El salto del ángel

Escribir a mano

Por: | 16 de abril de 2013

Marie marziac je me souviens
No se excluye que suceda con otros modos, pero escribir a mano nos ofrece la posibilidad de experiencias singulares de pensar. Al cesar de hacerlo, nos despedimos de formas de enfrentar nuestro propio cuerpo y de considerar lo que hay, que propiamente se corresponden con su peculiar proceder. Sin nostalgia, pero con voluntad de constatación, al dejar de escribir de esa manera, no es sólo la manera lo que se deja. Y no es una distinción que pueda medirse en términos de calidad de la escritura, ya que se producen excelentes resultados y magníficas creaciones con diferentes escrituras y formatos. No parece residir el secreto en que el texto pase por tejerse a mano. Aunque, en algún sentido, siempre lo hacemos.

La pausada y pormenorizada caligrafía, como escuela de estilo, de organización y de cuidado de los detalles, desborda la estética y garantiza el marco en el que nace la necesidad del estilo singular. Y efectivamente, se dice que cada quien tiene su letra, en muchas ocasiones bien reconocible. Su reiteración viene a ser una firma que nos confirma. Y hay toda una legibilidad que no se agota en el aspecto y que nos permite decir que es buena o mala. En el espejo de nuestra propia escritura nos desvelamos incluso ante nosotros mismos, en una suerte de desprendimiento. Al escribir a mano nos ofrecemos de un modo corporal. Una nota, una carta, un texto se expiden como envío que nos llega siempre en cierta medida de alguien. Nos dice. Y si eso ocurre en cualquier caso, más en especial cuando la mano se ha deslizado hasta dibujar y conformar letras, sílabas y palabras.

La escritura a mano es una escuela de vinculación, de enlace, de memoria, en la que los rasgos se dan en una continuidad únicamente quebrada por la irrupción en blanco de pausas y silencios. Y empieza por ser la vertebración de toda nuestra posición vertida en cada punto en los que la elaboración de lo que decimos se va  conformando poco a poco mediante la acción artesanal de esta escritura a mano. Entonces resulta tan personal que viene a ser de puño y letra. Hasta el extremo de que puede considerarse el pensamiento de la mano, la mano como pensamiento. No se trata sólo de entregarla al quehacer del pensar, sino a la efectividad de una mano que a su vez participa en las decisiones, es postura y posición, es peculiar diferencia frente a cualquier indicio de uniformar. Es como si cada letra singular aguardara su efectiva articulación en las palabras que componen este juego fecundo en el que consiste el ejercicio físico que es también la escritura.

Se ofrece entonces la mano como donación del cuerpo de los afectos entregado en dicha escritura. De no hacerlo, todo se reduciría a garabatear letras y signos. En otro caso, queda en el texto el rastro de ese cuerpo entregado.

Marie marziac N-í 8
Precisamente por semejante donación, la escritura no es sólo expresión o manifestación, sino que viene a ser algo otro que nosotros mismos. Va más allá de sí y por ello nos alcanza. Tal vez a eso obedece que se haya señalado que “la mano no sólo aprehende y coge, no sólo presiona y empuja. La mano ofrece y recibe. Y no solamente objetos, sino que se da a sí misma y se recibe a sí misma en la otra. La mano mantiene. La mano sostiene. La mano designa, probablemente porque el hombre es un signo. Las manos se pliegan, cuando ese gesto ha de transportar al hombre a la gran simplicidad”. Y no deja de ser significativo que Heidegger escriba estas palabras preguntándose qué significa pensar.

La mano que escribe se ve acompañada de la mano que vela, la mano que da junto a la mano que sostiene, y ambas son movimiento y composición. Y no es cosa de ignorar que de una u otra manera cada vez que escribimos nos situamos sobre aquello que parece aguardar nuestra intervención. Y colocamos nuestras manos como quien las impone, no en un gesto de posición sino de hospitalidad. Tal planteamiento no excluye diferentes modalidades de escritura. Más bien señala hasta qué punto es fecundo remitirlas a la escritura a mano, siquiera para subrayar que en algún sentido son otro modo de proceder.

  Marie_Marziac,_Amon_amour

Sin embargo, la letra de cada quien tiene algo, si no de delación, sí al menos de síntoma, en el que uno mismo se expide hasta procurar lo que consideramos tan peculiar, personal y decisivo que hace guardar con afecto, y no pocas veces con emoción, un manuscrito. Más que su simple contenido, se ofrece todo un mundo que no se reduce a un conjunto de detalles y que es más que cualquier otro objeto personal. Hasta en la nota menos relevante se revela un aire confidencial. Quizás aún preservamos con esmero y fervor la carta, el escrito en el que alguien inolvidable puso sus letras, tal vez sus primeras letras. O sus últimas. Y sentimos que algo muy suyo se preserva en su única y singular palabra que es arte de escritura y que no se limita a lo que pone en ella. Algo de su pasión y de su identidad, que se vislumbra en lo que el propio texto tiene no ya de recuerdo sino de memoria viva.

Y la llegada de una carta a mano, la sorpresa en el buzón, en el cajón, nos resulta ya extraño y singular y parece alcanzarnos más propiamente, como naipe, como mapa, para un modo de encuentro personal e irrepetible. Entonces, todo tiene el sabor de lo peculiar, dirigido más especialmente a nosotros y parece ser propicio para la confidencia, para el pensamiento, para el afecto. Ello no excluye que esas tantas distintas modalidades que utilizamos no busquen y en ocasiones logren esa cercanía. Se abre entonces el espacio de otros lenguajes, también el del decir de las propias letras, el de la tipografía, por ejemplo, que dibuja diferentes formas de pensamiento. Ahora bien, al recibir un texto escrito a mano, algo aún más físico, una suerte de espíritu de las letras, que es a la par presencia o ausencia de alguien, nos alcanza.

Marie marziac  N- i´1
(Imágenes: Pinturas de Marie Marziac, Je me souviens; N-í 8; A-mon-amour; y N-í 1)

Hay 25 Comentarios

Un cuaderno para escribir a mano o garabatear, se complementa perfectamente con la acción de teclear en un ordenador.
Sin conexión, sin batería, sin corrector... tan inmediato, tan a mano, tan memorable. http://www.notaygarabato.es

Profesor Gabilondo,

He de escribirle en privado pero no encuentro ninguna dirección suya adonde escribirle. ¿Podría ayudarme, por favor? ¡Gracias y salud!

Prof. David Gutiérrez-Giraldo

Yo todo lo escribo a mano, poesía o prosa, y después lo escribo en el ordenador para archivarlo.

Muchas gracias por este interesante artículo en nombre de los que disfrutamos estudiando la escritura manuscrita.
Nuestra escritura Representa nuestro Comportamiento y con ella Expresamos y Proyectamos nuestra Personalidad.
Un saludo

Solo quiero dar las gracias, por regalarnos a todos con este profundo artículo , sobre la escritura a mano , relacionada directamente con la pintura que es expresión
de lo inconsciente, retrato del ser que la ejecuta, gracias.

Sucede que nuestra mano es demasiado lenta para la velocidad de nuestro pensamiento, por eso agradecemos el poder hacer uso de esta tecnología que nos permite armonizar la herramienta con la expresión. Solo la POESIA necesita ser escrita por nuestra mano. Ella necesita de esos trazos nuestros, tan elaborados de palabra y silencio, que solo LA MANO puede expresar.

Un artículo emocionante, para guardar y releer de vez en cuando. Gracias, maestro.
Me ha recordado un fragmento impresionante de "Mortal y Rosa" de Umbral donde habla de las manos.Y la maravillosa novela del uruguayo Levrero sobre la caligrafía.
Lo más cercano a los ojos, lo más presente, las manos.
Sí, también a mí me han dado ganas de dejar el teclado y resolver a mano y en un cuaderno de rayas la escena de la novela que no consigo rematar.
Gracias, de verdad. María Tena

Muy bueno el artículo, con el único pero del uso de las negritas o negrillas, algo más moderado que en otros artículos de su autor. Lo de escribir a mano está bien, sobre todo para apuntar conversaciones oídas en la barra de un bar o cualquier otra parte, un autobús, el metro...
Pero a mí que no me quiten mi teclado táctil del ordenador. La velocidad es mayor, la letra se entiende y, sobre todo, el texto se puede corregir, ordenar, se puede añadir y quitar tranquilamente. Decía John Locke que la verdad es hija del tiempo (Truth is the child of time). Shakespeare y Cervantes escribían a mano, tengo entendido que Nabokov escribía de pie, a lápiz, sobre un atril. Cada uno tiene sus preferencias, qué duda cabe, pero el pensamiento sigue siendo pensamiento aunque se exprese agarrando un lápiz, golpeando las teclas de una máquina de escribir o con el teclado más suave de un ordenador. Dicho esto, todavía estoy por iniciarme en los lectores electrónicos o e-books. Y soy bastante reacio.

Qué poquita gente se emociona hoy en día al escribir a mano, qué poquita gente se da cuenta de que poder sostener un lápiz y expresar algo escribiéndolo es un don, una especie de libertad...tanto es así que en las paredes de las cárceles, donde los cuerpos no son libres, la gente escribe para sentir que le queda una libertad adentro y que la puede mostrar escribiendo...
el acto de escribir a mano (y en letra cursiva por favor!) me parece tan sensual y inesperado que no puedo dejar de hacerlo ni un sólo día...

Escribir a mano conecta las neuronas con el pensamiento pausado y evita muchos de los errores que se producen por la rapidez del tecleteo.Los niños deben seguir escribiendo a mano por el beneficio que les reporat al desarrollo del cerebro.

Escribir a mano conecta las neuronas con el pensamiento pausado y evita muchos de los errores que se producen por la rapidez del tecleteo.Los niños deben seguir escribiendo a mano por el beneficio que les reporat al desarrollo del cerebro.

La auténtica escritura, para mí, es la que se escribe a mano. La que nace de unos dedos empuñando una pluma, lápiz, o bolígrafo, que se desliza libre sobre un papel, conjugando ideas e impulsos, creando así unos trazos que tienen importancia en sí mismos, y no sólo como continente de lo que en ellos puede leerse. No concibo una carta, una nota, o una agenda escrita con las teclas, de sonido cansino y monótono, de un ordenador. Porque escribir es más que una vía de comunicación; es ofrecer con palabras una parte de nosotros mismos...Un arte. Y como arte que es, exige una forma de belleza, sólo realizable a través de la mano como prolongación directa e inmediata de los sentidos.

Ahora que el sistema educativo se está desmoronando se emplea la tecnología para apuntalarlo. Se intenta suplir con máquinas sus múltiples carencias, olvidando que los logros tecnológicos de la humanidad se suceden mucho más deprisa que nuestra capacidad para asimilarlos y que el beneficio inmediato suele venir acompañado de consecuencias inesperadas.

Y cuando los niños, y no tan niños, leen y escriben con dificultad se emplean sin criterio los teclados y la lectura superficial y ansiosa que suele hacerse en una pantalla. Cuando hablan pobremente y tienen dificultades para comunicarse se fomenta la jerga banal y la soledad encubierta de las redes sociales. Mientras que son incapaces de manipulaciones tan sencillas como recortar, plegar, pegar o hacer un nudo, se potencia el uso de simuladores y realidades virtuales.
http://www.otraspoliticas.com/educacion/el-mito-de-las-tic

Para los que tienen alguna ilusion

http://www.youtube.com/watch?v=IcfVqd1_KtM

Durante mi infancia tuve dos compañeros de pupitres muy singulares. Evelio y Lisardo. Lo que me fascinaba de ellos no era sólo que fuesen dos excelentes amigos sino las plumas estilográficas que utilizaban y que les había regalado su padre. Me gustaba verles cargar aquellos instrumentos de escritura en los tinteros, como se aspiraba la tinta y su olor característico. También me impresionaba ver su limpia caligrafía en sus cuadernos donde hacían sus deberes.

Siempre pensé que aquellos chavales de mi edad serían algún día hombres de pro y no como yo, que no tenía estilográfica, aunque ellos me decían que sí tenía mucho estilo. Algo es algo, querido Gabilondo. Sigamos escribiendo a mano, aunque sea la pluma, aunque se nos vea también el plumero.

Frente a la singularidad de la letra a mano, el homogéneo Times New Roman cuerpo 12 interlineado a doble espacio. Frente a la lentitud del lápiz, la velocidad de los ceros y los unos que animan las tripas de las máquinas. Está bien, la tecnología. Pero las cartas de amor, si me las escriben, que sea en papel.

pues es que ultimamente ya no se escribe a mano,se nos olvida de hacer nosotros mismos las cosas....
http://www.newshub.es/ noticias en tiempo real

Me gusta la mala letra. Es un pequeño modo de resistencia. Una escritura desuncida.
Saludos

Coincido con que es éste un artículo además de brillante, absolutamente motivador. Hasta el punto, en mí, que ha suscitado el deseo de escribir una carta y enviarla, por correo postal, sí obviamente.
Y así lo voy a hacer, lo voy a programar en mi agenda para ésta misma semana.
Muchas gracias profesor Gabilondo.
Reciba el cordial saludo, bien sincero, aunque sea a máquina.
Hasta el viernes. Que tenga una buena semana.

Hay dos cosas que nos muestran la verdadera essência de una persona: la voz e la escrita a mano. No hablo de estetica. A mi no me gusta cuando voy a un medico e el (ela) hace la prescricion por maquina.

La doctora Montessori decía que "el niño tiene la inteligencia en la mano". Es algo que no deberíamos perder.
Algo de nosotros queda en el papel cuando escribimos a mano, pero recuerdo ahora las máquinas de escribir antiguas y el folio delator del pulso de mis dedos -que nunca fue bueno- mostrando la variación de las intensidades en función de las diferentes presiones.
¿Qué queda de nosotros ahora? ¿el pensamiento puro en la virtualidad? Yo creo que no. Enlazando con el tema anterior, creo que quedan muchos silencios.

Brillante e interesante artículo.
La escritura a mano es una prolongación de nuestra personalidad y sentimientos. El lector, el destinatario, de forma consciente o inconsciente valorara no solo el contenido sino también, y en gran medida, la forma y el aspecto. La máquina ha hecho la comunicación escrita más impersonal, el cómo lo dices, la forma de transmitir el mensaje ha pasado a un plano secundario, recayendo la importancia en el que dices. En la escritura a mano el tipo de destinatario va a condicionar el aspecto físico de nuestras palabras, algo que no ocurre en la escritura a máquina, en la que utilizaremos el mismo tipo de letra para cartas de amor que para escritos pertenecientes al ámbito profesional.
La necesidad de comunicarse ha llevado al hombre a tener que transmitir durante siglos a través de la escritura a mano sentimientos, intimidades, secretos, siendo consciente de que los contenidos de sus escritos podían en la gran mayoría de los casos también ser leídos por los intermediarios que hacían posible la comunicación. La duda o evidencia de falta de secreto en la comunicación influía así también sobre el emisor constituyéndose en un determínate más del aspecto y forma del mensaje. Pocas necesidades humanas son tan fuertes como la de comunicarse. Según mi punto de vista uno de los descubrimientos tecnológicos que más ha contribuido a favorecer el proceso de comunicación es el Fax, pues al transmitir escritos realizados a mano permite una comunicación personal, directa e instantánea.

la escritura me conmueve

http://nelygarcia.wordpress.com. Me parece impensable no escribir primero a mano, cuando el texto tenga más de dos líneas. Toda expresión plasmada, contiene una parte de nosotros mismos y retrata algo de nuestra personalidad, o pensamiento. El que la califiquen de buena, o mala, depende de los receptores y puede variar la apreciación, entre unos, u otros.
http://www.fabook.com/pages/Nely-Garc%C3%ADa/368054793274553?ref=hl

El ser humano desde que fue consciente de si mismo, como individuo asociado y como especie pensante, diferente a las demás sobre la tierra, empezó a dejar un rastro escrito que nos ha ido explicando sus anhelos y su historia.
Desde los comienzos mismos de su existencia hasta el día de hoy, de su mano, las personas gracias a la escritura desbrozaron el camino de la civilización ensanchando el concepto de si mismos como personas.
Mejorando tecnológicamente con la comunicación escrita de los conocimientos, que viajaban de esta manera a todos los confines del mundo.
Independientemente de aparatos y tecnologías, la escritura es sencilla, se ve y se asimila.
Reflexionando sobre todo lo pensado en una época, completando las ideas de otros tiempo después.
Se puede decir que la escritura nos ha hecho tal y como somos hoy.
La escritura nos ha traído hasta aquí.
Porque las palabras se las lleva el viento, pero la escritura permanece reteniendo las ideas a lo largo de los años y transmitiéndolas a los siguientes.
Hoy las personas nos definimos tal y como somos gracias a la escritura, en nuestros avances y en nuestros errores.
Es mediante la escritura como podemos reflexionar y perfeccionar nuestra vida.
Rectificar los errores y denunciar los fallos.
Como ahora mismo, en estos días.
Independientemente de colores e insidias políticas, se puede señalar la insolvencia impresentable y dejarla escrita a la vista de todo el mundo.
Para que cada cual desde su conciencia individual, desde su honestidad personal, pueda reflexionar sobre lo humano y lo divino.
Sobre lo justo y lo injusto.
Posicionándose como persona consciente y poder crecer por dentro, como individuos y como grupo.
Como se ha venido haciendo desde que el mundo es mundo.
La escritura es un signo inequívoco de nuestra diferencia con el resto de animales, señalándonos como personas portadoras de conocimiento.
Y de un mensaje que transmitir.

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Sobre el blog

El salto del ángel es un espacio de reflexión, de pensamiento sobre la dimensión social y política de los asuntos públicos, sobre la educación, la Universidad, la formación y la empleabilidad. Busca analizar los procesos de democratización, de internacionalización y de modernización como tarea permanente, con una actitud de convicción y de compromiso.

Sobre el autor

Angel Gabilondo

Ángel Gabilondo Pujol es Catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que fue Rector. Tras ser Presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, ha sido Ministro de Educación.

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