No es fácil interpretar las estrategias del PP y hacer exégesis de sus declaraciones.
Se pueden hacer algunas aproximaciones:
- Factor Cospedal: La número dos del PP les mete en unos líos tremendos a los de su patido. Hace dos veranos, en la playa de Marbella, les metió en el lío de decir que la policía escuchaba ilegalmente sus conversaciones: Estuvieron un mes viendo cómo salían del fregao y dándole vueltas al asunto, hasta que se diluyó y de las pruebas que iban a presentar nunca más se supo. Ahora les ha metido en lo de RTVE y los dirigentes andan buscando cómo mantener esas acusaciones. Les falla lo principal: olvidan que esa crítica la ha podido hacer en la televisión pública que, objetivamente, vive su momento de mayor independencia política desde 1978, a años luz de las autonómicas.
- Factor rédito político: El PP sabe que las decisiones sobre Troitiño son judiciales, están basadas en leyes ya modificadas y que Rajoy como vicepresidente defendió en 2002 que no se puede seguir a una persona puesta en libertad, pero hay que intentar desgastar al Gobierno. Aunque sea a costa de dar impresión de división en el momento peor para ETA.
- Factor “y dos huevos duros”: El Gobierno ha aceptado ir al máximo que le permite la ley e impugnar todas las listas de Bildu, al comprobar que es parte de una estrategia diseñada por ETA. Rubalcaba pactó esa impugnación global con Trillo, pero el PP entonces pide lo imposible: que se ilegalice a toda la coalición. Que la actuación del Gobierno y un pacto no te arruinen un buen tema de oposición, parece decir el PP. Cómo decía Groucho “¡¡¡y dos huevos duros!!!”, para que el Gobierno no se ponga la medalla y encontrar siempre un pero a todo. Para alimentar la “cofradía del santo reproche” (Sabina dixit) y quedar en paz con el Tea Party y para que éste tenga munición suficiente.
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