Gerardo Martino, entrenador de Newell's Old Boys. Daniel Jayo / AP
El Tata Martino es el entrenador más notable del presente curso del fútbol argentino. No es sorprendente que la Real Sociedad se haya interesado por él. Ha sabido elevar el nivel de sus jugadores y mejorar el funcionamiento de sus equipos en ámbitos y en las culturas dispares.
En Newell’s, Martino defiende ciertos valores del juego: salir jugando, cuidar la pelota, jugar con extremos, usar un falso ‘nueve’. Sin embargo, en la selección de Paraguay jugaba con un sistema muy rígido, con dos centrocampistas de manejo discutible, sin extremos y con dos ‘nueves’ de área. Jugaba mucho al pelotazo, mucho a pasar las líneas por arriba, sin conexiones, y en muchos momentos perdiendo protagonismo. Él se adaptó a la cultura y a la idiosincrasia del jugador paraguayo y relegó creencias que hoy se afirman como muy suyas. Martino es discípulo de Bielsa. Pero no concibo a Bielsa jugando como Martino en Paraguay. Bielsa traslada su idea de juego, quizá porque Bielsa elige los planteles.
Es desconcertante porque Newell’s, gracias al trabajo de Martino, transformó su identidad: pasó de jugar de cualquier cosa, a pararla y a gambetear. Los jugadores han cambiado radicalmente su forma de pensar. Tiene un central, Vergini, que agarra la pelota y se anima a gambetear. Lo veo y no lo conozco. El Newell’s de Martino no se parece absolutamente en nada a su Paraguay. Quizá en Paraguay él percibió que no podía cambiarle la naturaleza al fútbol paraguayo y resignó sus principios. Debió negociar consigo mismo. Me parece que, en su caso, fue una virtud.
Seguramente Martino tuvo que cambiar hasta la forma de los entrenamientos. Y eso es lo duro porque debió entrenar a su equipo para hacer algo en lo que no creía. Newell’s es lo opuesto: tiene muchísimas variantes para salir jugando. Siete o diez posibilidades. Recuerda a Guardiola, o a Lavolpe. Sale el ‘dos’, abre los centrales y pone el ‘cinco’ atrás, hace superioridades numéricas en el centro de la cancha, adelanta a los laterales, cambia de frente… Ahí se nota el magnífico trabajo de Martino.