El Potrero

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Aventuras de fútbol

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Diego Latorre

Diego Latorre. Nací en La Paternal, en la ciudad de Buenos Aires, en 1969. Jugué en Tenerife, Fiorentina, Boca Juniors y Cruz Azul. Gané la Copa América en Chile con la selección Argentina en 1991.

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La versatilidad de Martino

Por: | 06 de junio de 2013

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Gerardo Martino, entrenador de Newell's Old Boys. Daniel Jayo / AP

El Tata Martino es el entrenador más notable del presente curso del fútbol argentino. No es sorprendente que la Real Sociedad se haya interesado por él. Ha sabido elevar el nivel de sus jugadores y mejorar el funcionamiento de sus equipos en ámbitos y en las culturas dispares.

En Newell’s, Martino defiende ciertos valores del juego: salir jugando, cuidar la pelota, jugar con extremos, usar un falso ‘nueve’. Sin embargo, en la selección de Paraguay jugaba con un sistema muy rígido, con dos centrocampistas de manejo discutible, sin extremos y con dos ‘nueves’ de área. Jugaba mucho al pelotazo, mucho a pasar las líneas por arriba, sin conexiones, y en muchos momentos perdiendo protagonismo. Él se adaptó a la cultura y a la idiosincrasia del jugador paraguayo y relegó creencias que hoy se afirman como muy suyas. Martino es discípulo de Bielsa. Pero no concibo a Bielsa jugando como Martino en Paraguay. Bielsa traslada su idea de juego, quizá porque Bielsa elige los planteles.

Es desconcertante porque Newell’s, gracias al trabajo de Martino, transformó su identidad: pasó de jugar de cualquier cosa, a pararla y a gambetear. Los jugadores han cambiado radicalmente su forma de pensar. Tiene un central, Vergini, que agarra la pelota y se anima a gambetear. Lo veo y no lo conozco. El Newell’s de Martino no se parece absolutamente en nada a su Paraguay. Quizá en Paraguay él percibió que no podía cambiarle la naturaleza al fútbol paraguayo y resignó sus principios. Debió negociar consigo mismo. Me parece que, en su caso, fue una virtud.

Seguramente Martino tuvo que cambiar hasta la forma de los entrenamientos. Y eso es lo duro porque debió entrenar a su equipo para hacer algo en lo que no creía. Newell’s es lo opuesto: tiene muchísimas variantes para salir jugando. Siete o diez posibilidades. Recuerda a Guardiola, o a Lavolpe. Sale el ‘dos’, abre los centrales y pone el ‘cinco’ atrás, hace superioridades numéricas en el centro de la cancha, adelanta a los laterales, cambia de frente… Ahí se nota el magnífico trabajo de Martino.

Neymar y Messi

Por: | 06 de junio de 2013

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Messi y Neymar se saludan en el Mundial de Clubes en 2011. / REUTERS

Neymar es un futbolista natural. Tiene una habilidad, un cambio de pasos, una agilidad terrible para salir de la gambeta para los dos lados. Es instintivo y desequilibrante, y se planta ante el gol con facilidad. Si bien suele solicitar la pelota al pie ha hecho goles rompiendo con buenos pasadores. Sabe desmarcarse al vacío y tendrá que afianzar estos movimientos un poco más, porque en el Barcelona pedir la pelota al pie genera un vicio peligroso.

Pasarse la pelota de pie a pie te ayuda a mantener la posesión pero si no hay ruptura, si no hay desmarque, al Barcelona le cuesta encontrar al jugador en el espacio. Eso hay que inculcárselo a Neymar. El Barcelona exige otras cosas: exige comprensión del juego. Pero el Barcelona ha tenido una dependencia exagerada de Messi en las maniobras que buscan el desequilibrio. Cuando se comprimen los espacios, cuando el rival te toma bien, cuando se agrupa, Neymar te da esa solución. Además ha hecho goles en combinación: utilizando la gambeta pero buscando esa pared con un ‘nueve’, o con alguien que aparezca en esa zona.

En el Barça lo veo como extremo izquierdo, y en determinados momentos, libre. Con Messi deben tratar de evitar la superposición. Seguramente el entrenador le exigirá tener la cancha bien abierta en el tramo final y hacer esos movimientos del juego de posición. Neymar le dará soluciones que son necesarias para este Barcelona. Él naturalmente se acomoda como ‘wing’ izquierdo porque tiene el perfil para adentro: como hacen Villa o Tello. Si el Barça puede domesticarlo, será muy valioso. Porque en el Santos le permiten todo y tiene vicios adquiridos: quiere pasar por cualquier lado, pierde la pelota y vuelve caminando. Lo que en el Santos parece una virtud, en el Barcelona no lo es. Pero claro: ¡siempre hace cuatro jugadas de gol por partido! Con sus condiciones debería ser fácil rectificar, pero dependerá de su disposición y de su compromiso. Deberá hacerse a la idea de que será un subordinado de Messi cuando hasta ahora todos han jugado como subordinados de Neymar. Es una cuestión de carácter. Me parece que es un buen chico. El rótulo de gran estrella se lo ganó jugando. No creo que vaya a cambiar el mundo del Barcelona. Una cosa es lo que parece y otra lo que es. Parece que no le importa nada, que es indolente, pero siempre veo que sus compañeros lo abrazan, lo quieren. Sabe hacerse querer y esto es buena señal.

La valentía de Robben

Por: | 01 de junio de 2013

Lahm, Gundogan, y Robben son los jugadores que más me gustaron de la final de Wembley. Robben sabía que tenía un historial de fallos en situaciones graves y a pesar de eso se puso delante del portero. Eso no se valora. Pero a veces el jugador que ha fallado mucho no reacciona atreviéndose. Es fácil esconderse, no ponerse en la situación del mano a mano, no picar al vacío, no tirar esas diagonales entre los centrales. Robben entraba de afuera hacia adentro para terminar de nueve. Lo hizo con una tozudez, con una confianza, con una seguridad difícil de ver. Que un nueve insista en ir a la zona de definición es normal, pero que lo haga un wing es un acto de jugador grande. Tal vez en un rincón de la cabeza le pasó la secuencia de jugadas fallidas anteriores: la parada de Casillas, el penal errado contra el Chelsea… Su gol, el 2-1 de Wembley, fue obra de una definición magistral porque supo olvidar. Se olvidó de toda la película de su vida. Manejó el suspenso, la calma, hizo un toquecito para adentro, desacomodó al portero, y la sacó para el otro lado. Genial.

El País

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