Si todas las encuestas son por definición solo indicativas, la del CIS sobre elecciones autonómicas, municipales y generales lo es aún más. Del análisis de los datos más ocultos se deduce que la fragmentación del espectro político, que ahora es mayor que nunca en España, lleva a un voto extremadamente volátil.
Es decir, las posibilidades de cambio en el corto plazo en cada encuesta y, sobre todo, en las urnas es mayor que nunca. Es imprevisible.
La media de indecisos, es decir, los que tienen decidido votar pero aún no saben a quién está en un 35% como media en ayuntamientos y comunidades. Hay casos extremos como Barcelona, donde un 47% de los que tienen decidido votar aseguran que aún no saben a qué opción política apoyarán. Dado que la fragmentación reduce a escasos márgenes las distancias entre partidos, el resultado es muy incierto o, al menos, es imposible establecer pronósticos ciertos.
Siguendo con el ejemplo de Barcelona, la diferencia entre la opción más votada (la de Ada Colau) y la segunda es de solo 1,2 puntos. Si se tienen en cuenta ese porcentaje de indecisos y el 2% de margen de error, la conclusión es que es muy difícil de pronosticar qué partido será el más votado. Bastaría que un 10% de esos indecisos fueran a votar para poder modificar el resultado final.
En voto directo, la opción con mayor porcentaje en Barcelona es la de los que no han decidido, que llega al 29%, más del doble del 13% de voto directo al ganador.
La conclusión lógica es que cuantas más opciones hay para elegir y más formaciones nuevas se presentan el porcentaje de indecisos es mayor y, por tanto, es más complicada la predicción. Además de que la metodología demoscópica que se usaba para dos partidos hegemónicos es ahora incierta en su eficacia.
Esta situación es apreciable en otras comunidades y ayuntamientos donde las diferencias entre partidos y con respecto a los datos de mayoría absoluta son mínimos. Es decir, hay partidos que están a un paso en la línea entre éxito y el fracaso y si logran movilizar a un porcentaje mínimo de indecisos sacarán buen resultado. Es el caso del PP en algunas comunidades y ayuntamientos en las que su mayoría absoluta, es decir, el éxito depende de muy pocos votos, según el sondeo.
Los escaños y concejales dependen de muy pocos votos y, por tanto, es imposible calcular las sumas de pactos y alianzas.
En la parte referida a las elecciones generales, en el apartado de voto directo, la opción con mayor porcentaje es la de los que no tienen aún decidido el voto. Nada menos que un 19.8% está en este caso, frente al PSOE que tiene el 15,4%. También en generales, por tanto, el porcentaje de indecisos es determinante.
La conclusión política es que hay votantes del PP que no saben si castigar a este partido; votantes que dudan si lanzarse a las opciones emergentes o electores del PSOE que dudan si volver a la opción tradicional. En esa duda está la extrema volatilidad.Eso sin mencionar acontecimientos futuros que son por definición imprevisibles.
La prueba de esa volatilidad es que en poco espacio de tiempo los porcentajes de voto de generales según el CIS han cambiado tanto como que antes era Podemos el más votado y ahora sería el PSOE. El voto cambia cada mes.
La diferencia entre PSOE, PP y Podemos se absorbe con el margen de error y se desborda con el porcentaje de indecisos que, además, tienen seis meses para decidirse.
Otro factor de distorsión es el de reparto de escaños. Cuando el voto se fragmenta en hasta cuatro opciones con posibilidades de lograr escaño el primero y el segundo resultan beneficiados con respecto al tercero y cuarto. Por eso hay comunidades como castilla-La Mancha donde un partido gana en votos y no en escaño.
Y hay posibilidades de que en generales los dos partidos que queden tercero y cuarto (en este caso Podemos y Ciudadanos) obtengan un número de escaños no proporcional a la diferencia de votos que les saquen PSOE y PP. La Ley D´Hont penaliza la fragmentación y favorece a los dos primeros.
Un ejemplo: en Castilla-La Mancha el PP tiene 3,5 veces el porcentaje de voto de Podemos y, sin embargo, multiplica por siete su número de escaños.En esta comunidad, además, se aprecia el efecto favorable para el PP del cambio de ley electoral y reparto de escaños aprobado por Dolores de Cospedal.
Y para acabar de completar la volatilidad hay que tener en cuenta que Podemos y algo menos Ciudadanos arrastran a nuevos votantes, que antes estaban en la abstención y que, por tanto, no tienen recuerdo de voto.