El Comidista trata todos los aspectos de la realidad relacionados con la comida. No sólo da recetas fáciles de hacer, habla de restaurantes accesibles o descubre los últimos avances en trastos de cocina, sino que comenta cualquier conexión de lo comestible con la actualidad o la cultura pop. Todo con humor y sin ínfulas de alta gastronomía.
Mikel López Iturriaga es periodista y bloguero, y lo más decente que ha hecho en su vida es crear El Comidista en 2009. Escribe en EL PAÍS y habla en el programa 'Hoy por hoy' de la Cadena Ser, después de haber pasado por Canal +, El País de las Tentaciones, Ya.com o ADN. Aprendió a guisar con su madre y, después, en la Escuela Hofmann, pero sigue siendo cocinillas antes que cocinero.
Mónica Escudero es DJ, madre, escribe, cocina y pone la mesa para El País Semanal, ejerce de Comidista adjunta, y no necesariamente en ese orden. Dirigió las revistas Barcelonés y Madriz, y colaboró en medios como Marie Claire, SModa, Vanidad, Yo Dona o La Luna. Ha escrito A vueltas con la tartera, y lo que más le gusta es cocinar, la michelada y los gatos (pero no para comérselos).
Envía aquí tus dudas gastronómicas e inquietudes personales. Es como el teléfono del tarot, pero gratis.
Recetas a cascoporro, guías para cocinar, un calendario de temporadas y una selección de lo mejor de su consultorio psicogastronómico se unen en el último libro de El Comidista.
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La receta de hoy no es de temporada, sino más bien de entretemporada. Su ingrediente principal, el tomate, pertenece de lleno al verano, pero como se toma caliente, apetece más en el otoño. Ahora es el momento de prepararla, porque aunque empieza a hacer fresco, todavía quedan rastros de buen tomate en muchas partes de España.
Karlos Arguiñano lleva 20 años cocinando en la tele, sin que nadie haya conseguido hacer sombra a su monumental figura. Sus platos, su alegría y, ejem, sus chistes nos acompañan desde hace tanto tiempo que más de un jovenzuelo podría pensar que el vasco fue el primero en guisar delante de una cámara en España. Craso error: aunque él inauguró el rol de chef mediático, don Karlos tuvo algunos precedentes, de los que podemos disfrutar de nuevo ahora gracias a la tarea de rescate de telejoyas prehistóricas que está llevando a cabo la web de Televisión Española.
¿Asado, plancha o frito? Este es el tipo de duda que me suele asaltar cuando me enfrento a un calabacín en la soledad de mi cocina. Fritos están buenísimos: como ya expresé el martes pasado en mi colaboración semanal con el Hoy por Hoy de la SER, reivindico esta técnica tan satanizada por algunos nutricionistas, siempre que se haga bien y en dosis razonables. Ahora bien, tampoco puedo negar algunos de los argumentos que esgrimió el cocinero Isma Prados en el debate fritanga sí-fritanga no que mantuvimos en la radio. Los fritos tienen muchas calorías, y si te pasas con la temperatura, digamos que su aceite no es lo más sano que te puedes meter en el cuerpo.
Tras las delicadezas que nos trae la primavera y la explosión hortofrutícola del verano, el otoño puede parecer una estación tristona, en la que llega la lluvia y desaparecen los buenos tomates. Sin embargo, esta época supone el retorno de un montón de productos fantásticos, ideales para platos que apetecen cuando empieza a hacer fresquillo. ¿Vas a ser tan monger de pasar de las temporadas y creerte el caro, insípido e insostenible de-todo-todo-el-año que te venden los supermercados? Pues entonces, toma nota.
El consultorio gastronómico-psiquiátrico Aló, Comidista vuelve de vacaciones. Como siempre, se publicará uno de cada dos viernes, salvo festivos, puentes y bajas por enfermedad. Envía ya tus dudas, tus problemas, tus complejos y tus obsesiones a elcomidista[arroba]gmail.com. No dejes escapar la oportunidad, te puede cambiar la vida.
Josep: Siempre he preparado mis masas de pan y bizcochos u otros inventos míos amasando como se ha hecho desde la edad de piedra, dale que dale. Solo que ahora mis manos me han dicho que se acabó, que elija: amasado o noches interminables intentando despertar mis entumecidas manos versus brazos. ¿Sabes de alguna amasadora y dónde la puedo comprar?
¿La cocina puede ser arte? Mientras algunos teóricos de la gastronomía le dan vueltas a esta cuestión un tanto soporífera, yo me atrevo afirmar que la ensaimada sí puede ser arte. O mejor dicho, las cajas de ensaimada. Existen pocos envases más emblemáticos para un alimento que estos humildes octógonos de cartón, que ahora reciben por fin el homenaje de 170 diseñadores, ilustradores, fotógrafos, arquitectos, cocineros y artistas de todo pelaje españoles e internacionales. Y encima, por una buena causa.
Hay cocineros y cocinillas que ven la Thermomix como una especie de encarnación del mal. Para ellos es la negación de la creatividad culinaria, un trasto que le quita la diversión y la emoción al acto de guisar, y cuyo uso sólo resulta aceptable entre personas que no saben ni cocer un huevo.
Defensores de lo ecológico, preparad los lanza-melones bío. Detractores, armáos de pistolas de pesticidas. La publicación de un estudio de la Universidad de Stanford, que niega la superioridad nutricional de la comida orgánica frente a la convencional, ha desatado una nueva batalla entre los que prefieren los productos con menos química y los que consideran tal preferencia como una monumental chorrada.
La ausencia de postres en el blog en los últimos milenios no se debe a que esté a régimen, ni a que haya descubierto que soy diabético, ni a que le haya prometido a la Virgen de Begoña privarme del azúcar. No sé porqué, pero últimamente estoy bastante vagoneta con los dulces. ¿Será que veo auténticas obras de arte en otros blogs y creo que nunca llegaré a tal virtuosismo? ¿O de tanto leer artículos de nutrición mi subconsciente me empuja a huir de los glúcidos?
Una de las mayores alegrías que me he llevado últimamente en mi mercado habitual (el del Ninot, en Barcelona) ha sido descubrir un puesto en el que venden berenjenas alargadas, de estas que son más pequeñas y de un color más claro que las globosas habituales. No sé si mi paladar llega a tanto como para distinguirlas por el sabor, pero su tamaño permite aplicarles técnicas culinarias un poco diferentes, y además quedan un poco menos bastorras en el plato si las sirves enteras.
Que el universo de la cerveza vive un boom de nuevas marcas artesanales lo sabe cualquier aficionado a esta bebida. Lo que quizá no sea tan conocido son los experimentos que están llevando a cabo algunos pequeños productores con una técnica asociada hasta ahora al vino o al whisky: el envejecimiento en barrica. De Estados Unidos a Bélgica, distintas marcas elaboran cervezas que adquieren matices muy diferentes a los habituales tras convivir con maderas en las que antes han dormido tintos, blancos o licores diversos.
De los creadores de Patatas al romero con bacon y Patatas aliñadas con pimientos, llega una nueva y exitosa entrega de la serie Papas frías en ensalada: la ensalada pantesca. Pantesca, que no dantesca, porque más que al infierno te lleva a ese paraíso llamado Panteleria, una pequeña isla cercana a Sicilia.
En un momento en el que webs tan potentes como Yelp, 11870 o TripAdvisor comen cada vez más terreno a las guías impresas tradicionales, parece una insensatez poner en marcha una editorial de libros con recomendaciones de bares y restaurantes. ¿Cómo competir con las valoraciones basadas en miles de opiniones de usuarios que encuentras en Internet, y encima gratis? ¿Qué ofrecer al lector que le convenza para gastarse el dinerito?
Mi viaje de julio por Cádiz me ha devuelto las ganas de comer atún. El que tomé por allí, capturado en almadraba y cocinado con maestría, logró derribar todos mis prejuicios. Le había cogido un poco de manía a este pescado por culpa de su omnipresencia en los restaurantes españoles, que al parecer han considerado que si no tienes un tataki o un tartar en la carta, eres un mindundi. Da igual que el atún en cuestión no sepa absolutamente a nada, sea congelado o llegue a la mesa cual suela de alpargata labriega: lo importante es que no requiere el ímprobo esfuerzo de quitar espinas y por eso le gusta a todo quisqui.
Tras pasar medio verano conectado a una sonda de horchata, he entrado en una especie de espiral chufera que me ha llevado a indagar sobre este peculiar producto. Así he descubierto que desde hace unos años la chufa está viviendo un boom que afecta no sólo a la popular bebida, sino a toda clase de derivados desconocidos para mí. Imagino que el aceite, la cerveza, el chocolate, el turrón, la harina y otros productos elaborados con el minitubérculo no serán una gran novedad para los valencianos, pero para un vasco perdido en Barcelona suponen un fascinante universo que descubrir.
Os habéis puesto ciegos a bocatas, helados y copas este verano, ¿verdad? Lo sabía. Imagino que os habrá pasado lo mismo que a una amiga mía, que al volver de Estados Unidos de vacaciones quería llamar a una ambulancia de Natur House para que la recogiera en el aeropuerto. Por eso tengo preparada desde hace tiempo esta entrada antivacaburra con recetas que os dejarán hechos unas sílfides. Bueno, en realidad no, pero si os ayudarán a depurar un poco ese organismo lleno de grasas, toxinas y guarreridas estivales. No incluyo postres porque entiendo que sólo tomaréis fruta (¡ja!), pero sí algunos consejos para hacer los platos aún más ligeros.
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