Zapatero quería una foto y la ha tenido. Una foto de calado porque muestra al Gobierno con los sindicatos y los empresarios, superando conflictos como el de la huelga general. La foto le sirve para mitigar el desgaste de impulsar el que, probablemente, es el mayor recorte desde la Transición.
Una foto que no había podido hacerse en toda la legislatura y que es consecuencia, entre otros factores, del 29-S.
Como ha dicho Cándido Méndez, el acuerdo es consecuencia de la huelga general, porque no se hubiera firmado si el Gobierno no hubiera visto ese día a sus bases electorales saliendo a la calle a protestar contra su política.
Además, siempre que ha habido una huelga general ha habido un cambio de políticas, incluso aunque la protesta tuviera poco seguimiento. Ocurrió tras el 14-D cuando Felipe González retiró el plan de empleo juvenil; tras su huelga general José María Aznar cambio al ministro de Trabajo, rectificó y buscó acuerdos con los sindicatos y ahora Zapatero ha puesto de ministro a quien se manifestó contra la reforma laboral y ha peleado por un acuerdo que no logró o que no quiso lograr antes. Necesitaba no ahondar en la brecha con su electorado.
También para los sindicatos el acuerdo es fruto del 29-S porque si ese día no hubieran comprobado la resistencia de los ciudadanos a una huelga general no hubieran tenido ahora problemas para echar otro pulso al Gobierno. Por eso han optado por el acuerdo.
Zapatero tiene que tomar medidas que nunca hubiera querido tomar y que quiebran su discurso y su programa, pero hace de la necesidad virtud y logra que, al menos, los ciudadanos no le vean solo. A Angela Merkel le enseñará la foto del acuerdo y le explicará que en Grecia y Francia se tomó esta misma medida sobre las pensiones y hubo graves disturbios en la calle y aquí ha sido pacífico. Por eso es tan importante la foto.
Sabe, además, que aunque mantendrán la incertidumbre hasta el último momento, todos los partidos salvo la izquierda minoritaria respaldarán la reforma. Hasta un 99% del Congreso le apoyará. Incluido el PP que no tendrá más remedio que hacerlo.
Eso sí, Zapatero se había montado una fiesta en La Moncloa y los demás partidos han decidido no participar. Sólo estaba el PSOE a pesar de que fueron invitados todos los portavoces.
Le han aguado la fiesta por decisión consciente y porque La Moncloa no estuvo demasiado hábil para organizar la fiesta y la foto de Zapatero. Se lo ha puesto muy fácil a los demás grupos, porque no es manera de invitar con un correo del jefe de protocolo la tarde antes. Y eso que querían darle carácter de solemnidad y pacto de estado, como el del pacto antiterrorista o el de los Pactos de La Moncloa.
Por ejemplo, CiU, que con toda seguridad apoyará el acuerdo, no ha querido ir. Iban a ir Josep Antoni Duran Lleida, Carles Campuzano y Joan Vilajoana y, finalmente, no ha ido ninguno. La excusa: Razones de agenda.
Ningún otro partido ha querido estar en la foto de Zapatero. Le acompañarán en el final del trámite parlamentario, pero en el acto de la firma no han estado.