Cuatro votos a favor y uno en contra. Podría parecer el recuento de un festival de Eurovisión pero en realidad son las posiciones de los expertos de Economismo que han participado esta semana en el debate [Santiago Carbó, José Luis Martínez, Joaquín Maudos, Juan Ramón Cuadrado y José García Solanes] a la pregunta de esta semana sobre si convendría o no prorrogar el rescate financiero a la banca española, que fue concedido el año pasado por un monto de 100.000 millones de euros utilizados solo parcialmente y que vencen a finales de este año. No obstante, la discrepancia viene con matices.
Lo cierto es que la situación de la banca española no acaba de clarificarse y las exigencias de una nueva reclasificación de los créditos refinanciados, como recuerda alguno de nuestros expertos, no contribuye a eliminar la presión. Son muchas las incógnitas que persisten: cuánto habrá que provisionar finalmente, si las entidades tendrán suficientes recursos para hacerles frente, si habrá que apelar a los fondos europeos, si eso implicaría nuevas condicionalidades.... Y mientras, las murmuraciones en voz baja en los mercados no cesan.
Por eso, Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor Business School, considera que aunque España tiene un acceso a los mercados mucho mejor que hace una año, los fondos aún disponibles del rescate —59.000 millones— “siguen siendo un mecanismo de garantía o backstop muy bueno, valorado por los inversores”. A su juicio, hablamos de una cuantía importante que disipa la especulación, infunde tranquilidad y “no es una financiación que pueda conseguirse de la noche a la mañana”. Carbó admite, asimismo, las incertidumbres en cuanto a potenciales pérdidas de la cartera crediticia de la banca, relacionadas con las hipotecas o pymes debido a la recesión. El catedrático de la Bangor School cree que “el esfuerzo realizado por el sector bancario español hace legítimo requerir una ampliación de ese plazo sin que se imponga una condicionalidad adicional”, un elemento no tan claro para las autoridades europeas. Y concluye: “No tendría mucho sentido deshacer parte del camino recorrido y del esfuerzo realizado. Una garantía adicional no molesta”.
José Luis Martínez, estratega de Citigroup para España, lo tiene incluso más claro: “Teniendo esa opción gratis (aparentemente), ¿por qué no ampliarlo?”. A su juicio, aunque no haga falta ese dinero “la complejidad del escenario doméstico e internacional actual obliga a ser muy prudente con las decisiones” y eso implica “dejar abiertas todas las puertas de financiación en el futuro”. Entre otras cosas porque, como recuerda el estratega del Citi, la crisis ha demostrado tener complejas ramificaciones que provocan un cierre de los mercados de tanto en tanto. Además, apunta, “a efectos europeos el préstamo del Mecanismo de Estabilidad al Frob supone el primer paso en la Unificación Bancaria. Son los primeros que quieren que sea exitoso”.
No hay nada que perder y mucho que ganar. Es la tesis de Joaquín Maudos, catedrático de Fundamentos Económicos de la Universidad de Valencia. “El temor a la petición de una prórroga en el rescate bancario es la posible nueva condicionalidad” pero su argumento es que después de las últimas recomendaciones de Bruselas respecto al calendario de reformas estructurales “la hoja de ruta trazada habrá que cumplirla de igual modo, por lo que no hay nada que perder ampliando en el tiempo la línea de crédito asociada al rescate bancario”. El catedrático valenciano cifra las necesidades de las nuevas provisiones en unos 10.000 millones de euros, la cifra que maneja el Banco de España, y cree que si la alternativa para financiarlo es emitir deuda pública “dadas las mejores condiciones de la financiación del fondo de rescate, creo que es mejor utilizarlo”. Teniendo en cuenta, además, que los nuevos test de estrés que va a llevar a cabo el Banco de España en otoño pueden aflorar nuevas necesidades de capital. “Hay mucho más que ganar que perder con la petición de una prórroga a la asistencia financiera del fondo de rescate”, asegura.
Juan Ramón Cuadrado, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Alcalá, recuerda las tesis de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff en su último libro: las tesis financieras son inusualmente largas; ocurren en economías que necesitan una profunda reestructuración y requieren profundos ajustes del sector financiero. Con esta premisa, “contar con la posibilidad de poder utilizar en un plazo más largo el crédito recibido como fondo de rescate me parece bastante positivo”. Cuadrado discrepa con sus colegas en que “sigue pendiente la solución de algunos problemas muy claros —como Catalunya Banc y Novacaixagalicia, que necesitarán recapitalizarse para su posible venta— a los que quizás podría sumarse alguna otra entidad”. Pero el catedrático alcalaíno defiende que no se tome la decisión sobre la prórroga hasta que se tengan los datos del test del Banco de España. “Sólo a partir de esta información cabría hablar de las necesidades adicionales de capitalización”, apunta.
José García Solanes, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Murcia, es la voz discrepante en esta ocasión. “No creo aconsejable prolongar la ayuda europea a la banca española más allá de enero 2014 porque, aparte de las dificultades que eso conllevaría [...], aplazaría la solución de los problemas y daría una mala señal a los mercados”. Su posición, sin embargo, no platea una ruptura con las ayudas europeas. “Sí veo oportuno ampliar el montante de las ayudas —aprovechando el margen de casi 60.000 millones de euros que todavía está al alcance de España— porque la situación de los bancos españoles en su conjunto sigue siendo delicada, exigiéndoles inyecciones adicionales de capital”. García Solanes recuerda que Moody's amenaza con reducir la calificación de 13 de las entidades españolas dado el impacto de la “decepcionante” situación económica española y pone el acento en la importancia de la vuelta al crédito para revertir esa situación. “Si bien la ampliación de las ayudas es una condición necesaria, no creo que sea suficiente para dinamizar el crédito bancario a las empresas españolas”, subraya al tiempo que exige acciones y estímulos a nivel europeo. “Sólo una mejora previa del panorama económico podrá romper el círculo vicioso”, asevera y demanda, además, la creación de un mercado alternativo de renta fija que ya ha propuesto el gobierno y de títulos emitidos por las empresas para reducir la dependencia de la financiación bancaria.
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