El diplomático

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abril 2013

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La Embajada de España en Saná. En la escalera de acceso, un plástico cubre los sacos terreros. / Á.E.

Hoy se inaugura en la Embajada de España en Saná una exposición de fotografías titulada Retratos de un nuevo Yemen, obra de María Primo de Rivera. Es la séptima en poco más de un año que, no hace falta recordar, ha coincidido con un levantamiento popular, su represión y su relativo triunfo. El esfuerzo  que ha supuesto ese empeño (no tanto económico como logístico y personal) es mucho más que un ejercicio voluntarista. Su impulsor, el embajador Javier Hergueta, se muestra convencido de que ha sido clave para mantener y ampliar los contactos bilaterales.

Durante ese tiempo de incertidumbre, la legación española se ha convertido para muchos intelectuales y artistas yemeníes en un oasis en el que confiar sus preocupaciones, encontrar apoyo a su dedicación, o simplemente desconectar de las tensiones. Ha sido también un aliciente (además de un trabajo añadido) para un personal, tanto diplomático como auxiliar, confinado buena parte del tiempo a los cuatro muros de la Cancillería-Residencia por razones de seguridad.

Por supuesto, ha habido momentos en que era imposible pensar en llevar a cabo actividad cultural alguna. El exacerbamiento del conflicto en marzo y junio del año pasado obligó a dos evacuaciones de la magra colonia española y del propio personal de la Embajada. Pero ni siquiera en los casos de guerra declarada la vida se suspende del todo. Las tensiones políticas tienen altibajos, y los bombardeos y enfrentamientos entre los grupos armados que apoyaban a cada bando eran intermitentes. Hergueta aprovechó esos huecos para insuflar oxígeno.

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El embajador Javier Hergueta durante la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora junto a la premio Nobel Tawakol Karman./ yemenfox.net

Las exposiciones, que han intercalado artistas locales y españoles, han atraído a la Embajada a políticos y activistas sociales que han entendido el gesto como un respaldo moral a la sociedad civil.

“Nos han dado una gran entrada comercial”, admite además Hergueta.

A las duras y a las maduras. Tal vez sea ese el mensaje que transmiten las embajadas abiertas en lugares en conflicto. Porque cuando las bombas obligan a la evacuación de los nacionales, ¿qué pintan los diplomáticos allí? ¿O es precisamente entonces cuando más falta hacen? Con toda la retórica de su lenguaje, su intervención es sin duda preferible a la guerra. En Yemen, los esfuerzos de un puñado de diplomáticos occidentales y árabes han contribuido casi tanto como la voluntad política de sus respectivos Gobiernos a conseguir la renuncia a la presidencia de Ali Abdalá Saleh y el inicio de una transición, todo lo frágil e insegura que se quiera, pero mucho mejor que la alternativa.

Ahora en la etapa que empieza, Yemen va a necesitar infraestructuras para romper el círculo vicioso de la pobreza que castiga a su población. Y a decir de los expertos, el país tiene potencial, siempre que consiga dejar atrás la violencia y la inestabilidad, tarea titánica ante el descontrol que ha heredado el nuevo Gobierno.

Empresas españolas están bien situadas ante la próxima adjudicación de una red de líneas eléctricas, un parque eólico y el nuevo aeropuerto de Saná. De momento, ya hay varias que han conseguido o están a punto de conseguir contratos. Es una forma de corresponder a la aportación que hicier on los yemeníes en  ingeniería de canales durante la invasión árabe de la península Ibérica.

Sólo con un decidido apoyo internacional podrá tener éxito el nuevo Yemen que captan las fotografías colgadas en la Embajada de España y que, si Hergueta se sale con la suya, también viajarán a Madrid en un futuro no muy lejano.

El País

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