La Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) acaba de presentar el escenario en el que se desarrollarán las pruebas de resistencia a la banca y que servirán de base para el profundo análisis que va a llevar a cabo el Banco Central Europeo (BCE) sobre las 130 mayores entidades europeas antes de asumir las labores de supervisión, en noviembre próximo. Aunque hay muchos matices en el debate de esta semana, los expertos de Economismo creen que, en general, el escenario dibujado por la EBA resulta favorable para la banca española, ayudada a su vez por un mejor escenario para la economía española. Pero los expertos recuerdan que los ajustes aún no han terminado, que la elevada tasa de paro arroja dudas sobre la evolución de la tasa de morosidad y que el fortalecimiento de las ratios de capital debe ser compatible con el fortalecimiento del crédito para financiar la recuperación. Casi nada.
Mónica Melle, profesora titular de Economía Financiera de la Universidad Complutense de Madrid, pone el acento en el hecho de que hasta ahora las pruebas de estrés no habían tenido en cuenta las carteras de deuda pública en los balances bancarios. “Estamos consiguiendo el sistema financiero más solvente de Europa, pero con cada vez menor economía real que financiar”. Melle cuestiona además el aval público a los créditos fiscales por considerarlos “ayudas encubiertas a la banca”.
José Luis Curbelo, decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Económicas de la Universidad Camilo José Cela, es muy gráfico al señalar que “la banca española, probablemente con diferencia entre instituciones, se enfrenta a estas pruebas poniéndole una vela a la Virgen”, y opina que el aval del Estado a los créditos fiscales da solidez a los balances de los bancos “al tiempo que desplazan el riesgo al conjunto de los españoles, incrementando el monto total del rescate bancario”. En todo caso, considera que el aprobado de la banca española en las pruebas es una “excelente noticia”, un primer paso, a su juicio, “para consolidar un mercado financiero plenamente operativo, sostenible y que cumpla su papel de financiador de familias y empresas”. Porque, como recuerda Curbelo, en la actualidad “la banca española financia una parte importante de su balance en el BCE a precios extraordinariamente bajos en operaciones de carry trade” y que dedica buena parte de esa liquidez a financiar al sector público.
José Luis Martínez, estratega de Citigroup para España, asegura que “las expectativas de recuperación económica en España son, sin duda, la mejor carta de presentación ante las pruebas de resistencia y solvencia”, donde no espera grandes sobresaltos sin que ello implique unos resultados “muy positivos” para la banca. “Probablemente hay ajustes pendientes (morosidad empresarial que no inmobiliaria) y activos arriesgados que deben valorarse de acuerdo con las normas europeas”, sostiene Martínez, que también cree que el sector podrá afrontar cualquier necesidad adicional de capital que surja en un mercado “ávido por comprar riesgo español”.
José García Solanes, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Murcia, es mucho menos optimista: “En mi opinión, los ajustes del sistema bancario todavía no han terminado a pesar de las declaraciones oficiales indicando lo contrario”. Y la mejor prueba de ello, dice Solanes, es que el Estado sigue aportando garantías, que el stock de crédito bancario sigue disminuyendo —aunque los créditos nuevos están remontando— y que el coeficiente de morosidad no cede después de superar el 15% a finales de 2013. El catedrático murciano cree que hay preocupación ante las pruebas y considera que se debería eliminar completamente los activos tóxicos de los balances de los bancos y valorar correctamente muchos inmuebles que aún mantienen un precio desfasado en los balances. García Solanes apoya las recomendaciones del director del Departamento de Mercados Financieros del FMI, José Viñals, y defiende que “la unión bancaria contribuirá a que los bancos vayan aumentando el coeficiente de fondos propios, pero no estaría mal que los Estados, incluyendo el español, se adelantaran, reforzando coercitivamente esa tendencia”.
Federico Prades, asesor de la Asociación Española de Banca (AEB), defiende sin fisuras a sus asociados y asegura que los cambios en el tratamiento de los activos fiscales diferidos (DTA) “no constituyen tipo alguno de ayuda pública”. Es más, sostiene que “las normas tributarias son más duras y derivan en una desventaja para nuestras entidades”. Prades se muestra optimista ante las pruebas a la banca. “A diferencia de las pruebas de resistencia precedentes, la aplicación de una metodología común garantiza una mayor homogeneidad, transparencia y credibilidad de los resultados, lo que situará a nuestros bancos en igualdad de condiciones frente al resto de las entidades europeas”.
Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor Business School, recuerda que España ya pasó las pruebas de esfuerzo en la práctica, con las consecuencias de la recesión, “aunque aún queda recorrido con el saneamiento y el reforzamiento de la solvencia”. Carbó apunta que estas pruebas son solo una parte del examen que va a llevar a cabo el BCE y que abarca la transparencia y las prácticas contables, entre otros aspectos. “Las pruebas van a mostrar que el sector español ha sido sometido a un profundo escrutinio y proceso de resolución porque la macroeconomía había sido devastadora y el efecto sobre los balances también”, concluye.
Juan Ramón Cuadrado, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Alcalá, coincide con García Solanes y cree que, en términos generales, “el ajuste de la banca española todavía no puede darse por finalizado”, aunque admite que tanto en Bruselas como en Fráncfort no hay gran preocupación por la banca española, “cosa que sí sucede con Italia y Eslovenia, y también con algunos grandes bancos alemanes y franceses, y posiblemente con algún landesbank de Alemania”. Cuadrado, además, es el único que se moja, y se muestra sorprendido por el hecho de que entre los 16 bancos y cajas españolas que figuran en la lista aprobada el pasado enero por la EBA para someterse al examen de estrés “figuran algunas entidades que están en proceso de absorción o de venta mediante posible subasta, y cuya situación es más que delicada”.
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