El salto del ángel

Lo inhóspito

Por: | 25 de diciembre de 2012

Hsin Yao 12
Que algo resulte habitable no significa que por ello deje de ser inhóspito. No pocas veces vivimos en contextos, entornos y lugares que más parecen expulsarnos que recibirnos. Y si nos acogen es para atraparnos y a su modo poseernos. Ni siquiera el mundo hecho a medida de nuestro quehacer elaborador, obra del actuar humano, parece ser ni tan nuestro ni tan para nosotros. De hallarnos en alguna modalidad de casa, de ello no se deduce que nos encontremos en un hogar. Vagamos, incluso en lo que parece más nuestro. La sensación es la de no tenernos nunca.

Alberto Caraco recuerda en Post Mortem algunas ciudades por las que deambuló, “inhabituales, espiritualmente desiertas, lugares de los que la gente sensata y sensible sólo deseaba irse”. Construimos espacios en los que acercarnos y reunirnos, para no pocas veces ahondar aún más la experiencia de necesidades insatisfechas, de una soledad sin paliativos, en los que encontrar el consuelo de no ser los únicos en la misma tesitura. Mantenerse a buen recaudo es tener a los otros en la debida distancia. Y lo inhóspito es entonces lo que no es capaz de ofrecer la hospitalidad cordial que convive en la diferencia y con la diferencia.

Inhóspitos para con lo diverso, esos lugares resultan insensibles, salvo para el merodeo de un ir y venir permanente, con ciertas precauciones para cualquier tipo de encuentro o de llegada. Y, sin embargo, somos capaces de generar afectos, y de dar sentido, y de crear espacios amigables, afables y expansivos, y de sobreponernos a lo que no acoge para ofrecer curiosamente incluso aquello de lo que carecemos.

Tampoco los tiempos son propicios para una sana hospitalidad. Rodeados de cautelas, precauciones y prevenciones, todo induce a mantenerse al margen, de lado, lejos, procurando evitar a ser alcanzados por cuanto sólo parece advenir para incidir o ahondar en la desolación y el desaliento. Lo que nos afecta trata de ofrecerse disfrazado de bien futuro, pero ello agudiza aún más la desventura del presente.

Planteadas así las cosas, casi sentimos el alivio de no encontrarnos en peor situación y agradecemos satisfechos no haber sido alcanzados aún suficientemente por el rayo de Heráclito y poder proseguir. De nuevo quizá lo inhóspito para cualquier otra posibilidad adopta la forma de realismo, cuando no de sensatez. La resignación sería la razonable manera de comportamiento inhóspito. Esto es, de adecuación y de correspondencia con la árida situación. De lo contrario cualquier atisbo de no asunción de lo que ya sucede se consideraría insolidaria con la situación general. Se trataría, por lo visto, de propalar el abatimiento.

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En tales circunstancias, no resulta fácil alentar perspectivas ya que resultarían intempestivas, en un mundo que, como el propio Caraco señala, “se quedará sin aire ni agua para que nos exterminemos en el afán de sobrevivir”. No es preciso ir tan lejos para hacer la experiencia bien apuntada: “No nos entenderemos sobre nada porque nos faltará de todo”.

No siempre la carencia, la falta, la escasez, la necesidad generan espacios para convivir y compartir. Precisamente no pocas veces ocasionan que emerja con contundencia una incomodidad radical que agudiza aspectos poco armónicos. No ocurre en todo caso que nos unamos en las dificultades, también ellas propician el aislamiento de una búsqueda individual de salida o de respuesta. No son sólo inhóspitas las situaciones también pueden serlo los modos de afrontarlas. Con ello se agudiza aún más el desamparo.

El temor y el afán de seguridad no sólo nutren la audacia y la valentía. También propician insensibilidad y mediocridad. El mundo inhóspito para con nosotros podría encontrar su ajustada medida y nuestra inhospitalidad para con él. La actitud poco generosa de unos para con los demás se vería especularmente en una recíproca desconsideración. Y así agudizaríamos lo inhóspito que, poco a poco, contaminaría nuestros sentimientos y nuestros deseos, no sólo nuestras expectativas. Los malos tiempos, incluso encontrando en su momento adecuadas soluciones, perviven dejando rastros y vestigios, residuos y huellas, que no son fáciles de desprenderse de nuestras vidas. La tendencia de lo inhóspito es a generar inhospitalidad. No es cuestión de encontrarle ventaja alguna. Lo malo no es bueno ni por sus efectos secundarios.

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No pocos consideran que la inhospitalaria actitud general, por una permanente concepción que despiadadamente parece no velar ni siquiera por los ámbitos de cordialidad y de convivencia, produce efectos de alcance impensable pero que pueden suponerse. Ni el permanente desplazamiento nos impide vérnoslas con cuanto no se sostiene en la consideración atenta para con todos y cada uno, para con todas y cada una. Lo inhóspito alcanza entonces a las vidas propias, singulares, inconmensurables e irrepetibles y entonces la cuestión no es ya sólo la pérdida de un hogar, es el extravío de uno mismo.

Conviene no ignorar hasta qué punto las secuelas de una conformación y de una configuración inhóspitas nos alcanzan, impidiendo no ya simplemente una existencia confortable, sino una vida en la condición que como tal se reclama. Habituarse a lo inhóspito es un aprendizaje que hace de la insatisfacción un elemento de articulación. Pero no ya entonces de vertebración social. Por el contrario, de desamparo. Ahora bien, no es cuestión de asumir ese entorno inhospitalario como nuestro razonable hogar. De hacerlo, ya no lo sería.

Sólo la extraordinaria y en ocasiones desconcertante irrupción e intervención de seres entrañables, generosos, lúcidos y solidarios pone en cuestión con su acción y sus convicciones lo inhóspito, y lo conmueve. Aunque deben sentirse bien solos quienes proceden de ese modo. No precisan únicamente nuestra admiración, sino nuestra participación. Habitar la tierra como mortales propicia la dicha y el gozo de vivir, pero eso exige no alentar permanentemente el desaliento y, en correspondencia con lo inhóspito, no confirmar con nuestra continua actuación hasta qué punto puede llegar a serlo. Se requiere otro tipo de acción intensa y rigurosa. A veces desconcierta nuestra capacidad para procurarnos lo inhabitable.

Hsin Yao Tseng_SnowNYC

 (Imágenes: Pinturas de Hsin-Yao Tseng)

Hay 24 Comentarios

Don bmh:
Gran parte de la población española no tuvo posibilidad de votar la Constitución. Sin embargo, a esa parte le concierne su contenido tanto como al resto de los ciudadanos, porque la Ley le obliga como forma consensuada de ordenar la vida pública de acuerdo con unos principios generales tenidos como aceptables para todos. Pero yo puedo estar en desacuerdo -de hecho, lo estoy- con algunos elementos de ese conjunto consensuado. Yo no contrato con nadie mi acatamiento sino que me atengo al hecho de que se trata de una ley democráticamente respaldada por la mayoría y que, por tanto, rige la vida nacional. Ese es el Ideal Ilustrado: la subordinación de los pareceres particulares al de un corpus articulado que informa las leyes por las que se gobierna un país.
Más allá de eso, la gobernación del Estado ha de atenerse a plazos y límites pero aún goza de un amplio margen para la aplicación de unas formas de gestión u otras. A ud. le puede parecer que una mayor proporción de intervención pública ofrece resultados más acordes con la Constitución pero yo puedo rebatir esa opinión argumentando a mi vez que otras maneras de gobernar pueden dar resultados mejores sin por ello traspasar ni un milímetro el marco constitucional. La igualdad impuesta desde arriba, por ejemplo, acaso pueda parecer a algunos deseable objetivo de una forma de gobernar; a otros, en cambio, nos parece una vía segura hacia el adocenamiento y la mediocridad que culmina, al cabo, en una hipertrofia burocrática, en la asignación ineficiente de unos recursos escasos y en la falta de iniciativa de los individuos que forman la sociedad.
La Constitución, así, sirve tanto para disfrazar a la ineptitud de amor al prójimo como para tildar a la libertad de trampa dispuesta por los ricos para atrapar a los pobres. Cuando la ideología se expresa con ínfulas de exclusividad, cuando se da a entender que la Ley de Leyes no es que tenga un sentido social sino socialista, entonces cabe criticar esa postura que da la espalda a cómo es precisamente la concepción político-económica de la izquierda, fallida por su imposibilidad de cohonestar utopía y realidad, la que degrada el Ideal Ilustrado, más allá del trampantojo de los eslóganes revolucionarios y de las campañas de agit-prop.
En último término, el Estado Constitucional tiene como objetivo fundamental el control a quienes ocupan el poder para evitar que éste se convierta en un medio para la explotación social, eso que Acimoglu y Robinson, en su atráctivo “Por qué fracasan lo países” (Deusto, 2012) , llama el círculo vicioso de las “instituciones extractivas”.

(Un servidor también ha tenido alguna vez problemas para postear en este blog y todavía no ha descubierto la causa; tal vez haya dado ud. con la clave)

Por lo poco que veo, el arte se sumerje cuando lo inhospito ha de considerar que la vida es consistente. La inestabilidad decide que la transformación deja a la juventud sin propositos, sin ideales, sin gratificaciones, sin encuentros en cualquier ámbito del arte.
http://www.artetransformador.net/sitio/index.php?option=com_content&view=section&layout=blog&id=6&Itemid=71

La creación de lo inhospito en el conjunto de la existencia no es hacerse uno mismo. ARTE es algo gratificante para los demas esencialmente, hacer vida que es la escasez de lo cercano.

Tiene toda la razon del mundo, mundial.

al parecer mi respuesta no se publicaba por una extensión excesiva. Léasela de abajo a arriba conforme va numerada, don Witness.

5.
Así que no me venga usted, don Witness, con el consabido discurso repetido hasta la saciedad por quienes interesadamente se niegan a ver lo que está escrito en negro sobre blanco en nuestro contrato social que es la Constitución. Yo a ella me atengo para defender mi anterior comentario y usted sólo nos habla de vagas palabras y grandes principios vacíos de contenido. Repite lo consabido: que si papá Estado y bla, bla, bla, humo y sólo humo, prejuicios y no razones, veo en sus palabras, con el debido respeto.

4.
Y esta burda trampa se está extendiendo, por más que se demuestre con las crisis que las fórmulas matemáticas de la economía aplicada son erróneas, hasta el punto que crecen las desigualdades sociales y el 1% de la población es inmensamente rica.
Trampa que vemos aplicada a principios esenciales recogidos en el contrato social que es nuestra Constitución y que afecta a sanidad, educación, derechos laborales, etc y causantes de las huelgas y protestas que hay en este país y ante las cuales a algunos políticos “desideologizados•” (qué risa) sólo se les ocurre recortar más derechos básicos recogidos en la Constitución como son la manifestación, libertad de expresión y huelga.

3.
Al hilo de esto, me llama poderosamente la atención la frecuente trampa dialéctica de ciertas posiciones políticas que acusan a las contrarías o distintas de ser ideología, presentándose, por tanto, a sí mismas, como desideologizadas y objetivas, por encima de intereses particulares. Esta trampa burda sirve para aplicar reformas que, so capa de la objetividad científica de la economía, objetividad no demostrada y puesta constantemente en entredicho por las continuas crisis económicas y desajustes en el supuestamente controlado sistema de los mercados, que es predecible según esa falsa objetividad, y que en realidad responden no al aséptico cientifismo económico sino a la ideología política que se opone a la distribución de la riqueza mediante impuestos. De ahí su constante ataque al Estado, a lo público, como el elemento que distribuye una riqueza que ellos no quieren compartir. Ataque que utiliza el falso argumento económico-científico de su supuesta ineficacia económica para esconder el objetivo real interesado e ideológico de no repartir la riqueza.

2.
Véase, léase de nuevo dicho Capítulo, a la luz de las reformas legales que se están haciendo de un tiempo a esta parte y que algunas de ellas han sido recurridas como inconstitucionales. Si bien dichos recursos han tenido escaso éxito por estar el tribunal encargado de dictar resolución en la situación de influencia, incluso dependencia, política que todos conocemos.
Por tanto una ley para que no sea arbitraria debe estar sujeta lo menos posible a las opiniones, pues estas son tan variadas como variados los intereses de los hombres que opinan. Ese Capítulo III dice lo que dice, punto. Es interesado y guiado por una ideología al servicio de esos intereses particulares, no atenerse a la letra de la ley suprema. Y es lo que se está haciendo con las múltiples e interesadas interpretaciones de los partidos políticos. No es ideología atenerse a la letra de la ley, que es lo que yo hago cuando hacía mi anterior comentario en el que me reafirmo.

Don Witness, sí existe ese contrato social, pacto, o elemento contractual de forma práctica, material, tangible y efectiva: es la Constitución, ley de leyes, es decir, suprema norma en la jerarquía legislativa que leyes de rango inferior no pueden contradecir.
Véase, para saber de qué hablaba en mi comentario anterior, el Capítulo III, De los principios rectores de la política social y económica, del Título I, De los derechos y deberes fundamentales, artículos que van del 39 al 52 y de las garantías que, en artículos siguientes, a continuación se establecen para hacer efectivos esos derechos y obligaciones.

por qué no se publica mi comentario a Witness?

a (es sólo una prueba para ver si se publica este comentario y no mi respuesta a Witness)

Cuestionar lo inhóspito tiene sus ventajas e inconvenientes. La ventaja de una formación es estadísticas de reflexión en torno a temas tratados. Y el inconveniente para mi es el tipo de examen que sale de esa formación. El técnico superior responsable moderniza la función de la rentabilidad referenciada en lo inhóspito de la formación mientras que los perezosos peregrinos utilizan la técnica de productividad para abatirse con la concepción del día de mañana. La brújula que permite la gran formación es un examen de formación a estudiar por lo inhóspito que se cuestiona, en el que el inconveniente “ Es que me ha obligado a pensar”.

Don bmh:
El ideal ilustrado no establece sino la precedencia del bien general. No del bien de cada uno en el seno de la sociedad sino del conjunto como portador de soberanía. Así que, ese "contrato social" no viene a ser, en definitiva, sino una metáfora sobre el gobierno de la nación no subordinado a intereses particulares. No existe -basta evocar las propias relaciones de cada uno con el estado- ese elemento contractual en sentido literal o siquiera práctico. El sistema representativo asegura que haya una relación entre la voluntad mayoritaria y los gobernantes de la cosa pública pero el único límite cabal a su actuación está en la plasmación de la voluntad colectiva establecido en la Ley.
Por eso no cabe realizar apelaciones a presuntos incumplimientos de contrato. Quien respeta la Ley democrática actúa según el ideal ilustrado. Otra cosa es qué pueda entenderse por "bien general". Un gobernante puede administrar bien o mal el Estado de acuerdo con su manera de entender ese concepto; sin embargo, si se atiene a los principios explícitos en la Constitución, podrá ser un buen o mal gobernante pero no un tirano que impone la razón de la fuerza.
Debemos tener cuidado con el sesgo ideológico a la hora de analizar la realidad. El Estado paternalista se parece demasiado al Leviatán hobbesiano para dejarle a cargo de la totalidad de la existencia de los ciudadanos. El destino de Europa está en la libertad, en la seguridad jurídica y en la eficiencia de instituciones inclusivas para que sus ciudadanos participen en un adecuado equilibrio entre derechos y deberes en función del bien común. La verdadera diferencia entre los estados inhóspitos y los acogedores aparece cuando se constata el grado de igualdad ante la ley: los primeros generan clientelismo, despilfarro, corrupción y burocracia; los segundos, lo contrario, la posibilidad de que el individuo busque por sí mismo su sentido de la felicidad.
En el fondo, la diferencia entre la izquierda y la derecha es una cuestión de praxis: la izquierda postula la ilimitada capacidad de la voluntad para controlar la realidad; la derecha, la adecuación de la acción a las restricciones que impone lo posible. Y afortunadamente -con innumerables vacilaciones y meandros, es cierto- ese es el rumbo que ha seguido Europa.

Procurar un abatimiento en lo inhospito es una situación árida de insensatez. La escasez de lo cercano alcanza así a las vidas propias y la cuestión del entorno inhospitalario como nuestro razonable hogar. No deja de ser una acción solidaria al conjunto de la existencia que lo conforman. El gozo de la vida exige permanentemente el desaliento.

No entiendo como Europa ha dejado atrás el ideal ilustrado.
No entiendo que si cedemos parte de nuestra libertad en el contrato social es para tener a cambio la seguridad de que nadie quedará desamparado en caso de necesidad.
No entiendo como las leyes permiten que los intereses individuales de los poderosos se apropien de lo colectivo.
La miseria, el hambre, la marginación no deben remediarse con la caridad sino con las leyes en una sociedad libre y democrática de derecho.
O nos implicamos en esto, de verdad y en serio, o cada cual se sentirá libre para obrar sin ningún tipo de compromiso social, pues su dejación de libertad en pos del bien común sólo le reportará perjuicios y ningún beneficio.
O cambiamos las cosas o esta hostilidad creciente será la norma en una sociedad de individuos sujetos únicamente a sus propios intereses. Volveremos a la barbarie y la arbitrariedad donde la fuerza y no la razón gobierne las relaciones entre los hombres. Estamos abandonando el espíritu ilustrado que caracterizó a Europa y lo hacemos sin darnos cuenta de lo que está en juego.

Se tiende a resultar inhóspito en lo diverso, cuando se cuestiona la existencia de vidas vividas. Aunque hay reglas de las que efectivamente uno no se puede desmarcar pero si cuestionar. ¿Cómo se quiere ahondar e incidir en otras posibilidades que nos desplacen a reglas impuestas?
Y efectivamente son nuevas porque se entrelazan en lo común. Son actitudes de una convivencia que teje no impone sino desmarcan lo que se ofrece disfrazado de un bien. La vida se entrelaza en una posición presente. Los hombres no deberían cruzarse con lo sagrado aunque saldrá tarde o temprano para cuestionar una situación general de estabilidad que aúnan en las dificultades de la búsqueda en común de una vida sin fronteras. Lo inhóspito de la vida saldrá cuando agudizar más suponga poder afrontar el desamparo y encontrar en el medio de lo cercano que hay que ha de tener en cuenta insatisfacción de lo razonablemente articulado.

"La insatisfacción como elemento de articulación" ahí está la clave para lograr docilidad. La cultura de la insatisfacción que pretende instalarse arrasa con la mentalidad progresista, aquella que siempre soñó que el futuro sería mejor. Necesitamos, efectivamente, seres entrañables, generosos y lúcidos. Hemos de reconocerlos en nuestrtos entornos y trabajar con ellos. A pesar de tanto sufrimiento muchos mantenemos la convicción de que hoy vivimos mejor que ayer y que el futuro está por hacer. Nuestra tarea y nuestro deber es hacer que sea mejor, por solidaridad. Precioso tema en estos días de reencuentros. Nada de inhóspitalidad: ¡Salud y Fraternidad!

Cada uno de nosotros es una parte insignificante de un vasto universo que, por pura casualidad, ha dado en construirnos el regalo de la carne que nos forma. Porque eso es la vida antes que nada: un regalo azaroso que no se puede repetir ni se repetirá nunca. No hay que demandar razones ni sentido a nuestras cuitas y sufrimientos pues están ahí porque sí; en el mismo nivel de realidad que da forma al placer, la dicha y la esperanza, a eso que llamamos subjetivamente felicidad.

Si sólo nos centramos nuestra circunstancia personal lamentándonos de los momentos de zozobra es porque no prestamos atención a cuanto la vida, -que no es sólo nuestra pena pasajera- puede ofrecernos. A quien tiene capacidad para admirarse ante la belleza, le basta reparar en las múltiples muestras de lo bello que nuestra conciencia de las cosas nos brinda - producto de la memoria que las relaciona con la experiencia - al abrir los sentidos a la contemplación de cuanto medra a nuestro alrededor. Por aportar una anécdota personal: este verano estuve unos días junto al mar en compañía que no me resultaba para nada apetecible ni grata; el desagrado ante la situación hallaba cumplido remedio en las horas de soledad pasadas junto a un rompiente cercano. Allí, bastaba con cerrar los ojos o esperar a que la noche encendiera las estrellas para que el sonido de las olas a izquierda y derecha compusiera instantes de serenidad comparables a los que producen las armonías de un motete de Josquin. ¿Pura ilusión?. Tal vez, pero allí estaba algo externo, indiferente a la propia existencia individual que demandaba la escucha para adquirir un sentido personalmente aprehensible, no por efímero menos gozoso. ¿De qué vale la amargura cuando tan cercano a ella está un goce portador de sentido?.

Claro que luego están los instantes de dolor extremo, en que pareciera que sólo el sufrimiento llenara el presente. Para eso disponemos de otro regalo de nuestra condición humana: la racionalización de lo transitorio. ¿No estará mañana o pasado mañana o quizás aún más tarde, la música de Bach esperando a ser escuchada de nuevo o un poema querido no podrá ser traído de nuevo rememorado?. Hoy acaso suframos la incomprensión, el desprecio, la humillación o la simple falta de sustento pero ,¿y mañana?; ¿no veremos amanecer?, ¿no oiremos el canto de alondra, o la respiración de quien reposa a nuestro lado o, simplemente, el rumor de unos pasos en la calle, al otro lado de la ventana? ;todo eso que nos recuerda que vivimos en un mundo ajeno pero ,al mismo tiempo, hecho para nosotros sin contar con nosotros, evocador de belleza y dispensador de consciencia aunque un día, con toda seguridad, nos olvide.

Urge comprometerse por parte de todos aquellos que por experiencia y capacidad sean capaces de articular una organización que se oponga a este sistema real que opera en nuestra sociedad, un movimiento de ciudadanos libres que retomen su compromiso para establecer de nuevo un contrato social sobre bases más justas y que impidan la depredación que, con la excusa de la libertad, se lleva a cabo en lo que debieran ser sagrados valores que no deberían socavarse en una sociedad civilizada. Un movimiento plural y mayoritario que necesita de referentes, de capacidad organizativa que le haga capaz realmente de cambiar las cosas y no sólo acudir a remediar mediante la caridad las injusticias del sistema. Un movimiento que vaya más allá de los actuales partidos políticos que se muestran ineficaces y víctimas de sus propios intereses dentro del sistema.

Luisa. Bueno si ellos andan bien mi padre esta con la tablet que le hemos regalado leyendo libros, periódicos haciendo fotos. Y mi madre se dedica ahora a leer y hacer unas cartillas de rubio muy didácticas que la vienen muy bien para estimularla el celebro porque la han dicho que tiene una enfermedad nueva que se llama no me acuerdo como y que sirve para trabajar el lenguaje cognitivo. Están bien Julia pero a veces están en un estado de carencia que me dan pena, están tan solitos. Y si no es por los hijos no sé qué sería de ellos.( aun no satisfecha sigue).
Julia. ¿ Y tú primo Manolito?
Luisa. No sé nada de él. Se marchó a Duplin y se ha indepedizado y tiene un trabajo establee..
Julia. Bueno te dejo que hagas la comida y que me alegro que os vaya tan bien a todos. Ale, a ver si quedamos un día para tomar algo. ( frase típica ).
Luisa. Muy bien ya hablaremos un beso y recuerdos. Adios
Julia. Adios y da tu recuerdos por allí a todos.

La moralejadilla.
Lo inhóspito de esta insensatez generalizada en nuestras vidas suele ser un referente de lo que afecta y ofrece lo disparatado en nuestras vidas. Una vida de lo más aburrida donde tenemos que hablar de los demás porque no sabemos que contar de la nuestra.

Extraña casa es la que habita lo inhóspito. En ella se adoptan formas de realismo e insensatez. Veréis.
Llama por teléfono un familiar para contarme.
Julia. ¿Qué tal Luisa?
Luisa. Mira todo bien. (Algo que resume todo muy bien y santas pascuas. Que según esta la vida…)
Julia. ¿Y qué tal tu hijo?(escapatoria para seguir hablando).
Luisa. Bien trabajando, con apuros para llegar a final de mes pero contentos porque tienen salud y casa donde dormir. Mientras se murmureaba su cabecita diciendo haber si acaba pronto esta conversación que tengo que hacer la comida de navidad y me van a venir todos los familiares dentro de una hora. Pero no Luisa insistiría.
Julia. ( efectivamente, insistió) ¿Y qué tal tus padres?
Luisa. Si bien. Mira me pillas haciendo la comida y…
Julia. A tu madre la vi el otro día y me dijo que……………………………………………..por eso pregunto.( continua..)

Jorge Riechman en ElDiario.es: “Hay que seguir defendiendo el uno por ciento. Pero cómo, me dirás, ¿esos no son los plutócratas del Wall Street, frente a los cuales estamos el 99%? Ojalá las cosas fueran tan simples… Ahora me refiero al uno por ciento de comportamiento racional en la conducta humana, el uno por ciento de la poesía en la suma de lo que lee la gente, el uno por ciento de las ideas igualitarias y ecologistas entre la masa de creencias políticas del personal... Hay que seguir defendiendo el uno por ciento, sin amargura y sin desmayo”
Textos, como los suyos, que hacen más habitable siquiera el espacio de la reflexión...

Lo Inhóspito en nuestra soociedad, es justamente todo lo contrario de los valores humanos que se nos suponen a las personas cultas y civilizadas.
Inhóspito es el el campo del engaño cuando se hace premeditadamente y con la intención de causar daño al semejante, desde el amparo del etramado social.
Utilizando la superioridad del saber y del conocimiento sin ninguna piedad.
En provecho del interés propio, y contra los intereses de los demás.
A sabiendas de lo que se hace, y a la sombra del amparo de la sociedad.
Resulta inhóspito un sistema que acoge el dolor de muchos como un mal necesario y aceptado como insalvable
La tómbola del destino cruel.
Entregados sin lucha y sin oposición, docilmente a la evidencia cruel de un presente, que contempla el destino de algunos como una mala juagada de la suerte.
Entonces nuestro conocimiento y nuestra civilización se nos revela de golpe como un lugar inhóspito.
Haciéndonos volver los ojos hacia otros mundos posibles por explorar, vígenes en donde podamos sentar las bases de una dignidad aun pendiente de descubrir.

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Sobre el blog

El salto del ángel es un espacio de reflexión, de pensamiento sobre la dimensión social y política de los asuntos públicos, sobre la educación, la Universidad, la formación y la empleabilidad. Busca analizar los procesos de democratización, de internacionalización y de modernización como tarea permanente, con una actitud de convicción y de compromiso.

Sobre el autor

Angel Gabilondo

Ángel Gabilondo Pujol es Catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que fue Rector. Tras ser Presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, ha sido Ministro de Educación.

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