Bernanke compareció el pasado 17 de julio ante el comité de Banca del Senado. / Chip Somodevilla (AFP)
En plena precampaña electoral, con una economía en crecimiento pero con resultados mediocres y al borde de un precipicio fiscal que puede obligar a aprobar un considerable recorte del gasto público a principios de 2013, la Reserva Federal de Estados Unidos, la Fed, y su presidente, Ben Bernanke, se debaten entre aprobar una nueva ronda de estímulos o dejar que la economía siga su curso sin su intervención. Los argumentos a favor de actuar y de no hacerlo son numerosos y nuestros expertos ven ventajas e inconvenientes en ambas posiciones.
La mayoría de los colaboradores de Economismo creen que la Reserva Federal, finalmente, actuará y que lo hará a la vuelta del verano, cuando los datos confirmen lo que ahora sólo se anticipa, que el frenazo de la actividad es más fuerte de lo que parece a día de hoy y que la parálisis que la coyuntura política traslada al conjunto de la economía puede acabar provocando una desaceleración peligrosa de la actividad que impida a la economía retomar la senda de la creación de empleo.
Pese a ello, Juan Ramón Cuadrado, catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares, cree que los datos de la economía estadounidense “no son tan malos” y, a su juicio, “la evolución económica parece que no es lo que más daño puede hacer a [Barack] Obama para su posible reelección”. Más preocupante resulta, en su opinión, ese precipicio fiscal, lo que los estadounidenses denominan fiscal cliff y que “obligaría a efectuar un ajuste fiscal del 5% del PIB en enero de 2013, si no se alcanza una revisión de los topes de endeudamiento. Esto sí que podría provoc ar una recesión”. Cuadrado descarta un acuerdo entre los dos principales partidos antes de las elecciones, lo que introduce una gran incertidumbre. Dadas las circunstancias, el catedrático alcalaíno considera que Bernanke “podría acabar tomando alguna ligera medida” aunque admite que “el margen que tiene muy corto” y dados los bajos tipos de interés ya existentes “la eficacia de inyectar algo más de liquidez sería muy reducida”.
Mauro Guillén, director del Lauder Institute en la Wharton School, pone el acento sobre las consecuencias que una nueva ronda de estímulos de la Reserva Federal tendría para Europa. “Es saludable que después de dos rondas masivas de compra de bonos, la Fed todavía esté contemplando una tercera intervención. Si se produce, sería bueno para la economía estadounidense y para Obama pero seguramente debilitaría al dólar, lo que no conviene a la Unión Europea”. Sus efectos sobre la estabilidad, subraya Guillén, tampoco son desdeñables. “Se desataría una fuerte reacción por parte de los republicanos y un recrudecimiento de la confrontación en el Congreso, lo que no conviene para que se llegue a un acuerdo sobre la deuda y sobre los impuestos”, dado que EE UU está inmerso en plena batalla electoral. “Mientras dure, vamos a tener que contener la respiración”, concluye.
El impulso de Bernanke para actuar puede no responder a ninguno de los objetivos de la Fed —inflación y empleo— y proceder de un tercero. Es la tesis que defiende José Luis Martínez, estratega para España de Citigroup para los mercados “Los mercados, su actividad, son fundamentales como fuente de liquidez y riqueda” dos principios básicos en Estados Unidos, “aunque no parece que las autoridades europeas estén muy de acuerdo”. Martínez subraya que “los mercados son juez y parte de la crisis, como indicadores de tensión e incertidumbre ahora, pero como riesgos de liquidez y efecto riqueza negativos en el futuro”. A su juicio, dado que el precipicio fiscal puede restar a la economía estadounidense “más de tres puntos” a principios de 2013 si la clase política no lo impide, “y hoy por hoy esto no es seguro”, la cuestión no es si puede haber un nuevo impulso monetario “como cuándo se puede anunciar. Quizás tan pronto como la semana próxima, aunque más probable en septiembre”.
Guillermo de la Dehesa, presidente del Center for Economic Policy Research, justifica que la Reserva haya optado por las medidas de relajación cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés), “el único instrumento monetario posible para reactivar la economía cuando los tipos están ya cerca de cero y puede caerse en la trampa de la liquidez”. Dado que ahora no va a haber más política fiscal expansiva durante cierto tiempo, explica De la Dehesa, “no es de extrañar que la Fed decida otra ronda de QE”. Pero no es una medida exenta de riesgos. “El peligro del QE es su efecto inflacionista al intentar que los tipos de interés nominales no sean negativos y se evite dicha trampa”. A favor de la medida juega “que el precio de la energía está cayendo” y que “el euro está cayendo frente al dólar y EE UU necesita exportar más a la eurozona para mantener su crecimiento”. En todo caso, De la Dehesa cree que “las eleccionse dentro de unos meses no van a afectar a la decisión de la Fed, porque es totalmente independiente”.
Para José García Solanes, catedrático de la Universidad de Murcia, hay diferencias evidentes en cuál sea el resultado de las próximas elecciones. “Si los republicanos llegan al poder, es la amenaza de una consolidación fiscal suplementaria del 4% del PIB en 2013, que sumiría al país en una contracción del 0,3% el próximo año, según el FMI”. De ahí que, a su juicio, Bernanke pueda dispara “un tercer cartucho” de estímulo cuantitativo por 500.000 millones de dólares tras el verano pero “con tipos de interés a ras de suelo, el cartucho solo puede albergar pólvora mojada”. Ese riesgo de que la economía estadounidense vuelva a la recesión y los agentes económicos guarden el dinero o lo lleven al extranjero ante el grado de incertidumbre es, para el catedrático murciano, “una pena porque, al contrario de lo que pasa en la zona euro, EE UU tiene el privilegio de poder colocar volúmenes ingentes de deuda en los mercados internacionales sin apenas mover su prima de riesgo”.
Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor Business School, plantea la importancia que la situación europea tiene para la economía de Estados Unidos “puesto que buena parte de su devenir depende de la evolución económica al otro lado del Atlántico, que no pinta nada bien”. Si a eso le sumamos los retos fiscales en un ambiente de fuertes restricciones políticas para elevar los techos de gasto, el terreno se abona para una actuación de la Reserva Federal. Además, “algunos datos recientes, como el desplome de las ventas de vivienda en junio, no previsto, sugieren que las cosas pueden complicarse para EE UU bastante antes de lo previsto”. En este contexto, Carbó considera que “un nuevo QE podría tener cabida en ausencia de tras opciones, ya que se configuraría como una opción más factible que generara cierto estímulo contra la llamada, y cada vez más confirmada, Gran Recesión”.