Repetimos y nos
repetimos una y otra vez: los mismos días, las mismas cosas, las mismas
situaciones, las mismas personas. En ocasiones lo que los diferencia y nos diferencia es la intensidad.
Atravesados y rodeados de no pocas tibiezas, la confundimos con un malentendido
arrojo, que tiene más de descaro que de coraje. Los momentos de baja intensidad
son pasto del olvido. Pero cuando las circunstancias no son gratas, casi se
agradece que sea así. Sin embargo, recordamos el gesto de Gilles Deleuze en sus clases contrastando dos trozos de papel
blanco y preguntándose por su diferencia: “la
diferencia es la intensidad, la
intensidad radical.” Una misma situación podría ser otra, y no sólo
parecerlo. Ante el temor de lo que cabría suceder, da la impresión de que estamos convocados a una
cierta apatía o indolencia, que hasta vendrían a ser indiferencia.
Hablamos de la necesidad de la pasión, de la importancia de la entrega, pero incluso ellas se muestran con frecuencia carentes de intensidad. Y tenerla no es estar falto de mesura o de serenidad. No es tanto cuestión de agitación cuanto de persistencia de la fuerza. Tiene que ver ciertamente con las buenas razones, aunque ni siquiera se agota en ellas. Todo parece predispuesto para dilatar, para aguardar, para dejar pasar. Son malos momentos, se dice. Pero sin intensidad lo serán más y, paradójicamente, aún más intensamente.
No es cosa sólo de
cantidad. La intensidad establece una nueva relación entre el tiempo y el
espacio. Por ejemplo, la intensidad eléctrica es el flujo de carga que recorre
un conductor por unidad de tiempo. Ella es causa y consecuencia. Se trata en
todo caso del grado de fuerza o de
energía con que se manifiesta o se realiza una acción. Del mismo modo que
es la fuerza o vehemencia con que se muestran los sentimientos, no su
multiplicidad. En realidad, es lo que lo distingue de lo débil. Y si cabe
hablar de intensidad del campo magnético es porque ha de ser considerada como
excitación magnética. Tales consideraciones son suficientes para comprender
hasta qué punto no es un simple asunto cuantitativo, una distinción de más o
menos, un componente o un ingrediente de las acciones. Se trata de un factor constitutivo y diferencial, y que
asimismo puede activarse.
Una cierta desatención de los matices, llevada hasta el extremo de la confusión, y un aprecio por los juicios poco ajustados, atribuidos a la urgencia e importancia de los asuntos, conducen a no detenerse en estas consideraciones. La cuestión no es sólo que se ignora el detalle, es que se descuida la diferencia. Todo se aplana y se iguala. Y sin embargo la intensidad no es sólo cantidad o alcance, sin duda determinantes, sino contenido y sentido, aquello que marca la diferencia. La intensidad es el calor interno que alienta cuanto ocurre, no adornándolo, sino haciéndolo suceder. Requiere sensibilidad y carácter, capacidad de respuesta. Frente a la fría indiferencia, a la indiscriminada caracterización de lo que hay y de lo que pasa, la intensidad dota de fuerza vital a cada instante. Y hace que los mismos hechos lleguen a ser acontecimientos diferentes. Precisamente eso supone que no son aquellos los que se reiteren. Retorna la diferencia.
La fuerza
transformadora de la intensidad ilumina y da vivacidad a cuanto ocurre, como un efectivo afecto. Momentos aparentemente insípidos e iguales,
actuaciones supuestamente insignificantes, brillan con la llama de lo intenso.
A veces sobra la espesa densidad con apariencia de profundidad y falta
intensidad. Y así nada nos conmueve, ni nos emociona, ni nos activa y no hay un sentir común. Un
supuesto realismo paraliza la
intensidad. Y su falta impide modificar el estado de cosas.
Pasamos por los asuntos, por las situaciones, las describimos, las comentamos, las criticamos, las valoramos, las descalificamos, las asumimos o las rechazamos, pero no siempre las vivimos con compromiso, ni siquiera las más entrañables y las que más nos conciernen. Se comprende que no pocas veces es el camino para sobrellevarlas. Todo parece inducir a la falta de intensidad, aun cuando nos desenvolvamos con ansia o con vehemencia. No sólo es cuestión de fuerza o de carácter, también de entrega. Sin embargo, cada momento parece ser la antesala de algún otro que no acaba de llegar. Unos se suceden a otros como peldaños de ninguna escalera, como situaciones discontinuas y azarosas, sin apenas energía. Y no es cuestión de tejerlos en un discurso, sino de hacerlos vibrar con alguna intensidad, de vivirlos como singulares, para que suenen, para que nos suenen y no se reduzcan al puro y aburrido durar de lo igual.
Si algo se diferencia
de algo es porque ambos están en compenetración
y en tensión. Ni las series de sucesión heterogéneas ni su desenvolvimiento son
determinantes para la forma temporal. Y esta compenetración no es mera
extensión sino, como Bergson señala,
es clave de la multiplicidad. De lo
contrario, todo da lo mismo y se cubre del sopor que inunda ciertas tardes. No
sólo hay multiplicidad numérica, no basta la multiplicidad de la extensión, es
más cuestión de entrelazamiento de
las vivencias, que es la que establece una sucesión
en el tiempo. No es un simple modelo de espacialización que nos enclaustra en
el redil de un lugar.
Ciertamente, algo se repite: la intensidad del mismo fuego y la diferente llama. Bien lo señala Deleuze, lo que se repite es lo diferente. Podemos vivir situaciones más o menos compactas, pero incluso compenetradas resultan radicalmente diferentes. Cada día, cada momento se distinguen por su intensidad. Y la intensidad es, en efecto, la diferencia. No se trata de una semejanza venida a menos. Es tal su cercanía con el acontecimiento que la intensidad hace que algo resulte memorable. Es ella la que concatena y aglutina los momentos. Sin ella todo es un mero pasar cosas. Si falta intensidad, resulta plano, como si invitara a dejarse llevar. La intensidad nos permite correr el riesgo de vivir con fuerza y con energía, incluso los momentos y los tiempos de rostro inocuo.
(Imágenes: Los carpinteros, Marco
Antonio Castillo y Dagoberto Rodríguez, Candela,
Intervención en Matadero, Madrid, 2013)
Hay 25 Comentarios
Efectivamente, todo lo define la intensidad. Debemos sobreponernos a la rutina pero cuando no la logramos generalmente la echamos de menos. La intensidad se la debemos dar a cada instante, sobre todo, para cuidarnos a nosotros y a los demás. Magnífico artículo y magníficas imágenes.
Publicado por: LEICHEGU | 14/03/2013 18:29:30
Pues yo en la parte más final, no estoy de acuerdo. Lo que se repite, no crea... somos partícipes de crear cada momento de nuestro día y no elegir hacer lo mismo una y otra vez. La ciencia dice que es importante que incluyas tu opinión en lo que haces, sientes o piensas. La física cuántica dice que somos participantes activos en un campo que estamos todos incluidos. Nuestra realidad también podemos crearla. en el mundo subatómico ya no hay dudas al respecto. No debemos estar siempre esperando a que las cosas sucedan una y otra vez, esto es renunciar a nuestra parte divina, podemos crear nuestra vida y dejar de ser victimas, para crearnos a nosotros mismos. Los días también pueden suceder por mi causa. Los pensamientos son momentos congelados de corrientes de conciencia que se ponen en un paquete de neuronas y luego pasan por la memoria asociativa. Pero el pensamiento moldea la realidad, es la arquitectura de la realidad. Observa y crea.
Publicado por: Begoña Carbelo | 14/03/2013 18:01:10
A mí me suena a canon
Publicado por: Cecina | 14/03/2013 15:13:51
No todas las repeticiones son aburridas. A veces uno tiene la sensación de haber vivido ya el momento y no se trata de una variante de la monotonía cotidiana, sino de un instante inaprensible, décimas de segundo que nos gustaría detener para comprobar qué está pasando. Parece que se hubiera producido un punto de intersección en nuestra vida que no sabemos de dónde viene y nos sorprende. ¡Cuánta intensidad cabe en un punto de intersección!
El texto también es intenso. Habrá que leerlo muchas veces. Se da en él la intersección de lo que se conocía como Ciencias y Letras. Pero así debe ser la Filosofía, ¿verdad?
Publicado por: María Isabel | 14/03/2013 12:30:42
No, mi corazón no duerme.
Está despierto, despierto.
Ni duerme ni sueña, mira,
los claros ojos abiertos
señas lejanas y escucha
a orillas del gran silencio
Antonio Machado
...Y un "milagro"
Publicado por: ¿Suerte? | 14/03/2013 12:06:34
(…)
Pero aunque fluya hacia la mar ignota,
es la vida también agua de fuente
que de claro venero, gota a gota,
o ruidoso penacho de torrente
bajo el azul, sobre la piedra brota.
Antonio Machado
Un deseo para todos
Publicado por: ¿Suerte? | 14/03/2013 12:05:32
Soñé que tu me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.
Antonio Machado
Para... dos
Publicado por: ¿Suerte? | 14/03/2013 12:03:51
Hora de mi corazón:
la hora de una esperanza
y una desesperación
Antonio Machado
Publicado por: ¿Suerte? | 14/03/2013 12:03:18
¿Empañé tu memoria? ¡Cuántas veces!
La vida baja como un ancho río,
y cuando lleva al mar alto navío
va con cieno verdoso y turbias heces.
Y más si hubo tormenta en sus orillas,
y él arrastra el botín de la tormenta,
si en su cielo la nube cenicienta
se incendió de centellas amarillas. (…)
Antonio Machado
Varados... para...dos
Publicado por: ¿Suerte? | 14/03/2013 12:02:35
Y sin embargo, a veces, hay que aflojar la intensidad del vivir porque la vida, a veces, es agonía … cierta muerte que no llega.
Publicado por: ¿Suerte? | 14/03/2013 11:56:56
A mí el paisaje de una hoja en blanco me recuerda a algo.
Publicado por: Joannes el Esquimal | 14/03/2013 10:26:10
Pues sí: dos papeles en blanco son totalmente distintos. Vistos en detalle el paisaje de su superficie, su orografía, es diferente. Sus moléculas proceden de lugares distintos (¿de dónde proceden las moléculas?). Hay que volverse átomo para entender que no hay que dejarse engañar por las apariencias. Sus identidades son únicas (por no hablar del tiempo y el espacio que ocupan). Excepto en 3 ó 4 detalles, son dos objetos perfectamente diferenciados.
Publicado por: Paulina Sixtina | 14/03/2013 10:25:03
Muy intenso,profesor!!!!!!
Ahora comprendo un poco más a una amiga que es definida por sus amigos como ¡"intensa"!. Se lo voy a pasar.
Un saludo desde México.
Publicado por: Miguel de la Torre Yarza | 14/03/2013 6:05:14
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Publicado por: ►►►COMO PERDER 25KG (VIDEO GRATIS) SIN DIE-TAS!! | 13/03/2013 16:54:02
Lacán el rey se lo diría igual: ándele,
vuélele paloma casi en mexicano,
no le transe a la depre,
báñese en alquimia espontánea,
tire la fármaca a la basura,
eso engorda,
déjese de drogas,
de analistas, de concupiscencia nicotínica,
y si está loca vuélvase más loca,
baile en pelotas como la muerte,
apréndale a la Tierra que baila así,
¡y eso que el sol exige la traslación!
Publicado por: Gonzalo Rojas | 13/03/2013 14:06:16
Clara Janés escribe este hermoso poema deleuziano :
No hay hilo que descifre
el laberinto del mar,
que no es trayecto el mar,
que esbozo es de lo invisible el mar,
condensaciones, tendencias;
que siempre es pasado el mar,
origen, materia madre,
sin forma, sin sombra, el mar;
que es deseo puro el mar,
pura posibilidad.
Publicado por: afc | 12/03/2013 23:40:40
Gracias por poner en palabras algo tan auténticamente vital...
Publicado por: Paula | 12/03/2013 20:23:41
Que me ha tocado la china, vamos.
Publicado por: Roscón de Reyes | 12/03/2013 20:10:06
Esto, si no recuerdo mal, es lo que decía el arquitecto Mies van der Rohe en sus escritos. Solo la intensidad salvará el mundo .
Publicado por: buxus | 12/03/2013 19:40:41
hola
Publicado por: buxus | 12/03/2013 19:38:27
Es lo que tiene el 'tiqui taca', que es muy aburrido, sobre todo cuando encima se pierde. Hace más falta, ahora: "A mí, Sabino, que los arrollo".
Publicado por: Juan Ignacio | 12/03/2013 19:12:50
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Publicado por: ►►►COMO PERDER 15KG (VIDEO GRATIS) SIN DIETAS!! | 12/03/2013 16:45:45
http://nelygarcia.wordpress.com. La acción para ser más eficaz necesita ir acompañada de pasión, pero ella tiene que surgir, no es algo que se puede evocar, o desear.
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Publicado por: Nely García | 12/03/2013 10:25:55
Arde su texto hoy, profesor Gabilondo.
Publicado por: Marina | 12/03/2013 9:26:56
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Publicado por: Decadente | 12/03/2013 8:44:50