Por Miguel González
La intervención de la ministra española de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, el pasado 24 de septiembre ante la Asamblea General de Naciones Unidas, fue analizada con lupa en las cancillerías de los países árabes e Israel. Como se esperaba, la jefa de la diplomacia española apoyó la aceptación de Palestina como Estado observador de la ONU, “una etapa hacia el legítimo objetivo de formar parte de la Naciones Unidas como Estado de pleno derecho”. Es decir, ante la negativa de EE UU a permitir que el Estado palestino se convierta en miembro de la ONU (una prerrogativa que corresponde al Consejo de Seguridad), España está dispuesta a votar a favor de que la Asamblea General le conceda el estatuto de observador; siempre y cuando el líder palestino Mahmud Abbas se decida finalmente por esta opción, algo que aún no ha hecho y no se sabe cuándo hará.