Desconocer las causas no alivia la inquietud. Saberlas tampoco. No está mal, pero con ello no se elude lo desconcertante del momento. No consuela tenerlo presente. Decimos, no pocas veces, que la situación es inquietante. Y eso ya no parece ser sólo cosa nuestra. Lo es en todo caso. No basta con referirnos simplemente al ahora. También pensamos en lo que nos espera, en lo que cabría ocurrir. Y ni siquiera es una predicción. Deja ver lo imcomprensible y enigmático de lo que pasa, tanto de lo previsible como de lo impredecible. Sin embargo, algo parece deducirse del estado en el que nos encontramos. Es todo menos tranquilizador. Lo más desconcertante es que no siempre nos moviliza. A veces es tan inquietante que nos aquieta, nos paraliza.
Incluso desde la serenidad, un determinado malestar nos impide sentirnos cómodos. Podríamos mostrar un cierto sosiego, pero no hay lugar para que nos ocupemos, sin una incertidumbre casi radical, de lo que nos corresponde. Bien sabemos lo decisivo que resultaría tener ilusión y confianza y, a nuestro modo, las perseguimos. Pero no siempre son cosa de nuestra voluntad o decisión. No es que estemos inquietos en un contexto de razonable imprevisibilidad, es que precisamente lo inquietante también alcanza al contexto mismo.
No faltan quienes sostienen que la vida es así, que en eso consiste precisamente vivir, en no saber nunca del todo. Y, en efecto, jamás dominaremos absolutamente lo que nos sucede, ni las circunstancias de lo que ocurre. En alguna medida, siempre lo hemos tenido presente. Sin embargo, más bien parecería que no estamos ante una circunstancia, ni ante una condición constitutiva, sino ante una coyuntura que se presenta como determinante. Si no frente a una emergencia, aunque sobre ello también podría debatirse, sí ante un infrecuente e inquietante escenario. Tan inusual que no sólo es el espacio en el que se desarrolla lo que nos ocurre, sino el conjunto de lo que lo constituye. Es inquietante lo que pasa y lo que puede pasar.
Nos sentimos envueltos,
prácticamente rodeados, por una suerte de plasma que afecta a cuanto es posible
y nos alcanza. Ni siquiera la aparente
calma de algunas excepciones impide que se viva bajo la amenaza de que todo podría empeorar. Y
no sólo lo que nos pasa, también nosotros mismos. Y, entonces, la inquietud
coquetea con el miedo, o se entrega
a él. Y llega a tener efectos paralizadores.
Hay ocasiones en las que el estrépito reiterado de los acontecimientos incrementa el silencio. Todo se iguala y se aplana. Y quedamos en suspenso, eso sí, sin dejar de cumplir con nuestras ocupaciones. La inquietud viene a ser rentable. No está claro que para nosotros, pero en su versión atemorizante nos insta a evitar las complicaciones, a rebajar el nivel de nuestras exigencias, a aceptar la versión de la realidad, al amparo de que es lo que hay, y a sentirnos agraciados y agradecidos de que no sea peor. Y algunos insisten en que ello obedece a su quehacer. No es ahora la cuestión. Sin embargo, la inquietud no cesa de crecer. Y puestos a temer, lo que resulta preocupante es que parece ya ser aún más constitutiva. Quizá la agudización de la experiencia confirme que en condiciones difíciles somos más eficientes y productivos. Y más condescendientes. Tal vez. No mencionamos a qué precio. Y de nuestra dicha, ni hablamos.
Lo inquietante es una situación que se nos ofrece y que a la par, con rostro amenazante, no sólo nos aguarda, sino que nos acucia. Nos alarma también en su versión encantadora. Se mantiene gracias a la tensión de lo que podría complicarse y torcerse aún más, aunque bastaría con que no se resolviera para resultar incómoda, incluso insostenible.
La preocupación se incrementa con tales perspectivas.
Inseguros, sin embargo, no siempre tenemos constancia de lo que nos aguarda.
Por ello no es exacta ni literalmente una alarma y semejante inquietud no está
exenta de serenidad. No es eso lo
que falta. Nos encontramos en un no
saber, un no entender, en algo
que nos azora, incluso sin que en ocasiones estén muy claros ni el alcance ni
las consecuencias. Entonces es complicado prever, hacer planes, organizarse y,
lo que es es aún peor, soñar o esperar. Parecería en tal caso que sólo
corresponde una forma de inquietud, la
más inquietante, la de estar atemorizados.
Ahora bien, dado que ha de proseguirse, es cosa de mantenerse con una entereza que requiere compostura, pero que podría terminar tiñéndolo todo de cierta tristeza, la de la resignación ante lo ineludible. Y el necesario sosiego sería asaltado y poseido por una forma de quietud. Cada mirada, cada movimiento, cada palabra, conllevarían una clave silenciosa hacia lo imprevisible, hacia lo incontrolable, a favor de lo posible, y por lo probable. Cada momento, cada instante pedirían un cierto olvido de lo que podría suceder, a fin de encontrar fuerzas para avanzar. Y no es cosa de que surgieran del temor, que es lo que algunos parecen desear. No se trataría de olvidar el porvenir. Al contrario, sería cuestión de hacerlo presente.
Sin embargo, la experiencia de la inquietud combate paradójicamente lo inquietante. Aprender a vivir en esa tensión que tal vez nos acompañará siempre nos libera de algunas ingenuas promesas y de ciertas amenazas. No las precisamos para actuar. La serenidad y el sosiego no desactivan si es cuestión de afrontar situaciones insostenibles. Si son inquietantes, no es lo mismo estar inquietos que no reducirse a quedarnos quietos.
(Imágenes: Pinturas de Salustiano –Salustiano García Cruz-)
Hay 17 Comentarios
"Nos pasamos la vida danzando sobre una fina capa de hielo; debajo hace frío, y nos espera una muerte rápida. El hielo no soporta el peso de algunas personas que se hunden...
...Si tenemos suerte, no ocurre nada y seguimos danzando. Si tenemos suerte."
"Crímenes"
Publicado por: ¿Suerte? | 07/03/2013 23:28:03
Encuentro más inquietantes los comentarios que el propio blog. Un poco de música inquietante....
Publicado por: DJ JD | 06/03/2013 19:36:29
Lo más inquietante de este tiempo es que las estructuras que conforman la red social están tocando fondo. Lo social debería ser tan consistente que cuando llegan estos tiempos de incertidumbre funcionase mejor que nunca. Si somos seres sociales y hemos comprobado la debilidad de cada uno de nosotros desde que existimos ¿cómo puede haber pensamientos que hagan del "sálvese quien pueda" el esquema de vida, gestión y trabajo? Más que nunca, para combatir la inquietud hemos de reclamar estructuras de solidaridad.
Publicado por: LEICHEGU | 06/03/2013 13:00:13
"En tiempo de tribulación, no hacer mudanza". Cuanto está maduro cae. Y caerá. Revoluciones y mítines y furias y quejas, sólo alimentan al poder, son parte de su misma Voluntad, por muy diferentes que parezcan. Ya casi todo está escrito. Ya poco queda por decir. Soberbios, mentirosos, ingenuos somos. La gran ficción ha muerto. Es hora de abrir bien los goznes oxidados de la mente, de aguzar bien el abotargado oído porque todo está aquí, ahora, como lo ha estado siempre.
Estos son versos catalanes del s.x; quien quiera oir, oiga: " L'alba part humet mar/ altra sol, poy pasa/ bigil, mira clar tenebras."
Gracias por el riesgo profesor.
Publicado por: Iván Madrigal | 06/03/2013 0:36:18
Que te digan que "es lo que hay" es precisamente lo que menos debe "inquietar"...Eso solo vale para aquellos que quieren saber algo o tal vez se conformen con la libertad bien ajustada y ponderada .¡Qué digan lo que quieran y allá ellos!! Déjenlos solos.Sin embargo, fíjense bien que la última de las imágenes de Salustiano García Cruz (tan bien avenidas por Gabilondo) dice algo así como( repito, la última imagen): "Cada mirada, cada movimiento, cada palabra, conllevarían una clave silenciosa hacia lo imprevisible, hacia lo incontrolable, a favor de lo posible, y por lo probable." ¿Y ustedes están pensando en "posturas" varias? Cuiden, pues, esos cuerpos.
Publicado por: Rantamplán Malaspina | 05/03/2013 23:48:59
Estamos inquietos y no sabemos que va a pasar. Hacemos, actuamos, manifestamos... Pero no llegamos a ninguna certeza que nos permita rebajar la inquietud. Seguimos palpitantes
Publicado por: Rebeka | 05/03/2013 20:12:18
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Publicado por: ▲▲▲BLOG TECNICAS BAJAR DE PESO▲▲▲ | 05/03/2013 16:45:59
Cabria afirmar o incidir en los valores fundamentales:" No dejar que te envistan con una mala jugada". También "Se sabe pensar qué ocurriria y cambiaría si algo previsible aconteciera". Las causas que alientan lo inquitante hay que saberlas.
Publicado por: Lidia Martin | 05/03/2013 16:40:25
Una crónica en honor al festival de teatro en Caracas http://cuentosdelizandro.blogspot.com/2013/03/edipo-y-las-tetas.html?spref=tw
Publicado por: Lizandro Samuel | 05/03/2013 16:10:50
El 15-M fue un gatillazo revolucionario. El movimiento que en su día eclipsó al mundo, no ha quedado en nada... Si quieres saber más, entra en Vergüenza de país: yestheycan.blogspot.com
Publicado por: Verguenza de país | 05/03/2013 14:54:46
Aunque solamos preferir vivir como estando en casa, eso de lo inquietante nos suele salir irremediablemente al encuentro. A menudo lo hace, cómo no, de la mano del arte. Los Quay Brothers son expertos inquietadores con su narrativa feísta, su poética manierista y su música expresionista. Nos dan ontológicamente en el blanco.
Inquietantes. Atinadores.
No se los pierdan.
Saludos
Publicado por: afc | 05/03/2013 13:33:23
Para lo que nosotros, la mayoría, es miedo al futuro, para otros, la minoría diseñadora de ese futuro, son magníficas posibilidades de inversión y riqueza.
Con esta crisis ha crecido en el mundo el número de personas que tienen más de 1.000 millones de dólares como patrimonio. En España, especialmente azotada por ella, han sido cuatro personas más las que han ingresado en este selecto club.
El modo en que tienen de imponer sus proyectos de futuro es el miedo, convenientemente difundido por sus empresas mediáticas.
Cuando la pobreza y la miseria me alcance lo último que haré será suicidarme o derrumbarme en una acera para pedir limosna. Lucharé con todas mis fuerzas para en unión de otros destruir un sistema que atenta contra mi vida para favorecer a élites explotadoras.
Publicado por: bmh | 05/03/2013 12:36:43
Hay una frase que me resulta inquietante cada vez que la escucho: "...,como no podía ser de otra manera,...". Repetida hasta la saciedad por políticos y medios de comunicación me produce un desasosiego tal que, antes de llegar a la ira, repito en voz alta, como si se tratara de una oración: todo puede ser de otra manera, todo puede ser de otra manera...
Las palabras se filtran sin control cuando bajamos la guardia y ejercen todo su poder. El miedo no siempre viene de la propia experiencia, se filtra también a través de las palabras, cuando estamos desprevenidos. De estas cosas nos habla "La Lengua Madre" (Juan José Millás-Juan Diego), que me pareció magistral. De lo inquietante y de lo que pasa cuando nos quedamos quietos.
Publicado por: María Isabel | 05/03/2013 12:14:31
Al menos de tanto inquietarnos al fin nos vamos convirtiendo paulatinamente en un pueblo con inquietudes, que emerge de una idiotización (idiotés) individualista encapsulada de sujetos bien sujetos.
Grande como siempre su inquietud, profesor.
Publicado por: zenon de pelea | 05/03/2013 11:40:32
FIN Y PRINCIPIO
Después de cada guerra
alguien tiene que hacer la limpieza.
Un mínimo orden
no se hará solo.
Alguien tiene que apartar los escombros
de los caminos
para que puedan pasar
carros llenos de cadáveres....(sigue)
Publicado por: Wislawa Szymborska | 05/03/2013 11:33:54
Inquietenate es la quietud de la sociedad española ante lo inquetante de la situación. Efectivamente debemos combatir esta quietud congénita.
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Publicado por: David | 05/03/2013 9:55:49
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Publicado por: Serpico | 05/03/2013 8:30:12