- Asegura José Bono que está preocupado por el deterioro de la imagen de los políticos, a raíz de los escándalos de corrupción. Cuenta en el Patio del Congreso que un diputado recientemente le pidió que hiciera algo para mejorar la imagen de los políticos y él le contestó que no le resulta fácil.
Esta impresión se completa con la de otros miembros del PSOE que consideran que el ambiente de "todos iguales" termina por perjudicar a todos y no sólo a los que puedan estar implicados en casos de corrupción. Esa preocupación está extendida más allá del regate corto de la satisfacción que da siempre ver al otro sufrir en sus carnes la presión mediática, judicial y política.
Otro ejemplo: El jueves, el diputado y líder del PSOE en Castilla y León, Oscar López, iba en esta línea en un comentario que incluyó en Facebook: "Cansado del "y tú más" y del "todos son iguales". Asombrado de la cara dura y de la resistencia de los gurtelizados que defienden lo indefendible y asqueado de que encima crean estar revestidos de impunidad aquellos que como única defensa (no hay otra posible) alegan encuestas de voto. No me creo que los ciudadanos no vayan a hacer pagar la cultura de los jaguar y los Infinity. NO SON TODOS IGUALES".
El "todos son iguales" está en el ambiente. En algunos (brillantes) comentarios de este blog. Pero es injusto con miles de políticos de todos los partidos, repito de todos los partidos.
- Es muy recomendable el trabajo sobre la corrupción de la Fundación Alternativas que Ruth Carrasco, joven diputada de Cantabria del PSOE, cita en su blog. Y las seis condiciones para que un escándalo tenga efecto en la decisión de voto:
1- que el votante tenga información sobre los hechos y les preste atención;
2- que tales hechos le produzcan descontento o rechazo;
3- que pueda achacar la responsabilidad por tales hechos a alguno de los partidos o candidatos que compiten en la elección;
4- que la corrupción sea un problema relevante para el votante comparada con otros temas de preocupación pública;
5- que el elector esté dispuesto a votar por un candidato de la oposición o, al menos, que no le preocupe demasiado una victoria de tal candidato;
6- por último, que no se produzca ninguna inconsistencia entre estas orientaciones previas y el comportamiento efectivo del votante en el momento de depositar su voto.
Es interesante el ejercicio de comprobar cuántas de estas seis se cumplen en el "caso Gürtel".