En la entrevista a Zapatero del director de EL PAÍS hay silencios que resuenan casi tanto como sus palabras.
Llaman especialmente la atención los que se refieren a su responsabilidad como líder del PSOE. Así, no fija posición sobre el momento de anunciar su candidatura, sobre la significativa decisión sobre los tránsfugas de Benidorm, ni sobre el acuerdo con Unión Mallorquina infectada de imputados por corrupción. Responde como si no fuera el secretario general y como si no se hablara de esos temas en las ejecutivas del PSOE que él preside.
Sobre su candidatura: "Decide la dirección del partido".
Sobre Benidorm: "Es una cuestión que puedo decir que no he estado cerca; y en la que intervienen muchos niveles de responsabilidad. Si cree que, siendo presidente del Gobierno y secretario general del partido, puedo estar ocupándome, llevando el expediente y los dossiers de los cientos de ayuntamientos en los que hay mociones de censura, donde hay cambios, pues sinceramente creo que me sobrevalora en cuanto a mi capacidad de trabajo".
Y sobre Baleares: "Es un ámbito de responsabilidad de Francesc Antich, del presidente de Baleares, al que tengo en la mayor estima política. No sé cuál será el futuro".
Tampoco se moja sobre el informe del Consejo General del Poder Judicial sobre el aborto, ni sobre la Ley de Libertad Religiosa que aprobará su Gobierno.
Al ser preguntado por el informe del Poder Judicial responde con el del Consejo de Estado y sobre la posición del ultracatólico Carlos Dívar, que él propuso personalmente para el cargo dice: "Su posición en torno a la ley del aborto era conocida por mí, por supuesto, también antes de que fuera apoyado por el grupo socialista para el cargo". En realidad, el Grupo Socialista nunca apoyó expresamente el nombramiento, porque fueron los vocales del Poder Judicial los que aceptaron, sumisos y sin rechistar, la propuesta de Zapatero.
Y sobre la ley de Libertad Religiosa responde como cualquier ciudadano, no como presidente que impulsa la norma: "No adelantemos acontecimientos. Esperemos al contenido de la ley. Opinaré, pero no sólo opinaré yo. Opinará el Consejo de Ministros y opinarán más".
Por último, silencio elocuente sobre su admitido error de no prevenir la crisis: "Un gobernante no es un analista económico. Los economistas suelen dedicarse a opinar de la economía pero no hacen economía, lo cual es una diferencia importante. Y yo estoy del lado de los que consideran que quien gobierna tiene la responsabilidad de lanzar mensajes de estímulo al país".