El salto del ángel

Constancia e insistencia

Por: | 14 de marzo de 2012

Escultura

Las actuaciones esporádicas pueden ser interesantes, irrupciones iluminadas por un fogonazo, el destello del arrebato o la magia del instante. Pero hemos de aprender a saborear la firmeza y la perseverancia de la constancia, no siempre tan llamativas, como formas intensas de consistencia, de persistencia, de resistencia.

Importantes logros aguardan tras un trabajo cuidado y minucioso, tras la coherencia de una labor de insistencia. Ello exige no pocas veces paciencia. Activa, pero paciencia.

Tarea compleja. No es de extrañar que un sordo cansancio parezca habitar ciertas arduas, prolongadas y necesarias tareas. En ese caso tenemos tendencia a la supuesta agitación de un ir y venir que bien puede ser en algunos casos una muestra de debilidad. No nos referimos ahora a la pertinencia de ciertas estrategias, dado que en ocasiones éstas no son lineales sino que resultan muy mezcladas, muy combinadas, muy diversas. Y no pocas veces compatibles. Pero, en ocasiones, de lo que simple y llanamente carecemos es de constancia. Somos inconstantes. Y no sólo individualmente también colectiva y socialmente.

No está mal hacer planes, pero esa permanente tendencia a planearse y programarse en cada momento, como forma de eludir la coherencia y la intensidad de una adecuada organización de los asuntos, confirma asimismo que encontramos más atractivo vislumbrar ocasionalmente que hacer con perseverancia. Y ahí nos quedamos. La acción se diferencia de la actividad en que no es simplemente una actuación incidental. La acción puede ser puntual, incluso ínfima, concreta, bien concreta, pero requiere un cierto concepto, si no de totalidad, sí al menos de integridad. Quizá vivimos tiempos en que hay mucha actividad y poca acción.

Creemos resolver nuestro desconcierto empezando una y otra vez, como si en los inicios habitara una pureza aún no contaminada por las acciones y por las decisiones. Ese supuesto nuevo comienzo nunca es inocente y no suele resultar tan deslumbrante e inaugural. La constancia es también una forma de reconocimiento. No se trata de empecinarse en los errores y en los fracasos, pero sí de aprender de ellos, con ellos, por ejemplo, para no tratar de empezar cada vez. La falta de constancia tiene tendencia, no sólo a repetir, sino a reproducir, a veces de otra forma no necesariamente mejor, lo que se reinicia. Para generar hay que saber recibir lo que se nos entrega. Considerar que crear es sólo el gesto de ponerse a la obra olvidando todo lo logrado es ignorar que el resultado es también en verdad creación. Y no sólo individual. Y que exige dedicación, tesón. Y no poco conocimiento.

Constancia1
La dimensión, no siempre evitable, del hacer como espectáculo, incluso del hacer más íntimo, oculta en ocasiones la falta de generosidad para cuanto se viene haciendo, por otros o por uno mismo, la poca perspectiva para cuanto habrá de venir y la entrega a lo inmediato, sea lo que fuere, lo que lo convierte pronto, demasiado pronto, en pasado.

Educar en la constancia es más que apelar al necesario esfuerzo y trabajo, sin duda imprescindibles. Se requiere algún horizonte y enfoque para la labor, para la tarea, con una determinada orientación y finalidad y con una definida motivación. Para afrontar la incapacidad para la coherente persistencia se requiere el cultivo personal y social de la firmeza. Ésta no es simple contundencia impuesta, sino el cuidado de la fortaleza y la entereza, decisivas para confirmar, consolidar y validar posturas, para hacer valer las buenas razones y defenderlas. Hemos de hacerlo a pesar de nuestras propias incongruencias y contradicciones, que no han de paralizar nuestro afán y nuestro tesón, sino que han de orientarse también hacia nosotros mismos.

No es cuestión de desistir. No hablamos ya sólo de la constancia como un valor imprescindible en la acción, sino como aquello que permanece como un don, como un legado fehaciente por la labor permanente y coherente. Queda constancia, deja constancia.

No cejar no es limitarse a resistir en una actitud intransigente. En muchas ocasiones, más que una posición adoptada o fijada, más que una manera resuelta de conducirse, consiste en no archivarlo todo en el desván, no de los despropósitos sino, lo que es peor, de los propósitos. Sin constancia no necesitamos de los otros para impedir nuestra acción. Nos bastamos a nosotros mismos.

Hay 15 Comentarios

Me gusta. Sus mensajes son como los del horóscopo pero de mejor y mayor nivel conceptual.


Constancia, perseverancia, firmeza, resistencia, paciencia, qué buenas palabras para combatir la resignación con la que parece que estamos abocados a aceptar nuestra situación actual. Educar en la Constancia debería ser una constante en sí misma en nuestro quehacer diario, (re)educarnos a nosotros mismos y a nuestros hijos. Internet, con todo lo bueno que nos ha traído, nos ha llenado de actividad y, desgraciadamente, nos está dejando muy poco margen de acción. El último ejemplo es Twitter, mucha actividad pero poca acción salvo en lo que supone de denuncia. Estimulante lectura para afrontar este tiempo tan convulso. Muchísimas gracias.


Aprecio enormemente su exposición.
¿Y qué hay de la necesidad del cambio cíclico dentro de una trayectoria de constancia, dedicación, esfuerzo y perseverancia?
Firmeza y resitencia, estoy de acuerdo totalmente, pero adaptación y flexibilidad para enfrentar el día a día, también me parecen herramientas importantes.
El buen caminante de fondo sabe llevar un buen paso en llano, varía el ritmo en las cuestas y no corre cuesta abajo, sino que zigzaguea.
Lo importante es el camino, en él se lleva a cabo el aprendizaje, el fin, chi lo sa?

Constancia, perseverancia, firmeza,…hasta su fonética sugiere solidez; pero por desgracia son actitudes que han bajado enteros en la bolsa de valores. Según Zygmunt Bauman, la realidad actual es “líquida” en casi todo los ámbitos.
En el modo de producción y consumo: se promueve el usar y tirar; la obsolescencia programada. Picotear aquí y allí es la tendencia; en lo trascendente y en lo cotidiano. De tasca y tasca, dejando algo de vino (esa realidad líquida) en el vaso, un cuarto de pincho, y media conversación por terminar. Y nos vamos al siguiente.
Y la comunicación, más que líquida, tiende a gaseosa: un sms por aquí, tres o cuatro tweets por allá. Rodajas de comunicación de 140 gramos/máx. Y quien dice comunicación dice pensamiento (no sé si los blogeros y sus correspondientes contertulianos estaremos ya anticuados…desde el punto de vista de los tuiteros).
La estabilidad afectiva (amores de pareja al margen, que siempre son más problemáticos) se ha hecho más voluble. La amistad, tan valorada y cultivada, y tan ensalzada desde la antigüedad (Aristóteles, Cicerón) es casi un valor funcional en muchos casos.
Parece que me salí del tiesto del tema, pero mi intención era poner el ojo en este telón de fondo, sociológico y psicológico, donde la voluntad tiene que redoblar su poder para mantener los valores que considera aún vitalmente ascendentes: Constancia, perseverancia, firmeza.
Pero estas actitudes tiene que ir ligadas a unos fines (metas) claros, y a una fuerte motivación (motor) para alcanzarlos. Sin motor y sin metas, ¿paciencia y perseverancia, para qué? Para la persona o colectividad, impulsada con fuerza vital hacia objetivos claros, perseverar y no impacientarse no son sufrimientos. El corredor de fondo casi a punto de caer agotado queda más que aliviado por el deseo de vencer, de llegar a la meta. Como siempre, todo está entrelazado: impulsos, deseos, motivación, etc.
Y por supuesto que no puede faltar el GPS: las convicciones e ideas. Pero este fue otro tema. Ve, profesor, ya no hace falta ni que pase lista. Saludos.

"La vida misma es para mí instinto de crecimiento, de duración, de acumulación de fuerzas, de poder: donde falta la voluntad de poder hay decadencia" Nietzsche

En efecto, no somos constantes porque somos impacientes y no somos firmes porque nos come nuestra propia debilidad. Buscamos el resultado que nos proponemos ya, ahora, sin advertir que no llegará sin arduo esfuerzo, sin tesón, sin empeño en la tarea.

Por desgracia, en estos malos tiempos que corren para casi todos, cuando se mira atrás y se observa toda la tarea realizada, es fácil dejarse embargar por la tristeza y caer en el desánimo, en la imposibilidad de levantarse de nuevo.

Por el camino veo estos días a tanto joven bien titulado, con ganas de labrarse un futuro, después de años y años de formación, oteando el horizonte sin ver nada más que negros nubarrones. Nos llega otra vez la pertinaz sequía para el cuerpo, las plantas y los espíritus. Dios nos ayude a todos, si tiene tiempo y ganas, pues es posible que hasta Él haya dejado de ser constante.

Actividad (y) Accion (y una gran Actuacion)
Huyo como gato del agua de la idea de que la actividad eclipse la a accion (el acto=la voluntad del individuo). Asi, en mi opinion, la realidad de la condicion humana ha quedado ya (sin poca esperanza de que sea posible dudar de ello) en una gran ACTUACION a escala plantaria de la ACTIVIDAD, mas que de la ACCION. La voluntad del ser humano ha quedado bien encorsetado en la epopeya actual del "suenno americano" pero ya en cualquier contexto de cultura historica que se de en forma de colectivo humano (esto practicamente en todo el planeta). Sobre todo a partir de los annos 90 (pero desde luego definido por los annos anteriores y espcecialmente con una especie de punto de arranque en el anno 1960). Pero especialmente a partir del 2000 se ha iniciado un epiral hacia abajo del espiritu humano, del motor de la voluntad de ser, la voluntad de poder (en un sentido vital lo que contradice y socava desde dentro la sencilla nocion de Nietzche (vamos, que dicen que se puede resumir su pensamiento asi) que toda la historia de la filosofia y pensamiento occidental sirve como mascara para ocultar la verdad: el ansia y la voluntad de poder por parte del ser humano. Yo lo sigo viendo en el plano vital del individuo: que es esa voluntad de ser, la voluntad de llevar a cabo la voluntad de uno/a (que no son otra cosa sino los ACTOS, la ACCION) ha quedado anulada o -en el mejor caso-recortada por un entramado socioeconomico/vital planetario ya plenamente exsistente a partir de principios de los 90 cuyo principal fin es la posibilidad de la coexisistencia entre los distintos grupos humanos sin que se exterminen entre si y, finalmente, a si misma (la humanidad, claro). Pero el coste, como digo, ha sido la misma voluntad de ser, del ser humano, teniendo por unica meta una forma mas o menos "subliminada" de la lucha por el sustento sin que el captitalismo pueda ya (a partir del 2000) dar mucho mas de si. Y ya digo: que hacemos ahora que el bozal que ha sido la sociedad del consumo se esta derrumbando? Pues lo primero que tienes que tener claro son las convicciones o la conviccion de que lo que afirmo sea REAL, de que se aproxime a lo que tu percibes como cierto respecto al mundo que te rodea, pues tienes la opcion -TOTALMENTE LEGITIMA-de considerar que no es o no pueda ser verdad y asi te permite incluso olvidarte de la misma cuestion, de todo el tema que tienes delante. Y alla tu, adios y muy buenas!
Personalmente: no aguanto mas ver al projimo sometido al miedo, a la incertidumbre y la inanidad de la condicion pos-posmoderna, que es escialmente como parece indicar Gabilondo, una monotona furia de ACTIVIDAD sensentido; o como dijo otro: unas horas sobre las tablas, mucho ruido y furia pero que no significa nada. Pues ahora aun menos que nada, ni eso.
Un abrazo

Decía Ortega (¿o era Gasset?) que en la vida del espíritu, a diferencia de la vida biológica, las hijas llevan en el vientre a las madres. Se refería a las ideas, y de cómo para superar, en el sentido de llevarla más allá, una idea, una teoría, es imprescindible haberla estudiado, asumido, masticado, digerido. Algo tiene que ver esto con los continuos “volver a empezar”, con lo efímero del arte y de las ideas, con la levedad ¿insoportable? que caracteriza nuestra época.
¿Cuántos de los que se definen socialdemócratas o socialistas han leído y entendido el capital? ¿Cómo se atreven muchos a decir que el marxismo está superado sin ni siquiera haber leído a Marx?

Decía Ortega (¿o era Gasset?) que en la vida del espíritu, a diferencia de la vida biológica, las hijas llevan en el vientre a las madres. Se refería a las ideas, y de cómo para superar, en el sentido de llevarla más allá, una idea, una teoría, es imprescindible haberla estudiado, asumido, masticado, digerido. Algo tiene que ver esto con los continuos “volver a empezar”, con lo efímero del arte y de las ideas, con la levedad ¿insoportable? que caracteriza nuestra época.
¿Cuántos de los que se definen socialdemócratas o socialistas han leído y entendido el capital? ¿Cómo se atreven muchos a decir que el marxismo está superado sin ni siquiera haber leído a Marx?

He intentado rebatirle lo esquemático de la acción y actividad aquí traído pero en el siguiente renglón me he encontrado conque tiene usted razón.Sin embargo, para un filósofo lo aquí apuntado es siempre fácil de diseñar...Otra cosa es verlo en monumento.Ese " ir y venir que bien puede ser en algunos casos una muestra de debilidad" es consustancial al género humano, sobre todo cuando hay muchos que no se dedican( por no tener tiempo o estar habituado) a contemplar sus propias miserias( tal y como sí hacía Pascal).Por otra parte, encuentro harto oscuro el último párrafo( no sé, demasiado prejuicio o pertrechado del run, run de la política actual).Por fuerza se archiva en "el desván" aquella parte de los propósitos( malos o buenos) sin que sea cuestión siempre de soslayarlos u olvidarlos (nadie elige sus amores); bien se sabe que esos " propósitos" no siempre pueden llevarse a cabo, no por una cuestión pesimista sino porque sencillamente no es lo más urgente en el hombre( mentaré también por esta vez a la mujer por aquello de la tontería lingüística que nos ha dado).¿Qué se quiere decir que "Sin constancia no necesitamos de los otros para impedir nuestra acción."? ¿Cómo se demuestra que uno es un rosario de constancia) ¿No queda dicho más arriba que la acción requiere de la "integridad" de la actividad? Siendo así ,no siempre "necesitamos de los otros para impedir nuestra acción" dado que eso no lo requiere siempre la acción, la individual, y menos cuando el otro no tiene "noticia" ni conocimiento( por muchos factores que vamos a dejar para revelar otro día) de la actividad que llevamos, cosa siempre más que imposible.Los conoceréis por su acción o "inacción".La inconstancia( y falta de espontaneidad) "colectiva y socialmente" que se da actualmente en muchas ocasiones no es por la falta de aquella, sino porque no pocas veces linda con lo que en romance vulgar llamamos cabezonería.Yo de todas formas creo comprender sus buenos propósitos en el escrito, Sr.Gabilondo.Saludos.

Programar, organizar, actuar, educar en la constancia, paciencia y no cejar. Todo un cóctel de buenas intenciones. Muy deseable. Bien expuesto. Pero, posible? Teóricamente, sí. Prácticamente, no. En una sociedad que prima el individualismo y premia el rápido éxito es muy dificil compatibilizar tales virtudes con la organización social transmitida de una a otra generación.

Me ha gustado mucho esa distinción entre acción (concreta y firme) y actividad (pulular). Me ayuda mucho a afinar la mente y el pensamiento, sr. Gabilondo, gracias

Corren malos tiempos para la constancia. Todo nos impulsa a lo inmediato, a lo efímero, a la satisfacción instantánea de deseos e impulsos. La aceleración contemporánea nos urge a centrarnos en el ya, en el ahora, en lo siempre nuevo y siempre joven. Desprecia la reflexión porque ocupa demasiado tiempo y la constancia porque conlleva demasiado esfuerzo. Cuando todo parece al alcance de un clic de ratón, la exigente perseverancia pierde puntos; la inconsistencia es más cómoda. Así, del mismo modo que las acciones se transforman en actuaciones, tendemos a reducir las ideas a ocurrencias y el pensamiento a mera actividad cerebral: inconstantes conductuales y liliputienses intelectuales.

Menudo auto analisis de la acción estimado profesor Gabilondo. A ver si me aprueba sin la firmeza y sin la constancia serendípicas. Desde luego, "sin constancia...nos bastamos a nosotros mismos",sic. porque la constancia debe ser virtud o categoría transcendente es decir, conexa con algo u otra categoría o accidente, ya que no debe ser intranscendente, sin conexión alguna...por eso sin constancia "nos bastaremos a nosotros mismos" sic. Porque (Ve soli !! dicen que está escrito en la Biblia, ay del solo!, ahora lo entiendo), si no tenemos constancia, sin esa virtud religante muñidora y aglutinadora del ser y del hacer, de la existencia, estamos, estaremos solos y no dejaremos constancia de nada. Pero nos bastaremos solos sin ella.. Así, los propósitos sin constancia, si es que sin ella nos bastamos solos sic., nos bastarán al menos, para algo, aunque solo sea para la serendipia, aquel arte de descubrir propósitos o cosas por medio de la casualidad y la sagacidad en que consiste la debilidad y la inconstancia ante el problema, que la serendipia resuelve sin buscarlo.

Gracias por hacer facil los pensamientos y sentimientos de muchas personas.
Solo una precisión( haria otras), tras una vida de luchas y satisfacciones , ser firme, perseverante, constante y resistente lo entiendo ,como un compromiso no solo personal sino colectivo. Necesitamos de muchos y muchas para ello.

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Sobre el blog

El salto del ángel es un espacio de reflexión, de pensamiento sobre la dimensión social y política de los asuntos públicos, sobre la educación, la Universidad, la formación y la empleabilidad. Busca analizar los procesos de democratización, de internacionalización y de modernización como tarea permanente, con una actitud de convicción y de compromiso.

Sobre el autor

Angel Gabilondo

Ángel Gabilondo Pujol es Catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que fue Rector. Tras ser Presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, ha sido Ministro de Educación.

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