Sobre el autor

Fernando Garea

lleva más de 15 años pisando diariamente el Congreso y escribiendo sobre política en distintos medios. Responsable de información parlamentaria en EL PAÍS, colabora en diversas tertulias en radio y televisión.

Sobre el blog

Contracrónica de la actualidad política. Lo que se mueve en los pasillos del Congreso, más allá del escenario del hemiciclo, y análisis de la vida política.

30 oct 2015

Rajoy, arrollado por la realidad

Por: Fernando Garea

La realidad ha arrollado y superado a Mariano Rajoy. Después de casi cuatro años sin hacer política y, especialmente, sin hacerla sobre Cataluña, ahora se ha puesto a ello con la espada de Damocles de la declaración del Parlamento de Cataluña. En la última recta de la legislatura el presidente del Gobierno cae en la cuenta de que han sido tres años y once meses de economía y ahora se ve obligado a un mes de política.
Después de casi cuatro años sin dialogar, sin pactar ninguna ley y sin llamar siquiera a La Moncloa a los portavoces de otros partidos, Rajoy se ha puesto a ello en una ronda maratoniana de reuniones. Y, además, ha hecho un gesto que indica que, al fin, es algo consciente de lo que ha cambiado en España mientras él se dedicaba a la prima de riesgo. Ahora ha dado carta de naturaleza y reconocimiento a las dos nuevas opciones políticas, Ciudadanos y Podemos. Ha escuchado a Albert Rivera hablar con el desparpajo de quien se valora como casi presidente. Ha visto al líder de Ciudadanos hablar con soltura en la Moncloa de lo que hará cuando sea presidente y tratarle casi como si fuera un jefe del Ejecutivo provisional en tránsito hacia la retirada tras el 20-D. Y ha recibido de Rivera, con lo que debe considerar insolencia, una propuesta de pacto de Estado para que lo estudie en los próximos días.
También la realidad ha empujado a Rajoy a recibir a quien hace poco más de un año Pedro Arriola, su principal asesor, la persona que habla al oído al presidente, Pedro Arriola, tachaba de “friki bolivariano”. Pasó ayer el trago de escuchar a Pablo Iglesias hablarle en otro idioma de "su libro" y recitarle su letanía de críticas y enmiendas políticas.
Como damnificado también ha quedado Pedro Sánchez que, después de promover la ronda con una llamada a Rajoy, se conformó con una mala foto posterior a su visita a la Moncloa, mientras que los emergentes han tenido su largo día de gloria y expectación mediática.
El presidente ha tenido que admitir implícitamente con esta ronda que hace tiempo que en el Congreso no se hace la política, aunque en las Cortes se mantenga la legitimidad de las elecciones de 2011. Que el vallado permanente del Congreso en la primera parte de la legislatura, cuando se protestaba en la calle y él no se reunía con nadie han quedado superados.
Rajoy ha resistido la presión por la corrupción o las protestas sociales, pero ha sido arrollado por Cataluña y se ha puesto ahora a ello con mucha prisa y poco cambio porque, por toda conclusión, ha repetido tras la ronda de contactos lo de “España es un gran país”. Tiene al PP, es decir, a sí mismo, enrocado en la negativa a tocar la Constitución; al PSOE con una propuesta de reforma federal; a Ciudadanos con interés por hacerse con la bandera de la defensa de la unidad de España y a Podemos con la idea de promover una revisión constitucional que incluya la posibilidad de consultas de autodeterminación. No ayudan las urgencias y estrategias del 20-D que recuerdan lo que escribió Blas de Otero: “Tarde es, amor, ya tarde y peligroso”.

26 oct 2015

Memoria selectiva y fría cuenta de resultados

Por: Fernando Garea

Hace meses un dirigente del PP dijo que les faltaba piel y al poco tiempo se la arrancaron (políticamente) a él. Y eso que lo planteó en un vídeo promocional.
Mariano Rajoy ha hablado como un consejero delegado que explica a sus accionistas la fría cuenta de resultados, con cifras y sin la más mínima piel. Solo así puede entenderse que dijera que “la prima de riesgo ha dejado de ser un problema” o que “se ha superado la crisis sin que nadie haya quedado al borde del camino”. Con sus gafas de presidente no se divisan, por ejemplo, los miles de españoles que han tenido que emigrar.
Con esa perspectiva y esa memoria selectiva ha presentado a sus accionistas el logro de su lucha contra la corrupción, sin ser consciente de que los ciudadanos a los que debía dirigirse perciben como realidad incuestionable que hay varios casos muy graves abiertos y vinculados al PP. Y que hasta los fiscales conservadores, los más próximos al PP y mayoritarios en la carrera, denuncian abiertamente que el actual Gobierno legisla para dificultar la lucha contra la corrupción.
Rajoy ha hablado de la Oficina de Recuperación y Gestión de Activos como el gran mérito y la gran medida contra la corrupción, pese a que el viernes solo inauguró una oficina vacía, que está cerrada y que según prevé el decreto publicado el día siguiente no entrará en vigor hasta enero, porque aún no tiene ni funcionarios asignados. Para poder inaugurar el despacho vacío antes de la convocatoria electoral, el Gobierno pidió al Consejo de Estado que emitiera de manera urgente el informe preceptivo sobre el decreto que llegó a La Moncloa justo el día antes de visitar el escenario de su acto de campaña.
A sus accionistas les ha dicho Rajoy que ha gobernado con diálogo y hablando con todos, pero todas las leyes importantes han salido de las Cortes solo con el voto del PP. La reforma del Tribunal Constitucional, el Código Penal, la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la ley de seguridad ciudadana, la ley de educación... todas han tenido el rechazo del resto de la Cámara. En cuatro años, Rajoy no ha llamado a ningún otro portavoz parlamentario, con la única excepción del socialista y en muy contadas ocasiones.
El presidente ha intentado hacer creer que él está dispuesto a debatir con quien sea y que si no acude a programas de televisión será porque su jefe de Gabinete y de campaña, Jorge Moragas, no le deja ir. Ha borrado de su cuenta de resultados de la legislatura que, según los datos oficiales del Congreso, en cuatro años ha eludido 105 peticiones de comparecencia presentadas por la oposición y no parece que eso fuera también culpa de Moragas.
Deja claro que se opondrá a cualquier reforma constitucional, aunque curiosamente cita como ejemplos de reformas razonables la de la sucesión a la Corona, la de la inclusión del nombre de las comunidades y la referencia a Europa, es decir, las mismas que Zapatero intentó en la anterior legislatura y que fueron aparcadas precisamente por la dura oposición de Rajoy.
Memoria selectiva.

El País

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