El Potrero

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Aventuras de fútbol

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Diego Latorre

Diego Latorre. Nací en La Paternal, en la ciudad de Buenos Aires, en 1969. Jugué en Tenerife, Fiorentina, Boca Juniors y Cruz Azul. Gané la Copa América en Chile con la selección Argentina en 1991.

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El Arsenal de Özil

Por: | 29 de septiembre de 2013

OzilLa teoría sobre el tiempo de adaptación de los jugadores a los equipos a veces choca con la realidad.

Mesut Özil no necesitó adaptarse para entrar rápido en la dinámica del Arsenal. Su primer partido, contra el Sunderland, fue el mejor. Lo completó después de hacer un solo entrenamiento. Cuando hay buenos jugadores para interpretar el juego el tiempo es relativo. Las teorías de escuela de entrenadores a veces menosprecian el instinto para comprender el juego y sobrevaloran la organización como una idea que necesariamente debe ser asimilada en un proceso académico. Hay jugadores que se pasan toda la vida en un club y manifiestan falencias en cada partido. Los años de práctica no siempre mecanizan los movimientos.

Özil tiene una visión muy rápida de la jugada y de su entorno. Posee el timing del experto del pase de gol. Para el pase de gol hay un instante: el instante en el que chocan el pensamiento del pasador y el corredor que se le ofrece. Hace falta mucho sentido del tiempo, del espacio y de la velocidad para dar un pase de gol. Y más: hace falta dominar el efecto y la fuerza con que se toca la pelota para que el receptor explote la ventaja. Özil hace con sencillez ese toque complejo. Ese gesto condicionado por cada situación. Sabe, por ejemplo, cuándo y cómo dar el pase al pie cuando al receptor lo rodean muchas piernas de defensas: ese pase  tiene que ser fuerte porque eso facilita el primer control para llevarse la pelota. Si el pase es blando el esfuerzo lo tiene que hacer el receptor. Cualquier cosita que falla en ese pase trunca la jugada. Hay jugadores expertos en dar el pase sin que los defensas se lo corten. Özil es uno de ellos. Otro es Messi.

Özil va a cambiar la mentalidad del Arsenal porque los jugadores se contagian cuando saben que hay un crack entre los compañeros. Todos quieren estar a la altura, despiertos, atentos para comprenderlo. Özil no parece tener carisma pero le ha dado más personalidad al equipo. Lo rodean chicos que sienten e interpretan el fútbol de la misma manera que él.

Theo Walcott no tiene la tendencia de recibir al pie y se perfila muy bien para correr. Están destinados a entenderse de maravilla. Podolski es otro que le dará variantes de pase al pie y al espacio. Son combinaciones que aumentarán las posibilidades del Arsenal para llegar al gol. La primera vía es cuando domina el partido en campo contrario. Ahí Giroud recibe de espaldas y aparecen las opciones de Walcott y Podolski por afuera. La segunda es en transición, cuando el equipo pasa de ser atacado a ir al ataque. En este terreno es donde Özil puede sacar brillo a sus condiciones porque él no espera. Él se mueve para recibir la pelota en el vacío y juega con uno o dos toques. Ahorra movimientos ampulosos. No arriesga en zonas de elaboración. No piensa en el pase de gol en cualquier lugar de la cancha. Simplifica, y el jugador que hace todo simple llama menos la atención.

El talentoso suele ser un tipo cansino. Özil está permanentemente ofreciéndose, patrullando, gravitando. Es el puente entre la posesión de la pelota y la situación de gol. Imprescindible para el Arsenal porque al equipo de Wenger en las últimas temporadas le había costado penetrar al rival. No encontraban al jugador que ponía la marcha hasta que apareció el alemán. La cantidad de goles que ha metido el Arsenal desde el partido con el Sunderland no es casual.

Wenger inédito

Por: | 12 de septiembre de 2013

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Arsène Wenger, durante un partido de la Premier League. / GLYN KIRK (AFP).

El domingo 1 de septiembre asistí a un hecho inédito. Por primera vez vi al Arsenal defender con cinco defensas. Sucedió en el Emirates, en el clásico del norte de Londres, el Arsenal-Tottenham. Sentí que se reflotaba aquella discusión atemporal: quién es romántico y quién es pragmático. Como si unos quisieran ganar sin jugar y otros jugar sin ganar. Como si fuera posible idealizar el juego o idealizar el resultado.

Me pareció extraño ver a Arsène Wenger en esos últimos minutos agónicos poblando su defensa de centrales para sostener el 1-0. Pensé que lo hacía porque no tenía más recursos. Porque se habían lesionado muchos de sus jugadores. La enfermería del Arsenal está constantemente saturada. ¿Habrá alguna causa psicológica en tantas lesiones? No es casual que, año tras año, al Arsenal se le lesionen tantos jugadores. Últimamente han sido baja Arteta, Vermaelen, Chamberlain, Wilshere…

Las disposiciones tácticas de Wenger en los últimos cinco minutos del partido fueron contrarias al estilo inglés. Fue una paradoja y un riesgo muy grande para un equipo que no tiene ese espíritu y esa clase de jugadores. ¿Hasta qué punto a un equipo diseñado como el Arsenal puede darle mejores resultados esta fórmula?

Una locura

Por: | 04 de septiembre de 2013

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Riquelme, en un partido con Boca el pasado agosto. ALEJANDRO PAGNI (AFP)

Cada vez que pierde Boca con Riquelme el señalado es Riquelme; y cada vez que gana Boca sin Riquelme se empiezan a escuchar voces de prensa y de un sector del público que relacionan la victoria de Boca con la ausencia del ‘diez’.

Este sector entiende que Boca tiene un fútbol más fluido y más ágil porque no pasa por la aduana de Riquelme. El mensaje insiste en que el equipo juega mejor si no cumple con el automatismo de respetar la jerarquía de Riquelme. Porque sin él, los compañeros se liberan y actúan con autonomía. Como si Riquelme pusiera una excesiva pausa.

Todo esto me parece una locura.

El mundo-Boca ya incurrió en estos comentarios cuando Cristian ‘Pochi’ Chávez tuvo que reemplazar a Riquelme en 2012. Entonces dijeron que Chávez le daba un ingrediente distinto al equipo, algo relacionado con su cambio de ritmo. El error conceptual más común consiste en pensar que el ritmo es algo físico y no relacionado con el juego, con saber administrar las velocidades. La velocidad en el fútbol no es siempre ir en línea recta y Riquelme está condenado a sufrir el veredicto que lo califica de “tipo lento”.

Es cierto que en la última jornada Boca hizo su mejor partido de lo que va de campeonato y no jugó Riquelme. Ganó 2-1 y Fernando Gago jugó su primer partido con Boca desde su regreso procedente de Vélez. El medio centro fue responsable de darle esa agilidad al equipo, esa sintonía con la pelota. Pero me parece un exceso y una falacia concluir que por esto Riquelme es perjudicial.

En Argentina el fútbol se ha estandarizado. No se ven grandes jugadores. Cuando sobresalen futbolistas con carisma, con ángel, el público reacciona oponiéndose, con rencor. La gente no le perdona el éxito y la importancia al jugador. Pasó con Messi en una época y ahora sucede con Riquelme.

Riquelme ya dio todas las pruebas en los contextos más adversos. Superó la prueba de calidad del día a día. Pero en el fútbol argentino encuentra lo contrario: lo siguen examinando con rigor. Segundo a segundo tiene que demostrar que es el mejor porque si no lo logra es el peor. En esta dinámica, no hay forma de que Riquelme salga ganador.

Riquelme es el mejor jugador del campeonato argentino de los últimos 30 años. Lo avala una montaña de títulos, con tres Copas  Libertadores a la cabeza. Si él no encuentra una plataforma de seguridad y de confianza estamos perdidos como fútbol. Ya ningún jugador será digno de confianza total.

El País

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