Hubo una época en la que se gastaban millones (de pesetas) en hacer cortometrajes. Algunos cortos caros de ayer valían tanto como los largos baratos de hoy. Y ese frenesí se complementaba con ayudas del Estado, certámenes pagados con fondos públicos y escuelas oficiales compitiendo con grandes presupuestos de fin de curso. España estuvo plagada de festivales dedicados en exclusiva a este género y ser cortometrajista hasta quedaba bien en el currículum. Todo esto ahora suena a burbuja, pero no lo fue, el corto cumplió su función, generalmente servía como prueba y lanzamiento. También había cortos porque sí: historias que no pedían ser largas. Pero ahora hacer cortos empieza a decaer, en favor de hacer largometrajes low cost o webseries. El corto no tiene porqué desaparecer (el cuento breve no muere en favor de la novela) ¿pero hacer cortos tiene hoy el mismo sentido que hace pocos años?
La webserie Inquilinos ha producido siete capítulos en dos años, cada vez con más cameos y más metraje.
Internet dio un empujón tremendo a este formato (visibilidad, redes sociales...) Y sin embargo la gran mayoría de los cortometrajistas lo seguían siendo “por obligación”, porque aún no podían dedicarse al formato que realmente les interesaba, el largo. El espectador de cortos generalmente era creador de cortos, o amigo/familiar, o miembro de una asociación de amigos del cine de Cuenca. El corto movía mucha pasión y ganas, pero no de verlos, sino de utilizarlos para progresar.
Y algo cambió. No fue un cambio tecnológico (que también), sino de hábitos del espectador. Llegó el día en el que los creadores audiovisuales dejaron de ver el largo como la única obra suprema, y empezaron a rezar por (también) hacer series. Fue en 2007, época post Friends, y en pleno apogeo del final de Los Soprano, cuando en EE.UU. surgió una webserie titulada Quarterlife que se convirtió en el primer fenómeno webserie norteamericano. Su creador venía del mundo de la televisión, Marshall Herskovitz fue el creador de Treintaytantos en los 80 y productor de un buen puñado de taquillazos de Hollywood, que tras una época sin trabajo pensó en sacar adelante uno de los pilotos que las cadenas le habían rechazado y rodarlo con su propio dinero, para colgado en Internet (con ese sueño que tenemos todos: petarlo). Tras el primer capítulo lanzado a la red las cadenas siguieron sin tenerle en cuenta, pero las visitas en Youtube no iban mal, así que lanzó otro capítulo, y luego otro. La sinopsis era sencilla: la vida de unos amigos en la gran ciudad, amores, traiciones, blogs, webcams... Tras un puñado de capítulos Quarterlife se convirtió en un fenómeno en YouTube (el Malviviendo de EE.UU.), tanto que la NBC adquirió todos los capítulos rodados y puso dinero para grabar otra temporada, para emitirla en televisión, a lo grande. Y entonces Quarterlife se deshinchó y adiós.
Primer capítulo de Quarterlife.
Conocí Quarterlife un par de meses antes de que la adquiriera la NBC y me picó el gusanillo. ¿Y si dejo de pensar en hacer cortos y por el mismo precio hago una serie? En España aún no se había lanzado Malviviendo, pero estaba al caer, así que apenas había referentes. Me propuse escribir una serie de seis capítulos, lo que yo llamaba “una temporada piloto”, quería rodarla y luego... ver qué pasaba: tratar de mostrársela a algún canal, y si la cosa no cuajaba colgarla en la red (pero como última opción). Filmin acababa de nacer, y las alternativas de pago (VOD) a colgar los vídeos en Youtube eran casi inexistentes.
Por aquella época yo estaba muy obsesionado con Los Soprano, y ya de por sí me interesaban mucho los sociópatas, en especial los hackers sociales, así que pensé en escribir sobre eso. La idea era básica: personas que no pueden evitar espiar a otros, por psicopatía, y que se inmiscuyen en la vida de los demás hasta el punto de interactuar con sus datos, suplantar personalidades y hundir sus vidas, las de los demás y la suya propia. Pasé tres semanas escribiendo seis capítulos de 30 minutos de lo que finalmente se tituló Oído Caníbal. Dos meses después comenzamos a grabarlo, fueron 22 sesiones de rodaje repartidas en dos meses. El presupuesto líquido para los seis capítulos no superó los 3.000 euros. El coste real, pasaba levemente los 100.000 euros (trabajo del equipo). Unos 40 actores, tres técnicos de sonido, un director de fotografía profesionales y dos ayudantes de dirección. ¿Cómo pudimos sacar adelante el proyecto con tan pocos recursos? Rodando por localización, y no por capítulo (como si fuera una peli), no usando ni un solo foco, desplazándonos en metro, y cargando cualquier necesidad extra sobre mi salud (como productor, director... atrezzista). Seis meses después la serie ya estaba editada. ¿Y ahora qué? Me poseyó la avaricia, y la edité nuevamente, en formato largo. Los seis capítulos que había rodado, unidos, tenían un metraje superior al de la mayoría de los largometrajes, más de 120 minutos de ficción. Me entró la fiebre del oro, y quise considerarme un director de esos que hacen cosas importantes, un largo. El siguiente paso fue hacer algo con eso.
Trailer de Oído Caníbal.
Estamos hablando de 2008, no hace mucho, pero el audiovisual ha cambiado radicalmente: el cine low cost (de video digital) ni estaba de moda ni tenía buena fama, cualquier peli española grabada con 3.000 euros merecía el desprecio inmediato de la industria, y de la mayoría de empresas, entidades, críticos y público. Y generalmente tenían razón, el HD acababa de llegar y aún se usaban cintas MiniDV para grabar. Cuando recuerdo esos detalles siento que hicimos Oído Caníbal en la prehistoria. Enseñé la peli a un par de personas influyentes del establishment audiovisual, llegué a tener una cita muy amable con el ICAA, y un par de críticos accedieron a verla (aunque no la vieron). Mientras yo soñaba con Gijón, Valladolid y Tribeca. Entonces, un tipo increíble llegó a mi vida. Un tipo al que yo no conocía de nada, amigo de un amigo, de un amigo. Él quiso ver la peli, fue el único que desconectó su móvil y la vio sin interrupciones, y a su término sólo dijo tres palabras: Canal-Plus-Serie. A mí me daba pereza pensar en que esto que había nacido como serie y ahora era una peli, podría volver a ser una serie. Yo quería alfombras rojas, champán... Dos días después me recibió Miguel Salvat, director de Canal+, y lo primero que me dijo cuando me senté en su despacho fue: "Ni de coña, esto de que tu peli se convierta en una serie es muy difícil, pero cuéntame de qué va...” Un mes después Oído Caníbal ya era una serie de Canal+. No en el sentido clásico, no era una serie de producción propia, ni tampoco era una adquisición al uso... para la cadena fue un experimento, la apadrinaron y le dieron “un apellido”, me ayudaron a pulir detalles: montaje, música, promoción. Y aunque mi vida no se transformó en la de Darren Star, jamás se lo agradeceré lo suficiente a aquel tipo misterioso que desconectó su móvil para ver mi peli. Un año después de todo eso la serie se emitió en el recién nacido Canal+Xtra.
Uno siempre piensa que vendrá Dios, en la piel del director de Canal+, y te pondrá un pisazo. Lamentablemente (o por fortuna) la vida es mucho más que eso, y cada escalón hay que subirlo para pisar el siguiente. Oído Caníbal cultivó algunas críticas brutalmente positivas, y para algunos espectadores (muy pocos) fue considerada “de culto”, pero para el común de los mortales pasó completamente desapercibida y así quedará para la eternidad. Y con razón, no era más que un experimento. Recuerdo que meses después de su lanzamiento asistí como espectador a una obra de teatro amateur en un colegio religioso (todo era muy decadente, pero real, como la vida), y el hermano de un amigo me preguntó en qué andaba metido ¿haces cortos? Yo le expliqué que no, que... "hago series, y la última la han puesto en Canal+..." Él me miró descreído, no entendía de qué le hablaba ¿series, dónde, cómo, vives de eso, Telecinco o Antena 3?... enseguida le quitó importancia a eso de hacer series que nadie ve. Y tenía razón.
Yo hago series porque me gusta ver series. A veces me hago entrevistas a mí mismo y la cabeza me da vueltas, pero esa es otra historia. Hasta ahora he rodado dos proyectos que han ocupado en total casi cinco años de mi vida y equivalen a 340 minutos de metraje en capítulos de media hora. Y creo que comparto esta pasión por “la serie” (como formato) con muchos otros espectadores y creadores de mi generación (1981), que gradualmente estamos cambiando nuestro hábito por formatos más breves pero más intensos. En mi opinión, las series no deberían ser tomadas como el hermano pequeño del cine, pues precisamente es en ellas donde se puede desarrollar una mirada mucho más pausada y profunda sobre los temas (tal vez no dentro del establishment audiovisual español). Los Soprano tienen una duración total de 3.712 minutos (62 horas) ¿qué largometraje puede competir con eso? Además, las series crecen en paralelo a las personas que las consumen, no son historias cerradas, sino que las temporadas toman nota de lo que el público valora y castiga, y florecen hacia el interés de sus fans. Pero, espera un momento, hacer webseries no es hacer Los Soprano. Cierto, pero por algo se empieza.
La crítica y las comunidades especializadas en televisión rara vez dan cancha a las webseries (tan sólo como fenómeno) y supongo que eso es porque pocas veces las webseries logran aunar una masa significativa de seguidores reales (espectadores sin vínculos sanguíneos con el director y su círculo cercano). Los ejemplos exitosos en España son pocos, pero existen, pero tiendo a pensar que generalmente el triunfo de una webserie está más relacionado con la perseverancia de sus creadores por impulsar el proyecto en redes sociales que al interés real por una historia y una narración. Las webseries que más han funcionado han vendido una “experiencia” (como diría Nicolás Alcalá), un espíritu y una comunidad asociada.Camisetas y tazas.
Capítulo mítico de Qué vida más triste.
La excepción que confirmó la regla fue Qué vida más triste, el mismo año que Quarterlife conseguía saltar a la televisión en EE.UU, ellos dieron el salto a LaSexta en España después de tres años de capítulos online. Consiguieron el premio gordo: canal nacional, un buen horario de emisión, y permanecer cuatro años en antena. Aun no hemos visto un éxito así. A su coetáneo, Malviviendo, no le fue tan bien, tuvieron citas con varias cadenas, que quisieron replantear completamente el formato (escuché que un directivo quería poner a Fran Perea de protagonista) y finalmente Malviviendo sólo saltó a la tele como reposición de lo ya visto en internet, en un segmento de Adult Swing de TNT, de madrugada, y en palabras de David Sainz, con un pago cercano a lo simbólico.
Promo de TNT anunciando Malviviendo.
Las cadenas no se toman en serio a las webseries, porque no entienden que jueguen en la misma liga. Y tal vez tengan razón. Pero eso nos da igual, probablemente la liga que más mole sea la nuestra, la de la gente que hace cosas, que se lanza a la picota pública sin demoscopias ni paracaídas. La liga de quienes malviven entre semana para dedicar el finde a rodar su sueño, en serie. Probablemente las webseries aun no estén sacando buen partido a la libertad creativa, puede que sean excesivamente metalingüísticas, que vendan humo en sus trailers, que merecieran ser cortos y no pasar de los cinco minutos, que sus chistes no sean mejor que los que ya se ven en la tele comercial, y puede que incluso nadie "real" las vea. Pero disfrutamos siendo cabeza de ratón. De ratones sonámbulos.
Hay 4 Comentarios
Os dejamos nuestra web serie gamberra y diferente
http://www.youtube.com/channel/UC3oiIuCe3kzDKjlrE7inHYQ
este lunes estreno a las 20:00 si quereis seguirnos en facebook
https://www.facebook.com/echame.uncableserie
Publicado por: echame un cable | 12/09/2013 12:30:56
Un buen (y apasionado) recorrido por el mundo de las series y cortos. Yo nunca he sido de series. Puedo decirte que no he visto ninguna de las que citas, pero ahí están.
Un abrazo, joven.
Publicado por: V(B)iajero Insatisfecho | 13/06/2013 9:44:10
Gran verdad, muy buen ejemplo el de la magnifica mini serie de malviviendo, se lo curran mucho los chicos!!
Publicado por: pinganillos | 09/06/2013 0:12:21
Lo que más me alucina de todo es que aún haya que convencer a la gente de que las series no son el hermano pequeño de ningún otro género cinematográfico... Después de "Los Soprano", de "A dos metros bajo tierra", de "The Wire", de "El ala oeste...", ¿todavía estamos con ésas?
Publicado por: Miguel A. Delgado | 07/06/2013 12:25:46