El salto del ángel

La educación como gobierno

Por: | 08 de febrero de 2012

 

Tapies

SÓCRATES. Todo hombre que no conoce las cosas que están en él, no conocerá tampoco las que pertenecen a otros.
ALCIBÍADES. Eso es verdad.
SÓCRATES. No conociendo las cosas pertenecientes a los demás, no puede conocer las del Estado.
ALCIBÍADES. Es una consecuencia necesaria.
SÓCRATES. ¿Un hombre semejante puede ser alguna vez un buen hombre de Estado?
ALCIBÍADES. No”
(Platón, Alcibíades, 131 a-b).

En cierto modo, educarse es gobernarse. Cuando los clásicos grecolatinos hablan del cuidado y del cultivo de uno mismo, están convocando a un modo de educación que afecta a toda la existencia y la constituye. Es el cuidado de uno mismo y de los demás. Y ello exige criticar lo que somos, analizar históricamente los límites que se nos han establecido y examinar su franqueamiento posible. Y aquí aprendemos con Foucault. Hablamos, y con razón, de las técnicas de dominación, pero no hemos de olvidar las técnicas de constitución de uno mismo, verdaderos procedimientos para hacer que seamos los sujetos que somos. Sujetos en ocasiones bien sujetados.

Para quienes consideramos que la educación no es la simple adquisición de conocimientos y pensamos que es decisiva la transformación de los valores, con los valores, para quienes estimamos que conocimientos, competencias y valores han de ir al unísono, esa transformación exige unas determinadas formas de vida. Éstas se expresan en cada gesto, en cada acción, en cada palabra, en todo nuestro comportamiento y en nuestro deseo. Nos preguntamos, también con razón, sobre cómo aprender, pero no hemos de separar esa cuestión de la de cómo nos constituimos a nosotros mismos como sujetos, hasta llegar a ser artesanos, artífices, de la belleza y dignidad de nuestra propia vida. Se trata de cuidarnos de nuestras conductas y de nuestras relaciones con nosotros mismos y con los otros hasta procurar una auténtica recreación.

Y todo ello tiene un alcance político, que incluye el coraje de la curiosidad de pensar si seremos capaces de llegar a ser otros. Y se trata de eso, de prácticas que producen verdaderas transformaciones del sujeto. Transformaciones que lo son a su vez de la sociedad.

Si avanzamos en estas consideraciones, se ponen en cuestión muchas de nuestras ideas preestablecidas sobre lo político, lo público y lo común. Y quizá también encontramos en la propia palabra economía algo que nos ayuda a pensar en esta dirección. Como ley de la casa, nos llama al gobierno de la casa, como se gobierna un navío. Pero si ignoramos que la Economía es una ciencia social, una ciencia humana y, aunque suene redundante, vinculada a las vicisitudes, los vaivenes y las decisiones de las acciones humanas, entonces viene a ser considerada tecnocracia, que se rige y se comporta al margen de nuestras voluntades y se impone sobre ellas. Esta economía maleducada dejaría de ser gobierno para pasar a ser dominación.

No podemos, sin embargo, hablar de esto como si no nos fuera con ello, como si resultara externo e independiente de nuestras acciones. El cuidado de uno mismo, el cultivo, la cultura que ello requiere, son determinantes incluso para garantizar y legitimar nuestra relación con los demás. Pregunta Alcibíades a Sócrates sobre cómo prepararse para la acción pública. La respuesta se centra en el cuidado de sí. “Si uno no es capaz de gobernarse a sí mismo, ¿cómo a gobernar la ciudad?

Ahora bien, educarse no es ocuparse individualmente de lo que nos afecta e ignorar a los otros, ni olvidarse de lo común, de la comunidad, de la comunicación, es sentirse vinculado a una tarea que precisa nuestra máxima implicación, una implicación de transformación.

Y aquí también se requieren nuevas formas de participación, no sólo las que toman partido, o buscan su parte, sino las de quienes se saben que forman parte de un proyecto compartido. La educación es asimismo una tarea colectiva. Sin esta convicción, lo que denominamos gobierno resulta corto de miras. Alcibíades es llamado a procurar la justicia y la sabiduría, pero para ello, se le dice, ha de “administrar y cuidar de sí y de sus asuntos, como también de la ciudad y de las cosas de la ciudad”. Y esto también es economía, pero con educación.


Imagen: catálogo razonado de Antoni Tapies

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Noam Chomsky y las 10 Estrategias de Manipulación Mediática

1. La estrategia de la distracción El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.

La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales .

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de

seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para

acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? “Si uno se dirige a una persona como siella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella

tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad .

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposible de alcanzar para las clases inferiores .

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…

9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se auto desvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

(citas del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)

Propongo a Iñaki Gabilondo volver a tv a diriguir un debate semanal,(no le faltarian ofertas )donde le de cabida y atencion a la juventud desde el valor que tienen en todas sus organizaciones para dar paso a los nuevos paradigmas que ya estan aqui,digo esto por que los debates en tv y la radio estan siempre copados por las mismas personas que siempre nos dicen lo mismo,no dejando espacios a personas jovenes con otras formas de construir y sentir una sociedad.NO NOS PODEMOS PERMITIR QUE GABILONDO NO APORTE E INFLUYA TODO LO QUE PUEDE DAR A LA SOCIEDAD.
TAMBIEN PODRIA PARTICIPAR ANGEL GABILONDO PUES APORTARIA UNA PERPECTIVA HOLISTICA DE COMO QUEREMOS VIVIR.


Jesus lozano fuentes.

Witness, para mi desgracia no soy tan ingenuo como mis palabras te han dado a entender. ¡Quien pudiera mantenerse en la inocencia de la niñez! Los hombres llevan a cabo empresas (especular con el hambre, traficar con armas, etc…) conociendo el mal (muerte y sufrimiento para otros hombres) que causan. Pero este mal es por ellos considerado relativo o menor en función del bien que persiguen en estos casos, su enriquecimiento, que erróneamente consideran un bien mayor al mal causado.
No podemos hablar, por tanto, de que carecen de moral, de que son amorales. Lo patético es que actúan según su formación moral. La noción moral de sus deberes objetivos conforman su moral monstruosa, que no es más que la simple derivación lógica de determinadas premisas sociales. Todos conocemos, aún los ingenuos como yo, los valores de la sociedad actual y el lugar que ocupa el dinero entre ellos.
Volviendo a Sócrates, cualquiera que se conozca un pelín a sí mismo, reconocerá que el dinero no es un bien supremo, que no garantiza una vida feliz, sino que en muchos casos la aleja. Sin embargo hay quienes, por desconocimiento, ponen el dinero por encima de la vida de otros hombres, creyendo que persiguen un bien supremo. A esto se refería Sócrates cuando afirmaba que es lo mismo saber lo que es justo y ser justo, identificando la ciencia (el conocimiento intelectual) con la virtud.
En este sentido la educación tiene un gran papel que jugar, salvo que creamos que es cuestión genética y ambiental contra la que nada se puede hacer, sino seguir las reglas de esa moral, por qué no decirlo, desvergonzada y seguir fomentando una moral social donde, como decía Pascal, los hombres al no poder hacer que lo justo fuese fuerte optan porque la fuerza parezca justa.

C.- "¿Y qué nos dices ahora a estos y a mí?"
S.- "Nada nuevo. Lo que siempre hemos comentado. Que si cuidáis de vosotros mismos.." etc.
Eso y un gallo adeudado fue todo (para terminar).
Eso es todo (para empezar).

Interesante artículo Clement, pero ¿podrías elaborar mas y explicarnos la intención de compartirlo con nosotros?

Why Aren’t We Smarter Already: Evolutionary Trade-Offs and Cognitive Enhancement (Por qué no somos ya más inteligentes: Transacciones evolutivas y mejora cognitiva).
Thomas Hills - Ralph Hertwig

Interesante discusión ésta entre ustedes Witness y Snopes. Por una parte el eterno dilema de prevalencia entre educación y herencia. Nadie sabe a ciencia cierta cual es la proporción en la que cada una de ellas participa pero lo que sí me parece cierto es que cada persona es diferente y la buena educación puede sacar el mejor partido del potencial innato. A veces el resultado y a pesar de todos los esfuerzos es mas bien mediocre. Por otra parte, la buena educación no siempre se corresponde con la educación oficial que en muchas ocasiones no hace mas que malograr el potencial especial de ciertas personas con habilidades no convencionales. Así que sí creo que hay gentes valiosísimas sin educación formal, autodidactas y dotadas con habilidades naturales que no requieren títulos académicos ni falta que les hacen. Y viceversa también.
El otro dilema eterno es el si el hombre es bueno por naturaleza o no. La bondad de las cosas, la ética es un tema peliguado que muchas veces colisiona con la política desde los tiempos de Maquiavelo al menos formalmente. No tengo la menor duda del tipo y medida de conocimiento que tiene un traficante de armas sobre los efectos y usos de su negocio. Su código ético, en este caso prefiero el término moral, es diferente. Creo que la eduación permite dar los elementos para discernir los criterios a veces no tan claros entre lo que es bueno y lo que es malo. Pero no puede hacer a las personas buenas aunque quizás sí mejores como entes de comportamiento éticos. Lo que no cabe duda es que, en términos políticos ya que no para cada individuo, la educación es pieza fundamental para que la sociedad sea siempre intrumento de mejora.

"Qué felicidad sería, si el saber fuera algo de una especie tal que, de lo que está más lleno, pudiese fluir a lo que está más vacío"
S.

Sr Snopes:
La herencia y la crianza forman el temperamento. Sí, en buena medida, somos lo que los genes de nuestros progenitores nos legan aunque otra parte importante proceda de la forma en que los afectos que adquirimos en el entorno familiar se desarrollan. La educación contribuye a la creación de referentes para la vida en sociedad pero no asegura que esas referencias sirvan para lo que los buenos maestros pretenden. Por eso resulta tan desestabilizador una entorno familiar desestructurado o conflictivo. Ciertamente, habrá quien sea capaz de sobreponerse a un mal temperamento con plena conciencia de lo que resulta más apropiado para la vida comunitaria, pero sus motivaciones profundas seguirán ahí, como lo estaban las de un Alcibíades bien educado, rico y dotado de todo tipo de prendas personales. Me ha conmovido esa afirmación suya de que nadie hace el mal a sabiendas: revela una falta de experiencia por no decir una ingenuidad que, de seguro, habría enternecido hasta el mismísimo Sócrates.

Vamos a ver Witness, si me aclaras, por aprender algo, tu discurso. Dices, por ejemplo: “La buena educación no garantiza la formación de una buena persona” ¿qué la garantiza entonces? ¿cuestión de suerte, de ascendentes genéticos, de ser de buena familia, de que te de una patada un pavo? Si pudieras aclararlo, se agradecería.
También dices: “Sócrates suponía que puede educarse el temperamento”…” Pero no”. Vamos a ver, si en el artículo se contrapone adquisición de conocimientos con educación como cosas, ambas necesarias, pero distintas, ¿a qué otra cosa sino a la educación de lo que tú denominas “temperamento” se refiere esa “transformación de los valores” que “exige unas determinadas formas de vida que se expresan en cada gesto, en cada acción, en cada palabra, en todo nuestro comportamiento y en nuestro deseo” a las que hace referencia el autor del blog? Tú dices simplemente que no se puede educar el temperamento y te quedas tan ancho, para después, además, justificar en cierta forma el comportamiento de Alcibíades, fiándolo todo a la moral del éxito en vez de al éxito de la moral, que es una postura, por otra parte, mayoritaria en la sociedad actual.
Sócrates busca la ciencia e intelectualiza los principios morales. Para resolver el problema moral proclama por consiguiente el principio: "El éxito de la vida depende de una comprensión racional de los intereses en pugna". De aquí que el conocimiento haga apto e idóneo al hombre para la vida. De donde fluye lógicamente la necesidad que el hombre conozca con total exactitud las cosas a que dirige su acción y sobre todo resalta la necesidad del auto conocimiento por parte del hombre. Dicha necesidad la sintetiza con su imperativo: "Conócete a ti mismo".
Para Sócrates, por lo tanto, el conocimiento de lo bueno basta para obrar con rectitud, es decir, virtuosamente. La virtud implica ciencia. Todo el mal proviene de la ignorancia. Nadie comete a propósito y conscientemente el mal. No puede ser de otra manera, pues, el bien es útil y garantiza la felicidad. No hay por lo tanto razón alguna para que conociendo el bien no se lo realice. Sócrates identifica la ciencia con la virtud. Es lo mismo saber lo que es justo y ser justo.
Si crees que esto no es así, pues explícalo. Yo creo, por ejemplo, que el que especula en los grandes centros bursátiles con productos alimenticios básicos para millones de personas pobres y hambrientas está convencido de que obra justamente pues desconoce realmente el mal que causa. Su moral, al no tener una comprensión racional de los intereses en pugna, sólo se fija en el beneficio económico que tendrá. En caso contrario, convendrás conmigo en que podría ser calificado, si obrara mal a sabiendas, como un genocida de la peor calaña a la altura de Hitler o Stalin. ¿Hemos de pensar eso de nuestros sacrosantos mercados?
Luego entras en consideraciones poco claras sobre el modo de evaluar o calificar la capacidad en la vida académica, para concluir que no podemos saber realmente la valía de un individuo sin un trato cercano y cierta perspicacia psicológica. He de suponer, por el juicio ( ¿o es prejuicio?) que haces de la “cúpula dirigente” del PSOE, que los has conocido a todos personalmente y que además tienes una gran intuición psicológica, pues de otro modo no entiendo como puedas conocer su valía sin que tú mismo caigas en una flagrante contradicción con tu discurso.
En definitiva, Witness, que tu comentario me ha dejado la impresión de mucho ruido y pocas nueces. A ver si lo aclaras para que pueda aprender algo.

Me gustan especialmente las categorías de su blog: dimensión pública, formación, nuevas formas de participación, pensamiento, políticas educativas, tendencias, transformación social. Sobre todo la última. Y como una vez afirmó: la inteligencia como valor económico. Como olvidarlo.

Tengo la sensación de que las reputadas y prestigiadas escuelas de negocio españolas generan más tecnócratas y administradores que personas con visión del mundo y al cuidado del mismo.

Cuidémonos.

Nuestra educación empieza desde que estamos en el vientre materno y no terminamos nunca de adquirir conocimientos, formarnos. Una persona puede tener mucha educación y no haber ido núnca a la escuela o tener tres carreras universitarias y no tener moral.

Lástima de Alcibíades!. Traidor a su patria, felón reconocido, iracundo notorio, vividor sin freno... La buena educación no garantiza la formación de una buena persona, un individuo consciente y afable, que cuide de lo suyo, busque la verdad, contribuya a engrandecer la sociedad en que vive y despierte a su paso el repeto y no el temor. ¿Sabría Sócrates que, tras las bellas palabras y la reverencia de su discípulo, crecía un refractario a toda temperancia y moderación? Probablemente, como tantos otros maestros, Sócrates suponía que puede educarse el temperamento; que unos valores expuestos con la elocuencia de la sabiduría serían por sí solos aprendidos y apreciados. Pero no. Y, en cualquier caso, ¿por qué iba Alcibíades a comportarse de manera diferente a como lo hacía el común de sus conciudadanos? La educación sirvió al ladino ateniense para saber cómo mejor engañar a la mayor cantidad de gente el mayor tiempo posible porque los valores que apreciaba eran los que, en su introspección, descubría más útiles para dar satisfacción a sus deseos.

Y aquí enlazamos con el texto anterior de nuestro anfitrión digital. Porque es la necesidad íntima, la constitución individual de la conciencia, compuesta con partes proporcionales de herencia y crianza, la que establece el marco en el que los colores de la educación ofrecen a cada cual la posibilidad de pintar su biografía. Hay personas muy inteligentes que, por la razón que fuera, no destacaron especialmente en los estudios y, viceversa, gente con expedientes deslumbrantes que no resaltan por su brillantez. Sin embargo, sí es cierto que, grosso modo, la capacidad intelectual se correlaciona con el nivel alcanzado, aunque más bien en forma negativa. Es decir, que los individuos menos lúcidos tienen también un corto bagaje académico.

¿Qué se sigue de todo esto? Que si bien es posible deducir de una persona que se nos aparece torpe o limitada hasta dónde pudo haber llegado en su escolarización, de otra mucho más competente y hábil resulta más problemático realizar afirmaciones del mismo tenor. Son innumerables los casos de "triunfadores" que dejaron de estudiar en una etapa temprana sin que ello coartara su capacidad para desenvolverse en la vida y convertirse en ciudadanos influyentes; e, igualmente, -quizá, aún más numerosos- los de licenciados, doctores o especialistas que, a pesar de sus curriculos, apenas superaron la mediocridad.

En definitiva, para aquilatar la verdadera valía de cualquier individuo, el nivel académico resulta un indicio aproximativo que, probablemente, aporta tan grosera medida que aún es necesario complementarla con las conclusiones que se obtienen de una observación psicológica personalizada, por otra parte, no siempre evidente o fácilmente analizable sin cierta perspicacia particular capaz de desentrañar los indicios que ofrece el trato cercano, habitual.

Sujetos como los que constituyen la cúpula dirigente del PSOE son ejemplos paradigmáticos de cómo inteligencias ramplonas pueden superar la parquedad de sus méritos con la permanente disposición para utilizar las mañas del pícaro, la endeblez de las voluntades ajenas o la incuria de la sociedad en que viven para medrar, con permanente disimulo, en provecho propio. Las catástrofes que acaban generado resultan no menores que las causadas por Alcibíades a su propia patria.

¿ Por qué difiere tanto la educación como gobierno del gobierno de la educación? ¿qué intereses reales operan en la educación para que esta no sea lo que usted propone en este artículo?

Cómo un señor que muestra en sus charlas radiofónicas espíritu crítico, claridad de ideas, coherencia... llega a ser Ministro de Educación y pierde los ·papeles", se olvida de dialogar, impone un nuevo cuestionario a los opositores de la noche a la mañana y suprime Educación para la Ciudadanía, que tanta falta le está haciendo ahora a él. ¡Sin duda ha trocado la Educación por Dominación!

En nuestro actual sistema educativo están presentes muchos enfoques en los que subyace la fuerte presencia de un paradigma reduccionista o tecnocrático. Es la fuerza de la economía que empuja sobre nuestras vidas, y sobre la conformación de ‘nuestra vida’, que sería el cometido de la educación. Va a resultar complicado que se suelte lastre tecnocrático en los tiempos que corren, pero hay que intentarlo, porque si no los valores miraran sólo al rendimiento, la producción y la cuenta de resultados. Al decir lo de ‘economía, pero con educación’ me ha hecho recordar lo de ‘ciencia con conciencia’.

Con respeto, leo mucha demagogia a toro pasado. En un Estado libre y laico sobran las ayudas y subvenciones a los colegios de la iglesia católicas en detrimento de la enseñanza pública, restando frescura, calidad a nivel europeo y puestos de trabajo. ¿Y Ud. que hizo para remediarlo? Atte.

Una de las primeras lecciones que recibí en mi formación de maestra fue que hay que diferenciar entre educación e instrucción. La instrucción es la adquisición de habilidades mecánicas, dentro de una técnica, la que sea, para ser pieza de una maquinaria cualquiera, con un objetivo de acción que no va más allá del propio acto. Da igual, mientras se ejecute bien lo aprendido. La educación supone conocer todo lo posible del entramado del conjunto, sus elementos y relaciones, conocer el objetivo final, las alternativas, saber qué papel se juega en él y con qué habilidades se cuenta para poder adaptarse de manera autónoma a todo el engranaje -natural, social- del entorno en el que el sujeto se va a desenvolver en la vida.
Por eso es tan sorprendente que se dé tanta importancia ahora al rendimiento académico, que supone un alto nivel de instrucción. El fruto será sujetos domados para una tarea, y eso lo saben hacer cada vez mejor las máquinas, es equiparar a las personas con máquinas especializadas, que a su vez solo serán capaces de instruir, claro, y no de educar.

Pero esa educación transformadora (en la que también creo y trato de poner en práctica en mis aulas, con mi alumnado) es incompatible con la educación clasificadora, que te ubica en un ranking en función de tus calificaciones.

¿O estoy equivocado y sí es compatible?

Buena parte de la educación: valores y modelos cívidos, se transmite vía familia directa. Los españoles venimos de siglos de historia y de educación escolástica que no representan, en general, la exaltación de modelos autocríticos, solidarios y de respeto al otro. Solo hay que observar nuestros programas televisivos donde el insulto y la desinformación triunfan. Solo la buena educación nos hará más libres y democráticos, pero hay muchos peros...

El educarse eficaz, a si mismo y para los demás, es un aliciente anímico que se expresa y vuelca al exterior, si uno se educa tendrá educación con los demás. Cuidarse de gobernar eficientemente constituye primero la transformación economica de las ciencias humanas que alcanza después su expensión en la sociedad. Para ella, con ella.
Si se practicará más esta virtud se lograría una comunión no sólo con lo individual sino colectivo. Desplegaría, además, la creatividad.

Magnífica reflexión. . Me ha recordado un texto clásico: La educación después de Auschwitz, de Theodor W. Adorno.
http://es.scribd.com/doc/4004800/1967-Teodor-Adorno-La-educacion-despues-de-Auschwitz
Sobra banalidad, sobra frialdad, sobra atolondramiento. Falta reflexión. Gracias profesor.

Recortar en educación, es mutilar mentes. Recortar en educación es fomentar el mantenimiento de lo que tenemos, como lo bueno, lo único y lo posible.
http://aprendemosyestudiamos.blogspot.com/

Gracias por el post de hoy, que me ha dado para pensar un rato al solecito; también en cómo aplicar algunas de estas verdades. Mi primer ensayo en la Facultad de Filosofía fue precisamente sobre el Alcibíades. Qué recuerdos. Qué más cabe pedir de un post en un día soleado, entre correción de exámenes y burocracias varias para rellenar solicitudes y poder sacar "argo de argo" que nos permita investigar...

Educarse es, por ejemplo, hacer un estudio de cómo el mal empleo de la Educación ha llevado directamente en España a una Educación encaminada al mal empleo -el desempleo ya ni mentarlo...

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Sobre el blog

El salto del ángel es un espacio de reflexión, de pensamiento sobre la dimensión social y política de los asuntos públicos, sobre la educación, la Universidad, la formación y la empleabilidad. Busca analizar los procesos de democratización, de internacionalización y de modernización como tarea permanente, con una actitud de convicción y de compromiso.

Sobre el autor

Angel Gabilondo

Ángel Gabilondo Pujol es Catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que fue Rector. Tras ser Presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, ha sido Ministro de Educación.

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