Reivindicación del porrón

Por: | 03 de diciembre de 2014

Porron wine fandango

Porrón con 'vintonic'. / EL COMIDISTA
 

En mis años de adolescencia, un jesuita del colegio solía incluir este mensaje en las chapas con las que castigaba al alumnado: “Después del porro, viene el porrazo”. Nunca dijo nada del porrón, aunque bien podría haberlo añadido a su plomizo sermón. Beber en este recipiente es alegre y jacarandoso, invita a la relajación de costumbres y, si te dejas llevar, te puede empujar hacia la perdición. ¿Pero quién puede resistirse a tanto deleite? Yo, desde luego, no, por mucho que sepa que al final del camino del porrón pueda esperarme la factura en forma de porrazo.

Creo que ha llegado el momento de reivindicar el instrumento, por desgracia caído en desuso. Y tengo la sensación de que no soy el único. Su resurrección encaja ideológicamente con el movimiento neobodeguero / vermutero que tanto tirón tiene entre la muchachada. El hecho de que sea divertido beber en él -aunque te manches si no cuentas con cierta destreza-, a la par que comunitario -el porrón siempre se comparte-, juega a su favor. Y quizá funcione también como símbolo para los que pensamos que beber vino debería ser un acto placentero para todos los públicos, no una ceremonia de señores mayores muy entendidos.

Un porrón luce en el logo de Wine Fandango, un fantástico restaurante y bar de vinos -más de 100 referencias de España y de todo el mundo- inaugurado hace un mes en pleno centro de Logroño. Toda una provocación, si pensamos que el artefacto no ha estado precisamente asociado a los caldos de alta calidad, sino más bien a los de batalla que bebía el populacho. El guiño se entiende al saber que detrás del local está Vintae, una empresa vinatera que defiende una visión heterodoxa del negocio. Además de vinos serios, producen en sus bodegas otros más informales, como los Bienbebido o los Spanish White Guerrilla o con etiquetas rompedoras que buscan atraer a un público ajeno por completo a los retrogustos y las redondeces en boca.

“Durante las últimas décadas las bodegas hemos creado la imagen de que el vino es algo sofisticado y complejo hasta el punto de intimidar al consumidor inexperto, y hacer que sea una bebida minoritaria entre la gente joven”, explica su gerente, Ricardo Arambarri. “La gente ahora se va de cañas y no de vinos, en los bares de copas la gente toma gintonics o jaggers. En Vintae siempre hemos defendido que el vino puede ser también divertido, desenfadado, sabroso sin ser complicado. ¡El porrón es la herramienta perfecta! Un elemento entrañable, divertido y perfecto para compartir”.

Logo porron wine fandando

Porrón de neón: el logo de Wine Fandango. / EL COMIDISTA

 

En Wine Fandango se sirve en porrón cualquier vino que pida el cliente. “Pero como requiere cierta pericia saborearlo sin derramar alguna gota, y sería una pena ver un Contador 2009 o un Viña el Pisón regando suelos y camisas, lo hemos pensado especialmente para los cocteles de vino y el vino cosechero del mes”, asegura Arambarri. ¿Se podría sentir incómodo un bodeguero por ver uno suyo en este recipiente? “No debería. La mayoría de los aficionados actuales empezaron un día con un tinto de verano o un calimocho. Seguro que muchos de ellos lo bebieron a porrón, en bota, en vaso de plástico... Deberíamos estar encantados de que la gente dé sus primeros pasos en el mundo del vino de la forma que sea”.

Los orígenes del porrón son difusos. El más antiguo data del siglo XIV o XV, y se encontró el un depósito de agua del Monasterio de Poblet (Tarragona). Según Carmen Alcaraz, directora del programa Al Caliu en RNE-Ràdio4 y columnista gastronómica de El País Semanal, se cree que entonces ya se usaba para contener y beber vino. “Su popularización se debió a tres motivos. Primero, no es necesario el uso de vasos, y con un mismo porrón bebe cualquiera que entre por la puerta. Segundo, sirve como medida de líquidos, algo importantísimo para épocas donde cuesta discernir el volumen de éstos. Y tercero, durante la Reinaxença se extienden los movimientos culturales que reivindican el conocimiento del territorio catalán, un hecho que cambiará la mirada sobre muchos aspectos cotidianos y propios, fortaleciendo el componente romántico y autóctono del porrón”.

Catalan con porron

Catalán con porrón. / QUINA LA FEM?

 

Implantado buena parte de España para el siglo XIX -la Real Academia recoge la actual acepción de la palabra en 1852-, el uso de nuestro querido artilugio siempre se vio como algo popular, cuando no directamente chabacano. Alcaraz afirma que siempre estuvo alejado de la corte y de las mesas más engalanadas. “Pensemos que la mesa siempre ha sido reflejo de estatus. Cuanto más poder, mejor vajilla, lo cual comienza por disponer de vasos individuales. Como dicta el refrán: “beure de porró, no fa senyor” (beber de porrón, no te hace señor)”.

Aunque su utilización ya no está tan extendida como en el pasado, el porrón sigue vivo en algunos bares y bodegas urbanas. El auge de estas últimas en ciudades como Barcelona ha traído con sigo un pequeño renacer del instrumento. “Lo piden más de lo esperado, y no sólo gente más o menos mayor, sino jóvenes que se atreven a mancharse la camiseta y beber con él”, cuenta Marc Miñarro, de la barcelonesa Bodega Montferry. “Por el motivo que sea, compartir la bebida en grupo resulta atractivo”.

 

 

El porrón.

Un vídeo publicado por Mikel Lopez Iturriaga (@mikeliturriaga) el Oct 10, 2014 at 1:35 PDT

El maestro y el aprendiz. / YOU TUBE-INSTAGRAM

 

En la Montferry sirven vino en porrón, pero también cerveza, moscatel y oporto. En Wine Fandango practican el vintonic, una mezcla sorprendentemente feliz de de vino y tónica. Carmen Alcaraz, en cuya casa el porrón siempre se asoció más a la cerveza, reivindica el matrimonio entre la variedad lámbica de esta bebida y el recipiente: “Cambia, por no decir que mejora, su sabor. En el Celler Cal Marino, por ejemplo, es la forma que tenemos muchos de disfrutar de una Cantillon o una Setembre (Ales Agullons)”.

¿Logrará nuestro héroe volver al lugar que nunca debió dejar de ocupar? Personalmente, me encantaría: para mí el porrón es el antídoto perfecto para toda la tontería que rodea al vino. Es risas, fiesta, alegría. Me lleva al pasado, a las reuniones familiares del verano y a cuando mi padre me enseñó a utilizarlo (con no pocos esfuerzos, dicho sea de paso) en su Rioja natal. “Yo recuerdo aprender a beber con los abuelos primero con agua, y luego ya con vino y demás”, coincide Marc Miñarro. “En mi opinión lo del porrón es algo esencialmente nostálgico. Y también romántico, por aquello de que cuando bebes en él tienes los pies en el suelo mientras miras al cielo".

Hay 36 Comentarios

Muchos restaurantes lo sacaron de sus salas porque parecía pasado de moda. ¡¡Qué gran error!! Es genuino, tradicional y bonito. Una gran herramienta.

Uno de los mejores inventos

Soy sexagenario y este comentario me ha encantao. Me trae recuerdos de juventud bebiendo de el sobre too cerveza con gaseosa
bien fria en verano en un bodegon de aquellos que vendian vino a granel de barricas después de habernos cascado unos cuantos partidos de pelota a mano en el fronton del barrio del Antiguo en San Sebastian/Donostia

Para los que peinamos alguna cana el porrón es indefectiblemente uno de los mejores recuerdos de la adolescencia. Los primeros tragos, que la cantinera rebajaba con gaseosa para que los niños no saliésemos a gatas del bar (yo tendria 13 años), con la alegría que da descubrir el mundo, compartir las cosas y ponerse perdido de vino. Una ceremonia digna de la Grecia antigua. Ahora que lo pienso, ¡cómo se hacía los suecos nuestros padres!
Sería un reencuentro gratificante en mi exilio mexicano, donde el vino está tan asociado al pijerío y la presunción.
http://bistrotnahuatl.com/2014/12/02/el-rey-del-suadero/

¿En desuso?, yo creo que no, y no lo digo porque tenga dos para llenarlos con cerveza con gaseosa cuando tengo invitados, o cuando nos juntamos para hacer esa versión cañí de las barbacoas americanas; también hay fiestas populares en algunos pueblos donde se reparte cerveza, zurracapote o kalimotxo en estos tradicionales recipientes.

Ademas, desde que se inventó la lavadora automática ¿a quien le importa mancharse con el chorrillo del porron?

Leí en alguna parte que cuando Orwell estuvo por aquí durante la Guerra Civil quedó horripilado con los porrones, le recordaban a las botellas sanitarias, que entonces eran de vidrio. Igual era un torpazo y encontró esta excusa.

Bueno, pues para el cosechero del año quizá lo del porrón tenga su gracia y para los que beban cava pues seguro que también, pero nos hemos pasado muchos años dando patadas en el trasero a los restauranteros, taberneros y bareros para que dignificaran mínimamente el servicio del vino en sus locales como para reivindicar ahora el porrón a machamartillo. Yo seguiré reivindicando las Riedel, la verdad y seguiré pensando que es mejor igualar por arriba y enseñar al que no sabe y que, cuando demos de beber al sediento, lo hagamos o mejor que sepamos y podamos.

Reivindicar ciertas cosas es ir para atrás, la bota, el porrón y, a la que nos descuidemos, reivindiquemos los platos refractarios para la carne o, mejor, esas higiénicas tablas de madera, volvamos al "cocedero de mariscos" y a los pescados bien hechos y con bien de salsa, a ser posible con mucha crema de leche y las pastas muy bien cocidas: total, así lo hacían la mayoría de las madres en el pasado lejano. La nostalgia, muchas veces, es bien reaccionaria.

Que idea más buena y que recuerdos. Puede que hagamos dentro de nuestro calendario de fiestas ochenteras y de época una fiesta del porrón. Nuestra idea es recordar todo aquello que no se olvida de nuestra juventud, porque nos marcó para siempre http://cort.as/M0WK

Yo si que asociaría el Porrón con el disfrute, lo asociaría especialmente con momentos de tertulia o incluso de hobby o trabajos caseros y familiares. Me parece fenomenal que se difunda. Relacionado con la gastronomía, creo que también productos como la ensaimada mallorquina (http://bit.ly/1wqXuFo) y otras recetas tradicionales deberían tener mayor exposición.

Aunque es aconsejable que ese día no se lleve camisa blanca ;)
http://tarragonain.blogspot.com.es

En la Bodega Iturre 2.0 tienes porrón para beber lo que mas te guste, vino. clara, cava, vermut...

Parece que haya que esperar a que monten un bar moderno para reivindicar las cosas, leñe (modo gruñona ON)

Hola Mikel, aquí en Gernika tenemos una bodeguilla en donde se puede usar el porrón, y la verdad es que es muy divertido, aunque ya sabes, camisas y demás directamente a la lavadora, je,je...
Saludos desde Apanymantel.com

Con el vino, como con todo. ¿Qué es bueno? Lo que te gusta. Digan misa los 'entendidos', sea un Burdeos o un vino de cosecha para bota. A disfrutarlo.

BRAVO MIKEL...soy adicto...desde pequeño en la casa familiar...el porrón estaba allí, y formaba parte..digo yo, casi del mobiliario...aqui en Barcelona en pocos sitios lo tienen,o se niegan a el...pero soy adicto a algún lugar que nada mas llegar me decantan una botella en el porrón....hey y no tiene nada que ver con el botellón..

Mis tíos , los bilbaínos lo beben aún con una destreza que te deja en el sitio... yo siempre he sido una incapaz... habrá algún cursillo de maña con el porrón?

Pues la feria del mediodìa de almerìa sin porrones no es lo mismo (ya sean de tinto de verano o de rebujito). Desde que empecè a disfrutarla siempre he bebido en porròn. De hecho en la zona de salir de fiesta en el centro de la Ciudad hay un bar que se llama Porròn, donde los que ahora somos de treinta y muchos empezamos a salir. Saludos y larga vida al porròn!!

¡Me ha encantado la última frase! Yo siempre he tenido dificultades seria para beber del porrón o la bota sin mancharme, pero aún así me traen buenísimos recuerdos de veranos, buena compañía, fiesta....¡que vivan el porrón y la bota! ¡y por muchos años!

Yo también reivindico el porrón, y el botijo y la bota, pero más como palabras: http://www.untrans.eu/espa-ol/palabras/porr-n.html Me parece un invento morrocotudo

Viva el porrón y viva la bota!!!

¡Me apunto a la campaña reivindicativa del porrón!
Me acuerdo cuando era pequeña que se ponía en la mesa en todas las comidas, incluido el desayuno.
Me voy a regalar uno estas navidades y así empiezo de nuevo con la antigua tradición familiar.

Es un arte utilizar bien el porrón, me ha encantado desde siempre, y en el pueblo de mi madre en valencia se toma mucha cerveza así.

Que nostalgia me ha dado la entrada de hoy. En casa de mis abuelos paternos en León siempre se bebió el vino (con gaseosa) en porrón y los niños teníamos un porroncito txikito para nosotros (lleno de agua, eso si). Y ya más mayor el porrón va asociado a las fiestas de mi pueblo (Basauri, cerca de Bilbo), donde cada cuadrilla prepara una bebida inclasificable pero muy toñante) llamada zurrakapote...que solo se sirve en porrón, así que en Septiembre (las fiestas son en Octubre) todas las tiendas de todo a 100, los super y hasta las ferreterías colocan porrones en los escaparates...ains...que bonito...
Feliz miércoles!!!

El porrón, la bota... eso sí que era tecnología de la buena, jajaja. A principios de año, acompañando un postre de músico, me pusieron un porroncito de moscatel. Tenía casi olvidado el artilugio. El lunes siguiente me compré uno y lo estoy amortizando. Mikel, gracias por este post refrescante, fijo que lo has preparado en un porrón.

Hola, me imaginaba que serías de los jesuitas de Bilbao, por el tonillo dicharachero y desenfadado. Cada día somos más. Me encanta tu blog. Aupa tú.

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Sobre el blog

El Comidista trata todos los aspectos de la realidad relacionados con la comida. No sólo da recetas fáciles de hacer, habla de restaurantes accesibles o descubre los últimos avances en trastos de cocina, sino que comenta cualquier conexión de lo comestible con la actualidad o la cultura pop. Todo con humor y sin ínfulas de alta gastronomía.

Sobre los autores

Mikel López Iturriaga

es periodista y bloguero, y lo más decente que ha hecho en su vida es crear El Comidista en 2009. Escribe en EL PAÍS y habla en el programa 'Hoy por hoy' de la Cadena Ser, después de haber pasado por Canal +, El País de las Tentaciones, Ya.com o ADN. Aprendió a guisar con su madre y, después, en la Escuela Hofmann, pero sigue siendo cocinillas antes que cocinero.

Mónica Escudero

es DJ, madre, escribe, cocina y pone la mesa para El País Semanal, ejerce de Comidista adjunta, y no necesariamente en ese orden. Dirigió las revistas Barcelonés y Madriz, y colaboró en medios como Marie Claire, SModa, Vanidad, Yo Dona o La Luna. Ha escrito A vueltas con la tartera, y lo que más le gusta es cocinar, la michelada y los gatos (pero no para comérselos).

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