El sábado el Consejo de Ministros aprueba el proyecto de ley del aborto y, lamentablemente, el debate se ha distorsionado hasta centrarse en las jóvenes de 16 años. Como si el problema de la ley para los que rechazan el aborto fuera ese artículo. O como si hubiera que obligar a una mujer de esa edad, que es madura para someterse por sí sola a cualquier operación según decidió el Gobierno de Aznar (Ley de autonomía del paciente de 2001), a tener un hijo que no quiere tener. O como si la comunicación entre la hija y los padres tuviera que ser establecida por ley y no por la relación afectiva diaria. O como si la confianza mutua se pudiera establecer en un artículo de una ley orgánica.
Buscando argumentos he encontrado un artículo que publicó ayer el periódico italiano Il Reformista, bajo el título ?Abortar a los 16 años, sin el consentimiento de los padres es justo?, que reproduzco tal cual:
?En España, con la nueva ley del aborto, se puede interrumpir el embarazo a los 16 años sin el consentimiento de los padres. En Italia esta noticia ha sido acogida con un cierto desinterés. No ha dado lugar a ninguna discusión, nadie ha dado señales de aprobación. Tampoco se ha pronunciado nadie en contra. Como a menudo ocurre en Italia, las cuestiones éticas son solamente instrumentos para una u otra batalla política o para polémicas externas a las mismas cuestiones. Sin embargo, quiero volver a esa noticia, precisamente porque los problemas éticos hay que discutirlos con la mente fría y al abrigo de cualquier instrumentalización.
Digo en seguida que la ley española me parece justa, humana y favorable a las mujeres. Y no sólo por los motivos alegados por quienes la han aprobado. A esa edad ? han dicho ? una mujer joven puede operarse el pecho sin el consentimiento de los padres y puede oponerse a cualquier tratamiento sanitario que los padres le quieran eventualmente imponer. Entonces,
¿Por qué no puede decidir abortar? Francamente no me parece una argumentación sensata porque el aborto no es una operación quirúrgica como otra cualquiera. Los motivos por los cuales es justo que una mujer de 16 años pueda tomar una decisión, sin el consenso de los padres, no pueden ser los mismos que permiten someterse a una operación de pecho o que defienden la oposición de una menor a ponerse un corrector de dientes. Creo que la ley es justa por motivos muchos más serios: porque tutela y protege la libertad de la mujer para decidir, incluso cuando ésta tiene 16 años y, por tanto, elegir es más difícil. Conozco la oposición: ¿Se puede decidir a 16 años? ¿Se puede tomar una decisión consciente cuando se es poco más que una niña? ¿Se puede aceptar que en una sociedad en la que la mayoría de edad se considera necesaria para votar, para conducir un coche o para ir al extranjero sin el permiso de los padres, ésta no tenga ninguna importancia en la decisión de ser madres? ¿No es, por el contrario, oportuno que precisamente en un momento, en todo caso difícil y delicado, como en el que una mujer descubre que está embarazada, quienes decidan no sean los padres?
Intentemos responder a estas preguntas. Comencemos por la última, imaginando una situación concreta: una mujer joven de 16 años que quiere interrumpir su embarazo. ¿Sería justo y deseable que los padres se lo impidieran, que la obligaran incluso contra su voluntad a tener un hijo que no quiere? Creo que el buen sentido sugiere una respuesta negativa. Como,
por lo demás, también sugiere una respuesta negativa a otra pregunta opuesta. ¿Sería justo y deseable que una mujer de 16 años fuera obligada a abortar porque sus padres no consideran oportuno el embarazo, ya que la consideran demasiado joven y quieren, por ejemplo, que continúe sus estudios sin el peso de un hijo? En ambos casos los padres, por muy sincero que sea el interés hacia su hija, pueden llevar la voz cantante para aconsejar o apoyar afectuosamente. No pueden ni deben ir más allá, porque intervendrían en una esfera que no es de su competencia, que implica la aceptación de la transformación del propio cuerpo, del embarazo, de la llegada de otra vida. Ésa sigue siendo competencia de su hija, tanto si es mayor como menor de edad.
Vayamos a la cuestión de la mayoría de edad, solicitada como límite necesario para conceder derechos e imponer deberes. Según esta lógica, al igual que se puede votar o sacarse el carné de conducir solamente después de haber cumplido los 18 años, sólo a esta edad se puede decidir si interrumpir o continuar con el embarazo. Es una lógica abstracta que en nombre de un principio universal pretende intervenir sobre quien es diferente. El cuerpo de una mujer de 16 años no es el mismo que el de un hombre de esa misma edad, por el simple y banal motivo de que no son competencia del segundo ni el embarazo, ni la procreación, ni la responsabilidad de ambos. La mujer debe ser libre de optar desde el momento en que puede procrear; no desde un momento abstracto, fijado por ley en el que, dado que puede votar o conducir, también puede tener hijos. El derecho no puede menos de tener en cuenta la diversidad, su pretendida universalidad encuentra un límite insuperable en el cuerpo y en la decisión femenina.
Hay otro motivo por el cual la ley española me parece de gran interés. Afecta al papel del Estado, la relación entre el Estado y la familia y entre el individuo ? en este caso el de una chica que debe adoptar una decisión ? y ambos. Al decidir que una mujer de 16 años puede optar por interrumpir el embarazo sin el consenso de los padres, el Estado opta por protegerla también contra graves interferencias familiares. Por tanto, se establece una relación directa con la mujer a la que garantiza la libertad de decidir (recordemos que estamos hablando de esto) también ? eventualmente ? contra la opinión de la propia familia. Es importante que en un momento ciertamente no fácil, como en el que una chica de 16 debe optar por la maternidad, sepa que puede contar con la ayuda de un tercer sujeto, en este caso el Estado, que después deberá ser también un importante apoyo económico y social. En ambos casos, necesita protección y ayuda, tanto si renuncia como si continúa con el embarazo. ?Con esta ley ? ha dicho la ministra de Igualdad, Bibiana Aído ? tutelamos también a la menor que, contra el consentimiento de los padres, quiera tener a su hijo?.
RITANNA ARMENI