El salto del ángel

A solas

Por: | 01 de marzo de 2013

  Euan Macleod  Figure Sitting on Boat in Desert 2007

En esto de vivir, de una u otra forma nos encontramos a solas. La peripecia personal, la aventura singular, la travesía individual nos ponen en la tesitura de tener que vérnoslas con nosotros mismos. Y por muy colectivos que sean los desafíos, por muy comunitarios que resulten, por muy abiertos que estemos a los avatares sociales y públicos, la tarea de afrontar nuestra propia existencia es irremplazable e insustituible. Y no es cosa de desentenderse.

Un cierto recorrido, un determinado camino es intransitable por otro en nuestro lugar. Suele decirse que nadie vivirá tu vida, nadie morirá tu muerte, nadie dirá tu propia palabra. También el lenguaje en el que somos muestra esta ineludible relación con uno mismo que nos hace ser propiamente quienes somos. La urgencia de los asuntos, la llamada de las necesidades podría enfrascarnos en tareas sin duda imprescindibles pero que no dejan de requerir esta consideración para con nosotros. Y los ardides para con uno sólo funcionan muy limitadamente.

Sin embargo, la adecuada entronización de sí mismo no exime de la experiencia de determinada soledad. Al contrario. De una u otra manera también evitamos vérnoslas con la tarea de efectuar semejante itinerario. Porque no es sólo un recorrido, es la labor de abrirse paso. Y no de cualquier manera. Y aquí, como Blanchot señala, la verdadera soledad es la de “alguien que no tiene ocasión de engañarse acerca de si mismo”. Y es preciso velar por ese espacio sin guaridas. En él no hay un secreto escondido. Si hay algo inconfesable no es porque se oculte. Estamos tan a solas que ni siquiera podemos desvelarnos lo que también desconocemos. Es inconfesable para los otros y para nosotros.

Si Montaigne nos convoca a una determinada sencillez natural, al sosiego y a  la discreción, es porque la tarea de velar por uno mismo no es una mera construcción intelectual. Cosechar (cueillir) la vida supone a la vez recolección y recogimiento (cueillaison et recueillement). Recogerse para la recolección de cada instante consiste en ponerse por entero en él, un concentrar los humores que hacen que el caballo se desboque y que los pensamientos estén ocupados “por ocurrencias extravagantes”.  Y esa concentración es dedicación, es intensidad, es entrega: “Cuando bailo, bailo, cuando duermo, duermo”.

Euan macleod 10
Amparados en tantas labores y ocupaciones, no hemos de descartar que en realidad encontremos soporte en ellas para no afrontar lo que nos corresponde y que ningún entretenimiento, por muy noble que resulte, puede eludir. La intemperie y la desnudez de lo que nos espera a cada quien son tan contundentes que no requieren ser firmes para ser consistentes. Todo tipo de inclemencias acompañan la incertidumbre en la que nos movemos. Y nada ni nadie impedirán que hayamos de proseguir.

Miramos una y otra vez lo que sucede, buscamos reforzarnos conjuntamente con la conversación compartida, con el análisis que nos procuramos, con las palabras que recrean y parafrasean lo ocurrido. Al socaire de lo presentable o impresentable encontramos acomodo para nuestra desconsideración para con nosotros mismos. Nos resultamos decisivos pero no siempre tanto como para entregarnos a esa búsqueda permanente en la que consistimos. Damos por supuesto que somos inexorablemente así. La fatiga de la carencia de apoyo paraliza y posterga ciertas acciones y ciertos compromisos. Siempre parece haber algo más importante que hacer, o al menos de mayor interés. Es más, estimamos que esa dedicación a otros asuntos es ya una forma de atención para con uno mismo. Ahora bien, tamaña verdad no evita que una soledad aún mayor nos deje en algún desamparo.

A solas no es simplemente un modo de habitar la soledad, es a su vez una forma de ser y de obrar que se hace cargo de la responsabilidad que no se transfiere, de la decisión que no cabe ni postergar ni eludir, de la entereza que se requiere cuando no es posible imputar lo que nos corresponde a otras instancias y no hay refugio en ningún tipo de profundidad que evite la emergencia. Nos despertamos en cada ocasión a un vivir que no podemos diferir. Él trae su propia condición intempestiva y no es cuestión de tratar de no coincidir con nosotros mismos en una tardanza o en una distancia que nos permita no hallarnos en la tesitura de hacer. Ni a solas significa solos, ni por no estarlo dejamos de encontrarnos en esa situación.

Euan-Macleod-Vista-
Aún compartiendo espacios y tiempos, incluso en la amistad o el amor, no hay modo de que el desprendimiento, la entrega, la esfumación o hasta la inmolación eviten el destino de vivir nuestra propia vida, sin transvase posible de la encrucijada en que siempre consiste. A veces nos  refugiamos en nuestros asuntos para no complicarnos en otros de mayor o diverso alcance, si bien en ocasiones  nos dedicamos a ellos para no encontrarnos a solas, para no tener que abordar la coyuntura de la más candente de nuestras acciones, la de venir a ser nosotros mismos.

Puede sonar que hacerlo signifique la promoción de un modo individual de ser, aunque precisamente esto nace del olvido de que cuando nos ocupamos con voluntad del vivir, somos quienes somos y por tanto no simples individuos, sino individuos concretos y diferentes, es decir singulares. No es fácil asumir que en todo caso vivimos a solas. Por eso lo poblamos de aquello que, sin embargo, paradójicamente nos ofrece como fruto una mayor soledad. A solas es posible ser con los otros. Únicamente así. Sin ellos, ni siquiera. Pero ni a su lado dejamos de tener algo radicalmente propio que vivir.

Euan Macleod DARK_SEASCAPE_II_with_Sky__1996
(Imágenes: Pinturas de Euan Macleod; Figure Sitting on Boat in Desert, 2007; Figure Walking in Trees, 1990; Vista, 2010; y Dark Seascape II (With Sky), 1990)

Hay 15 Comentarios

a veces cuesta más vivir a solas que vivir con la gente...

No te confíes

"Ni a solas significa solos, ni por no estarlo dejamos de encontrarnos en esa situación"
A veces necesitamos ese "a solas" porque el ruido entorpece, distrae y nos aparta de nuestra propia mirada. A veces, que otras veces no el ruido sino el sonido de otras voces nos enriquece y nos ayuda a perfilar esa mirada nuestra.
Pero en esas ocasiones que necesitamos estar "a solas" que sabemos ese "a solas", sigue teniendo gran importancia que sepamos que no estamos solos. Para eso es necesario ver. Los que nos quieren nos ven y, aunque no saben qué nos pasa, saben que algo nos pasa y nosotros vemos y sentimos que hacen lo que pueden por ayudarnos, errados o no. Y eso no es estar solo aunque estemos a solas.

Sentir es ver como ver es sentir y..¡Ay que ver...!

Siempre he pensado que para saber vivir con los demás primero hay que saber vivir con uno mismo. Además, la soledad me aporta una paz que no siempre puedo tener en compañía. Sin embargo, un día alguien me dijo: Vas a saber lo que significa no tener a nadie detrás, porque a la hora de la verdad estamos solos. Al leer el texto he recordado ese día. Poco después sentí por primera vez el significado de la palabra “orfandad” y comprendí, porque comprendemos mejor cuando sentimos. Después de comprender pensé en emprender y emprendí un camino nuevo en solitario. Pero a veces “mi soledad se siente acompañada”, como dice la canción de Pablo Milanés, y se me olvida. Pierdo la concentración y bajo la intensidad de la entrega, o la dejo en “punto muerto”.
Mirando las pinturas reflexiono sobre la intemperie de fuera y la intemperie de dentro. A veces uno no sabe si es más inhóspito el paisaje o el hombre. Somos parte de la Naturaleza y estamos también a merced de la lluvia, del sol, del calor o del frío, y de los vientos que corren. Nos volvemos desapacibles no sólo para los demás, sino para nosotros mismos. Nos aferramos entonces a las fugas, a los rincones, a los recreos… y nos entretenemos demasiado. Volvamos, pues.

Un viaje emocional en nuestras vidas, no nos vendría mal.
http://sofiamesada.blogspot.com.es/

La primera ocasión que tuve de estar a solas con una de las personas que más he admirado nunca y que creo será siempre mi referente ante mi pregunta de... ¿Nunca te cansas? me respondió “No paro de hacer proyectos, trabajar, moverme para tener que vérmelas, el menor tiempo posible, conmigo mismo”… He aprendido que las grandes personas se hacen así, trabajando, cuidándose y cuidando a los demás con entrega, pasión, cariño e intensidad… nadie vivirá tu vida, nadie dirá tu palabra y nadie morirá tu muerte pero tienes vida y palabra y por la obligación de disfrutarlas, trabajarlas, esforzarnos por experimentarlas hasta a solas porque viene la muerte y zas! Se van.

Esa amante inoportuna que se llama Soledad... que decía la canción. Magnifico tema ¿cómo hace para elegirlos? es sorprendente!

Uno no es consciente de estar asolas. Cuando se da cuenta de ello, rápidamente entabla un diálogo consigo mismo como si fuera su propio amigo invisible.

Te acabas acostumbrando

la soledad es la más insoportable condición de este mundo atomista y atomizado. Tener que vivir con lo más extraño del mundo que es uno mismo...

Hoy no puedo sino aplaudir lo que he leído. Añadiría solo una consideración acerca del enorme riesgo que comporta aunque, ya sabes, "donde está el peligro está lo que salva".

Y a modo de ilustración del mismo asunto quiero mencionar lo que C. G. Jung dio en llamar "proceso de individuación", algo completamente natural; enraizado en la concepción hipocrática de la curación.

Las pinturas, como de costumbre, regular.

¡¡¡¡¡Muy bien por la selección de imágenes que acompañan a los textos!!!!! ¡¡¡¡¡Son buenas metáforas e íconos (a veces no muy conocidos) de nuestra época!!!!

Gracias.

Sus palabras de hoy me recordaban esa metáfora de nuestra propia extranjeridad de la que suelen hablar las palabras de Jabès y de Zambrano.
Felicidades

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Sobre el blog

El salto del ángel es un espacio de reflexión, de pensamiento sobre la dimensión social y política de los asuntos públicos, sobre la educación, la Universidad, la formación y la empleabilidad. Busca analizar los procesos de democratización, de internacionalización y de modernización como tarea permanente, con una actitud de convicción y de compromiso.

Sobre el autor

Angel Gabilondo

Ángel Gabilondo Pujol es Catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que fue Rector. Tras ser Presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, ha sido Ministro de Educación.

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