Mario Draghi ha dejado entrever su disposición a actuar en junio. / Jasper Juinen (Bloomberg)
Intenso debate esta semana entre los expertos del blog Economismo. No por discrepar sobre si el Banco Central Europeo (BCE) actuará o no en su próxima reunión sino sobre las herramientas de la política monetaria y cambiaria y su eficacia a la hora de hacer frente a la coyuntura actual de la zona euro. Los economistas coinciden mayoritariamente en que el BCE actuará en junio aunque coinciden en que ha esperado demasiado para hacerlo y en que esa falta de sorpresa reducirá el impacto de las medidas que vaya a adoptar. A la hora de apostar por las medidas concretas, la mayoría de los expertos de Economismo cree que habrá rebaja de los tipos de interés al 0,1%; que los tipos de depósito pasarán a terreno negativo y que se impulsará una nueva subasta de liquidez ligada al crédito a las pymes. Esperaremos al 5 de junio.
Mónica Melle, profesora titular de Economía Financiera de la Universidad Complutense de Madrid, atribuye el cambio de postura del BCE a la caída en el ritmo de recuperación de Alemania y el posible resultado de las pruebas de resistencia a su banca. Pero, a su juicio, “esta decisión llega tarde, ante la cifra dramática del paro en los países del sur de Europa, ya que haberla adoptado antes habría permitido anticipar la recuperación y la generación de empleo”.
Mauro Guillén, director del Lauder Institute en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, pone el acento en que el euro está sobrevalorado por que los demás bancos centrales han devaluado deliberadamente sus monedas. “Un euro fuerte hace más difícil la recuperación en el sur de Europa y la reducción del desempleo”, sostiene.
“El BCE se está quedando sin argumentos para retrasar la aplicación de medidas monetarias contundentes que ayuden a corregir la debilidad persistente del crecimiento en la zona euro, agravada por una baja tasa de inflación”, asevera un batallador Vicente Esteve, catedrático de Economía en la Universidad de Valencia. A su juicio, la autoridad monetaria no ha agotado ni el margen de la política monetaria convencional (bajando tipos de interés y tipos negativos en la facilidad de depósito de los bancos) ni las posibilidades de las políticas no convencionales, como la compra masiva de activos titulizados (privados y públicos) y un nuevo programa de Operaciones de Financiación a más Largo Plazo (programa LTRO) condicionado a la concesión del crédito. Esteve, además, recuerda que, a diferencia de los principales bancos centrales, el balance del BCE se ha contraído de manera significativa desde julio de 2012 por las devoluciones anticipadas del LTRO por parte de los bancos. “El resultado es una política monetaria pasivamente restrictiva, en comparación con la llevada a cabo por otros bancos centrales”, una estrategia en su opinión desconcertante.
Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor Business School, cree que llegados a este punto “la falta de convencionalidad no implica sorpresa” y no descarta ni la rebaja de los tipos de referencia, ni tipos de depósitos negativos ni compras de activos titulizados para reactivar el crédito. “Lo que ocurre es que en el contexto actual, la potencia y profundidad de estas medidas es limitada”, sostiene. Por un lado, porque “estas acciones están ya descontadas hasta un cierto punto en los mercados, lo que reduce su incidencia final” y luego porque cada medida tiene sus propias limitaciones y “queda ya poco margen a la baja para que una reducción de tipos tenga efectos sobre la economía real”. Carbó cree que “la opción menos esperada sería la única que podría tener algo más de efecto: un verdadero relajación cuantitativa, comprando deuda sin esterilización. Pero incluso esta opción tendría hoy un impacto mucho menor que si se hubiera hecho hace tiempo”.
Guillermo de la Dehesa, presidente del Center for Economic Policy Research (CEPR) en Londres, sostiene que Estados Unidos no consiguió depreciar el dólar con las medidas de relajación cuantitativa “y podría ocurrir lo mismo en el área euro”. De la Dehesa defiende que el BCE actúe para elevar la inflación y que aunque la depreciación del euro ayudase en esa tarea, “no es fácil hacerlo”. Entre otras cosas, recuerda, porque el superávit corriente ayuda a fortalecerlo.
José Luis Martínez, estratega de Citigroup para España, aporta un punto de discordia. “Durante meses he defendido que el BCE adopte medidas extraordinarias” pero “tampoco entiendo ahora que deba adoptarlas por sistema”. Martínez coincide con Carbó en que el mercado ya ha descontado la adopción de medidas y que, en esta situación lo que queda es “utilizar el margen de política ortodoxa que resta y seguir controlando que la estabilidad financiera siga dominando en la eurozona”. Dicho todo esto, “creo sinceramente que estamos pidiendo a los bancos centrales más de lo que deberían dar bajo una perspectiva de medio plazo”.
José Luis Curbelo, decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Económicas de la Universidad Camilo José Cela, sostiene que las elecciones europeas han condicionado mucho las políticas comunitarias y confía que a partir de ahora se adopten políticas algo más expansivas. Ese cambio de la política económica, dice debería tener un pilar monetario y un pilar fiscal, para impulsar mayor crecimiento en la eurozona y corregir la sobrevaloración del euro.
“Resulta ya consustancial del BCE adoptar resoluciones y medidas con mucho retraso respecto a las necesidades estabilizadoras del conjunto de la zona euro”, apunta José García Solanes, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Murcia, que arremete contra el comportamiento “asimétrico” del BCE frente a la meta de inflación, que reacciona con inmediatez cuando supera el 2% pero no a la inversa. “La atonía económica de la zona, en contraste con la fortaleza del euro no admiten más demoras”, subraya.
En una línea similar, Joaquín Maudos, catedrático de Fundamentos Económicos de la Universidad de Valencia, asegura que los riesgos de la baja inflación llevarán al BCE a adoptar medidas no convencionales, ya que la rebaja de tipos o los tipos de depósito negativos, medidas convencionales, “dudo que tengan efectos reales directos”. Maudos, sin embargo, reconoce que las medidas no convencionales tienen limitaciones y que “para aumentar la eficacia de la política monetaria, es necesario que avance más deprisa la unión bancaria”.
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Publicado por: dxncadiz | 25/05/2014 14:27:35