por Ricardo Martínez de Rituerto
Una reciente visita a Afganistán, cortesía de la OTAN, permitió durante una semana a este enviado especial hablar con ministros, altos responsables militares (aliados y afganos), embajadores, parlamentarios, periodistas y analistas, profesionales de variada actividad y otras personas del común. Del orden de medio centenar de conversaciones que dieron como resultado una conclusión nada gratificante para la Alianza: cuando la OTAN salga de Afganistán a finales de 2014, Occidente estará encantado de dejar atrás el infierno afgano; el país se verá abocado a la guerra civil, con los talibanes de nuevo como protagonistas, y los aliados verán desde la distancia, y aliviados de estar lejos, el derrumbamiento de un empeño nunca bien medido.
La matanza del fin de semana en la provincia de Kandahar por un soldado estadounidense vuelve a llevar a la fuente el cántaro de las buenas intenciones y de los mejores planes (sobre el papel, que lo aguanta todo). El sargento estaba desesperado y tuvo un ataque de nervios -según las primeras versiones de lo ocurrido, reveladoras, por lo demás, del estado en que se encuentran quienes viven en primera línea de fuego-, pero hace unos días fueron otros quienes, al parecer inadvertidamente, arrojaron a la basura ejemplares mal quemados del Corán. Dos golpes colosales en la complicada relación de Estados Unidos, la OTAN y, por extensión, la comunidad internacional, con Afganistán, cementerio de imperios. Dos boquetes en la línea de flotación de la Fuera Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) y de la confianza (jamás creíble) de los afganos en los extranjeros.
Fuera cual fuera el objetivo previsto del viaje organizado por la OTAN, el corresponsal trató de entrever cómo se presenta el futuro afgano a partir de 2014. “¿Cómo vamos a saber qué va a pasar tras 2014 si no tenemos ni idea de qué va a ocurrir en 2013?”, reconocía con impotencia un diplomático, al pairo entonces de las declaraciones confusas del presidente francés, Nicolas Sarkozy, y del jefe del Pentágono, Leon Panetta, sobre la disposición de sus propias tropas a seguir combatiendo en Afganistán en la segunda mitad de 2013. Los ministros de Defensa aliados hicieron de inmediato un ejercicio de psicodrama en Bruselas y aseguraron que la disposición al combate de los aliados sigue y seguirá intacta hasta el final de la misión, el 31 de diciembre de 2014, lo que no terminaba de convencer al diplomático. Quien se verá reconfirmado en su desconcierto al escuchar al candidato socialista al Elíseo, François Hollande, prometer que si gana las elecciones en mayo retirará todas las tropas francesas de Afganistán ante de que concluya este 2012.
Será el acabóse para una misión tocada del ala. Francia es uno de los grandes socios de la coalición y con unos 3.500 soldados sobre el terreno, el quinto mayor contribuyente a ISAF. Su abandono abrirá el portillo hacia una desbandada que costará controlar y, se resuelva como se resuelva el problema, acelerará la descomposición de ISAF y la sensación de fin de reinado.
Atender al día a día afgano es embarcarse en una trepidante montaña rusa, con noticias aparentemente positivas vertiginosamente seguidas de otras que borran el primer efecto balsámico. Pocas horas antes de que el sargento de Kandahar enloqueciera, Estados Unidos y Afganistán firmaban el acuerdo por el que Washington cede a Kabul el control de la prisión de Bagram/ Parwan, el Guantánamo afgano donde fueron incautados los coranes usados como medio secreto de comunicación entre presos cuya chapucera destrucción provocó la mortífera crisis anterior, mortífera sobre el terreno (una treintena de vidas en distintos incidentes) y mortífera para la confianza mutua, al pedir los talibanes a soldados y policías afganos que maten a quienes les preparan como futuras fuerzas de seguridad afganas.
La entrega a las autoridades afganas del centro, que acoge a unos 3.000 reclusos, era una de las grandes demandas del presidente Hamid Karzai. De ahí que su portavoz, lo mismo que el embajador de Estados Unidos, estuvieran de acuerdo en calificarla de “gran avance”. El domingo, como fatídico metrónomo, se produjo el gran salto atrás de Kandahar, seguido de desgarros verbales en la Casa Blanca, en la OTAN y en Kabul. Y pendiente queda todavía la insistente reclamación de Karzai a Barack Obama de que ponga fin a las operaciones especiales nocturnas, a lo que Washington se resiste por considerarlas cruciales en la lucha contra los alzados.
Ambas demandas eran grandes obstáculos a la firma de un acuerdo estratégico entre Estados Unidos y Afganistán que debe fijar la relación militar, económica y de desarrollo entre ambos y, por ende de Afganistán con el resto de la comunidad internacional. Porque, dicen tanto fuentes de Estados Unidos como de la Alianza, “no vamos a abandonar Afganistán, no vamos a repetir los errores del pasado”, palabras referidas al desentendimiento soviético tras la retirada de 1989 que dio lugar al caos del que nacieron los talibanes, llegados al poder en 1996 para provecho de Osama bin Laden. Por determinar quedan los términos de ese "no abandonar a Afganistán" en volumen de las futuras fuerzas de seguridad afganas (policías y soldados, a fijar, en principio, en la cumbre de la OTAN en Chicago en mayo), y en el apoyo financiero a su sostén, a concretar en otra cumbre internacional de donantes en julio en Tokio.
Ya ha habido varios países (Francia, Italia o Reino Unido) que han suscrito acuerdos estratégicos bilaterales (pensando, como mínimo, a diez años vista con contribuciones dinerarias y/o militares) con Afganistán, pero el crucial es el que se vaya a pactar con Estados Unidos. “Es la clave”, dice una alta fuente gubernamental afgana. “Si lo firmamos, los demás países seguirán”. Ese tratado está en proceso de discusión desde hace más de un año, repetidamente torpedeado por la desconfianza mutua entre los dos presidentes y por lo que ocurre en el campo de batalla. Habrá acuerdos –y, sobre todo, se harán realidad sobre el terreno- si Afganistán es un país previsible y susceptible de ser aprovechado en una relación simbiótica en la que los afganos esgrimen como anzuelo el banco de oro en que están sentados, riquezas subterráneas estimadas en unos tres billones de euros.
Abdul Rahim Wardak, ministro de Defensa que suscribió el viernes el acuerdo sobre la prisión de Bagram/ Parwan con el jefe de ISAF, el general John Allen, se lamenta de que “en Estados Unidos llaman a la guerra de Afganistán la guerra más larga, aunque en realidad no empezó hasta 2009” con el refuerzo de las tropas de Estados Unidos ordenado por Obama. Cree ver este antiguo muyahid, combatiente contra los soviéticos y contra los talibanes, que “el enemigo está consiguiendo romper la voluntad de la comunidad internacional para ayudar a Afganistán” a salir del hoyo secular en que ha vivido un país que está en la cola del desarrollo humano de Naciones Unidas (“el mayor problema de Afganistán es el analfabetismo” dice el embajador de la UE, Vygaudas Usackas) y entre los más corruptos del orbe en el ránking de Transparency Internacional (“la seguridad no es el problema número uno de Afganistán, sino la corrupción”, constata el embajador adjunto de Estados Unidos, James Cunningham, a quien secunda otro diplomático: “La corrupción está desbocada. Afganistán es un narco Estado”).
“Dentro de una veintena de años seremos el país más rico de la región, con materias primas de gran importancia estratégica capaces de cambiar el mercado mundial” tienta el ministro Wardak a quien le quiera escuchar mientras pide un esfuerzo económico adicional a la comunidad internacional, que cifra en el 4% de los actuales gastos, “para que los aliados puedan recibir la compensación por todos estos años de sangre y sacrificio económico”, en palabras de otro responsable gubernamental. Un diplomático que pide preservar el anonimato ofrece un contrapunto. “Si todo fuera perfecto, si hubiera una democracia que funcionara, si no existiera corrupción, si rigiera el imperio de la ley, si el país viviera en paz, si hubiera carreteras y ferrocarril... Afganistán doblaría su PIB de aquí a 20 años. Seguiría siendo paupérrimo”.
Contrastada con una fuente militar íntimamente conocedora de la situación afgana la impresión subjetiva de que lo que Occidente desea es pasar página y olvidar cuanto antes la frustrante aventura afgana responde: “Es una impresión bastante ajustada a la realidad”. La versión oficial es menos brutal. “Occidente no debe crear expectativas que no puede ser satisfechas”, apunta el embajador Usackas. “En Afganistán no habrá un arreglo rápido tras la retirada de 2014. Pero si no se le sigue sosteniendo el país volverá a ser un problema para el mundo”. Su colega Cunningham reconoce que el objetivo principal de la estrategia de Washington es ya simplemente evitar que “Al Qaeda o quien sea vuelva a instalarse en Afganistán”.
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KEVIN BAKER: también era un sargento del ejército de Estados Unidos apostado en Fort Lewis. Tras haber combatido dos veces en Irak se negó a ir una tercera vez luego de que le negaran el diagnóstico de trastorno por estrés postraumático. Comenzó a organizar una campaña para reclamar el regreso de los soldados a Estados Unidos. Me dijo: “Si un soldado es herido en el campo de batalla durante el combate y se está desangrando y un oficial ordena que esa persona no reciba atención médica y eso le cuesta la vida al soldado, ese oficial sería declarado culpable de abandono de funciones y posiblemente de homicidio. Cuando eso sucede en Estados Unidos, cuando eso les sucede a los soldados que buscan ayuda y los oficiales ordenan que no haya un diagnóstico claro de trastorno por estrés postraumático y básicamente les niegan esa ayuda, una verdadera ayuda psicológica, y el soldado termina sufriendo internamente al punto de quitarse su propia vida o la de otra persona, entonces los oficiales y las Fuerzas Armadas y el Pentágono deberían ser responsabilizados de estas atrocidades.” Si bien es demasiado tarde para salvar a la familia de Abdul Samad, quizás el grupo de Baker, March Forward, junto con la “Operación Recuperación” de los Veteranos de Irak Contra la Guerra (que aboga por prohibir que soldados que ya sufren trastorno por estrés postraumático sean enviados a combatir) puedan ayudar a poner fin a la desastrosa y atroz ocupación de Afganistán. AMY GOODMAN.
Publicado por: sergio carioni | 17/03/2012 15:36:01
LEON PANETTA: “la guerra es un infierno. Este tipo de sucesos e incidentes van a continuar sucediendo. Han sucedido en todas las guerras. Son sucesos horribles y no es la primera vez que suceden acontecimientos de este tipo y probablemente no sea la última”. Quizá nunca sepamos qué fue lo que llevó a un sargento del Ejército estadounidense a salir de su base en Afganistán en medio de la noche y asesinar a al menos 16 civiles en sus hogares, entre los que se encuentran nueve niños y tres mujeres. La masacre ocurrida cerca de Balambai, en Kandahar, Afganistán, conmovió al mundo entero e intensificó los pedidos de que se ponga fin a la guerra más larga en la historia de Estados Unidos. El ataque fue calificado de 'trágico', y por supuesto que lo es. Pero cuando los afganos atacan a las fuerzas estadounidenses se habla de “terrorismo”. Esta es, quizá, la mayor incoherencia de la política estadounidense que impone la democracia a punta de pistola y combate el terrorismo con terrorismo. La violencia no solo azota en la zona de guerra. En EU, las heridas de la guerra se manifiestan en formas cada vez más crueles. El sargento de 38 años que habría cometido la masacre procedía de la Base Conjunta Lewis-McChord ( JBLM , por sus siglas en inglés), un centro militar en expansión cerca de Tacoma, Washington, que fue descrito por el periódico militar Stars and Stripes como “LA BASE MAS PROBLEMÁTICA DE LAS FUERZAS ARMADAS” y más recientemente, como una base “AL LIMITE”. 2011 fue el año en que se registró el mayor número de SUICIDIOS DE SOLDADOS en esa base, de donde también procedía el “equipo de la muerte”. El Seattle Times informó este mes que un equipo de psiquiatría forense que supervisó al Centro Médico Madigan de la base Lewis-McChord revirtió inexplicablemente el diagnóstico de trastorno por estrés postraumático a 285 PACIENTES. La decisión está siendo investigada debido a preocupaciones de que fue tomada en parte para evitar pagarle la atención médica del Ejército a quienes cumplían con los requisitos para recibirla. AMY GOODMAN: es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
Publicado por: sergio carioni | 17/03/2012 15:35:36
MATAR CUANDO LA GUERRA YA NO TIENE SENTIDO (3). En My Lai, entre 375 y 520 civiles vietnamitas, en su mayoría mujeres y niños, fueron masacrados a sangre fría por soldados norteamericanos que, en su mayoría, se callaron. Fue después de que apareciera el primer artículo de Hersh que se publicaron fotografías de la masacre –tomadas, mientras ocurría, por un fotógrafo del Ejército norteamericano que estaba en el lugar— en los diarios y en la revista Life. Dada la tecnología actual y la febril cultura mediática de último minuto, parece improbable que algo de esa escala pudiera ocurrir hoy y ser encubierto. Pero el hecho de que menos civiles –y también soldados—mueran en las guerras de hoy no mitiga los espantosos horrores de sus acciones o reduce el daño político en Afganistán. Los aliados de la OTAN están buscando salirse con algo de gracia y dignidad de una situación que se ha vuelto fea y en la cual su enemigo designado, los Talibán, no sólo ha ganado terreno, sino que luce como probable reconquistador del poder una vez que esa salida final se produzca. En el otoño (boreal) de 2010, visité al Mullah Zaeef, un ex enviado de importancia de los Talibán y prisionero de Guantánamo después del 11 de septiembre de 2011, quien, desde su liberación y retorno a Afganistán, ha vivido en una villa de Kabul con guardias provistos por el presidente Hamid Karzai. Aunque formalmente evita todo contacto con sus camaradas talibán de antaño que todavía están en la pelea, Zaeef conserva, claramente, el rol de intermediario; Karzai y muchos oficiales militares y de inteligencia norteamericanos y de la OTAN lo ven, ciertamente, como un posible enlace con los talibán moderados. Zaeef dijo que le divertía haberse vuelto objeto de atención de tantos funcionarios occidentales. Pero, en primer lugar, no estaba seguro de quiénes podían ser esos talibán “moderados”. En cuanto al valor de negociaciones futuras, sonrió cortante y dijo lo único que los talibán podrían estar dispuestos a conversar con los norteamericanos y sus aliados son las condiciones de su retirada total del país. Un acuerdo tal podría determinar si dejarán Afganistán con alguna apariencia de dignidad o no, afirmó. Jon Lee Anderson.The New Yorker.
Publicado por: sergio carioni | 17/03/2012 3:53:51
MATAR CUANDO LA GUERRA YA NO TIENE SENTIDO (2). Tales incidentes no son desconocidos para los norteamericanos –o no deberían serlo. También ocurrieron en Irak. Hubo las ignominias de Abu Ghraib y la masacre de Haditha, y miles de incidentes menores, a veces no reportados, en los que los soldados humillaron, mataron o abusaron de civiles iraquíes por razones que tenían menos que ver con sus posibles intenciones hostiles y más con sus propios miedos y odios. En el verano de 2003, en Fallujhan, conocí a un soldado norteamericano que se vanaglorió ante mí de haber “quemado” a vehículos civiles que se acercaban por el camino entre Basora y Bagdad porque no estaba seguro de quién estaba en ellos. En ese momento, dijo, había parecido más prudente matarlos que dejarlos vivir, sólo por la posibilidad de que pudieran ser hostiles. El modo en que me contó sus experiencias, sin embargo, dejaba vislumbrar una realidad que a pocos soldados les gusta discutir: que a veces matan porque la oportunidad está allí y porque, en ese momento, a algunos de ellos les resulta divertido. Siete años después, ese mismo soldado me contactó por carta para decir, arrepentido, que era muy diferente de aquel joven que había conocido. Tuve la sensación de que buscaba alguna clase de expiación por las cosas que había hecho, pero también quería mi comprensión. Expresaba un claro sentido de autoconciencia y me preguntó adónde lo llevaría. Dos generaciones atrás, antes de Twitter y YouTube y de celulares con cámara, los soldados norteamericanos en Vietnam demostraban rutinariamente su odio hacia el pueblo del país que los hospedaba de modos a menudo peores y mucho más frecuentemente que en Afganistán. En esos días, llevó mucho más tiempo al público norteamericano descubrir cada uno de los episodios –más de un año en el caso de la masacre de My Lai, en 1968. “Nadie quería ser el primero en publicarla”, escribió recientemente Seymour Hersh, quien sacó la historia a la luz. Jon Lee Anderson.The New Yorker.
Publicado por: sergio carioni | 17/03/2012 3:53:28
MATAR CUANDO LA GUERRA YA NO TIENE SENTIDO (1). La masacre en Kandahar (Afganistán) Todo indica que los militares norteamericanos y sus aliados de la OTAN no sólo han sobrepasado su estadía en Afganistán, sino también el punto en el que su presencia es otra cosa que tóxica. Mientras que los detalles exactos del incidente son todavía poco claros, es sabido que, temprano en la mañana del domingo (11 de marzo de 2012), un soldado norteamericano aparentemente asesinó a sangre fría a 16 civiles afganos en el distrito Panjwai de la provincia de Kandahar. Nueve de las víctimas, se informó, eran niños. Este es meramente el último eslabón en una cadena de episodios en los que los soldados norteamericanos –pese a las intenciones positivas de la abrumadora mayoría de ellos—han mostrado desprecio, falta de respeto y, cada vez más y en forma trágica, odio por la gente del país que los alberga. Dos semanas atrás fue la quema accidental de ejemplares del Corán y otros textos sagrados en una base militar norteamericana –la noticia llevó a furiosos motines en todo Afganistán y a la muerte de al menos treinta personas, incluyendo a seis soldados norteamericanos. En enero, fue un video, filmado por los propios soldados norteamericanos, que mostraba a cuatro marines orinando sobre los cadáveres de varios afganos, sospechados de ser parte de los talibán, a los que habían matado. En 2010, en Maiwand, una provincia del sur –no lejos del distrito Panjwai—, un grupo de soldados norteamericanos emprendió el “asesinato deportivo” de civiles afganos: se tomaron fotos posando con sus víctimas y recolectaron partes de sus cuerpos como trofeos. Jon Lee Anderson.The New Yorker.
Publicado por: sergio carioni | 17/03/2012 3:53:04
Desafortunadamente las invasiones/intervenciones son un mal necesario para mantener aceitados los primeros eslabones de la cadena alimenticia. Sin todo fuera como las arcadias y utopías socialistas andaríamos todos cubriéndonos el culo con hojitas de parras. La riqueza de Afgan tendrá que esperar antes de que sea socavada, ahora no la necesitamos y para cuando la necesitemos estaremos cavando en Marte o algún planetilla metales más duros y mejores. Y esa idea de que vendrán tiempos más justos es bueno para la mano de obra barata, pues que sigan soñando…
Publicado por: Smith | 16/03/2012 21:18:59
Estimado Ricardo,saludos.Solo una observacion sobre el titulo del Post: Occidente naufraga?...El que naufraga es el Imperialismo Norteamericano,el Estado Sionista de Israel y "los paises aliados".Muchos paises occidentales se opusieron a las TODAS las invasiones y masacres del Imperio.No confundamos las cosas.Informemos correctamente a la sociedad.sc
Publicado por: sergio carioni | 14/03/2012 0:30:10
los imperialistas han entrado a Afganistán para colonizar la zona y someter para siempre al mundo musulman y pillar sus riquezas naturales. Para legitimar su guerra han hecho mala prensa al Islam y han intentado ensuciar su cara con un desgatse porpagandistico nunca visto antes. Pero en el mundo musulman hay hombres que nadie puede derrocar. Son los hombres de fe. Ellos han acabado con los sueños imperialistas del PODER occidental. Les han derrotado y ahora cuando se retirarán empezará una nueva etapa: la etapa de hacerles pagar a los occidentales por todos su crímenes, y así veremos a aznaritos en la Corte Internacional de Justicia (no la de ahora que es puramente imperialista, sino la de un inminente futuro, la de un mundo libre y justo).
Publicado por: Ahmed | 13/03/2012 16:51:17
Expansión a toda costa desde el Nilo hasta el Tigris y el Eúfrates.
¿Se entiende verdad?. DIVIDE Y VENCERÁS.
El plan de fracturar la dura roca islámica está dando su fruto.
Recuerdo el primer "militarote reinón para nada jubilable, teñido y de mirada fiera"; una acusación falsa de "enloquecido armamentista", juicio podre y ajusticiamiento rápido. (Se defendió como un león).
Supuestas revueltas primaverales en los territorios más facilitos de "reinonas teñidas y forradas" que no se daban jubilado. (Unos cacos).
Después el "recalcitrante militarote ligón y arrugado de cara estirada". (Traicionado y aplastado como una rata).
Ahora mismo "guerrillas topo" liquidando gente desierto arriba desierto abajo, en misión de sangrienta confusión para cargarle el mochuelo al "avechucho real" que no abandona el nido ni a tiros.
Mientras, más al Este, se crea la leyenda negra de los ingenieros locos que fabrican bombas nucleares. Alguno "explosiona" de vez en cuando.
Y por el medio andan unos "jequezuelos" de comparsa que no saben si van o vienen, celebrando campeonatos de fórmula uno y transformando el desierto en terreno edificable.
Hay unos residentes bíblicos desplazados que malviven prisioneros y desnutridos en una franja tutelada.
Y en tierra de nadie, repartidos entre fronteras artificiales una étnia sin patria, reclamando a tiro limpio una vieja promesa de devolución de territorios.
Y muy al Noreste, los del premio gordo, con tropas invasoras que se han quedado para siempre, envilecidas, orinando sobre cadáveres y de caza nocturna del habitante local.
SINIESTRA PARTIDA DE AJEDREZ
¿Se producirá un jaque mate o terminará en tablas?
Publicado por: Felizísima Fortuna | 13/03/2012 2:28:16
EL SENADOR PROFETA: No fue sin previsión profética que el sionista estadounidense por antonomasia, senador por Connecticut, Joseph Isadore Lieberman (Stamford, Connecticut 1924), exigiera días después del ataque de al-Qaida del 11-S de 2001: “Primero tenemos que ir a por Irán, Iraq y Siria” antes de considerar quiénes eran los verdaderos autores de los hechos. James Petras: La revuelta árabe y el contrataque imperialista, Clarity Press: Atlanta 2012.
Publicado por: sergio carioni | 12/03/2012 21:31:34
EN LA PAZ, PRIMERO BRASIL: El Gobierno de Brasil toma la delantera para tratar de evitar otra guerra sin sentido. El Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Antonio Patriota, hizo una declaración valiente y muy importante la semana pasada sobre la creciente amenaza de un ataque militar contra Irán. Le pidió al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que opine sobre la legalidad de una amenaza de ataque militar contra Irán. "A veces se escucha la expresión 'todas las opciones están sobre la mesa'. Sin embargo, algunas acciones van en contra del derecho internacional", dijo Patriota. Es de vital importancia que las naciones que tienen un interés en mantener la paz, y en un mundo más regido por los tratados internacionales y la diplomacia -en lugar de por la fuerza- hablen, como Brasil ya ha hecho, antes de que comience una guerra. Mark Weisbrot, codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR), en Washington, D.C. Es también presidente de la organización Just Foreign Policy . http://news.yahoo.com/blogs/envoy/un-weigh-legality-iran-strike-brazil-foreign-minister-170354507.html
Publicado por: sergio carioni | 12/03/2012 21:29:48