por MIGUEL PÉREZ MARTÍN
¿Separa un abismo a las orquestas del público? Cuatro nuevos directores afrontan la próxima temporada con la idea de reconciliar a los conjuntos con los ciudadanos
Michal Nesterowicz, nuevo director de la Orquesta Sinfónica de Tenerife.
Un concierto en la calle conlleva unos riesgos que no afectan dentro de las cómodas paredes de un teatro. Que se lo digan a Barenboim (http://elpais.com/diario/2011/08/02/madrid/1312284258_850215.html), que el verano pasado vio como los músicos de su orquesta del West-Eastern Divan sufrían en la Plaza Mayor de Madrid un vendaval que hizo que las partituras se escaparan de los atriles, que a algún violinista le molestara una gotera de la lona que los cubría y que interpretar a Beethoven se transformase en una lucha contra los elementos. Pero, a pesar del aguacero, nadie se movió: ni las cientos de personas que ocupaban las sillas de plástico y se cubrían la cabeza con los programas, ni las miles que aguantaban de pie con tal de ver un buen concierto. El público agradece estos acercamientos de las orquestas, que salgan de sus teatros, que se mezclen con la ciudadanía. Igual que agradece que se les ofrezcan ciclos diferentes, como los conciertos de música de cine que cada año se programan en el Auditorio Nacional. Con la mirada fija en ese acercamiento, en esa necesidad de recuperar la confianza de la gente y mostrar a nuevos públicos que las orquestas están al servicio del ciudadano, cuatro nuevos directores buscan fórmulas de comunicación desde los podios de las orquestas de Tenerife, Córdoba, Granada y el Principado de Asturias.
“La orquesta es de la ciudadanía, y no un lujo para unos pocos”, decía Lorenzo Ramos, nuevo director de la Orquesta de Córdoba, tras su nombramiento. El conjunto cordobés sabe lo que es salir a la calle al encuentro del público: lleva años tocando al amparo de la plaza de la Corredera. Pero cuando la ambición no tiene límites, lo que es una cita anecdótica puede transformarse en un verdadero encuentro con aquellos que no han pisado nunca una sala de conciertos. Ramos tiene las ideas claras: “Una orquesta no puede vivir de espaldas a la realidad. No se puede justificar el coste de una orquesta con una serie de abonados: la música es cultura y tiene una función de integración y cohesión social muy importante”. Así que llevará a la orquesta a tocar música sacra a las iglesias de Córdoba, a interpretar piezas barrocas en el Círculo de la Amistad, y convencerá a sus músicos de que la orquesta debe acercar sus atriles a centros penitenciarios, hospitales y asilos. Y en estos tiempos económicamente inciertos, abrir la puerta a los parados, para que el desempleo no los excluya y puedan asistir a algún concierto de forma gratuita.
Lorenzo Ramos, nuevo director de la Orquesta de Córdoba. / ÁLVARO GARCÍA
Pero la fórmula de Córdoba es solo una opción, y Andrea Marcon, nuevo director de la Orquesta Ciudad de Granada, tiene su propia receta. El Auditorio Manuel de Falla, justo al lado del carmen en el que el compositor de ‘El amor brujo’ pasó buena parte de su vida y se refugió durante la Guerra Civil, es una sala a la que el italiano no quiere renunciar. “¡La música pertenece a los oyentes y no a los intérpretes! Es algo que olvidamos muy a menudo. Sin embargo, creo que la música necesita ser tocada en los sitios adecuados, necesita una sala con la acústica correcta. En vez de sacar la orquesta a la calle, prefiero llevar a un nuevo público al Auditorio Manuel de Falla y hablarles con música”, comenta Marcon. Eso sí, se compromete a aprovechar “el gran legado de las antiguas y maravillosas iglesias de Granada” y devolverles la música que fue compuesta para sus naves y bóvedas, para lo que ha establecido conversaciones con el obispado.
Marcon hace menos de una semana que fue nombrado director artístico del conjunto, pero ya tiene claras las líneas generales de su proyecto, que comenzará a dar sus frutos en septiembre. Marcon será el director artístico de la OCG, pero no esperen verlo cada semana en el podio, ya que la temporada que viene se articulará a través de un sistema de directores invitados. Su experiencia en el repertorio barroco jugará un papel importante y traerá música antigua a Granada, todo para “abrir las puertas y alimentar la curiosidad del público con programas jugosos que revertirán en la calidad de la vida cultural de la ciudad”.
En Asturias también hay cambios, no solo políticos. Al podio de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias ha llegado un búlgaro que ha dicho una palabra que ha estremecido a algunos y seducido a otros: Pop. Rossen Milanov admitió en un encuentro con los seguidores de la OSPA que “la música es toda la misma, ya sea clásica, pop o música de cine; lo que experimentamos cuando la escuchamos es todo lo mismo, yo no voy a hacer ninguna diferencia. Y tengo un mensaje específico para todos aquellos a los que les gusta la música popular o música de cine y que nunca han oído música clásica: si te gusta la música, te gustará la música que la OSPA va a tocar aquí, danos una oportunidad”. Lo que no ha desvelado aún –con el nuevo Gobierno autonómico, en la orquesta aún esperan la aprobación del proyecto, ya que el visto bueno que tienen es el del anterior ejecutivo de Foro Asturias- es si el modelo de estos ‘conciertos pop’ será al estilo de los Proms de Londres, en los que se interpretan sintonías de series, por ejemplo, o al modelo estadounidense, en el que las orquestas interpretan canciones de diferentes grupos en versión sinfónica.
Además, afirma que la orquesta saldrá de Oviedo y actuará en “lugares sorpresa donde nunca se ha hecho un concierto de música clásica”, y se compromete a bajar a las calles y hablar con aquellos “que dicen que no les gusta la música clásica o que creen que no les gusta”. Milanov valora la orquesta como un instrumento educativo, y por ello propone nuevos modelos de concierto a modo de cinefórum, en los que haya conferencia introductoria y coloquio tras el recital.
Tampoco le asusta el pop al nuevo director de la Orquesta Sinfónica de Tenerife, el polaco Michal Nesterowicz. Y echando un vistazo a la nueva temporada, lo suyo es más que una declaración de intenciones. “Pop es una palabra clave”, dice el director. Y debe creerlo, porque dos de los 19 conciertos de la próxima temporada están dedicados a la música de Broadway y al pop británico, dirigidos ambos por David Firman. “Hay que mejorar las vías de comunicación, hablar con los ciudadanos aprovechando las posibilidades de Internet y las redes sociales”, sentencia Nesterowicz. Se declara enemigo de cambios revolucionarios, pero sabe de la necesidad de hacer incursiones en otros estilos como el jazz o el rock para acercar a nuevos públicos. Todo sin renunciar a las grandes obras del repertorio –interpretará la integral sinfónica de Mahler en los próximos cuatro años- y haciendo especial hincapié en que la música antigua entrará en el Auditorio Adán Martín y que contará con todos los coros de la isla para montar conciertos corales. Y un guiño a los jóvenes, que tendrán su propio abono, con el que pagarán algo menos de nueve euros por concierto.
La orquesta busca nuevas vías para acercarse a esos ciudadanos que, en muchas ocasiones, la han visto como un lujo, y los directores saben que es necesario un golpe de timón para, en tiempos de crisis, seducir a aquellos que dudan o ni se plantean comprarse una entrada para un concierto. “Necesitamos trabajar con proyectos e ideas que puedan captar el interés y el entusiasmo del público habitual y ganarse a ese público que nunca ha ido a un concierto”, dice Marcon. Quizá, como propone Milanov, la solución sea salir a la calle y preguntarle directamente a la gente lo que espera de la orquesta.