Terapia de grupo para cineastas anónimos

Por: | 21 de abril de 2013

Cruise"Show me the money" Tom Cruise hablando de negocios pero sin dar una cifra concreta.

Muchos de los que hacemos ficción low cost desconocemos por qué lo hacemos, pero cuando nos juntamos y compartimos nuestra historia entendemos que algo “trascendente” nos ha reunido aquí. Por eso toda excusa es buena para salir de la cueva de autor y compartir ideas en terapia de grupo. Lamentablemente el dinero casi siempre acapara la conversación.

Esta vez nos reunimos con la excusa de la presentación de Buscarse la vida en el cine, un reportaje de CANAL+ que durante un año y medio se pegó a varios rodajes low cost nacionales. Tras la proyección del reportaje empezó el coloquio, una terapia de grupo en toda regla, y nos pusimos finos en un encendido debate a favor y en contra de nosotros mismos, todos bipolares, todos apasionados. Porque en el fondo desconocemos cómo podemos ser tan ingenuos de hacer películas sólo porque sí, y eso a veces nos hace entrar en contradicciones.

Directores 

Asistentes a la terapia: Alfonso Cortés-Cavanillas (Los días no vividos), Daniel Castro (Ilusión), José Luís Chavez Madrazo (Todos los días, Antes de morir), Julen Robles (Arteros), Tina Olivares (Esperando septiembre), Carlos Vermut (Diamond Flash), David Galán Galindo (Al final todos mueren). Foto de CANAL+.

Juan Cavestany dice en el reportaje que cuando terminó de grabar Dispongo de Barcos (2010) estaba tan colapsado por la precariedad de rodar sin paracaídas ni brújula que se prometió no repetirlo jamás, antes muerto, y mientras lo prometía ya estaba a mitad del rodaje de El Señor (2012). Cuando esta mierda te atrapa, ya no sales... asentíamos todos desde nuestras butacas.

Si no necesitamos dinero, tal vez somos ricos

Estamos de acuerdo en que no nos gusta que se nos defina con la etiqueta low cost, pero todavía a nadie se le ha ocurrido otra mejor. No somos una generación, ni creemos que estemos marcando un hito histórico a etiquetar, pero precisamente low cost apela al precio de lo que hacemos, y esa valoración no parece justa, nos tenemos por creadores de “cultura” (comillas necesarias) y si bien trabajamos con un dinero líquido muy ajustado, medir una actitud artística, o expresiva, por el precio de sus materiales tangibles y no de su resultado resulta poco motivador. Nos obcecamos en que todo esto no va de precio, sino de libertad. Nos impostamos como tipos ricos (tanto que no tenemos dinero porque no lo “necesitamos”) y así somos libres.

 
Ilusión de Daniel Castro (que escribe, produce, dirige y protagoniza), seleccionada para la sección Zonacine del Festival de Cine de Málaga de Cine Español

Carlos Vermut se molesta cuando tras veinte minutos de coloquio aquí sólo se habla de dinero. Dinero, que es lo único que ninguno de nosotros tiene. A él todos los temas de producción le dan igual. Y lo repite varias veces. ¡Que me dan igual, que no me interesan! Y parece que tiene razón, porque todos asentimos al escucharle con murmullo de terapia de grupo. Pero en esa bipolaridad que nos caracteriza nos solemos poner la zancadilla a nosotros mismos, y caemos en la etiqueta que tanto nos disgusta. Hacer películas baratas no es nuestro objetivo final, y sin embargo el discurso que nos nace cuando hablamos de nosotros no habla de pasiones estilísticas, narrativas... o de historias. Acabamos hablando de cómo logramos hacer que las cosas sean baratas, como si estuviéramos en una feria de empresarios ferreteros. Y yo el primero.

Libertad para contar historias pequeñas

Víctor Molero (director de arte), se erige como contrapunto de esta terapia y sugiere poca originalidad en las narraciones del cine low cost. Ya en la nouvelle vague los rodajes trabajaban con lo mínimo y su economía no fue el acento, sino la innovación narrativa. Molero nos dice que si tuviéramos dinero sí que seríamos libres para hacer lo que parece que pretendemos, las historias que ahora se ruedan desde el low cost parecen ideas convencionales a las que sólo les falta dinero. El pelotón del low cost desenfunda y responde al unísono que no es cuestión de tener libertad para contar cualquier historia, sino que, dentro de un tipo de historias accesibles (las que se pueden rodar con poco dinero) disponer del control total sobre lo que se cuenta y cómo se cuenta, y no ceder parcelas a criterios de productor (que no de producción), es decir: a la venta.

Cavestany
Juan Cavestany grabando Dispongo de Barcos


¿Pero para qué estamos aquí? ¿No queremos vender? De ahí que yo nos llame bipolares, pero todos estamos de acuerdo en que probablemente ni Cavestany ni Vermut habrían podido hacer Dispongo de Barcos o Diamond Flash (2011) si tuvieran un productor respirándoles en la nuca, ni mis chistes pecaminosos habrían tenido la aprobación de una tele... Libertad para que nadie nos diga cuándo podemos empezar a contar nuestra historia, ni con quién. Libertad para aprender grabando. Libertad para fracasar si así ha de ser.

La hipoteca, las facturas... hacer cine

Puede que ese sea nuestro problema: tratamos de conseguir sostenibilidad y no rentabilidad, pero incluso los ejemplos más rentables del cine low cost apenas cubren gastos, y mientras hay que pagar hipotecas y pan.

Tengo amigos ARTISTAS, en mayúsculas porque son artistas plásticos (no puedes atreverte a valorar su trabajo por cuánto les cuestan sus pinturas), y a ellos los cuadros se los compra el mismo tipo que lo va a “disfrutar”, a nosotros tal vez no. Creo que Tina Olivares se acercó a una explicación de nuestra bipolaridad: queremos convencer al espectador, pero tal vez nuestro comprador real es otro y el problema es que aún no demanda nuestras películas porque en el fondo todavía no entiende su valor. El comprador son las televisiones, las distribuidoras...  de ahí debería salir el pan calentito que necesitamos para comer y seguir vivos, y no sólo de las miguitas de ego y amigos que cosechamos con tanto esfuerzo, y mientras esos clientes no atiendan a nuestros proyectos estamos hipotecando nuestra ilusión de forma suicida.

En Buscarse la vida en el cine, Paco León se alegra de haber conseguido mucho con poco, y lo que es mejor: contra todo pronóstico. Y tiene razón. González Macho, señala lo que muchos dedos especializados apuntaron cuando Carmina o revienta (2012) fue un éxito: experimentos así son interesantes, pero no son más que experimentos, pues no serían sostenibles con unos costes de producción superiores a los 40.000 euros que según parece gastó Paco León, ni tal vez sean extrapolables a otro tipo de formatos o a un autor no mediático, etc.

Dialogando

Dialogando.

Si la etiqueta low cost molesta, el crowdfunding empieza a picar. El cosmonauta está en lo más alto del éxito en crowdfunding, precisamente porque han profesionalizado la búsqueda de micromecenazgo y merchandising tanto o más que el rodaje en sí, han extendido el concepto de hacer una película hasta crear una “experiencia transmedia” (le pongo comillas inevitables), y por ser los primeros haciendo algo así en España su ruido ha sido muy amplificado y han conseguido subvenciones y premios de la Administración y RTVE; todo eso lo han puesto en una coctelera y han conseguido que los ingredientes se mezclen retro-alimentándose, consiguiendo unos 400.000 euros. Pero El cosmonauta es la excepción. La mayoría de nosotros no tenemos la intención de hacer una “experiencia transmedia”, sólo queremos hacer una película. Tenemos una cámara, un guión y un puñado de actores, y si es posible pretendemos empezar a rodar mañana.

Sigue rascando

Esa es tal vez otra etiqueta que se nos podría añadir. No podemos esperar. En la terapia de grupo sale el tema de las subvenciones, y la carcajada sólo es inferior a cuando sale el tema de la piratería. Nos da igual que el Estado suprima las subvenciones para la producción de cine español porque nunca nos han dado un euro, ni jamás nos lo dará. Los impresos del Ministerio parecen estar redactados en chino inventado, por eso hay que dejar casi todas las casillas en blanco, y por eso la carta del Ministerio que acaba llegando es una copia tipo “sigue rascando”.

Precisamente el cine pequeño, el artesanal y vulnerable debería ser el apoyado por Cultura. Los anónimos de esta terapia creemos ser la cantera del cine, la inversión de futuro, la investigación cultural. Y nos envalentonamos: el puñado de películas de ficción españolas subvencionadas al año (una treintena en 2012) suelen ser proyectos de narración clasica fomentando el blockbuster español, con autores consolidados al timón y actores infalibles en el reparto. Si de la Iglesia, Almodóvar o Sánchez Arévalo necesitan apoyo público para sus películas es que algo no funciona. El Estado funcionando como inversor a fondo perdido de proyectos puramente empresariales tiene tan poco sentido como que el dinero no esté saliendo del Ministerio de Industria sino de Cultura. Además, las películas subvencionadas no revierten en el contribuyente, tú pagas una película vía crowdfunding estatal, sin consentimiento, y luego pagas 8 euros de la entrada por verla en el cine. Si eso es así, por lo menos que alguien te dé un besito...

Termina la terapia

Lo que más me gusta de las terapias de cineastas anónimos es que todos nos conocemos, así que ni somos anónimos ni tal vez somos cineastas. Despertamos y creemos que todo ha sido un sueño, fundido a negro.  

 

Hay 2 Comentarios

Me encanta saber que ha habido un punto de encuentro entre autores que vivan en la misma realidad, hablando sobre la relación espectadores y compradores y que hablen sobre el posicionamiento en una posible nueva narrativa, ¡qué ganas de sentirse formar parte de un movimiento así!.

A partir de este artículo estamos debatiendo en Tropos, una webserie de personajes fantásticos realizada por gente perdida (y maravillosa) http://tropos.es/ficcion-low-cost/

¡Gracias por compartir, David!.

Money? WHAT MONEY??

Saludos!!

Los comentarios de esta entrada están cerrados.

El Hombre Orquesta

Sobre el blog

En esta película de bajo presupuesto el guionista también ejerce de director, productor, cámara y sonidista, cual hombre orquesta. Este blog trata de ordenar el proceso de gestación de la película, además del flujo de ideas, personas y tendencias que bailan alrededor.

Sobre el autor

David Navarro es realizador, guionista y productor hiperactivo. No se ha planteado pedir una subvención ni esperar el visto bueno de una televisión. Compagina los rodajes con la docencia y cosas peores. Desarrolló las series independientes “Oído Caníbal” y “Nada que celebrar”, ambas emitidas en CANAL+.

Archivo

julio 2014

Lun. Mar. Mie. Jue. Vie. Sáb. Dom.
  1 2 3 4 5 6
7 8 9 10 11 12 13
14 15 16 17 18 19 20
21 22 23 24 25 26 27
28 29 30 31      

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal