(Apuntes urgentes de la noche electoral)
Debajo de los adoquines de la Puerta del Sol estaba, efectivamente, una victoria arrolladora del PP. La izquierda se ha suicidado. En un proceso lento y progresivo que ha terminado esta semana de agitación que ha sido la puntilla a quien ya estaba moribundo. El PSOE y Zapatero se desangraban y esta semana alguien ha metido el dedo en esa herida, hasta dejarle de cuerpo presente.
Los ciudadanos han dado la espalda al PSOE después de una legislatura en la que se ha ido desangrando el partido y, sobre todo su líder. La hecatombe ha sido total.
El PP, en cambio, ha mantenido inalterable la movilización de los suyos, no le ha desgastado la mala valoración de su líder o la presencia de imputados en sus listas. Puede más el enorme desgaste del PSOE que la ilusión o el arrastre de sus dirigentes. Pero su victoria queda matizada por el ascenso de UPyD que ha recogido voto de descontentos del PSOE. Son descontentos, pero no tanto como para dar el salto al PP, sino que prefieren "opciones refugio" e intermedio como el partido de Rosa Díez.
Alberto Ruiz-Gallardón tendrá mucho sobre lo que reflexionar. Aunque pueda ser el número dos en la lista de Rajoy para las generales. Tiene también otro matiz la victoria de los populares porque Cascos le ha arrebatado la mayoría absoluta en Asturias y Rajoy tendrá que humillarse ante el ex secretario general del PP.
La avalancha del 22-M lleva al PP a ser hegemónico en ayuntamientos y en comunidades y anticipa una victoria en las generales muy amplia. Casi sin contrapesos para el PP porque a los socialistas les llega ahora el momento del habitual suicidio en cada comunidad. ¿Qué futuro tiene Alarte si es arrasado por un presidente imputado por coehecho? ¿Puede ser portavoz en el ayuntamiento de Madrid Lissavetsky si ha sacado peores resultados que Sebastián? ¿Y los candidatos de Murcia y La Rioja qué pueden hacer? Y así hasta el infinito.
Habrá quien le eche la culpa sólo a Zapatero. Y la tiene, pero cada uno tendrá que asumir la suya y pensar si está en condiciones de tirar del carro. Sobre todo los que quisieron hacer la campaña en solitario, sin ministros. Como José María Barreda, amortizado ya para la política, que para eso quiso torear en solitario.
Zapatero, como los protagonistas de Los Otros, está muerto, pero él no lo sabe y cree que los muertos son los otros. Hace tiempo que transmite esa impresión de muerto (político) viviente.
Tiene mayoría parlamentaria para mantener la legislatura hasta el final. Incluso, aunque no la tuviera podría prorrogar los Presupuestos y tirar hasta marzo. Pero está fuera de este mundo. Y su agonía puede ser penosa. Para convocar elecciones ya necesitaría que su partido tuviera candidato y no siquiera lo tiene.
Durante años puso su imagen por encima de la marca PSOE y al caerse en pedazos su credibilidad ha arrastrado al partido y a cientos de candidatos en ayuntamientos. El PSOE está en cifras récord de falta de poder.
Postzapterismo y primarias. Hoy empieza el proceso de primarias en el PSOE. Avanza el postzapaterismo que echó a andar hace meses. El problema es que nadie sabe hacia dónde avanza.
¿Qué querrán los militantes socialistas? ¿Aventura o seguridad? ¿Rubalcaba o Chacón? ¿O un tercer candidato del que no tenemos noticias?
Rubalcaba es número dos de este Gobierno derrotado; Chacón ha decidido presentarse, está a resguardo, pero es cien por cien una parte importante del proyecto de Zapatero.
A Rubalcaba se le ha visto la noche de la derrota. A Chacón no.
Y no salen nombres de un tercero.
Pase lo que pase, el PSOE tiene por delante un largo proceso de reconversión de su proyecto y sus propuestas. En esta legislatura se ha dejado demasiados jirones en el camino y tendrá que recomponer el discurso. Apenas tiene tiempo de hacerlo antes de las generales.
La izquierda se ha suicidado, el PP es hegemónico en ayuntamientos y comunidades y pronto en el Estado. Y ya se puede recoger el campamento. La fiesta se le acabó.