El salto del ángel

No da lo mismo

Por: | 27 de junio de 2012

No da lo mismo

Ni da lo mismo, ni nos da lo mismo. Los tiempos difíciles pueden conducir a aclarar qué es lo decisivo. O no. También generan una cierta confusión en la que factores clave parecen perder su valor, mientras se difuminan importantes distinciones. Atender razonablemente a lo más determinante conllevaría el descuido de otros aspectos no menos clave. Hemos de hacer valer las buenas razones para que no se arrollen valores y convicciones. Por ejemplo, y es ejemplo porque resulta significativamente ejemplar, es imprescindible no dejar de formarse. Y no da lo mismo estudiar o no hacerlo. Los discursos que ponen en cuestión que en esta compleja y confusa situación es indiferente formarse bien, desde el supuesto de que finalmente uno acaba en un estado perentorio de necesidad, han de ser enfrentados, con buenas razones. Y si la razón última fuera acceder a un empleo, todos los análisis confirman que “a mayor formación, mayor empleabilidad”. Lo que no significa, y este es otro y fundamental asunto, que ello garantice el empleo. Tener o no tener formación no da lo mismo.

No hemos de olvidar, sin embargo, que cuidarse y formarse tiene sentido en sí mismo, y no como un simple medio para aprender, y menos para limitarse a aprender a trabajar. Parecería que, como las urgencias nos apremian, la cosa es no “perder el tiempo” en asuntos que no son de emergencia. Ahora bien, conviene no ofuscarse en la actualidad, olvidando el presente. Y sin formación sólo cabe rendirse ante la mera inmediatez de lo que pasa. Pero claudicar ante lo que ya pasa, o no hacerlo, no da lo mismo.

Hay quienes estiman que los afectos, los sentimientos, la sensibilidad, son improcedentes para los espacios y los ámbitos públicos, donde todo ha de estar regido por una cierta fría impiedad, inmisericorde. Lo contrario equivaldría a una manifiesta debilidad. Se trataría de no ofrecer ese flanco al contrincante. Ni siquiera con los más próximos parecería razonable mostrarse singularmente afable. La educación consistiría en saber comportarse sin poner en evidencia necesidad alguna al respecto. Toda la formación vendría a ser una travesía para acceder a una distancia que se presentaría como comportamiento cualificado y profesional, así que el adiestramiento conduciría a no ceder a la seducción de lo que pudiera conmovernos. Pero pensar o no que hay quienes son capaces de debatir, de decidir, sin para ello renunciar a sentir y a mostrarlo, y que eso ha de cultivarse en cada detalle, en cada ocasión, no da lo mismo.

Hurricane Ike

Olvidar que es imprescindible cuidar la salud en todos los sentidos y ejercitarse en el cultivo de uno mismo a fin de lograr una vida gozosa y armoniosa con los demás o, por el contrario, más bien pensar que hemos de ser preparados para una supuesta naturalidad basada en la desconfianza, en la desatención personal y social, no da lo mismo. Parecería que se trata de despreocuparse, de sospechar, de alimentar la inseguridad, de sentirse permanentemente amenazado por entornos hostiles. Por el contrario, sin ignorar los peligros, velar por vincular la formación a un despliegue personal de posibilidades que alcanzan a todo un modo de vida, no da lo mismo.

Cuidar el saber, el conocimiento, la ciencia y la investigación, como si se tratara simplemente de una rara especie singular cuya protección es decisiva, un patrimonio, en lugar de considerar que asimismo es determinante para el desarrollo personal y social y para afrontar la actual situación de modo responsable y sostenible, no da lo mismo. Ni el que se genere y se trasfiera ese conocimiento para procurar el bienestar, la innovación y el desarrollo social.

Vincular la dignidad a la equidad, desde un determinado concepto de lo justo, comprometerse con una sociedad de la diversidad y de la inclusión y empeñarse en ello o no hacerlo, no da lo mismo. Es elocuente y significativo encontrarse con quienes no reducen ni su horizonte ni su actividad al limitado entorno en el que se desenvuelven y consideran que la atención a quienes se encuentran en singular necesidad es siempre una prioridad.

Basta acercarse a los desafíos de modo incipiente, como ahora se hace, para reconocer que las situaciones y los tiempos de enorme dificultad no se dilucidan con la mera apreciación de que, en general, casi todo da igual, no hay nada que hacer, permanezcamos a la espera, esto es, a nuestras cosas. Es determinante no quedar enredados en la confusión en la que todo se confunde, la confusión de las confusiones, la claudicación de que no hay cabida ni para las imaginaciones, ni para los sueños, ni para los deseos, ni para los proyectos, una suerte de depresión colectiva que vale como coartada compartida. La primera insurrección, la mesurada y razonable, la que empieza por ser la insurrección del saber, es la que declara que no es así: no da lo mismo.

(Imágenes: Proyecto interactivo de Yayoi Kusama, The obliteration room, resultado de la acción de niños pegando azarosamente calcomanías de lunares en una habitación blanca; y AP photo/ The Houston Cronicle, Smiley N. Pool, Galveston, Texas, el 12 de septiembre de 2008 y el 16 de agosto de 2009, tras los efectos del paso del huracán Ike)

Hay 9 Comentarios

Nada da lo mismo ni todas las ideas son igualmente aceptables o tolerables. Trascender de uno mismo, ver el sufrimiento del otro, aceptar que es preciso renunciar a parte de nuestro bienestar en favor de un bienestar colectivo, esa actitud es lo que nos convierte en seres morales y nos impulsa a transformar la realidad para hacerla más aceptable para todos.


El conocimiento de la estafa por Internet, es un arte, ciertamente habiéndolo estudiado y aplicando los conocimientos técnicos en diversas Redes Sociales, hacen de los SCAMMERS unos verdaderos técnicos del timo on line.

Tengan cuidado si compran un bolso de plástico a precio de oro, o si hacen inversiones en extraños mercados extranjeros.


No nos llega con la kakomancia oficial de la Banca, además, nos persiguen los timadores por la Red.

No todo vale, doctor Gabilondo.

Así es, la falta de ciencia, de letra y noticias, general o particular (que significa ignorancia segun el diccionario) no hace bien a nadie y sin embargo el estudio de la filosofia son fuentes de un saber. Aunque hay también otros modos y maneras de aprender. Como por ejemplo interesarse en la/s materias que le son común a uno.
¿Realmente el conocimiento se basa solo en la acción y efecto de conocer? Igual que el que tiene salud, sabe que está sano porque ha estado enfermo. Y eso no se aprende de la noche a la mañana .Creo que para concebir conocimiento además se necesita entendimiento.

Una de las mayores lacras de la actual sociedad española es la reivindicación del “sentido común” por encima del conocimiento. Lo reivindican, sobre todo, las personas que no estudiaron mucho, las que abandonaron los estudios para trabajar.

Desgraciadamente, la burbuja inmobiliaria les permitió ganar mucho dinero (negro), podían comprarse coches buenos, ropa cara, inmuebles, cocaína, etc. Su concusión era que, si les iba bien, era porque tenían razón, hacían lo correcto.

Los que reivindican el “sentido común” suelen desconfiar de la Ciencia. No la comprenden, y por ello suelen afirmar que las conclusiones científicas son falsas.
Yo no creo en el “sentido común”. Jamás he oído hablar a un sicólogo sobre esta presunta función de la mente, ni a un neurólogo sobre una supuesta zona del cerebro que regule dicha función. Quizá lo más parecido al “sentido común” sea la Lógica, pero ésta no deja de ser una rama de la Filosofía, y por tanto una total desconocida para los colectivos antes citados.

Yo creo que cuando un individuo reivindica su “sentido común”, lo que hace en realidad es defender sus propias neurosis, sus propias fobias, darles un marchamo que las racionalice. Llevarse el gato al agua. Un falacia, vamos.

Es más: en los tiempos que corren es necesario más que nunca reivindicar el Conocimiento por encima del “sentido común”, dejar bien claro que una sociedad de ignorantes es un naufragio seguro, y que sólo nos salvaremos elevando el nivel intelectual, formativo y educativo de toda, absolutamente toda, la sociedad.

El saber, el conocimiento, la ciencia y la investigación son formaciones que no dan lo mismo si son para trabajar o para una formación personal, o ambas a la vez.
Si el estudio de las formaciones es solo para corresponder a un trabajo digno y estable no se apreciará que el aprender a trabajar sea además otro oficio. A veces se tiene la teoria y otras se carece de la práctica.
De modo que no da lo mismo que ambas no funcionen aunque una buena educación, tiene mejores garantias. El aprender entonces a de servir para satisfacer la curiosidad de la formación y además nuestra voluntad de crecer,de mejorar, de querrer, de pensar, y de vivir.

Realmente enfrentar cada día con una actitud serena pero haciendo de cada acción una acción bien concluída, bien hecha da como resultado que el día se haya aprovechado o se haya echado a perder. No da lo mismo como se enfrenta cada día, cada cosa, cada acto, cada acción y por eso pelear cada una de estas acciones con entrega y esfuerzo hace que unos tengan más éxito en su vida que otros... ah! y el éxito no tiene nada que ver con el dinero o la posición social, más bien tiene que ver con tener la conciencia tranquila... eso sí que no da lo mismo.

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Sobre el blog

El salto del ángel es un espacio de reflexión, de pensamiento sobre la dimensión social y política de los asuntos públicos, sobre la educación, la Universidad, la formación y la empleabilidad. Busca analizar los procesos de democratización, de internacionalización y de modernización como tarea permanente, con una actitud de convicción y de compromiso.

Sobre el autor

Angel Gabilondo

Ángel Gabilondo Pujol es Catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que fue Rector. Tras ser Presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, ha sido Ministro de Educación.

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