Una cosa es tener capacidad de veto sobre el diseño de las cuentas nacionales y otra, muy distinta, su aplicación. La primera es una buena decisión que, en la práctica, se va a demostrar mermada de autoridad e insuficiente ante la necesidad de avanzar hacia una mayor integración económica entre los países del euro, como ha demostrado la crisis. Esa es, a grandes rasgos, la conclusión de nuestros expertos de Economismo ante la nueva capacidad de la Comisión Europea de examinar, antes de su aprobación definitiva, los presupuestos nacionales. Un buen paso en la dirección correcta, pero no exenta de dificultades de aplicación ni mucho menos suficiente.
De hecho, Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor Business School, avanza en esa dirección. El examen previo de los presupuestos parecería, “en teoría, un avance en la corresponsabilidad que exige el avance hacia una unión fiscal”, aunque cree que, en la práctica, será difícil que se pueda ejercer el veto que plantea la comisión “porque lo importante es la ejecución más que el proyecto de presupuestos”. No obstante, Carbó cree que para que ese tipo de controles sean efectivos lo más importante es que los objetivos marcados para la consolidación fiscal sean más realistas y menos dañinos para la economía en el corto plazo. En definitiva, “la idea del control presupuestario parece necesaria en el contexto de una unión fiscal compatible con una unión bancaria, pero aún quedan muchos pasos que dar en esas dos direcciones para que las medidas de control y solidaridad sean suficientemente creíbles y efectivas”, subraya.
Una tesis que en buena medida también suscribe Miguel Ángel García, responsable del gabinete económico de CC OO. “Los avances en control supranacional de la política fiscal de los países miembros de la zona euro son una condición necesaria para reducir las deficiencias” de la unión monetaria tal y como está diseñada. Eso sí, control con límites, sobre “las grandes líneas del presupuesto”, sin capacidad para influir en la “capacidad nacional de decidir sobre su contenido”, matiza García. A su juicio, el problema actual es conjugar las necesidades de corto plazo con la estructura a largo plazo. “Para ello, es imprescindible una política fiscal agregada más expansiva con un calendario de saneamiento fiscal más amplio en el tiempo (2016) que no ahogue más a los países en recesión”, concluye.
José Luis Martínez, estratega de Citigroup para España, considera que “suena bien, sin duda. Más integración europea, más control europeo y como contrapartida más solidaridad y probablemente garantías”, pero admite que, a la hora de la verdad, “el veto como tal es de imagen mientras la Comisión Europea no tenga poder ejecutivo”. Y la mejor muestra es la situación vivida la semana anterior: “Las previsiones de la Comisión Europea cuestionan tanto el cuadro macro como la evolución del déficit oficial de muchos países del área. ¿Y ahora qué?”, se pregunta. Martínez apunta hacia las posibles sanciones que podrían imponerse por incumplimiento de las recomendaciones europeas y recuerda lo que sucedió en el pasado con Francia y Alemania por sus incumplimientos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que nunca fueron sancionadas. “Vamos avanzando, pero, al mismo tiempo, creo que cometemos los mismos errores que en el pasado”, asevera el estratega del Citi para concluir que seguimos “sin salir del círculo vicioso. Lejos de superar la crisis del euro”.
Antonio Merino, director del servicio de estudios de Repsol, desarrolla ampliamente los antecedentes de la actual medida y recuerda que “es evidente que un control ex post de los desfases presupuestarios que teníamos hasta ahora fracasó al no evitar una acumulación de desequilibrios en algunos países, que por sus consecuencias sistémicas han llegado a cuestionar la supervivencia del euro”. Para Merino, los cambios acometidos en el fiscal compact garantizan un cumplimiento de las sanciones, a diferencia del pasado y destaca la creación de una autoridad fiscal independiente nacional que vigile la correcta implementación de las políticas fiscales. “No podemos descartar que esta autoridad fiscal independiente, a modo de caballo de Troya bruselense, recurra ante los tribunales disposiciones presupuestarias del Gobierno”, advierte y recuerda que eso es algo que no sucede en España con las comunidades autónomas.
Guillermo de la Dehesa, presidente del Center for Economic Policy Research (CEPR) en Londres, discrepa de algunos participantes al asegurar que la inclusión de los objetivos de consolidación fiscal en las constituciones de los respectivos países evitará los problemas del pasado y dará más seguridad a los inversores. De hecho, De la Dehesa explica que los Estados miembros han introducido en sus Constituciones una regla de déficit máximo del 0,5% en términos estructurales y que siguen obligados por el Tratado a no superar el 3% en términos nominales. Otra garantía añadida es la introducción de una regla de voto de mayoría cualificada inversa, lo que asegura, en su opinión, que “ningún Estado miembro podrá evitar la sanción” por mucho peso político que tenga el país en cuestión. “A mí me parece bien siempre que, a cambio, empiece a avanzarse más en la unión bancaria y la unión fiscal que lamentablemente no está siendo el caso”, subraya.
También con muchos pros y contras ve José García Solanes, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Murcia, la propuesta. A su juicio, el derecho de veto de la Comisión “contribuirá a que los Gobiernos realicen proyecciones más realistas” y habría impedido, de estar ya en práctica, dice, las proyecciones presupuestarias del Gobierno español para 2013, “donde las previsiones de decrecimiento del PIB (-0,5%) apenas llegan a un tercio de lo que prevé la propia Comisión”. En la parte de los peros, la medida “no garantiza el logro de las metas presupuestarias porque una cosa son las proyecciones y otra las ejecuciones” y no evitará el problema del “riesgo moral” porque “las autoridades europeas, incluyendo al BCE”, harán lo que sea para “evitar que se rompa el euro”. García Solanes no deja de criticar la “escasísima solidaridad” mostrada por la Unión Europea por la reducción sustancial del presupuesto comunitario, que deja muy expuestos a los países en dificultades.
Hay 1 Comentarios
Leyendo burradas como las expuestas por Hans Werner Sinn, en este mismo periódico, me reafirmo en mis tesis, que pueden leerse en blog htttp://fraesma.blogspot.com en concreto leyendo Revolución Financiera. El dogmatismo de estos neoliberales nos esta llevando a una desesperación innecesaria, de una población cada vez mas angustiada por estar gobernadas por políticos que se pliegan al poder financiero de la especulación de casino en que han terminado convirtiendo el sistema. La economía real productiva, no tiene nada que ver con la debacle en la que se ve inmersa. O acabamos con posiciones ortodoxas inflexibles ancladas en axiomas absolutos que hoy no sirven, o el mundo se vera abocado a soluciones violentas para mantener privilegios fuera de tono y lugar, y en ello si han sido maestros, con su mente cerrada, nuestros queridos coeuropeos amigos alemanes. Lee Revolución Financiera, no te dejes encantar por cuentos del pasado.
http://fraesma.blogspot.com
Publicado por: FRAESMA | 03/03/2013 22:53:43