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Fernando Garea

lleva más de 15 años pisando diariamente el Congreso y escribiendo sobre política en distintos medios. Responsable de información parlamentaria en EL PAÍS, colabora en diversas tertulias en radio y televisión.

Sobre el blog

Contracrónica de la actualidad política. Lo que se mueve en los pasillos del Congreso, más allá del escenario del hemiciclo, y análisis de la vida política.

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27 sep 2015

Nada será igual

Por: Fernando Garea

Ningún partido puede hacer como si nada hubiera pasado en Cataluña.
Después de cualquier elección la pregunta que hay que hacerse es quién gobernará, pero en este caso hay que añadir otra más compleja: ¿Quién gestiona estos datos?
Y la respuesta no es fácil.
Han ganado los partidos independentistas, tienen la mayoría absoluta en escaños para seguir adelante con el proceso, pero no llegan al 50% de los votos y tienen que gobernar una Cataluña dividida en dos mitades. Y con un gobierno que sumará la derecha de Convergencia con la izquierda de las CUP.
También con un descenso de los votos con respecto a los que sumaron en las anteriores elecciones CiU y ERC.
Si para cambiar un estatuto es necesaria una mayoría cualificada, no está claro que se pueda solo con mayoría absoluta avanzar hacia un proceso tan incierto.
El día de las elecciones catalanas amaneció con la amenaza de independencia unilateral y anocheció con la opción de una salida negociada y no traumática hacia una reforma de la Constitución o de su estatuto.
Las respuestas a esas preguntas llegarán, probablemente, después de las generales y con un Congreso distinto al actual.En ese momento no habrá más remedio que abordar una reforma constitucional que ya no podrán bloquear.
En el otro bloque, el no independentista, no hay una mayoría alternativa y deberán preguntarse si es posible hacer frente políticamente al 50% de catalanes que quieren el independentismo solo con recursos en el Tribunal Constitucional y amenazas de suspensión.
El PP, con mayoría absoluta aún en el Congreso es la sexta fuerza política del nuevo Parlamento catalán. Y nunca antes ni PSOE ni PP habían ganado en generales con tan poco apoyo en Cataluña.
Se anticipa de nuevo el cambio de mayorías de cara a las generales y la dificultad de Rajoy para articular un mensaje atractivo. Solo el miedo le ayuda.
El PSOE, con el resultado del PSC, debe replantearse su estrategia aunque ha conseguido salvar la situación evitando que la lista vinculada a Podemos le adelante.
Los de Pablo Iglesias no han mejorado el resultado de ICV. Es verdad que ni el candidato, ni el mensaje, ni el nombre, ni la campaña fueron buenos y que competían con las CUP en el mensaje de la indignación y en unas elecciones muy polarizadas, pero de nuevo, como ocurrió en Andalucía, sustituyen a IU (ICV en este caso) pero no al PSOE.
Los triunfadores son Ciudadanos, que se presenta como alternativa para muchos votantes del PP. Han tenido un mensaje mucho más amable que el del PP y un mensaje más positivo, frente a actuaciones notables de Mariano Rajoy como la de la nacionalidad o la de "un plato es un plato y un vaso es un vaso".
Al PP le falla el mensaje, la imagen, la inmovilidad y el candidato. También le fallan para las generales.
Después de las generales, debe notarse que nada es igual. La duda es si es posible que las dos líneas ahora paralelas se encuentren y acabe el empate infinito con Rajoy y Artur Mas a cada lado.
De momento habrá que dejar pasar el tiempo preciso para que se disipe la espuma de la noche electoral y que los dos trasatlánticos tengan espacio para virar.

10 sep 2015

Pasado presente

Por: Fernando Garea


El pasado casi siempre vuelve y suele perseguir de forma implacable a quien ha sido protagonista directo de él y más si nunca ha roto con lo que fue.

Este mes se cumplen 12 años del día en que José María Aznar reunió en La Moncloa a Rodrigo Rato, Ángel Acebes, Mariano Rajoy y Javier Arenas. Su dedo juguetón se paró en Rajoy y le señaló como sucesor. Con el tiempo, Acebes, abrasado por la gestión del 11-M, abandonó la política y se dedicó a ganar dinero y Rato, el hombre que pudo gobernar, se convirtió en icono tóxico de una época. Sabemos ahora que en aquellos días felices de poder absoluto, el PP estaba en plena actividad de lo que años después hemos conocido como trama Gürtel y que tanto les persigue mucho tiempo después.

Ahora Rajoy es presidente y Arenas se mantiene como albacea de esa herencia que les lastra en forma de sumarios y de personajes con los que han compartido todo, incluida la complicidad que da el poder. Sin apenas darnos cuenta, desde hace más de treinta años, la política española es lo que ocurre entre declaración y declaración de Arenas y entre cargo y cargo de Rajoy. Este 29 de julio los fantasmas del pasado se reunieron en el Ministerio del Interior. Fue el regreso de un pasado que aún sigue presente, la vuelta a un despacho oficial de quien fue rival de Rajoy para la candidatura a La Moncloa. El otro protagonista era Jorge Fernández, que desde hace 20 años es fiel mano derecha del ahora presidente. Ambos ya habían coincidido en el Gobierno de Aznar en los días felices, como vicepresidente y secretario de Estado, respectivamente, y ya se sabe que lo que el poder unió no lo separa ningún juez. Todo sea por los viejos tiempos que nunca se han ido.

Hace unos días, los cuatro vicesecretarios del PP que nombró Rajoy para renovar el partido —Andrea Levy, Fernando Martínez Maíllo, Pablo Casado y Javier Maroto— intercambiaron whastapps en el grupo que comparten confesando que no conocen a Rato, que nunca han coincidido con él y que les importa poco el personaje. Pero son conscientes de que su problema es que a su pesar serán herederos y presos de esa historia mientras su líder y candidato pertenezca a ese pasado al que el PP no renuncia. Y, además, Javier Arenas es el preceptor de este “nuevo” PP.


El País

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