El Concertino

Sobre el blog

Una visión de la música culta para el siglo XXI. Valores, desafíos, debates, tendencias y análisis de la mano de los periodistas de EL PAÍS. Un blog para vivir y disfrutar de la ópera y la clásica. Textos para saber más y, sobre todo, para acercarse hasta donde permiten las palabras a la emoción de la música.

Sobre los autores

Daniel Verdú. Periodista de la sección de Cultura.

Jesús Ruiz Mantilla.Periodista de El País Semanal.

El 'caso Mortier', camino de una resolución

Por: | 18 de septiembre de 2013

Mort-mat
La fulminante destitución de Gerard Mortier al frente de la dirección artística del Teatro Real el miércoles pasado, justo en el momento en que se encuentra tratándose de un severo cáncer en Alemania, ha logrado algo insólito durante estos cuatro años: poner de acuerdo por primera vez a mortieristas y antimortieristas. No ha gustado la manera en que se ha liquidado su etapa. Aunque todo el mundo supiera desde el principio que la historia podía acabar muy mal. O por muy inaceptables que fueran para el ministerio de Cultura las declaraciones que hizo en EL PAÍS advirtiendo de que se marcharía si le imponían a su sucesor y se recchazaba abrir un proceso reglado. Se esperaba algo más elegante. Pero en esta partida había demasiados elementos en juego.

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Madrid se cubre de vergüenza

Por: | 13 de septiembre de 2013

Mortier

Gerard Mortier, en el vestíbulo del teatro Real en 2008. / Bernardo Pérez

Por Norman Lebrecht

El despido de Gerard Mortier como director del Teatro Real es uno de los episodios más feos de la historia de la ópera moderna.

Mortier, que nunca ha tenido un carácter fácil, se ha ganado enemigos a montones por donde quiera que ha ido (Bruselas, Salzburgo, Nueva York, París) y habrá muchísimos que se alegrarán de su caída (aquellos a quienes ha ofendido con su conducta prepotente y muchos más que detestan su estilo de producción posmoderno). Puede que sus enemigos incluso compartan una secreta sonrisa burlona de satisfacción por el modo en que se ha producido su destitución: se dejó que fuesen los periodistas quienes le contasen al director que lo habían echado, porque el Real no podía tomarse la molestia de informarle de forma apropiada y digna. Mortier siempre ha sido bueno utilizando los medios de comunicación para salirse con la suya. Algunos dirán que le han hecho tragarse su propia medicina.

Sin embargo, hay dos aspectos del despido que repugnarán a todos aquellos que piensan en lo que más conviene a la ópera, y a Madrid. En primer lugar, el aspecto humano. La semana pasada, Mortier anunciaba que le estaban tratando de un cáncer en Alemania. Esperaba seguir en el puesto hasta 2016 y le habían asegurado que sus perspectivas de supervivencia eran buenas. Despedir a un hombre cuando está luchando por su vida es indecoroso, poco cristiano e indigno de una organización que afirma representar el lado espiritual de una ciudad y un país. El Teatro Real se ha cubierto a sí mismo y a la ciudad de Madrid de vergüenza e ignominia.

Cuando los abogados de Mortier argumenten que se trata de un despido improcedente, no habrá un solo juez honrado en toda Europa que rechace su demanda por daños con agravantes. Esto va costarle muy caro al Real.

Pero el dinero es lo de menos. En los tres últimos años, Gerard Mortier ha proporcionado a la ópera en España más relevancia de la que ha tenido en los tres últimos siglos. Las nuevas producciones, las coproducciones, los estrenos mundiales – el próximo de Brokeback Mountain - han puesto al Teatro Real en el lugar en el que quiere estar: junto al Real Madrid, en lo más alto.

El despido de Mortier condena al Real a un descenso inmediato. Su sucesor, Joan Matabosch, de Barcelona, es un administrador competente, pero la cama en la que se mete todavía conserva el calor de su anterior ocupante. A Matabosch le va a costar que se olviden las desagradables circunstancias de su nombramiento. Aunque fuese Max Reinhardt o Luis Buñuel, nunca reavivará la llama de renovación que Mortier ha traído al Real. Madrid ha marcado un escandaloso gol en propia puerta, uno que va a seguir atormentándola durante muchos años.

* El despido de Mortier y la contratación de Matabosch.

* Entrevista con Gerard Mortier: "No me querían aquí, lo sé hace tiempo"

El País

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