “En este punto, la vía impositiva tendría probablemente que complementarse con alguna privatización de empresas públicas”, aunque sea una medida que exige tiempo y planificación.

Rafael Myro, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, defiende, de entrada, la introducción —extensión, para otros expertos— del copago en diversos servicios públicos, una medida que apoyan más colaboradores. A su juicio, esta medida “aumenta la conciencia del coste de los servicios públicos que no es muy elevada en España. Myro cree que tras la última subida del IRPF —”que ha elevado sensiblemente el tipo efectivo para quienes ingresan más de 300.000 euros”— no deja mucho margen para actuaciones por esa vía´, más allá de la lucha contra el fraude. Pero “antes de tocar los gastos más imprescindibles, sería aconsejable establecer un verdadero impuesto sobre el patrimonio, rescatar el de sucesione, allí donde se eliminó y, solo en el último caso, subir el IVA pues esto último tiene un caracter regresivo”. Además, el catedrático de la Complutense cree necesario introducir ajustes en el Impuesto sobre Sociedades “porque las desgravaciones introducidas en los últimos años, que han beneficiado sobre todo a las grandes empresas con inversiones exteriores, han reducido mucho el tipo efectivo hasta el entorno del 10%” y que apenas aporta a las arcas públicas el 1,5% del PIB.

El profesor Vicente Esteve, de la Universidad de Valencia, abunda en esta postura. “Se deberían eliminar la mayor parte de los gastos fiscales del sistema tributario español, sobre todo en el impuesto sobre Sociedades y aumentar el copago”. Esteve cita ejemplos concretos de este último caso: “tasas universitarias completas para los alumnbos que repitan asignaturas y/o no se presenten a las convocatorias de exámenes; tasas en los colegios públicos en educación primaria y secundaria y reducción de la subvención a los colegios concertados; y extensión del copago farmacéutico recientemente aprobado en Cataluña a todas las comunidades autónomas”. Asimismo defiende, como ya hacen Suecia o Noruega, la introducción de “un nuevo copago disuasorio en los servicios médicos” con excepciones definidas, un nuevo impuesto para las televisiones públicas (nacionales o autonómicas) y subir el IVA y los impuestos sobre la energía en 2012, si el consumo de los hogares se recupera. A cambio, defiende la necesidad de “reducir las cotizaciones sociales de los trabajadores para disminuir los costes salariales”.

Al margen de su consideración inicial, José Luis Martínez, de Citigroup, cree también que el copago es obligado para “disuadir sobre el aumento exponencial del gasto sanitario” y ve margen adicional para subir las tasas “y que la población sepa valorar con ello lo que cuestan los servicios públicos”. Junto al copago, “siempre nos quedan los impuestos indirectos sobre el alcohol y el tabaco” y, por último, “soy un firme defensor de la subida del IVA”. Martínez también coincide en que “la fiscalidad sobre la gran empresa (en España tiene nombre y apellidos) podría ser más eficiente y recaudatoria”, mientras que en su opinión habría que reducir impuestos a las pequeñas y medianas empresas.

El profesor de Economía de la Universidad de Murcia, Diego Peñarrubia, también comparte que la mayor parte del ajuste deberá recaer sobre los gastos. Dicho lo cual, Peñarrubia cree “innecesaria” y “regresiva” la ampliación de la deducción por vivienda en el IRPF recientemente aprobada y que la subida del Impuesto sobre Bienes Inmuebles se podría aplicar al suelo urbano vacante. El profesor defiende, a su vez, eliminar deducciones del Impuesto sobre Sociedades y mejorar los medios en la lucha contra el fraude.

También Guillermo de la Dehesa, presidente del Center for Economic Policy Research (CEPR), defiende que “la forma menos dañina para el crecimiento es reducir los gastos corrientes de todas las administraciones públicas”. A su juicio, dado que los impuestos directos ya han subido, los indirectos sólo deberían hacerlo si, al mismo tiempo, “se produce una devaluación interna reduciendo los costes laborales, pero estos van a ser reducidos necesariamente por la recesión y sobre todo por la nueva reforma laboral”.

Desde la Universidad de Murcia, el profesor José García Solanes, cree “de justicia aumentar el IRPF de las rentas muy elevadas y establecer un impuesto muy elevado sobre las grandes fortunas”. Asimismo, apuesta por eliminar las deducciones que permiten que las grandes empresas tributen a un tipo medio muy inferior al que pagan las pymes. García Solanes también insiste en la lucha contra el fraude fiscal, especialmente entre las grandes empresas y apuesta por elevar las tasa universitarias, aunque acompañada de un incremento de las becas para quinees las necesiten y merezcan. En último término defiende “subir un poco el IVA”, para equiparar los niveles españoles con los europeos sin alterar el precio de las exportaciones.

El debate

Atajar la raíz del problema

Por: | 16 de marzo de 2012

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Sede del BCE en Francfort.

Desde que la crisis financiera alcanzara su mayor virulencia a nivel global, en septiembre de 2008, Europa lleva intentando poner en pie un sistema de regulación y supervisión bancaria para intentar sanear las entidades europeas, homogeneizar las normas existentes y devolver al sistema financiero la confianza de los mercados. Pero, a la vista de la valoración de los expertos de Economismo, parece que todo ello con escaso éxito.

Los cambios regulatorios en este tiempo han sido constantes, lo que ha dificultado la adaptación de las entidades a las normas, cuando no han sido contradictorias entre sí. Es, en buena medida, lo que ha sucedido con el mensaje de las autoridades a través de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) al aumentar los requisitos de capital y la definición del mismo, frente a las inyecciones de liquidez masiva por parte del Banco Central Europeo (BCE) que apostarían por reducir los diferenciales de deuda soberana y facilitar una mayor fluidez del crédito.

Por el lado de la supervisión, no faltan voces —como la del exconsejero del BCE, Lorenzo Bini-Smaghi, desde estas páginas la semana pasada— que alertan de la necesidad de que esa labor se lleve a cabo a nivel europeo, para reducir así la posibilidad de injerencias políticas y homogeneizar los criterios aplicados a nivel comunitario, lo que ayudaría a su vez a consolidar la posición de la banca europea frente a la estadounidense. Temas todos ellos que exigen una profunda revisión del modelo actual y que anticipan un largo camino por delante.

Santiago Carbó, de la Universidad de Granada, destaca en su larga aportación al blog la importancia del sector bancario para la recuperación económica pese a lo cual, señala, las iniciativas puestas en marcha por las autoridades europeas se demuestran “insuficientes y descoordinadas hasta la fecha”. Carbó señala que las acciones se han centrado en exigir más solvencia a los bancos más grandes cuando los problemas “tienen mucho más que ver con el modelo de negocio y con las actividades que realiza que con su tamaño”. Y, además, insiste en un punto importante: “no se ha proporcionado ninguna medida para controlar el riesgo sistémico ex ante” y que “en cada país existe un tratamiento distinto de lo que se consideran activos ponderados por riesgo y existen también divergencias difíciles de explicar entre países en este punto, lo que dificulta la homogeneidad en la aplicación de la normativa de solvencia”. A su juicio, aunque la creación de la EBA fue un paso en la dirección correcta parte de un problema evidente: “no tiene la sufifciente autoridad”.

Carbó, también asesor de la Reserva Federal de Chicago, insiste en que el tratamiento de la liquidez demuestra que “el sector bancario europeo no está siendo conducido por los derroteros adecuados” y que la liquidez “es un síntoma y el riesgo y la debilidad de los balances es el verdadero problema de fondo”.

Joaquín Maudos, de la Universidad de Valencia, resume el sentir casi generalizado de los expertos de Economismo: “lo que hace falta no es más regulación, sino mejor regulación”. A su juicio, los cambios regulatorios se están produciendo de manera excesivamente rápida, lo que distorsiona la toma de decisiones y falta, además, “mayor convergencia regulatoria. No hay más que recordar los cambios que se han producido en la definición de solvencia mínima exigida en las dos pruebas de resistencia realizadas (en la primera, Tier 1, y en la segunda, Core Tier 1), que a su vez difiere del capitalk principal del real decreto de reforzamiento del sistema financiero español”, una queja generalizada entre la banca española. Y en esa idea abunda Maudos. “Las exigencias de la EBA han penalizado a la banca española, al no computar en la definición de capital las provisiones genéricas, algo que quizás podría explicarse por la ausencia de representantes españoles en dicha autoridad”, subraya el catedrático de Economía.

En cuanto al impacto regulatorio sobre el sistema financiero español, Maudos considera que el reciente decreto va en la buena dirección al limpiar los balances “pero deja fuera eal 80% de la inversión crediticia”. En su opinión, el problema de fondo es de financiación, dadas las dificultades que tendría el FROB (Fondo de Reestructuración y Ordenación Bancaria) para financiarse a los mercados. Lo mismo se aplica al FGD (Fondo de Garantía de Depósitos) como alternativa para ofrecer esquemas de protección de activos en las fusiones. Mientras no se resuelva ese problema, el saneamiento será insuficiente.

Guillermo de la Dehesa, presidente del Centre for Economic Policy Research (CEPR) de Londres, es meridianamente claro en su diagnóstico: “La gestión de la crisis de deuda soberana y bancaria, ambas interrelacionadas, es el ejemplo perfecto de lo que no hay que hacer”. De la Dehesa critica la ausencia de un potente cortafuegos, “por no querer financiarlo”, para calmar a los mercados y reducir los spreads; la falta de saneamiento de los balances bancarios para que fluya el crédito, “pero la EBA ha obligado a provisionar la deuda soberana y aumentar brutalmente el capital, obligando a reducir balances y crédito”. De ahí que, el BCE haya tenido que inyectar masivamente liquidez a 3 años para evitar una catástrofe bancaria y reducir los spreads de la deuda soberana. “Al haber salvado la situación el BCE, los gobiernos tienen un incentivo todavía mayor para no hacer nada, sabiendo que, al final, el BCE comprará deuda al no existir un cortaguegos o un Tesoro europeo y volverá a salvar a la banca”, concluye.

Desde la Universidad de Murcia, el profesor José García Solanes, se centra en el caso español donde, a su juicio, “son indispensables medidas que refuercen la transparencia de los balances bancarios a efectos de evitar la contaminación creada por las pérdidas inmobiliarias que en ellos se esconden”. García Solanes defiende, además, que las ayudas al sistema financiero —que “se están prodigando en exceso”— “han de estar muy bien regulados y vigilados”, con el fin de evitar un sobrecoste para los ciudadanos e impedir que falseen la competencia. en su opinión, “las entidades que no puedan reestructurarse por si mismas o participar en fusiones eficientes, deberían abandonar el mercado”.

Con semenjante escenario, parece que el sistema financiero europeo, en general, y el español, en particular, aún tienen por delante una larga travesía.

El debate

Emergentes, tiempo de reforma

Por: | 09 de marzo de 2012

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La presidenta de Brasil, Dilma Rouseff, en una reunión en Brasilia. / Ueslei Marcelino (Reuters)

Brasil anunciaba esta semana que su economía había crecido apenas un 2,7% en 2011, lejos del 7,5% alcanzado en 2010. Entre las causas que explican tan pronunciada desaceleración se encuentran las medidas impuestas por el Gobierno para frenar la inflación —derivada, a su vez, de la fuerte entrada de capital extranjero— y la intensa desaceleración de la actividad en la industria ante la caída de las exportaciones brasileñas. Asimismo, el Gobierno chino acaba de anunciar que su objetivo de crecimiento para este ejercicio es del 7,5%, la tasa más baja desde 2004.

Son sólo dos ejemplos destacados, pero la desaceleración que se observa las principales economías en desarrollo del mundo ha hecho saltar las alarmas sobre el posible impacto que la persistente crisis económica y financiera de los países desarrollados, y en especial de la zona euro, pueda acabar teniendo sobre las economías emergentes y, con ello, sobre el crecimiento mundial. Los expertos de Economismo coinciden en que la larga duración de la crisis aumenta el riesgo de que el impacto sea considerable para estas economías y la mayoría de ellos aconseja aprovechar la actual etapa de crecimiento para abordar reformas que les permitan capear en el futuro mejor el temporal. Algunos recuerdan incluso la crisis asiática de los años 90 y la ventaja que las medidas adoptadas entonces ha ofrecido para las economías emergentes en esta crisis.

Guillermo de la Dehesa, presidente del Centro para la Investigación de Políticas Económicas (CEPR), arranca el debate exponiendo los grandes números de la dependencia de los países emergentes. Con la actual crisis europea, “dado que la zona euro importa de terceros países 1,7 billones de dólares en bienes (el 14% de su PIB), su impacto sobre las exportaciones de los emergentes será elevado”. Y su conclusión es tajante: “aunque el PIB de los emergentes y en desarrollo alcanzó en 2011 el 49% del total mundial, siguen siendo economías muy dependientes de la importación y de la inversión directa de las economías desarrolladas que tienen la mayoría de las compañías transnacionales”.

El catedrático de Economía de la Comunidad Valenciana, Vicente Esteve, acota los tres problemas potenciales que se ciernen sobre las economías emergentes: el debilitamiento del crecimiento mundial, la amenaza de una interrupción repentina del flujo de capitales exteriores y el aumento de los costes de financiación exteriores. Esteve recuerda, además, un análisis al respecto del Fondo Monetario Internacional (FMI), donde dice que “en un escenario externo en el que los países emergentes tuvieran que hacer frente a varias perturbaciones simultáneamente, sus bancos deberían aumentar capital en al menos seis puntos porcentuales”. De ahí que el profesor apueste porque las economías emergentes “redujeran los desequilibrios financieros externos y el sobrecalentamiento de sus economías y, al mismo tiempo, introducir reformas financieras que tengan como objetivo el fortalecimiento de los balances de sus sistemas bancarios”.

Más pesimista se muestra el catedrático de la Universidad de Granada, Santiago Carbó, para quien el hecho de que las economías emergentes se vean afectadas de forma significativa por la crisis “puede ser solo una cuestión de tiempo”. Carbó recomienda a las grandes economías en desarrollo “revisar el entramado estructural de los emergentes en lo que se refiere a mercados financieros y también su evolución institucional, reguladora y supervisora”. A su juicio, esas estructuras han mejorado de forma muy significativa pero aún presentan debilidades “como ya sucedió con las economías del sudeste asiático a finales del siglo pasado”. Esas débiles estructuras son las que, en opinión del también asesor de la Reserva Federal de Chicago, explican que, en muchos casos, las elevadas tasas de crecimiento de esos países sean “generadoras de desempleo y de más inflación de la que sería deseable. Por ejemplo, si China crece al 6% genera desempleo, algo absolutamente impensable en el mundo occidental”.

José García Solanes, profesor de Económicas de la Universidad de Murcia, profundiza en las debilidades que presentan los emergentes y que a su juicio deberían abordar. “El que estas economías hayan concentrado sus activos externos —hasta dos tercios en China e India— en deuda pública de países o zonas con previsiones económicas malas o inciertas, tales como Estados Unidos, Japón, Reino Unido y la eurozona supone un riesgo innegable. Otro desafío no menos importante consiste en gestionar, con mercados financieros internos poco desarrollados, la avalancha de capitales que a ellos acuden”. García Solanes descarta un plan común del G20 y apuesta por que las economías emergentes aumenten los intercambios financieros y comerciales entre ellas para reducir la dependencia de los países más ricos y, con ello, el riesgo de contagio.

Pese a los riesgos comunes, las diferencias entre los emergentes también son evidentes. Santiago Fernández de Lis, economista jefe de sistemas y regulación financiera de BBVA Research, pone el acento en las importantes diferencias entre los mercados financieros regionales, con presencia importante de bancos de la zona euro. “Mientras que en el caso de América Latina se trata de filiales con una estructura descentralizada, que se financian en el mercado local y en moneda local, en Europa del Este son sucursales muy dependientes de la financiación en euros de la matriz, por lo que el contagio de los problemas de liquidez es mucho mayor”.

Para José Luis Martínez, estratega para España de Citigroup, “la duración de la crisis, económica y financiera, en las economías desarrolladas supone una amenaza para los países en desarrollo” por diversas razones, internas y externas. “El mejor ejemplo es la sobrevaloración de la vivienda y el deterioro de la banca mediana en China”, apunta. “Además, deben enfrentarse también al riesgo inducido por la expansión monetaria desde los países desarrolladas. Tenía mucha razón la presidenta de Brasil al considerar una irresponsabilidad la inyección de liquidez desde los bancos de países desarrollados, en términos de precios al alza de las materias primas y presión sobre la moneda”. Martínez también alerta de los riesgos a medio plazo de esta situación: “el riesgo de proteccionismo. La posibilidad de una marcha atrás en el proceso de globalización económica y financiera”. J

El debate

Soplar y sorber a la vez

Por: | 02 de marzo de 2012

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El Tratado de Estabilidad y Coordinación, tras la firma de los líderes europeos el 2 de marzo. F. Lenoir (AP)

La necesidad de cumplir con el Programa de Estabilidad pero, al mismo tiempo, de estimular el crecimiento de la economía española como la vía para reducir el elevado nivel de desempleo, especialmente en el caso español, ha suscitado un vivo debate en el blog de Economismo. No resulta fácil cumplir los objetivos de ajuste presupuestario fijados en el Programa de Estabilidad —déficit del 4,4% del PIB en 2012 y del 3% en 2013— que fue diseñado para un escenario de crecimiento del 2,3% para este año cuando, en realidad, será de contracción para el conjunto del ejercicio [-1% previsto por la Comisión Europea, -1,5%, el Banco de España y -1,7%, el Fondo Monetario Internacional]. En esas condiciones, parece que una política de ajuste draconiano acentuaría la recesión e impediría la vuelta a una senda de crecimiento que facilite la reducción del desemplo

Pese a las dificultades de compatibilizar ambos objetivos, la mayoría de los analistas de Economismo consideran que, en estos momentos, no existe alternativa. La discrepancia surge en torno al ritmo de ajuste, las partidas sobre las que debe recaer el mayor esfuerzo y sobre quién debe liderar la aplicación de las políticas de estímulo.

Para empezar, Guillermo de la Dehesa, presidente del Centro de Investigación de Políticas Económicas (CEPR, por sus siglas en inglés), justifica la necesidad de los recortes en el caso español ante el estallido de la burbuja inmobiliaria, que dejó a muchas regiones sin importantes ingresos fiscales que, en muchos casos, “se malgastaron”. Pero advierte que sin una política monetaria expansiva, lo que provoca es una mayor recesión que obliga al gobierno a “aumentar el gasto privado” y que “el BCE siga inyectando liquidez y comprando activos públicos sin esterilizar”.

El profesor de la Universidad de Granada, Santiago Carbó, considera que lo importante es que los programas de ajuste sean “realistas tanto en contenido como en plazos” pero advierte que “si en la eurozona todos los países aplican austeridad al mismo tiempo la crisis se prolongará aún durante mucho tiempo y se confirmará esa temida Gran Contracción”. El también asesor de la Reserva Federal de Chicago sí puntualiza que la relajación del calendario de cumplimiento debe ser parte “de un compromiso común y que no se haga para un país o dos en concreto porque eso estigmatizaría a ese país y los mercados se cebarían con él”.

De ahí su propuesta en favor de “un gran pacto en Europa por el crecimiento y, para que no sea incompatible con la austeridad, es preciso que tenga liderado por países como Alemania en aspectos tan fundamentales como la liberalización de determinados sectores de su economía”. Aún así el profesor Carbó advierte que “no hay grandes fórmulas mágicas para reestablecer el crecimiento” dado el elevado endeudamiento público pero sobre todo privado.

Para Diego Peñarubia, profesor de Economía de la Universidad de Murcia, “la austeridad sigue sin ser una opción” y asegura que pese al cambio de rumbo de la política del Banco Central Europeo (BCE) “las alegrías monetarias no van a ser suficientes”. Su conclusión es que “los retos de fondo de la UE no son sólo, ni en el fondo, de gestión macroeconómica”.

Hay expertos mucho más combativos con las posiciones comunitarias. El también profesor de la Universidad de Murcia, José García Solanes, considera “urgente cambiar el rumbo de las políticas fiscales europeas si no deseamos perder una década a la japonesa”. García solanes cita “estudios recientes que demuestran que el efecto multiplicador de las políticas fiscales es elevado en caso de medidas contractivas, especialmente cuando las acciones se adoptan en varios países a la vez”. Su propuesta para por una “estrategia conjunta, en la que los países más fuertes de la eurozona, lideradors por Alemania, adopten medidas fuertemente expansivas, permitiendo al mismo tiempo que los gobiernos de los países periféricos reduzcan su déficit de manera más pausada” porque, como recordábamos la semana anterior, “la expansión monetaria del BCE es sólo un alivio, no una solución duradera”.

Rafael Myro, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, apela al ejemplo de Suecia y Finlandia en los años 90 que, una vez iniciado el desapalancamiento financiero, apostaron por basar el ajuste fiscal “más en el aumento de los impuestos que en la disminución del gasto y fueron compatibles con la recuperación económica”. Aunque la situación no sea comparable, Myro defiende que esa experiencia demuestra “que España no reúne las condiciones para la aplicación de un plan de austeridad muy estricto” y da detalles: “el objetivo de déficit público para España en 2012 no debería estar muy por debajo del 6% para no exigir mucho más esfuerzo de austeridad del implícito ya en las medidas adoptadas recientemente por el gobierno”. En todo caso, Myro cree que el ajuste “debería descansar en subidas de impuestos, lo más progresivas posibles, lo que no es fácil” y señala que “los recientes acuerdos de moderación salarial pactados por los sindicatos con la CEOE revisten una gran importancia, al igual que las posibilidades de ajuste a la baja que abre la nueva reforma laboral”.

En el ámbito opuesto se sitúa David Taguas. A su juicio, “las consolidaciones fiscales ocn éxito se deben basar fundamentalmente en la reducción del gasto improductivo y no de la inversión o en aumentos impositivos”. Taguas sostiene que esa combinación de políticas de ajuste tiene efectos claros sobre la actividad a través de cinco mecanismos: reducción del nivel de incertidumbre sobre la situación presupuestaria de las administraciones públicas; reducción de la prima de riesgo; cambio de expectativas sobre los impuestos futuros, impulsando el consumo y la inversión actuales; el ejemplo de los salarios públicos para los salarios privados; y la devaluación selectiva. El presidente de la patronal Seopan, defiende, asimismo, una reducción de los salarios y una subida de los impuestos sobre el consumo, lo que, a su juicio, “podría contribuir a generar un c´riculo virtuoso en la economía”.

Para el estratega de Citigroup en España, José Luis Martínez, apuesta por una vía intermedia: la de las reformas estructurales. En su opinión, “es posible repartir, que no aplazar, el ajuste fiscal, siempre que se prime la política económica” y defiende que “una política de reformas estructurales adecuada y valiente acabará reflejándose en una mejora de las posibilidades y perspectivas de crecimiento”. Claro que para que se aclaren las perspectivas de los inversores internacionales, “debe aclarase de forma definitiva la situación política en Europa” lo que admite que “no es, no será, fácil”.

El País

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