Turquía es una de las economías más vulnerables a las turbulencias de los mercados. / Ozan Kose (Afp)
Las turbulencias en los mercados emergentes quedan lejos de provocar una convulsión económica global, como sí hiciera en 1997 y 1998, salvo que la situación de China se deteriore considerablemente. Es el consenso entre los expertos del blog Economismo, que insisten, además, en la necesidad de establecer claras diferencias en el conjunto de las economías en desarrollo, donde aquellas más dependientes del capital exterior son las más vulnerables a la inestabilidad financiera.
Mónica Melle, profesora titular de Economía Financiera de la Universidad Complutense de Madrid, es quien menciona que estamos ante una “cuestión acotada”, y recuerda que, aunque las economías emergentes “cada vez crecen menos, y en algunos casos con elevada inflación, siguen manteniendo tasas de crecimiento significativas”, lo cual limita el riesgo de inestabilidad, en su opinión. Como la mayoría de nuestros expertos, Melle explica que el origen de las turbulencias reside en el inicio de la retirada de estímulos por parte de la Reserva Federal estadounidense, y apuesta por que la entidad mantenga la actual política expansiva hasta que se consolide el crecimiento de los países desarrollados. “Ello estimulará, además, el crecimiento de los emergentes”, dice.
Mauro Guillén, director del Lauder Institute en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, alerta de que, en este momento, se ciernen grandes dudas sobre China, India, Brasil y, sobre todo, Argentina. “Los problemas de cada una de estas economías son distintos y distantes” y descarta una reacción en cadena, “salvo que la economía china perdiera fuelle. En ese caso se resentiría toda América Latina, África y Oriente Próximo”, asegura.
José Luis Martínez, estratega de Citigroup para España, vincula las turbulencias con el proceso de normalización de las políticas monetarias extremas aplicadas para hacer frente a la crisis financiera. Y esa normalización “acentúa los problemas estructurales de estas economías y pueden crear otros nuevos”, como las tensiones inflacionistas derivadas de la devaluación cambiaria. Martínez descarta una crisis al estilo de las de los ochenta y noventa porque, ahora, “los tipos de cambio flexible amortiguan parte de los efectos”, junto a las elevadas reservas en divisas. “Con todo hay incógnitas”, admite el estratega del Citi, tanto por el proceso de normalización monetaria a medio y largo plazo como por la situación de la economía china. Estaremos atentos.
José García Solanes, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Murcia, admite que es “lógico que este fenómeno genere preocupación en todo el mundo, porque el PIB de los emergentes alcanza ya el 50% del PIB mundial, y las salidas repentinas de capitales desde aquellos países sacuden los mercados financieros y las Bolsas de todo el mundo”. Pese a ello, no prevé un contagio a las economías desarrolladas porque los mercados emergentes todavía representan muy poco en el PIB de los países industrializados. Además, y pese a todo, García Solanes recuerda que los emergentes crecerán de media este año un 5,1%.
Miguel Ángel García, profesor colaborador de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, incide en que los desequilibrios internos de estas economías —agravados por la salida de flujos de capitales— van a desacelerar, como mínimo, su tasa de crecimiento, y pone el acento sobre las consecuencias que ello puede tener. “Para España sería muy deseable que la profundidad y duración de las turbulencias fuera la menor posible”, dice, dado su impacto sobre las exportaciones y la posición de un importante número de empresas españolas en los emergentes latinoamericanos.
Juan Ramón Cuadrado, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Alcalá, destaca las fuertes diferencias que existen entre algunas economías emergentes de Asia (Indonesia, Corea o Singapur) y los países de la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia y México) “en buena posición, y no hay temores de que se desestabilicen”. En el lado contrario, aquellos países con elevado déficit exterior y mayor peso de sus necesidades de financiación a corto plazo y en moneda extranjera, “que fuerzan las salidas de capitales y la depreciación de sus divisas”, como en el caso de Turquía y Brasil. En todo caso, según Cuadrado, “el deterioro de las economías emergentes se ha frenado y las tensiones financieras se han estabilizado” y permitirán que tengan un 2014 mejor que 2013.
Antonio Merino, director del servicio de estudios de Repsol, apunta que la crisis obliga a una “revisión individual de los fundamentos de cada economía emergente”, aunque, en general, estos países tienen menor endeudamiento, y mayoritariamente en moneda local, junto con un elevado potencial de crecimiento. “El hecho que subyace en esta situación es la ruptura de los activos emergentes como activos de inversión”, ahora que se apunta un aumento de la rentabilidad en activos de menor riesgo, explica. En todo caso, Merino considera que desde la segunda mitad de 2013 asistimos al “tercer episodio” de la crisis financiera internacional, donde una fuerte salida de flujos de capital condujo a la devaluación de las divisas de estos países.
Guillermo de la Dehesa, presidente del Center for Economic Policy Research (CEPR) en Londres, cree que los emergentes que en estos años han aprovechado las entradas extra de capital para gastar más, generando un exceso de demanda interna y un déficit corriente, “ahora tienen un serio problema”. De la Dehesa alude, especialmente, a Turquía, Sudáfrica, Argentina o Venezuela, que no dejaron que sus tipos de cambio se ajustasen y “ahora se han visto obligados a depreciar sus monedas”, con el consiguiente impacto al alza sobre la inflación y las dificultades para financiar sus déficits corrientes. “La cooperación internacional es necesaria para resolverlo”, concluye.
Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor Business School, es el único que arroja ciertas dudas sobre el alcance de la crisis emergente. Carbó cree que algunos se han dado mucha prisa en calificar, sin muchas distinciones, a los emergentes como “emergidos”, y esta crisis ha puesto en evidencia tanto su heterogeneidad. “Si algo han ganado estos países es músculo financiero y experiencia para solventar situaciones de este tipo, pero aún se trata de economías cuya estabilidad está sujeta a una significativa volatilidad”. Cuestión al margen es Argentina, donde la crisis ha expuesto el grave deterioro constitucional y su credibilidad dañada. “Los de las últimas semanas fueron episodios inquietantes que, en cierto modo, se han disipado, pero que pueden volver a producirse más pronto que tarde”, advierte.
No podemos terminar este debate sin una mención y un recuerdo a David Taguas, uno de nuestros expertos más activos en los debates de Economismo, que nos dejó esta semana y a quien echaremos mucho de menos en este blog.
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