El portavoz de uno de los grupos parlamentarios a los que el PSOE ha pedido ayuda para sacar adelante la ?ley Sinde? asegura que está alucinado de la forma en la que el Gobierno ha llevado la negociación.
Que después de que la Ley de Economía Sostenible, que contiene esa disposición, haya estado parada durante año y medio haya habido que aplazar durante todo el día la votación no parece tener una explicación racional. Las prisas del último momento, tras la desidia de muchos meses, son injustificables.
Es como si una parte del Gobierno o del PSOE no quisiera que saliera adelante esa ley o, al menos, esa disposición. Y, de paso, como si no les importara cargarse a la ministra de Cultura. González Sinde sufre el mal de los ministros independientes: no suele tener quien le defienda en el partido. Y ella misma no ha demostrado muchos reflejos para negociar.
Otro portavoz de la oposición añade, igual de alucinado, que hasta hace unos días no recibieron un correo del Gobierno para negociar sus enmiendas. Coalición Canaria recibió las transaccionales anoche, horas antes de reunirse la comisión de Economía
O ha habido desidia o desinterés o pocas ganas de llegar a un acuerdo. Se percibe malestar en el Grupo Socialista.
Ya fue un error inicial al incluir de tapadillo en la que fue la ley estrella de Zapatero una disposición sobre cierre de webs que facilitan descargas ilegales, siempre con autorización judicial.
El PNV incluyó en el pacto de estabilidad el apoyo a la ley de Economía Sostenible, pero en el último momento se ha desmarcado porque no está dispuesto a asumir el coste de
CiU, convertida en la última opción al ver al Gobierno en el agobio, ha elevado el precio de su apoyo hasta el máximo con exigencias fiscales y de política económica.
El PP, como siempre, de espectador, a la espera de recoger el fruto de la torpeza de otros. Ha tenido ocasión de pactar en el último momento, pero no ha querido salvar al Gobierno de una sonora derrota.
(Zapatero incluye en la misma conversación su deseo de que no se especule sobre su sucesión y su candidatura y el chascarrillo de que alguien de su partido ya conoce su decisión. No parece la mejor manera de acallar el debate y los rumores y ha desconcertado a todos en el Gobierno y el partido).