Chocolate con café, nata y teja de almendra

Por: | 28 de abril de 2015

CHOCOLATECAFE_COMIDISTA
   Jetapostre is back, now with more jeta / EL COMIDISTA

Me suena que ya hemos comentado en alguna ocasión que ninguno de los firmantes en este su blog estamos especialmente dotados para esa mezcla entre alquimia, interiorismo y brujería que es la repostería. Contar los ingredientes en gramos –con la posibilidad de fastidiar el invento por una cantidad ínfima–, el horno por minutos y no poder hacer las cosas "a ojo" o "lo que admita" nos pone más nerviosos que Frodo en una joyería, aunque me duela confesarlo (especialmente cuando veo las virguerías que hacen algunos maestros del tema).

Por eso me apunto encantada a la tendencia del jetapostre –tras la estela de grandes éxitos como los vasitos de tarta de queso y mandarina o los fresones con salsa de naranja y almendras–, preparaciones sencillas que permiten que hasta los gañanes en la materia consigamos resultados dignos con poco esfuerzo y menos complicación. La propuesta de hoy es una versión fría y tuneada del clásico chocolate a la taza, con una base de galleta para darle algo de textura, un poco de nata para alegrar la cosa y una teja de caramelo y almendra que en menos de cinco minutos te hace parecer un alumno aventajado de Escribà.

La intención era hacer algo menos empapuzante que una crema o una mousse, un postre de cuchara que con un poco más de leche puede convertirse en un batido para un desayuno o merienda lujurioso, y también en algo más contundente cambiando parte de la misma por nata o añadiendo más cantidad de chocolate y harina de maíz. El único secreto para que el invento salga bien es utilizar unos ingredientes de calidad, sobre todo la leche, la nata y el chocolate que son la piedra angular del tema. Si usáis un preparado para chocolate a la taza –truco para practicar el jetapostrismo total–, no hace falta que pongáis la maicena. 

El café le aporta un toque aromático, diferente y alejado de la clásica merienda infantil, y supongo que puede ser sustituido por Kahlúa o licor café si queréis ponerle un punto chispi al asunto. La teja de almendra es un truco sencillísimo que mejora el emplatado y aporta un toque crunchi –también me recuerda al guirlache que preparaba mi abuela cuando era pequeña–, pero si os parece demasiado esfuerzo no sufráis: aguanta perfectamente sin él. Sobrará nata montada, pero dado que es un rollo montar una cantidad más pequeña podéis guardarla y zampárosla al día siguiente con unas fresas, con lo que técnicamente os estaréis comiendo casi una macedonia. Casi.

Nivel de dificultad

Es un jetapostre: básicamente hay que calentar, trocear y mezclar.

Ingredientes
Para 4 personas

  • 125 gramos de chocolate negro
  • 250 ml de leche entera
  • 50 ml de café
  • Una cucharada no muy colmada de maicena
  • 200 ml de nata para montar
  • 3 cucharadas soperas de azúcar sin refinar
  • 16 almendras tostadas
  • 2 galletas tipo granola (yo usé unas de avena)

Preparación

1. Calentar la leche y el café a fuego medio y trocear el chocolate. Cuando hierva, retirar del fuego y añadir el chocolate, una cucharada de azúcar y la maicena, removiendo bien para integrarlo y que no queden grumos. Reservar hasta que esté a temperatura ambiente.

2. Poner media galleta desmenuzada en el fondo de cuatro vasos, tarritos o tazas, repartir el chocolate por encima y llevar a la nevera.

3. Preparar las tejas haciendo un caramelo en una sartén con las dos cucharadas de azúcar restantes y las almendras, volcando la mezcla sobre un papel de aluminio o de horno para poder separarla fácilmente cuando se enfríe. Se puede hacer todo de una pieza y luego romperla, o cuatro en forma de círculo o bastón.

4. Montar la nata –ponerla un rato antes en el congelador facilita el proceso–, y servir el chocolate bien frío con una cucharada generosa de la misma y una teja para decorar.

Hay 36 Comentarios

Contando que la puedo adaptar muy bien a #singluten me la apunto pero ya!

Buena receta, sin lugar a dudas lo voy a probar de hacer estos días. Saludos!

http://www.xvideosporn.com.es/gallery/i-think-we-should-bang-other-people-part-one/

Se agradecen mucho estas recetas sencillas. Yo también odio los gramos y minutos exactos.

Atila, la historia de Clemente y Antolín me ha fascinado, descojonado y sobrecogido a partes iguales.
Un día que estaba en una finca familiar de camino a Requejada me contaron que hacía dos días "el oso" (sólo hay uno?) había arrasado unas colmenas allí al lado. Después fui a dar un paseo hacia el pantano y escuché un rugir de mamífero mínimo dos veces yo que me hizo salir como un cohete y dejó en mí una duda eterna.
Supongo que conoces Ruesga, el pueblo no oficial del Parador: hay un bar de esos añejos que te gustaría es el "Bar María, especialidad en cecina". Una de sus paredes alberga una foto-joya en blanco y negro del año cachupín que reza: OSO MATADO. Cada vez que vamos y lo veo le digo a mi familia que le voy a hacer una oferta pero me disuaden porque el tipo es un poco borde y no me vendería tal testimonio ni de coña.
La próxima vez que vaya quizá me anime con la propuesta pero seguro que le pregunto si los cazadores que aparecen con el oso no son acaso los sicarios que mandó Clemente una vez que se estableció en Sevilla.

Sandra Mangas alias SandeeA aka el enlace elogiado por Mò es otra fenómena de cuidado y tienen ambas más razón que un santo.
Estoy muy de acuerdo con el argumento de Mò, 1 gramo en repostería es como 1 kilo en la unidad de neonatos: el ojímetro y la cocina contenedor del tipo "uy voy a meter esta frutita que ya está muy madura al bizcochín" te pueden llevar a acordarte de tu padre y de tu madre.
Igualmente, como apunta SandeeA en su comentario, telita con los guisos y asados, en ese sentido me siento más identificada porque a mi me dan un cabrito para cocinar y lo primero que haría sería llamar al veterinario.

Gracias Diógenes por lo que me toca... a mi me pasa igual, a menudo pincho en comentarios para ver cómo está de revuelto el frenopático y luego leo la entrada.
Cualquier día de éstos Mi y Mò nos lanzan la alcachofa a la cabeza y se dan a la fuga, así podríamos dominar el dominio y renombrarlo como "El Comentarista": nuestro sueño dorado.

Yo estoy con Diógenes. Primero leo los comentarios y luego la receta.
Atila corazón, los Nevaditos son sagrados, recuerdos de la infancia. Claro que caducados me imagino que valen más de recuerdo visual. El que explotó en la cuneta de fijo que fue por culpa de la naranja, que sienta fatal cuando acompaña a un balde de natas.

Puff, debo de tener algún gen defectuoso, pero el dulce como que me da pereza.

¿La fécula de maíz, asì, a pelo. Sin disolver en medio liquido previamente? Pues me da que grumos si o si. Pero igual no, vaya usted a saber,

No confundir con toscas ni faltas de inteligencia, no te preocupes soy de un pueblo y crecí con la sensación de que la cultura por desgracia para much@s que así lo creen no está relacionada con lo académico; lo mismo me da un tosco de pueblo que uno de ciudad al que le hagan falta un par de carreras más para espabilarse, y volviendo al tema del sentido del humor, igual también es sensación mía pero creo que la mayoría de anécdotas que me contaron fueron relatadas por mujeres y sobre cosas propias del género, pero puede que sea algo mío, y tú te pones a contar historias y creo que me faltan a mí ... desgaste que llevo...
Lo que sí recuerdo perfectamente es que de pequeña estaba en la cafetería tomando algo y se acercó un yanki/fantasma, hay que decirlo, y nos suelta que había visto un oso cerca; tod@s lo miraron con cara de qué muerto por infarto más raro este, y jamás habría pensado que los osos dieran para tantas historias. bsos, muchos.

Perfecto este postre Monica. El chocolate proporciona una sensación de relax y felicidad, lo podeis comprobar con el chocolate hongo, muffin de la felicidad.
http://dosyemas.com/index.php/muffin-de-chocolate

Esta libreta ha llegado a un punto en el que primero leo los comentarios y después la receta.
Y es que, Atila, Lockhart, Flash, Carrillera, y compañía, entre tanto sectarismo y tanta tontería, vuestras jugosas anécdotas y costumbristas historias le congracian a uno con la especie humana, subespecie ibérica.
¿Y la receta?. Pues me encanta. Con chocolate, café, nata y almendras muy rara tendría que ser la elaboración para que no lo hiciera. Eso sí, mi cardiólogo no sé si pensaría lo mismo.

Pues no pienses que soy tan grande, Verónica, de canijo apuntaba para espigón, pero a los 17 me anclé en los 1,77 y no crecí ni un milímetro más. Lo que sí tengo es una cabeza que parece que llevo una batería de camión, y eso además de para gastar en gorras un poco más de lo habitual supongo que me sirva para recordar chuminadas de las que cuento aquí. Respecto a aquellas gentes tan primitivas -no confundir con toscas ni faltas de inteligencia- de las que a veces cuento historietas, tenían un humor increíble y sin ningún tipo de complejos ni tabúes. Todavía hace unas horas compartí un café con una de aquellas personas, de las que apenas quedan, y me pegué una panzada de risa que aún me dura. Para que te hagas una idea de cómo acabó la situación, me invitaron a café y orujo en cantidubi en un comercio de una aldea del quinto cojón y como yo quería hacer algo de gasto salí con una botella de Cristasol de 500 ml y una caja de Nevaditos de Reglero debajo del brazo. Los Nevaditos están caducados y el Cristasol debe ser aguachirri, porque leo en la etiqueta que viene un teléfono de seis cifras, pero cómo me moló encontrar esas cosas en este mundo tan modelno.

Atila si tú tienes ese sentido del humor que tienes que debes ser más grande que un oso para que te quepa todo y hace un puño de años existió la posibilidad de morir por nata y naranjas me pregunto cómo de divertidas serían esas gentes.

Esta receta sí que sí la hago. Mi problema/excusa a la hora de ponerme el delantal es que a mi chico y a mí no nos gustan las mismas cosas. No es que me importe que por muy elaborado que sea el postre él siga prefiriendo bajarse un tarro de nocilla; el problema es que acabo zampándome yo todo lo cocinado y mi metabolismo es menos agradecido que el suyo.
Tengo unas lagunas importantes en mis recuerdos de infancia; como si hubiera nacido con 15 años. Sin embargo, del bizcocho de natas de Berta, amiga de mi abuela, me acuerdo a la perfección.

Aunque yo es que prefiero desayunar con el bizcocho de siempre, el de tulipán. Que ded vaya que si.

Hay que joderse, entre Soniasusana de ayer y Antolinagustín de hoy estoy empezando a pensar que ando con un proceso dixlésico en ciernes. Antolín, Antolín...

Carrillera, con esta batalla me retiro por hoy, que ya estuvo más que suficiente.


Hace ya una porrada de años, dos vecinos de Resoba, Clemente y Antolín, se las vieron con un oso que estaba entrando al colmenar. El caso es que le fueron a asustar con una escopeta pero el bicho se les revolvió y se fue a por Clemente que mientras el oso le peinaba con la raya al medio tuvo tiempo de gritar "¡Agustín, tira que me jode!". Los disparos al aire ahuyentaron al osete, que salió por patas dejando un recuerdo indeleble en la testa de Clemente. Éste se largó después a vivir a Sevilla, no sé si seguirá viviendo el hombre. El colmenar lo visité yo hace muchos años, y me distraje imaginando la escena, que debió ser de poner los pelos de punta.


Así que ya lo sabes, cuando estés engochándote con esa miel de La Pernía no te olvides de Clemente y de Agustín, que por cuidar de esas mieles a un paso estuvieron de entregar la cuchara.

Amigo Atila, las natas vaqueiras saben a gloria, yo hace tiempo que no las cato, no por obesidad, sobrepeso u hosties de eses, si no porque en mi familia ya no las hace ni el tato, cuando era guaje, y las hacían, con suerte, si la cocinera tenía humor, nos hacían rosquillas con esa nata, madre de Dios, eso si que estaba bueno.

Hombre Pepe, bien sabes tú que para escribir una enciclopedia, una humilde nota al margen de la página del horóscopo en El Norte de Castilla, El Faro de Vigo o El Adelantado de Segovia, o para enlazar un link, la pericia del movimiento de muñeca es fundamental. Yo encima llevo sendas barreras de pulseritas de cuero que me obligan a culebrear esas articulaciones cada poco.

Mò el primer párrafo es para enmarcar, jajaja, y para proponer que se redefina el término de repostería tal y como lo
describes, que por culpa de las RRSS las magdalenas con copete sin más casi parecen vulgares (vulgar para mí es colorear la comida con E- y hornear repostería al microondas...muy choni).
Atila y sus batallitas de nuevo alegran la mañana, jijiji, me meo boa!
Yo antes me jactaba de no ser nada golosa porque en mi adolescencia fui una obesa incipiente más por culpa de la marca españa: jamón, tortilla y choripan que por chuches y demás. Pero me he dado cuenta de que si soy sugarless es porque como con la tabla nutricional en mente, porque las frutas que depredo con más gastropornez son plátanos, higos, melón, uvas...y como Alejandro Sanz, cuando nadie me ve, engancho el bote de miel de brezo de La Pernía y cojo una cucharada, la rebozo en avena eco gruesa, chupo la capa externa empanada, vuelvo a rebozar el remanente de miel, y así sucesivamente hasta que soy consciente de que por muy eco y sanete que sea el invento alcanzo una cadencia muy gocha.

No estoy muy de acuerdo yo con el post de hoy, creo que hay mucho mito y mucha tontería en el mundo repostero actual. No hace falta ser ingeniero molecular para usar un horno. Precisamente la frase "la que admita" se aplica tradicionalmente al ojo clínico de las abuelas que sabían cuando una masa estaba bien de harina. Y eso se educa en un pispas solo a base de prueba y error. Yo animaría a todo el mundo a probar, para mi es más complicado y milagroso dejar un arroz en su punto, por ejemplo, que hacer una tarta.

Os dejo nuestra última aportación, una mousse de chocolate con naranja (el enlace pinchando el nombrecillo) hecha sin otra alquimia que un buen control de los movimientos de muñeca, lo cual me lleva a Altila y a salma y a su boa, pero eso ya es otra historia...

Madre mía, los postres van a seguir tomando si cabe más protagonismo en la mesa !
Habrá que ponerse las pilas con el ejercicio físico ...
Gracias por la receta.
Me voy a la cocina ....

Sí, Flash, sí, la imaginación con esa escena de Salma da para escribir una enciclopedia.


Hablábamos el amigo Lockhart et al sobre vaqueiros y vaqueiradas hace unas horas en un cuchitril en que nos encontramos bebiendo destilados de malta, y con el tema de la nata de fondo se me vienen a la mente las llamadas natas vaqueiras, que eran de color vainilla. Se hacían retirando la nata que queda de la leche sin hervir, reposada de una noche a temperatura ambiente, y luego se batían con azúcar. Yo no las volví a probar desde el año catapún. Aquello era un agujero negro de calorías, pero absolutamente delicioso. Me contaron que una vez un paisano comió bien de ellas, no sé cuántas pero muchísimas según tengo entendido, y que luego se puso a caminar, a saber dónde iría, y que se le ocurrió tomar una naranja y preparó tal pifostio en su estómago que literalmente explotó en una cuneta. No sé si será verdad, pero no me extrañaría porque la fruta tomada a destiempo puede ser cosa mala.

A mí lo que me pasa es que el dulce me gusta, pero con moderación. A partir del segundo barril, como que me lleno...

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El Comidista

Sobre el blog

El Comidista trata todos los aspectos de la realidad relacionados con la comida. No sólo da recetas fáciles de hacer, habla de restaurantes accesibles o descubre los últimos avances en trastos de cocina, sino que comenta cualquier conexión de lo comestible con la actualidad o la cultura pop. Todo con humor y sin ínfulas de alta gastronomía.

Sobre los autores

Mikel López Iturriaga

es periodista y bloguero, y lo más decente que ha hecho en su vida es crear El Comidista en 2009. Escribe en EL PAÍS y habla en el programa 'Hoy por hoy' de la Cadena Ser, después de haber pasado por Canal +, El País de las Tentaciones, Ya.com o ADN. Aprendió a guisar con su madre y, después, en la Escuela Hofmann, pero sigue siendo cocinillas antes que cocinero.

Mónica Escudero

es DJ, madre, escribe, cocina y pone la mesa para El País Semanal, ejerce de Comidista adjunta, y no necesariamente en ese orden. Dirigió las revistas Barcelonés y Madriz, y colaboró en medios como Marie Claire, SModa, Vanidad, Yo Dona o La Luna. Ha escrito A vueltas con la tartera, y lo que más le gusta es cocinar, la michelada y los gatos (pero no para comérselos).

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