Sobre el autor

Fernando Garea

lleva más de 15 años pisando diariamente el Congreso y escribiendo sobre política en distintos medios. Responsable de información parlamentaria en EL PAÍS, colabora en diversas tertulias en radio y televisión.

Sobre el blog

Contracrónica de la actualidad política. Lo que se mueve en los pasillos del Congreso, más allá del escenario del hemiciclo, y análisis de la vida política.

27 ago 2012

El plebiscito de Rajoy

Por: EL PAÍS

"El hombre vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores. No existe posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo”, sostiene Milan Kundera en La insoportable levedad del ser para explicar los riesgos de cada decisión en la vida.
La decisión de convocar elecciones anticipadas supone siempre asumir un riesgo, sin que pueda comprobarse nunca si la opción por la que se opta es la correcta. Todo es pura intuición en la evaluación de posibles daños. Y es posible que hiciera lo que hiciera Alberto Núñez Feijóo las elecciones estén ya ganadas o perdidas, porque dependen más que nunca de factores y circunstancias ajenas a la comunidad. Si pierde el 21-O pasará a la historia política de España como el responsable de una decisión errónea que llevó al PP a perder uno de sus principales feudos en un momento especialmente delicado. Será responsable de haber provocado inestabilidad al Gobierno de Mariano Rajoy, haberle debilitado y haber facilitado que una parte de los ciudadanos españoles tenga posibilidad de castigar en las urnas al PP por tantos recortes. Se le dirá la noche del 21-O que hubiera sido mejor agotar la legislatura y esperar a marzo, una vez apaciguado el patio político, a la espera de un supuesto final de la recesión. La decisión es aún más arriesgada porque no está apurado por una mayoría insuficiente como Patxi López, sino que tiene una mayoría absoluta que le permitiría aguantar hasta marzo.
Pero si el PP revalida su mayoría absoluta en Galicia, Núñez Feijóo será un genio de la política y habrá salvado a Rajoy con oxígeno para auxiliarle en el momento más complicado. El presidente gallego se consolidaría como el barón con más futuro del PP, con opciones para ser el líder del partido para suceder a Rajoy. El presidente del Gobierno se la juega por persona interpuesta, como una especie de plebiscito político, en plena agitación social que estallará en otoño, según prevé el PP, y que sería más cruda ante un Rajoy fracasado en Galicia. Por eso la decisión ha sido compartida y consultada con Rajoy estos días. Por algo Núñez Feijóo es uno de los dirigentes del PP más identificados con Rajoy y más fieles al líder del partido. Ya en Andalucía el PP fracasó y ahora una derrota sería un varapalo aún mayor. Entonces Rajoy retrasó la aprobación de los Presupuestos y aplazó los recortes, aun a riesgo de minar aún más la credibilidad económica de España. La decisión resultó errónea porque ni siquiera fue útil para su interés electoral.
Ahora, tendrá que presentar a finales de septiembre el proyecto de los Presupuestos para 2013 y, en pleno trámite parlamentario, acudir a la campaña gallega. Puede incluir de inicio en el proyecto de Presupuestos los nuevos recortes o dejarlos para el final del trámite, tras el 21-O, como hizo en Andalucía. Cuenta con que los funcionarios no notarán hasta dos meses después el recorte en su paga de Navidad. Y está por ver qué ocurre con el rescate que se decide estas semanas. Fuentes de La Moncloa explicaban estos días que si Rajoy tuviera previsión de un rescate en toda regla y con condiciones duras antes del 21-O no habría adelanto. El anuncio de Núñez Feijóo deja traslucir que el presidente intentará que, si tiene que producirse, sea después de esta fecha o de forma mitigada. En ese caso, los nuevos recortes, que podrían afectar a pensiones y al desempleo, se anunciarían tras el 21-O y, por eso, Rajoy ha preferido que las elecciones gallegas no sean en marzo, para no pagar ese precio político.
En la convocatoria anticipada en Galicia también el PSOE de Rubalcaba tiene su parte de riesgo. Todos los indicios apuntan a que en otoño brotarán en el PSOE los movimientos de impacientes que consideran que el partido no despega, no es suficientemente duro con el Gobierno y está instalado en la oposición duradera solo a la espera del cambio de ciclo. De hecho, esos brotes iban a tener ramificaciones en Galicia con disputas sobre el candidato y movimientos de chaconistas como Fran Caamaño, pero ahora Núñez Feijóo les coge a contrapié y esa operación queda frenada. La victoria en Galicia sería un bálsamo para Rubalcaba, para hacerse fuerte en el partido o, como mínimo, tendría un cierto efecto placebo frente a sus críticos.
La siguiente comunidad en mover ficha es Cataluña: un rechazo en Madrid al pacto fiscal facilitaría a CiU ir a las urnas a principios de 2013 con el victimismo del “No de Madrid” y salir así del lío de la quiebra financiera de la comunidad que exigiría nuevos recortes.

22 ago 2012

El 21-O multiplica la incertidumbre

Por: EL PAÍS

Mariano Rajoy perdió ayer parte de la poca tranquilidad que le quedaba. Se ha abierto un insólito escenario que aumenta la incertidumbre y complica aún más un otoño político que ya se presentaba denso. Vuelven las tensiones del frente territorial. Serán las primeras elecciones vascas en las que, en ausencia de ETA, participe una formación abertzale legalizada y con posibilidades de ser la más votada.
Desde que el PP anunció la ruptura del pacto en el Parlamento vasco, era seguro que Patxi López no podría resistir lo que quedaba de legislatura y el paréntesis de un lehendakari constitucionalista está cerca de llegar a su fin. Es casi imposible que, con la presencia abertzale en el Parlamento de Vitoria, pueda reeditarse un pacto entre socialistas y populares. Solo podrían optar los socialistas a acuerdos con el PNV o, mucho más remotamente, con la izquierda abertzale, pero sin tener la Lehendakaritza, fuera del poder y, previsiblemente, como tercera fuerza política vasca. Y cualquiera de esas dos opciones, en distinto grado, afectaría al futuro del PSOE de Alfredo Pérez Rubalcaba, con efectos secundarios en el resto de España.
El futuro de López tiene consecuencias para la política nacional porque su nombre ha sido barajado como posible líder socialista. Su problema es que perderá opciones porque, muy probablemente, tras el 21-O su papel institucional se difuminará y se alejará del foco mediático, aunque Rubalcaba se ocupó de hacerle hueco en su Ejecutiva. El mermado poder institucional del PSOE se resentirá.
El popular Antonio Basagoiti, de la estricta confianza de Rajoy, apostó fuerte en mayo cuando rompió con los socialistas, sabiendo que eso abría la puerta a elecciones anticipadas en el País Vasco y, previsiblemente, a un Ejecutivo soberanista y a la vuelta a las tensiones territoriales. Paradójicamente, su movimiento acabará creando más graves problemas a Rajoy, con un Gobierno vasco que resucite tras el 21-O pulsos como el del plan Ibarretxe en tiempos de Aznar. Se sumaría a la tensión en Cataluña por la exigencia del pacto fiscal, con la posibilidad de comicios anticipados también, con el argumento electoral del victimismo de CiU por el rechazo a sus reivindicaciones tributarias.
Aunque las elecciones vascas tienen siempre una lógica particular, el PP testará en Euskadi el enorme desgaste que, según todas las encuestas, le provoca la crisis y los recortes. En Andalucía ya lo pagó, aunque entonces solo se vislumbraban los recortes. Para octubre hay previsión de un nuevo rescate para España, que coincidirá con la campaña vasca, y se tramitarán los Presupuestos del Estado para 2013 con nuevos hachazos que podrían afectar a pensiones y desempleo. En pocos meses llegarán también los comicios en Galicia, donde el PP se juega aún más. Está por ver si esta convocatoria condiciona la estrategia sobre ETA, por ejemplo la referida a los presos, cuestionada por un sector del PP que encabeza Jaime Mayor Oreja y que muestra una brecha más con su electorado.
El PNV compite esta vez, sobre todo, con la izquierda abertzale, con la tentación de radicalizar su discurso hacia el soberanismo. Se juega administrar y controlar la gestión del final de ETA. La izquierda abertzale —Arnaldo Otegi no podrá ser candidato— está en condiciones de ser la fuerza más votada, en ausencia de violencia, según las encuestas y los datos de las últimas generales. Arnaldo Otegi no podrá ser candidato. Compite contra el PNV y tendrá que articular un discurso para el nuevo escenario, arrastrando a sus bases tradicionales y también a votantes más moderados que siempre han rechazado la violencia y que apuestan por el independentismo. ETA no se ha disuelto, pero hasta el Gobierno del PP admite su final cuando toma decisiones como la de quitar escoltas.
En anteriores elecciones, a UPyD no le ha ido en el País Vasco tan bien como esperaba y el Euskobarómetro le dejaba fuera del Parlamento de Vitoria (tiene un diputado). Ahora tiene oportunidad de ocupar un espacio que han dejado libre el PP y el PSE: el de los votantes más españolistas y contrarios a los gestos o los pasos sobre los presos etarras. Es decir, los votantes identificados con posiciones como la de Mayor Oreja, que se pueden sentir traicionados por Rajoy.

21 ago 2012

Un escenario insólito e incierto

Por: EL PAÍS

Serán las primeras elecciones autonómicas vascas en las que coincidan al tiempo la ausencia de ETA y la participación de una formación abertzale legalizada, con posibilidad de ser la más votada. Con el análisis de la forma en la que llega cada partido se completa un escenario insólito, con derivaciones claras en la política nacional:

- PSE. Patxi López no podía aguantar más tiempo en minoría. Desde que el PP anunció la ruptura del pacto en el Parlamento vasco era seguro que no podía resistir lo que quedaba de legislatura y se aventuraba y se daba por descontada la convocatoria electoral anticipada para otoño.

El paréntesis de la existencia de un lehendakari de uno de los dos partidos nacionales o constitucionalista parece estar cerca de  llegar a su fin. Es casi imposible que, con la presencia de una formación abertzale en el Parlamento de Vitoria, pueda reditarse un pacto entre socialistas y populares. Solo podrían optar los socialistas a acuerdos con el PNV o, mucho más remotamente, con la izquierda abertzale, pero sin tener la Lehendakaritza, fuera del poder y, previsiblemente, como tercera fuerza política vasca.

Para la política nacional y el PSOE, el futuro de Patxi López tiene claras derivaciones porque su nombre ha sido barajado como posible futuro líder socialista. Su problema será que, muy
probablemente, tras las elecciones vascas, su papel institucional se difumine fuera de la Lehendakaritza y le alejará del foco mediático.

Además de Andalucía, la del País Vasco es la presidencia autonómica más significativa de las que tienen los socialistas en este momento. Y puede suponer una pérdida importante de poder institucional, si se confirman las previsiones de las encuestas.

- PP . Los populares apostaron fuerte en mayo cuando rompieron con los socialistas, sabiendo que eso abría la puerta a elecciones anticipadas en el País Vasco y, previsiblemente, al final del Gobierno
constitucionalista. El movimiento de Basagoiti puede llevar a un Ejecutivo soberanista en el País Vasco y la vuelta a las tensiones territoriales.

A los graves problemas de  Mariano Rajoy puede sumarse después del 21 de octubre la existencia de un Gobierno vasco que aspire a la independencia y resucite tensiones como la del Plan Ibarretxe en tiempos de José María Aznar.
Se sumará a la tensión en Cataluña por la exigencia del llamado pacto fiscal y hasta la posibilidad de elecciones anticipadas catalanas también, con el argumento electoral del victimismo de CiU por el rechazo a sus reivindicaciones.

Aunque las elecciones vascas tienen siempre una lógica particular, el PP testará en Euskadi el enorme desgaste que, según todas las encuestas, le provoca la crisis y los recortes. Además, para octubre
hay previsión de un nuevo rescate para España, que coincidirá con un momento de tensión electoral en el País Vasco. En pocos meses llegarán también los comicios en Galicia, donde el PP se juega aún más. Cuando se vote en Euskadi se tramitará ese rescate y unos Presupuestos del Estado para 2013 con un nuevo recorte que podría afectar al desempleo y las pensiones.

Esta por ver si esta convocatoria condiciona la estrategia sobre ETA, por ejemplo, la referida a los presos, cuestionada por un sector del PP que encabeza Jaime Mayor Oreja.

Rajoy perderá parte de la poca tranquilidad que le queda.

 PNV. Los nacionalistas vascos compiten esta vez, sobre todo, con la izquierda abertzale, por eso es claro que tendrán tentación de radicalizar su discurso hacia el soberanismo. Obviamente, el PP ya no puede aspirar a tener sus votos en el Congreso y está por ver hasta dónde llegan sus compromisos electorales de soberanismo y superación  del Estatuto o para retomar planes como el de
Ibarretxe. Se juega administrar y controlar la gestión del final de ETA.

- La izquierda abertzale. Según las encuestas está en condiciones de ser la fuerza más votada, en situación de ausencia de violencia. Arnaldo Otegi no podrá ser candidato, pero con los resultados de las últimas generales tienen posibilidad de romper sus techos electorales. Compite contra el PNV, básicamente, y tendrá que articular un discurso para el nuevo escenario que se abre en el País Vasco, arrastrando a las bases tradicionales y también a votantes más moderados que siempre han rechazado la violencia, pero que se sitúan en el independentismo.

ETA no se ha disuelto, pero parece evidente que está en su final. Así lo admite haste el Gobierno del PP cuando toma decisiones como la de quitar escoltas a posibles objetivos.

 Otros partidos. En anteriores elecciones, a UPyD no le ha ido en el País Vasco tan bien como esperaba. Ahora tiene oportunidad de ocupar un espacio que han dejado libre el PP y el PSE: el de los votantes más “españolistas” y contrarios a los gestos o los pasos sobre los presos. Es decir, su objetivo es la búsqueda de votantes identificados con posiciones como la de Mayor Oreja, que se pueden sentir “traicionados” por el Gobierno de Rajoy.

El País

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