El Charco

Sobre el blog

El Charco. 1- Superficie de agua poco profunda que de no ser por los visitantes podría pasar totalmente desapercibido. 2- Coloq. Arg. Océano que separa el continente americano y el europeo.

Sobre el autor

Santiago Solari

Santiago Solari nació en Rosario, Argentina, en 1976. Jugó al fútbol en River Plate, Atlético de Madrid, Real Madrid, Inter de Milán, San Lorenzo de Almagro, Atlante y Peñarol.

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Revolución en la retaguardia

Por: | 19 de septiembre de 2011

Las modificaciones en el reglamento, los cambios en la preparación del futbolista y los avances tecnológicos son algunas razones por las cuales el fútbol ha ido variando a través de los años.

La aparición del fuera de juego en un formato similar al que conocemos hoy en día se introdujo en 1925 y provocó un cambio radical en la forma de interpretar este deporte. Entre las modificaciones reglamentarias de las últimas décadas, posiblemente la que mayores alteraciones trajo fue el cambio en la puntuación. Otorgar tres puntos a la victoria y solo uno al empate obligó a que se asumieran mayores riesgos defensivos. Otra fue la de no permitir a los arqueros recibir con las manos un pase con los pies de sus propios compañeros. Decisión que agilizó tremendamente el desarrollo de los partidos y modificó los sentidos de circulación, que incluyen ahora como elemento fundamental al portero.

Los cambios en la preparación también fueron determinantes. Se pasó de un desarrollo de las capacidades físicas básicas del atleta a uno de programas específicos para la preparación integral: física, técnica, táctica y mental. Cuanto más aumentó la dinámica, más se redujeron los espacios. Ante la necesidad de tener que hacer todo más rápido y en espacios más reducidos, el futbolista modificó necesariamente la técnica de ejecución.

La posibilidad de estudio del rival con la aparición de la televisión y el vídeo renovó conceptos tácticos. El balón, cada vez más liviano y rápido, obliga a una adaptación constante.

Dichas adaptaciones en las estrategias y los sistemas tácticos son el resultado de la necesidad de adecuarse continuamente a las nuevas situaciones. Estos cambios modificaron, a su vez, las funciones específicas.

Hoy en día que se redujo drásticamente la cantidad de tiempo que un jugador tiene la pelota en su poder, es difícil encontrar equipos que hagan gravitar su juego alrededor de un único organizador. Los defensores laterales han acentuado su doble función. Los extremos ya no permanecen estáticos, dedicados a recibir y encarar, sino que rotan y acumulan obligaciones defensivas. El centrodelantero clásico mira asustado la concurrencia, ante la invasión de alas, penetradores y audaces incursionistas en lo que hasta hace poco era su coto privado.

Pero posiblemente las funciones que más han debido evolucionar fueron la de los defensas centrales y la del portero. En la retaguardia hubo una verdadera revolución.

Los centrales tienen mucho más radio de acción. En la necesidad de disminuir los espacios útiles al adversario ya no basta con un defensa fuerte y cabeceador. Debe acompañar su ataque alejándose del propio arco y achicando los espacios enemigos con esmerada atención, no solo a un posible anticipo sino también a un futuro regreso. Ese mar de posibilidades que deja a sus espaldas.

Debe además saber defender regresando. Hay una gran diferencia entre defender posicionado en defensa (valga la redundancia) y hacerlo mientras se retorna hacia la mejor ubicación defensiva.

Estas distancias y variantes en los repliegues implicaron nuevas coordinaciones. Los defensas centrales deben, con ojos en la nuca, coordinar con sus laterales y el portero la forma de evitar las penetraciones rivales ante los lanzamientos profundos. Tienen que anticipar, en esa coordinación, las respuestas ofensivas del rival cuando todavía su equipo esta en posesión del balón. Esto requiere de un jugador más veloz, más atento, con un manejo preciso de tiempos y distancias que han cambiado. Estas nuevas obligaciones demandan, además, una mayor injerencia táctica.

El adelantamiento de las defensas también cambio la forma de interpretar la función del portero, que se convirtió en un actor más versátil. En fase defensiva oficia de último marcador y coordina con sus centrales y laterales todas las pelotas profundas del rival, sean estas cruzadas o frontales.

Sin embargo, el cambio radical en la vida de los porteros se produjo cuando tuvieron la obligación de utilizar los pies. Hoy, podemos afirmar que un arquero que utiliza un solo pie tiene ciertas carencias cuando hace apenas algunos años le bastaba actuar con las manos. En fase ofensiva, se ha convertido en apoyo y salida a la hora de iniciar una buena circulación, con el deber agregado de hacerlo en una zona en la que cualquier error causa el gol rival.

En la manida comparación del futbol actual con el de otras épocas se busca definir cuál es mejor o peor. Solo podemos afirmar que en la continua y natural adaptación a nuevas condiciones el futbol es, sencillamente, distinto.

Talón de Aquiles

Por: | 12 de septiembre de 2011



No vale la pena mencionar, por conocidas, las distintas ventajas con las que cuentan los clubes poderosos. Sin embargo, solo en fechas como esta, en las que algunos entrenadores vuelven a ver a sus futbolistas después de un par de semanas esperando con la tiza en la mano y la pizarra en negro, se focaliza sobre algunas de las desventajas de los equipos que aspiran a ganarlo todo.

Tal es el lugar común del cansancio que acarrean las lesiones que sufren los futbolistas que regresan de jugar partidos con sus respectivas selecciones que la condición ya tiene nombre clínico: virus FIFA.

La patología, motivo de una guerra a veces silenciosa y a veces pública entre los clubes, a cargo de los contratos, y las federaciones, que disfrutan de los jugadores, dista de ser una excusa. Es una parte del precio que deben pagar los mejores equipos por tener a los mejores futbolistas. Al cansancio arrastrado por los internacionales se agrega la dificultad en la preparación del partido. El ejercicio de imaginación de planificar sesiones de entrenamiento táctico sin muchos de los jugadores presentes. Pero incluso en estas semanas de ausencias los entrenadores de los grandes deben lidiar con un problema que otros les envidian: la gestión del exceso.

Varios son los elementos con los que realizan juegos malabares entrenadores como José Mourinho y Pep Guardiola. Dar minutos y confianza a los futbolistas con menos participación y que tampoco fueron convocados con sus selecciones. Reinsertar a los que regresan después de una lesión. Reintegrar a los fatigados internacionales sin provocar nuevas lesiones. Poner en ritmo a jugadores de prestigio que aún no han tenido buen rendimiento.

Todo esto, con un ojo puesto en el partido del fin de semana y otro en el rival siguiente, que, generalmente, espera agazapado, a escasos tres días de distancia y con otro viaje de por medio.

Después de un comienzo vertiginoso, como los habituales, el Madrid se mostró ante el Getafe un punto más lento y predecible que en los últimos partidos. Quizá sin ser intencionado, pero buscando la manera de cuidar las energías, los jugadores bajaron el ritmo cuando se encontraron en ventaja. No está habituado este Madrid a controlar el juego desde ninguna marcha por debajo de la quinta. No tiene inconveniente, eso sí, con la contundencia. Con ella resuelve con aparente facilidad problemas que para otros equipos serían insalvables.

No pasaron inadvertidas las dispersiones del Madrid para su entrenador "Si jugamos así, perderemos puntos. Tengo hasta el martes para analizar lo que ha pasado". Mourinho, precavido y analítico, se otorga unos días para revisar minuciosamente el partido, pero nos entrega la respuesta en el mismo mensaje: "Han marcado dos goles, pero podrían habernos marcado cuatro. Los hemos dejado jugar y ellos nos han estudiado bien".

En el fútbol actual, sumamente equilibrado desde lo físico y estudiado desde lo táctico, llegar a un partido con un punto de fatiga y otro de distracción contra un equipo descansado, concienciado y trabajado específicamente para enfrentarse a ese rival, puede compensar un encuentro entre fuerzas dispares.

Acostumbrados a ver al Barcelona tramitar con soltura los partidos cuando se coloca en ventaja, no sería ilógico confundir con un exceso de confianza o de suficiencia lo que simplemente es fatiga. Guardiola intentó cuidar el físico de Messi, Iniesta y Villa, a quienes reservó para la segunda parte, pero el equipo titular contaba, al igual que el del Madrid, con mayoría de futbolistas que habían viajado con sus selecciones.

No es únicamente en el desarrollo de los partidos en lo que se acumula la fatiga ni es esta solo una cuestión física. No hay manera posible de ahorrar a los mejores futbolistas las decenas de compromisos deportivos y extradeportivos, concentraciones y viajes, que deben afrontar para disputar cada año y hasta el final de los mismos un mínimo de tres competiciones locales y las diversas obligaciones con las selecciones nacionales.

Un punto de difícil equilibrio que conocen bien aquellos equipos que, sin el poder y la estructura de los grandes, han cosechado importantes logros una temporada y les toca corroborar al año siguiente las múltiples dificultades que lleva consigo dispersar la atención en tantos frentes.

Decisiones

Por: | 04 de septiembre de 2011

En el juego del ajedrez, en el que la capacidad de cálculo es un elemento vital, los mejores ajedrecistas del mundo todavía libran y ganan interesantes batallas contra las computadoras. La descomunal capacidad de cálculo de las maquinas se equilibra con la intuición, la inteligencia y la creatividad humana. No necesita Kaspárov analizar todas y cada una de las posibles jugadas legales, un proceso que le llevaría siglos, sino que descarta inmediatamente casi todas ellas y se concentra en las pocas que son importantes para aplicar allí su creatividad.

De esta misma forma tamiza un futbolista sus acciones. Los buenos jugadores no piensan en las malas jugadas. Parten de un abanico de opciones preestablecido, intuitivo o razonado, para cada situación. Hay una intención en el horizonte de cada acción y un tiempo crucial que se ahorra en cada intervención. A partir de allí, con ese conocimiento de las propias aptitudes y limitaciones y esa capacidad para seleccionar rápidamente las soluciones más prometedoras para cada situación, les resulta más sencillo ser creativos.

En cambio, el jugador que desconoce cuáles son las prioridades en cada situación del juego demora decisiones mientras transita despistado por esa inmensidad de opciones disponibles, la mayoría de las cuales son malas, débiles o intrascendentes. La creatividad aplicada a destiempo o de forma errónea en el lugar equivocado solo es un lastre en un deporte que se practica de manera profesional y en el que reina como objetivo la victoria.

En un juego de dinámica fluctuante como el futbol, en el que cada situación viene determinada por múltiples factores y cada uno de ellos eleva el nivel de incertidumbre, es elemental el proceso de selección de las respuestas en la toma de decisiones. Una parte de este se realiza de manera intuitiva. Una sucesión de deducciones inconscientes en las que intervienen los recuerdos y el reconocimiento de patrones y que supone un ahorro de tiempo y energía. Después, conscientemente, se analizan las posibilidades restantes.

Un futbolista inteligente no solo toma decisiones rápidas que, generalmente, son apropiadas y acordes a los momentos del juego y a sus propias capacidades atléticas y técnicas, sino que además sabe el porqué de cada decisión.

Si bien a veces resulta más sencillo y rápido obligar al futbolista a memorizar y mecanizar situaciones del juego o de los distintos sistemas tácticos, de esta forma el jugador nunca alcanza a comprender completamente el sentido de sus acciones. Intentar, prever y automatizar todas las posibles acciones de un partido es una tarea a la que se abocan algunos entrenadores obstinados que, invariablemente, se muestran luego sorprendidos cuando el destino se demuestra inasible.

Otorgar herramientas para facilitar el razonamiento del futbolista y que este concluya por sí mismo cuáles son las posibles alternativas ante diferentes situaciones es una labor más ardua y compleja. Un trabajo integral que incluye al futbolista y le ayuda a entender mejor el juego en general y cada sistema en particular. Un ejercicio de ida y vuelta en el que ambas partes, jugador y entrenador, pueden resultar enriquecidos.

Esta labor formativa es a veces olvidada en los equipos profesionales por dos razones opuestas. Una es dar equivocadamente por sentado que el futbolista que llega a la Primera División ha desarrollado al máximo todas sus capacidades cognitivas. La otra es subestimarlas.

El País

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