El Hombre Orquesta

Sobre el blog

En esta película de bajo presupuesto el guionista también ejerce de director, productor, cámara y sonidista, cual hombre orquesta. Este blog trata de ordenar el proceso de gestación de la película, además del flujo de ideas, personas y tendencias que bailan alrededor.

Sobre el autor

David Navarro es realizador, guionista y productor hiperactivo. No se ha planteado pedir una subvención ni esperar el visto bueno de una televisión. Compagina los rodajes con la docencia y cosas peores. Desarrolló las series independientes “Oído Caníbal” y “Nada que celebrar”, ambas emitidas en CANAL+.

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Está perfecto, pero vamos a hacer otra toma

Por: | 22 de julio de 2013

Resulta difícil hablar de una película que se está haciendo. No sabes cómo será el resultado final, si al juntar lo que grabaste por la mañana con aquello de hace dos días se conseguirá esa atmósfera de extrañeza que desprende el guión. Cuando se graba de forma discontinua como lo estamos haciendo (una mañana por aquí, una tarde por allá) no puedes dejarte llevar por las sensaciones del aquí y ahora, no puedes perder de vista el marco de referencia. El de Fantasma es un vagar sin rumbo en el que se ven atrapados sus personajes. Andan por sus vidas desenfocados, están pero sin estar... Como le gusta decir a David, Fantasma es una road movie interior. Es sencillo escribirlo a modo de sinopsis pero es más complicado grabarlo. 

Despedida1

A las 16h de un jueves veraniego llegas a una localización prestada, desértica, y tienes que buscarte la vida para extraer de ese lugar elementos que puedan sugerir esa descripción. Road movie interior. Ahí es nada. De momento estamos teniendo suerte con la luz y aun sin llevar focos nos encontramos con ventanas y cortinas que nos hacen la función de filtros. También David empieza a conocer mejor su propia película. Ya vamos coleccionando planos y se entrevén rimas -visuales y de personajes-, como si se intuyera un camino por el que la historia quiere llevarnos. Puntos de vista bajos, cierta lejanía en las conversaciones, una incomodidad de primer plano...

Comisaria1

Los actores, junto con las localizaciones y el director, serían el tercer vértice. Sabiendo que no debería olvidarse de ese vagar sin destino, David insiste en contener las interpretaciones. Sería fácil caer en la tentación y un día que el optimismo acompañe dejar que el tono subiese, que algo de pasión se colara en los diálogos, dar una pequeña tregua a los personajes. Pero entonces toda esa frialidad que venimos construyendo se vendría abajo. Cuando en la escena coinciden varios actores, se afinan unos a otros y los matices ya aparecen en los ensayos. Comenzamos a grabar y a las dos tomas la orquesta ya se conoce. Tres y parece que el ritmo está fijado. Cuatro y todo ha salido perfecto. "Está perfecto", dice David, "pero vamos a hacer otra. Esta vez vamos a probar como si fuera una conversación susurrada". O "esta vez no enciendas la luz y lo hacemos a oscuras" o "esta vez no muevas las manos". Y entonces la quinta es la buena. Se nota que hemos entrado en el marco de referencia: el volumen de las voces, la intensidad de la luz, la lentitud en los movimientos...

Vamos rascando de un lado y de otro para dar con él. No aparece como un milagro, hay que esforzarse en buscarlo y saber cómo plantear la puesta en escena, dónde poner la cámara, cuál ha sido la toma buena... La quinta. Lo señalo en el parte de realización y sin tiempo que perder pasamos a la siguiente secuencia. Dos actores, un pasillo, una pantalla de ordenador. A ver dónde se ha metido ahora el marco de referencia...

Sergio1

Mamá, de mayor quiero ser ayudante de dirección

Por: | 15 de julio de 2013

Apostaría -si tuviera el dinero- a que nunca oirás eso de la boca de un niño. Los que acaparan futuras vocaciones, entrevistas y autógrafos son los directores y los actores, las actrices. Algún niño despistado, desmarcándose del resto, aspirará a ser director de fotografía, montador, guionista… Pero no ayudante. El oficio de ayudante sigue en la sombra y a ojos del espectador creo que incluso arrastra el título de segundón.

Desde hace apenas unas semanas soy la ayudante de David, el hombre orquesta, en la realización de su primer largometraje, Fantasma. La diferencia entre ser ayudante en un rodaje convencional y en un rodaje low cost es que en este último -el nuestro- terminas ejerciendo también de ayudante de la batería, la guitarra y la flauta (es decir de arte, de sonido y de producción). Más allá del trabajo extra, las funciones siguen siendo las mismas, seas un equipo de 50 personas o de 3.

Claqueta 2

Nuestra claqueta, magullada y parcheada, superviviente de Nada que Celebrar.

Lo primero que habría que puntualizar es que el ayudante de dirección no es un director frustrado. Algunos de ellos han dado el salto a la dirección pero otros han permanecido en ese puesto durante toda su vida. El ayudante de dirección es un intermediario entre el productor y el director. Debe ser consciente de las necesidades de ambos (del dinero de uno, de los deseos del otro) y hallar una forma de que sean compatibles. Si te acercas a un rodaje probablemente le encontrarás dando órdenes pero no te dejes engañar por la pinta de mandón. El ayudante vive pegado a un reloj y a un guión, casi siempre anunciando al mundo que se va con retraso según el plan previsto. No hay que agobiarse, hay rodajes en los que incluso antes de salir de casa ya se va con retraso.

En el set un buen ayudante debe saberlo absolutamente todo: qué se ha rodado, qué se va a rodar, qué dinámica tiene cada departamento, quién viene, quién se va… Esa sensación de control me gusta, va con mi carácter. Yo me lo paso bien confeccionando tablas y órdenes de rodaje. Soy feliz entre desgloses y cuando la grabación fluye no hay mayor satisfacción. Cuando el rodaje se atasca y va a trompicones, entonces no hay un gramo de disfrute. Son los días malos, los peores... Esta sería la vertiente resolutiva del ayudante, la que consigue que el equipo se ponga en marcha y que los descansos no se hagan eternos.

Parte 2

A la script que llevo dentro también le gusta rellenar partes de realización como este.

La otra faceta no la realiza de cara a la galería, es silenciosa y anímica. Lo bonito de este puesto es conseguir formar un verdadero tándem entre ayudante y director. Tienes que conocerle y saber distinguir cuándo está contento, agobiado o exhausto. Un buen ayudante de dirección es capaz de aislar al director de esos pequeños detalles (llámales imprevistos, inconvenientes… marrones) de los cuales no necesita enterarse. Se los puedes contar al final de la jornada, tomando unas cañas, cuando hace horas que los conseguiste solucionar sin que él lo supiera. A veces también hay que saber plantarle cara por el bien de la película, que acepte dejar un plano atrás para salvar la escena siguiente. El sol no espera a los que quieren hacer cine y los focos se llevan mal con el low cost.  

En mi caso, por ejemplo, lo que más me preocupaba era adaptarme a la forma de trabajar de David. Él graba haciendo de todo y con lo mínimo. Cuantas menos personas haya de por medio más libre se siente. Es su manera de hacer cine y es su película. Si no hay acuerdo en este primer punto todo lo que se construya a partir de él caerá por su propio peso. Pero si aceptas las reglas del juego, David sabe involucrarte. Es más fácil dedicarle horas a una película pensando que una pequeña parte de ella también te pertenece.

Debe ser complicado aceptar que otras manos entren a toquetear tu proyecto y que opinen sobre él, por eso valoro tanto aquel correo que me envió proponiéndome participar en Fantasma. Unos días antes le había entrevistado con motivo del estreno de su serie Nada que celebrar y cuando apagué la grabadora seguimos charlando durante un buen rato. Buena señal. Hablamos de Louie, de nuestro paso por Canal Plus, de la necesidad de hacer y no quedarse parado... Y creo que esa fue la clave. Somos de los que nos echamos el tambor a la espalda y no nos entra la vergüenza aunque haya que tocar en la plaza del pueblo.

Guion2

Llevamos tan solo tres días de rodaje pero ya le voy conociendo. Empiezo a distinguir si se le pone cara de 50mm y entonces voy trayendo la maleta de cámara para cambiar la óptica. He conseguido bautizar la postura "David está pensando" que consiste en una mano en la cadera y la otra bajo la barbilla. Llevo varios bolígrafos al ensayo porque en cuanto oye a los actores no le cuesta tirar frases a la papelera si de esa forma facilita el acting. Que la risa se cuele en toda esta aventura también significa mucho para él y yo lo disfruto.

Un ayudante mandón que haga el papel de poli malo no sirve de nada en una película low cost, en ninguna película de hecho. Comienzo a descubrir que lo más importante que puedes aportar es confianza, en el proyecto y en el director. Eres un mecanismo de seguridad por si sus fuerzas flaquean, son muchos los favores que hay que pedir y muchos los planes que se vienen abajo. Estar ahí ya es recordarle que se puede hacer, que lo estamos haciendo… Sí, estamos haciendo una película y os la iremos contando. 

Quiero tu casa para rodar, lo siento

Por: | 09 de julio de 2013

Fantasmaelpais1Primer día de rodaje de Fantasma, en una casa prestada.

Rodar una película low cost es siempre decir “lo siento”. La frase se la escuché a Daniel Castro, autor de Ilusión, quien por fortuna se está abriendo un buen hueco a este lado de la no-industria. Daniel ha rodado una película sobre un tipo naif obsesionado con triunfar haciendo un largometraje musical sobre la transición española. Argumento que sirve de lente de aumento (y distorsión) de la propia vivencia del auténtico director de la película, destinando casi tres años de su vida (real) a este proyecto, e invirtiendo todos sus ahorros en ello. Y le ha funcionado. Ilusión es una comedia realmente sorprendente y degustable, que se ha llevado tres premios del Festival de Cine de Málaga. Pero aún tiene más valor para quienes ahora estamos en esta misma situación, rodando una película sin cuenta corriente. Esta semana se pueden ver los últimos pases de Ilusión en Madrid en la Cineteca.

En el coloquio tras la proyección a la que yo asistí, Daniel habló sobre lo deprimente que es pedir para rodar, y pedirlo todo. Porque no pides para curar una enfermedad, o detener un embargo. Se pide para contar una historia, enlatarla en un archivo de vídeo y tratar de que alguien la vea... Se trata de pedir como si te salvaran la vida, con el objetivo más superfluo del mundo. Por eso tal vez las negativas duelen tanto. Daniel dice que tardó casi dos años en encontrar el videoclub que sale al final de su película, porque cuando obtenía una negativa se deprimía lo suficiente como para no querer volver a intentarlo, y así dejaba pasar las semanas.
 
Videoclub
Daniel Castro en la secuencia del videoclub.


Las películas low cost son lo menos industrial del planeta, porque cada detalle que finalmente sale en pantalla tienes que pedirlo desnudando tu ilusión, reconociendo que algo tan superfluo como hacer una peli es lo que te empuja a pedir favores a auténticos desconocidos a los que el cine puede serles completamente indiferente. En esa situación estoy ahora. Me encantaría escribir narrativa y que todo lo que defino en el guión no tuviera que ser buscado por mis propias manos, pidiendo permiso a desconocidos para hacer realidad mi ilusión. Y, como le ocurre al personaje de Ilusión, hay algo en el creador low cost que le induce a pensar que por algún subterfugio legal del destino, se tiene derecho a pedir favores de rodaje en nombre de la cultura y del propio sueño de crear, una ley oculta de uso personal, o algo así...

Hemos empezado a rodar Fantasma. Aunque este blog nació con el objetivo de hablar sólo del desarrollo de este largometraje, es la primera vez que escribo su título aquí. Fantasma (y esta la segunda). Durante los tres meses que he escrito en este blog me he limitado a pensar en alto sobre qué significa hacer una peli, y seguiré haciéndolo, pero ahora empieza el diario de rodaje, un calvario auto-impuesto con muchos capítulos.

Aunque ya hemos empezado a rodar, lo más complejo por el momento es conseguir las localizaciones. Pedir casas, oficinas, u objetos para grabar, a personas que no tienen nada que ver con la producción audiovisual, abre la humillación del director a otra dimensión. Porque convencer a los actores es relativamente fácil (hablamos el mismo idioma y estamos aquí para lo mismo), a los técnicos es algo más complicado pero si el guión sintoniza con ellos no hay problema. Pero para los dueños de las casas o locales donde quieres grabar, tu película no significa absolutamente nada, no es más que un archivo .AVI que jamás abrirán. De hecho, lo que tú haces no es a lo que ellos llaman “película”. No tienes famosos, no cuentas una historia convencional y tampoco la vas a grabar convencionalmente.

Oscar
Daniel Castro recibiendo un Oscar en el baño.

Los dueños de las localizaciones en las que tú quieres grabar generalmente ni siquiera van al cine, pero cuando lo hacen es como mero impulso de respuesta a la publicidad (vallas, cuñas y banners), no por el cine en sí. Y sin embargo tienen muy claro lo que es cine y lo que no, por eso su cerebro omite entender la palabra “película” o “largometraje” cuando explicas para qué quieres su casa, y en su lugar escuchan “corto”. Hagas lo que hagas, ellos siempre dirán que les has pedido su casa para grabar un corto. Algo pequeño... un hobbie que se te pasará cuando tengas hijos. Pero ya los tengo.

Lo importante es que al final consigues las 23 localizaciones que necesita tu película. Y el revolver, tres coches, y un hotel. Y entonces eres feliz, y te auto-entrevistas explicando cómo lo conseguiste a un periodista imaginario de Le Figaro en el ficticio Festival de Cannes. Lamentablemente ese día aún no me ha llegado.

La Sra de Cuenca Vs el Sr de Poo

Por: | 01 de julio de 2013

En jerga de pasillo de cadena de televisión: la Señora de Cuenca es quien manda, es para quien se hacen las cosas. “Queremos que esto lo entienda la Señora de Cuenca”. Entonces, ella es la musa que motiva que la ficción televisiva se destile con chistes comprensibles, populares, y que todo sea digerible por su nieto menor de edad y por su sobrina adolescente. Que su marido no se aburra demasiado, y que todo esto tenga larga continuidad. Bien, pues hoy puedo decir que he conocido a su antagonista, el Señor de Poo, Asturias.

Cuenca1
Señor de Poo (FOTO: Diana Nava).

Hace no demasiado una figura relevante de la televisión nacional me dijo que en ficción, por mucho que nos empeñemos en innovar, al final todo es y debe ser un “culebrón”. Amores, desprecios e intereses en conflicto. Yo le dije: ya desde la Grecia clásica... Ella me paró el discurso. Ni Grecia ni Grecio, CU-LE-BRÓN. Esa misma persona me dijo que Telecinco buscaba una nueva serie familiar, muy tipo Los Serrano. Yo le pregunté ¿pero no acaban de lanzar Familia? Me respondió que Familia no estaba funcionando como ellos esperaban... por eso buscaban algo que escarbara aún más en la fórmula de Los Serrano... “dejarse de experimentos y que por fin le guste a la Señora de Cuenca”. O sea, que Familia no es lo suficientemente familiar, accesible, convencional...

Acabo de regresar de Poo (Llanes, Asturias), porque alguien del Centro de Artesanos de allí nos invitó a proyectar nuestra serie, Nada que celebrar. Una serie que varios directivos españoles catalogaron como experimental, difícil de programar, minoritaria (en el mal sentido) y muy potente para ellos que tienen un gusto afilado, pero incomprensible para sus espectadores (palabras textuales).

A mí me sonó a paraíso poder viajar a Asturias y tener licencia para doblegar los sentidos de sus paisanos durante tres horas, a merced de mi proyección. Sidra, paisaje y proyección, ¿qué más puedo pedir? Pero cuando vi el tipo de “espectador” que hacía cola en la puerta de la Bolera Cubierta de Poo casi me da un patatús: en su mayoría niños y ancianos (también jóvenes, pero menos).

Hace tres años, cuando hice mi primera proyección formal, alguien de la industria me dijo: entendería que quieras salir de la sala... los realizadores no suelen querer estar en la proyección. Pero a mí me gusta estar, me gusta percibir qué gusta y qué no (sufrir), pero la sensación que tuve al ver a todos esos niños y venerables ancianos entrar en la bolera fue de shock. Puedo parecer snob reconociendo mi miedo a que ese público no entienda mis chistes, pero es que Nada que celebrar se diseñó pensando en un público muy urbano (rollito HBO) y la propia crítica la ha definido como "Compleja y metalingüistica, hará las delicias de los amantes de Louis C.K. o Ricky Gervais..."


Cuenca2Proyección en la Bolera Cubierta de Poo.

Y entonces comenzó la proyección, yo sentado al final de la bolera, con las manos en la cara. Me daba pudor y miedo compartir mi historia con ellos, y cada poro de mi piel pronosticaba que alguien se acabaría quejando a la autoridad por proyectar esta “mierda”, y yo saldría de Asturias escoltado por un coche de la Guardia Civil. Y entonces la gente empezó a ver, a escuchar, y a pasarlo bien. No llegaron al éxtasis, pero disfrutaron como uno lo puede hacer frente a la tele; rieron y entendieron todo lo que se le puede pedir una ficción televisiva. Los niños reían con los chistes más picantes, los ancianos con los más sofisticados. Jordi, uno de los actores de la serie, que estaba sentado detrás de un anciano con boina, me dijo que aquella boina no paraba de moverse en los chistes, el tipo se estaba riendo de veras. Y a la salida de la proyección todos nos rodearon con su buen sabor de boca, ganas de preguntar y compartir.

Compartir es la clave. Puede que la Señora de Cuenca sea medio analfabeta (según las cadenas de televisión), pero si no compartes con ella tu “visión de la cultura” (o del entretenimiento) probablemente jamás llegues a conocer que en el fondo ella puede degustar otros matices. Si no compartes con ella lo que a ti te parece arriesgado, puede que eternamente sigas buscando hacer sonar la flauta cual burro de fábula. A la Señora de Cuenca y al Señor de Poo se les presupone de cierta edad y sin estudios, pero han sacado adelante a sus familias, al país, y cuando se sientan a ver la tele quieren que les trates como personas, que intentes hacerles pasar un buen rato, y que no les insultes recreando un amaneramiento formal (Los Serrano) sólo porque una vez se rieron con eso y no crees que ellos puedan dar para más.

PD: Gracias Poo, fue impresionante vivir esta cura de contra-urbanitismo con vosotros.

El País

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