El salto del ángel

Singulares y plurales

Por: | 15 de febrero de 2012

Singular plural2
Algunas confusiones personales, sociales y políticas se sostienen en el hecho de no diferenciar lo individual de lo singular. Y suelen concretarse finalmente en algo parecido a “sálvese quien pueda”, “yo a lo mío”. En tal caso, el individualismo no tiene especiales dificultades para convivir con el egoísmo, incluso para identificarse con él. Disfrazado de contención en uno mismo, sin inmiscuirse en los asuntos ajenos, más bien se alimenta de una desconsideración para con lo colectivo y lo comunitario.

Con tal planteamiento, lo interesante sería casi exclusivamente la entronización del individuo y ello supondría la máxima expresión de la libertad, la libertad individual. Nada que objetar por supuesto a la reivindicación de esta libertad, si bien deberíamos detenernos en algunas consideraciones que no tratan de limitarla, sino de concretarla. Por ejemplo, conviene no desatender la posibilidad de que tengan razón quienes afirman que en verdad no seremos del todo libres hasta que no lo seamos todos.

Hegel sospecha de una noción de individuo que se reduce a proclamarse persona, lo que no está mal pero es insuficiente. En última instancia, es una declaración de derecho abstracto. Pareciendo centrarse en lo más próximo, resulta ser un himno a la indiscriminada indiferencia.

Más concreto sería ser sujeto, lo que nos situaría en el ámbito de la moralidad, lo que, de nuevo, sin estar mal, sigue siendo insuficiente. La verdadera concreción de la libertad consistiría en ser miembro activo de pleno derecho y partícipe en una comunidad, clave de la eticidad.

Así que no faltan quienes hacen proclamas sobre los derechos abstractos de las personas (no digamos el despropósito de denominarlas “personas humanas”), pero a quienes cuesta más reconocer todos sus derechos y obligaciones concretos, y tratarlos como miembros, en todos los sentidos y con todos los efectos, de una comunidad.

Esta estructura de Los Principios Fundamentales del Derecho de Hegel nos ayuda a definir que ser persona es lo específico del individuo universal abstracto, ser sujeto lo sería del particular y ser miembro activo de una comunidad es lo que nos hace ser alguien singular y concreto. Sólo se es diferente en comunidad. De lo contrario, se es indiferente.

Singular plural1

Llegar a ser singular tiene importantes consecuencias socio-políticas. Saber que nadie vivirá mi vida, que nadie dirá mi palabra, que nadie morirá mi muerte es reconocerse en lo común, hoy tan desconsiderado. Y es comprometerse en una tarea colectiva que siente que no se agota en los intereses individuales.

Está claro que cuando la situación es más complicada hay una tendencia a refugiarnos en nuestra individualidad, y no faltan quienes lo alientan. Al abrigo de la supuesta intemperie común, se ve afectada la solidaridad, la fraternidad ilustrada, la disposición a reconocer al otro en su diferencia. Cuanto es común se pone bajo sospecha. La crisis podría resultar una buena coartada para la insensibilidad para con los otros.

Pero incluso para abordar nuestra propia situación, precisamos de los demás. No sólo es que hemos de lograrlo juntos, con ellos, es que ellos precisan de nosotros. Es que ellos son también nosotros, aunque no los consideremos “de los nuestros”. La singularidad nos hace ser otros, y ello nos permite decir, “nosotros”, que siendo otros, somos sin embargo conjuntamente. Hay individuos que no son nada plurales.

Si no somos capaces de una tarea común, de una búsqueda compartida, el individualismo y el egoísmo se erigen en la máxima expresión de incapacidad social y política y entonces no cabe eludir nuestra responsabilidad, mayor o menor, pero responsabilidad, la de no ser capaces de generar espacios comunes, es decir, de comunicación y de comunidad. Y según la posición que adoptamos en estos asuntos se ven concernidas nuestras opciones de vida. Tales planteamientos, supuestamente alejados de nuestra existencia cotidiana, determinan nuestros valores y nuestras convicciones, nuestras decisiones y nuestras elecciones.

(Imágenes: Juan Muñoz, "Singular, plural, singular" y "Singular plural"

Hay 26 Comentarios

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Propongo a Iñaki Gabilondo volver a tv a diriguir un debate semanal,(no le faltarian ofertas )donde le de cabida y atencion a la juventud desde el valor que tienen en todas sus organizaciones para dar paso a los nuevos paradigmas que ya estan aqui,digo esto por que los debates en tv y la radio estan siempre copados por las mismas personas que siempre nos dicen lo mismo,no dejando espacios a personas jovenes con otras formas de construir y sentir una sociedad.NO NOS PODEMOS PERMITIR QUE GABILONDO NO APORTE E INFLUYA TODO LO QUE PUEDE DAR A LA SOCIEDAD.
TAMBIEN PODRIA PARTICIPAR ANGEL GABILONDO PUES APORTARIA UNA PERPECTIVA HOLISTICA DE COMO QUEREMOS VIVIR.


Jesus lozano fuentes.

Le agradezco el texto. Ha sido esclarecedor. Tras la lectura del texto llego a una conclusión: tener en cuenta la singularidad nos aleja del cinismo en el lazo social. Es algo que me sirve para mi trabajo como psicoanalista de orientación lacaniana

A mí me parece que es la eterna búsqueda del equilibrio entre lo individual y lo colectivo, la libertad y el compromiso, lo que aportas y lo que recibes... seguramente nunca logremos alcanzarlo, pero conviene seguir insistiendo en ello.

Seas lo que seas y como seas , de todas formas acabarás siendo "Sujeto pasivo" sobre el que recae la fuerza del más potente.

Si el alcance de mi libertad individual limita con el comienzo de la libertad del otro, me gustaría saber dónde se inicia la pluralidad y cuál es su límite. Tal vez lo sea, en efecto, la libertad de todos.

Hasta yo mismo me veo plural porque soy consciente de ser varios yo, no soy yo mismo, sino como otros,aunque me esfuerce por ser único, unívoco e irrepetible.

Me veo mucho en otros y comparto bastantes cosas con los demás,pues, en esencia, todos somos materia interestelar, polvo de estrellas.Y eso nos mantendrá siempre unidos a todos, aunque no queramos. Todos diferentes, pero tan similares, aunque muchos aún no puedan acariciar la libertad.

Lo singular es o está en la pluralidad.Es en esta donde se encuentra.

Se puede decir más alto, pero no más claro

Lo que no ha tratado usted en su artículo, Sr. Gabilondo, son las numerosas ocasiones en las que es la sociedad quien aísla al individuo en contra del deseo de éste.

Sólo remitámonos al famoso Darwinismo impuesto como "espiritu de supervivencia" y de ahí, cualquier crueldad es justificable para decir que se defiende la libertad individual... claro, mientras ese derecho no esté invadiendo -o destruyendo-, el ajeno, verdad? Gracias por el blog!

El individuo que considera el mundo una selva, donde pelea con sus semejantes, compite... es el arquetipo de individuo actual. La escasez (sea real o no) impele a la competencia descarnada entre iguales dentro de unas estructuras aparentemente gregarias. Pero cuando los miembros de una misma especie son escasos, suelen colaborar, no aniquilarse.

Curiosamente, en el ejército, que es precisamente una estructura férrea, y que en última instancia es el cinturón que rodea una sociedad o un país, la noción de individuo palidece unos cuantos grados. Y es que en circunstancias extremas, el individuo como especie humana, necesita del grupo, y el grupo necesita de él.

Quizá es admirable el comportamiento civil en Japón ante el caso de Fukushima. También es cierto que donde el individualismo es más reducido, en favor de una armonía social, la misma se torna quizás un tanto rígida.

Al final un individuo es tanto como su sociedad es. Las sociedades tienen sus cúmulos de reglas no escritas, que rara vez se rompen del todo. Steve Jobs, Leonardo da Vinci, destacaron en su momento porque sus sociedades históricas precisamente admiraban esas cualidades en boga. El individuo genial sólo prospera si conoce y acepta las reglas, y su vez, es capaz de reinterpretarlas cambiándolas sutilmente.

La cuestión es cómo el individuo culebrea entre la aceptación de los códigos externos, si los interioriza o no, si se adapta a ellos, o los confronta y se independiza de ellos, rigiéndose por los suyos propios. Esa es la gracia (y a veces tragedia) de ser humano. Somos una gota consciente entre la marea. Pero necesitamos de los demás. Así es la especie. Eso explica desde lo más absurdo, hasta lo más sublime. Explica la Europa Hitleriana, pero también explica el deseo unánime de los Derechos Humanos.

Leo que un tertuliano dice que el individuo es una potencialidad, una posibilidad. La sociedad, sería pues, la suma de esas potencialidades, siempre y cuando no se anulen entre sí. Con lo cual surge el foco. ¿Cuál es la potencialidad, la finalidad latente, de una sociedad, de un individuo? La respuesta que se dé, definirá mucho de hacia donde vamos, de dónde venimos, incluso el sentido que se le dé a la vida. Muchos lo han intentado. Y la respuesta que da este mundo actual, no parece consistente. A la vista está.

La comunidad, esa entelequia. La individualidad, esa irresponsable. La singularidad, un imaginar. El maniqueísmo que busca espacios y sufre, ¿mejor la physis o lo virtual?. Finalmente Hegel, ¿sabría nadar Hegel?.

La individualidad de cada cual, es lo que éste puede,es decir, su potencia. Pero es propio de hombres libres y por tanto racionales, atenuar algo de esa potencia con el fin de poder ser útiles a los demás en una sociedad,pues no hay nada más útil para el hombre que otro hombre, como dijo el judío excomulgado. Un saludo.

La comunidad que te rodea es una especie de brea repugnante que primero te atrapa y finalmente te inmoviliza para poder hacer lo que debes y no lo que la comunidad cree mejor para tí. Son como una especie de Zombis que te dicen que para ser feliz sólo has de obedecer a la mayoria, ellos te dirán si puedes fumar o no, lo que tienes que leer y finalmente lo que tienes que pensar.

¿Y qué pasa cuando la desconsideración viene por parte de lo colectivo y lo comunitario hacia un individuo en particular, un sujeto?. ¿Debo obligar yo a que otro sea libre según mi patrón de lo que entiendo por ser libre? ¿Qué es ser libre? Ser persona es lo más concreto( se es persona por el otro y con el otro distinto de lo que soy, junto con el que puedo ser); nada más lejos, a mi parecer, que de ese supuesto abstracto de Hegel relacionado con el derecho.Yo soy persona cuando "de pleno derecho y partícipe en una comunidad" soy considerado como tal en esa comunidad, no en otra, abstracta.Si la comunidad niega a la persona, le está negando "el pleno derecho" de participar.Pues yo participo en tanto que soy persona ( es así como se me espera), no como un perro o cualquier otra característica animal.Así que más bien que de la persona, "los derechos abstractos" son convocados por un colectivo o una comunidad en nombre quizá de la Humanidad, eso que muy bien no sabemos qué es lo que quiere decir.La "comunidad" se hace, se "singulariza" en un entorno proclive al entendimiento.La comunidad no se impone, ni se instituye sin unos presupuestos ya dados, que le dan valor según va exitiendo, esto es según su historia.De lo contrario es la comunidad la indiferente para con el individuo o sujeto.Ya lo decía Unamuno, un pueblo es algo así como un individuo, y es este quien tiene derechos, el individuo(sujeto a otros), no el pueblo.Nadie vea en esto una crítica a Gabilondo.Él mismo sabe cuál es la tarea del metafísico.

El numero de habitantes de una poblacion afecta a la individualidad versus colectividad ,en villas donde todos se conocen ,igual que en grupos del amazonas al que no comparte con la comunidad , rapidamente se le margina , cosa que no pasa con las grandes urbes mas alla de tu vecino de enfrente.Incluso muchas muestras de solidaridad se dan en clubs menores dentro de la sociedad.

Excelente reflexión y muy atinada a los tiempos que corren. Un abrazo Ángel.

excelente reflexión para iniciar un blog sobre la dimensión social de los asuntos públicos..gracias angel por tu generosidad al compartir tu sabiduría y conocimientos sobre la vida... espero que a partir del blog podamaos seguir debatiendo y aportando ideas útiles para este proyecto social de tanta incertidumbre..

Una reflexión, la de libertad individual, singularidad y responsabilidad ante lo colectivo, incluso lo público, que está en el origen de la evolución humana que esta crisis nos posibilita. Llevo pensando mucho tiempo en el tema y me parecen esenciales sus palabras. Mil gracias.

«Tales planteamientos, supuestamente alejados de nuestra existencia cotidiana, determinan nuestros valores y nuestras convicciones, nuestras decisiones y nuestras elecciones.»
Cierto, lo triste u horrible es cuando son estos planteamientos los que condicionan las políticas más importantes de un gobierno para una sociedad en crisis, los que condicionan su política de educación-becas, su política de sanidad, de dependencia, de justicia... En estos casos la actuación de un gobierno que no piensa en las necesidades de la mayoría puede resultar devastadora, sobre todo en sociedades que conocían previamente las políticas públicas igualitarias, justas y equitativas.

El blog es excelente, y mejoraría mucho si se eliminaran las molestas negritas que afean el texto y entorpecen su lectura. Gracias, don Ángel.

Una ventana abierta al conocimiento. Un blog que vale la pena. No es frecuente que un intelectual haga conocer la intimidad de su pensamiento. www.arquiterapiaa.blogspot.com

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Sobre el blog

El salto del ángel es un espacio de reflexión, de pensamiento sobre la dimensión social y política de los asuntos públicos, sobre la educación, la Universidad, la formación y la empleabilidad. Busca analizar los procesos de democratización, de internacionalización y de modernización como tarea permanente, con una actitud de convicción y de compromiso.

Sobre el autor

Angel Gabilondo

Ángel Gabilondo Pujol es Catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que fue Rector. Tras ser Presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, ha sido Ministro de Educación.

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