Rajoy se reunió el pasado viernes con el administrador de la NASA, Charles Bolden. / A. Comas (Reuters)
En pocas ocasiones el debate de Economismo había provocado una respuesta tan unánime, aunque con muchos matices y sensibilidades, entre sus participantes. Nadie parece dudar que el rescate blando o preventivo resulta imprescindible para la economía española y que, por ello, cuanto antes soliciten las autoridades españolas la intervención del Banco Central Europeo (BCE) en el mercado de deuda para reducir el coste de financiación, mejor. “Los beneficios superan con creces a los costes”, es la conclusión de los expertos.
Los participantes en el blog insisten mucho en aprovechar la calma actual de los mercados, que comentábamos en el debate anterior, y en que las condiciones diferirán en poco de los recortes que ya está llevando a cabo el Gobierno.
Sin embargo, sorprende también que ninguno de los economistas ponga el acento del rescate en las garantías que ofrecen las autoridades europeas. Es decir, qué significa la intervención ilimitada del BCE y a qué interés o qué coste de financiación garantizarán al Estado. Porque el acuerdo puede imponer obligaciones de recortes y reformas tremendos para un país que afronta su quinto año de recesión, a cambio de un abaratamiento casi simbólico de la financiación. Pero quizás eso forma parte de otro debate.
De momento, Miguel Ángel García, responsable del Gabinete Económico de CC OO, considera que el rescate podría suponer una reducción de los gastos financieros de la deuda y permitir el acceso a la financiación si el Gobierno cumple con el déficit, “difícil de alcanzar con la política fiscal actual”.
Para Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor Business School , lo importante es que la decisión se tome “en términos de interés estrictamente económico” y sostiene que “la petición de rescate se considera un hecho” desde que el BCE anunció sus planes a principios de septiembre, algo que, a su juicio, “es lo mejor para España dadas las opciones disponibles”. Carbó critica que “si los costes de financiación no han bajado más estas semanas es, precisamente, por la lentitud y las dudas sobre si habrá rescate o no” aunque considera que “si hay algo que pueda justificar un retraso es una buena negociación”, entre ellos unos plazos “realistas” para la consecución de la consolidación fiscal.
En opinión de Joaquín Maudos, catedrático de Fundamentos Económicos de la Universidad de Valencia, “las condiciones que puedan derivarse del rescate van a tener que aplicarse de cualquier forma” porque la rebaja en las previsiones de crecimiento del PIB van a obligar a nuevos recortes si el Gobierno quiere cumplir con el déficit. El profesor no tiene dudas: “creo que puede reportar más beneficios que costes, por lo que conviene cuanto antes poner fin a los problemas de financiación”. Pero Maudos pone el acento en que se trata de un “rescate precautorio”, que conlleva menos condicionalidad que un rescate al estilo de Grecia, Irlanda o Portugal, y que, dado que España ya ha solicitado un rescate para su sector bancario, éste no añadiría mucho más en términos reputacionales.
José Luis Martínez, estratega de Citigroup para España, introduce un matiz en su posición: lo importante es tomar una decisión ya, sea esta pedir o no pedir el rescate. “No podemos esperar más tiempo pidiendo información que probablemente ni la troika tiene concretada aún”. En todo caso, Martínez cree que las condiciones del rescate serían “medidas que hay que aprobar de cualquier forma” y que su solicitud “nos aislaría de los riesgos de rebaja de rating. ¿Cómo no aprovecharse de todo esto?”. También el estratega del Citi insiste en que es bueno “llamar a las cosas por su nombre” y recordar que España se acogería a un programa de asistencia preventiva de liquidez y no a un rescate total. A modo de conclusión, Martínez considera que con el rescate “ganamos en credibilidad y Europa nos avalaría”.
Guillermo de la Dehesa, presidente del Center for Economic Policy Research (CEPR) en Londres, refleja, por el contrario, las contradicciones que el rescate ha provocado entre las autoridades europeas. A su juicio, “es muy necesario pedirlo” para romper “el bucle diabólico entre bancos y estados”, por la necesidad de recapitalizar al banco malo y ante los fuertes vencimientos que se concentran en octubre. Pero De la Dehesa recoge asimismo la incógnita que provoca el hecho de que “Alemania no parece querer que España pida el rescate” y concluye que “es realmente difícil saber cuál será la decisión ya que no hay información disponible, sólo rumores”.
José García Solanes, catedrático de la Universidad de Murcia, se hace eco del cierto hartazgo ante la larga duración de las negociaciones. “La condicionalidad de un posible rescate ya debería estar aclarada” y sostiene que los actuales niveles de la prima de riesgo, inferiores a los recogidos en julio, “ya reflejan el descuento, por parte de los mercados de que el Gobierno solicitará el rescate”. García Solanes sí insiste en que, si no se solicita el rescate, el coste de la financiación, muy superior a la tasa de crecimiento, empuja “la deuda española hacia la insostenibilidad” y compara el estigma de solicitar el rescate con el que generaría “una devaluación si tuviéramos moneda propia”.
Quien advierte de las consecuencias de retrasar la solicitud del rescate es Juan Ramón Cuadrado, catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares, que sostiene que “puede acabar siendo un error” sobre todo “si el retraso conduce a incrementar la incertidumbre y las dudas sobre el futuro de España y su capacidad de cumplir los compromisos”. Y pone una cifra encima de la mesa: 29.116 millones de euros, los vencimientos “mayúsculos” que debe afrontar el Tesoro el próximo mes de octubre. El catedrático alcalaíno subraya que no pedir esa asistencia ya “supone correr bastantes riesgos” dadas las dudas sobre el cumplimiento de los objetivos de déficit tanto de este año, 6,3% del PIB, como en 2013, 4,5%. “Demasiadas incertidumbres, demasiados rumores. Pedir el rescate preventivo considero que tendría muchos efectos positivos y nadie debe interpretarlo como una cesión de soberanía por parte de España”, subraya. Cuadrado también apunta que si lo que motiva el retraso en la petición “son razones políticas, creo que en este caso deben dejase ya a un lado”.