Suele reiterarse, no
con pocas razones, que la vida,
generalmente, no ha sido ni es fácil ni sencilla, al menos para algunos,
para muchos. Y no ya sólo por la complejidad de las tareas y de las
situaciones, sino porque de una u otra manera hemos de debatirnos con la
necesidad de sobrellevar lo que,
pareciendo más propiamente nuestro, no acabamos de comprender. Y es entonces
cuando pesan cada jornada, cada situación, cada instante. Pero es ahí donde se
trata de encontrar los caminos que nadie es capaz de transitar en lugar del
otro. Podemos acompañarnos, ayudarnos. Nos necesitamos. Bien pronto
experimentamos lo que no siempre sabemos describir y hemos de aprender a vivir
con incertidumbres
que sólo hasta determinado punto podremos compartir.
Tales incertidumbres no disminuyen. En algunos casos se desplazan, se sustituyen unas por otras. Sin embargo, según se cumplen etapas, reaparecen diferentes en sus diversas modalidades. Según crece el conocimiento, se incrementan con él los desconocimientos y surgen nuevos. Una vez atendidas las más inmediatas necesidades, no dejan de brotar otras urgencias. Ello no significa que hemos de aceptar el estado de cosas o que no haya quienes en verdad precisan de lo más elemental, de lo más imprescindible. Y tal ha de ser nuestra prioridad.
Asimismo, eso no supone que, dado que no encontraremos jamás la satisfacción completa, es cuestión de resignarnos con nuestra actual situación. Hemos de debatirnos permanentemente con las propias limitaciones y sobreponernos una y otra vez. En esa tarea consiste vivir. Y tal es la verdadera lucha, el gran esfuerzo requerido, incluso el de ser capaces de habitar nuestra propia soledad. Y hacer de ello una ocasión para superar las vicisitudes en las que nos hallamos. Desde ese reconocimiento podremos afrontar los desafíos.
No deja de resultar
curioso que, en ocasiones, aquellos que se han encontrado con menos
dificultades hacen ostentación de sus logros en atención sencillamente a sus
méritos. No se ponen en cuestión, pero el asunto es más complejo. Y si necesita
explicación, ello no haría sino ratificar que efectivamente es así.
No pocas sombras nos desafían, Están constituidas literalmente por fantasmas bien cotidianos, es decir por temores, dudas, ignorancias que se nos aparecen permanentemente, que manifiestan hasta qué punto nunca nos tenemos del todo. Y no se trata de dar forma corporal a esas irrupciones que nos desconciertan. Quizá es cosa de asumir una y otra vez que hemos de concretar lo que hayamos de realizar para abordar los retos en que consiste la existencia. De no hacerlo, alguna tristeza intensa y profunda nos acompañará en todo caso y en todo momento.
Cabe sin embargo, una serenidad, la de saber en qué situación estamos, la de conocer nuestras posibilidades, la de ser consciente de lo que nos corresponde hacer y la de buscar una y otra vez, no sólo las tareas que nos esperan, sino velar por quiénes somos, o quiénes podemos o queremos ser. Y, más o menos explícitamente, estas cuestiones acompañan nuestros días, insertas en las ocupaciones y desocupaciones cotidianas.
Es entonces cuando en
cada casa, en cada existencia particular, ocurre lo que labra caracteres, sentimientos, afectos, en el empeño y desempeño
permanentes de hacer de nuestros entornos alguna forma de hogar. Y no siempre
resulta fácil y no siempre ni todos disponen de adecuadas condiciones para vérselas con tamaña labor. Mientras tanto, se
enuncian grandes acontecimientos, no en todo caso tan relevantes, o se indican
los supuestos elementos que darán o no brillo a nuestras biografías. Sin
embargo, la contundencia de las
vidas personales, singulares, es de tal fuerza, que recompone la escala de
valores ante quienes declaran lo que debería ser por imperativo primordial.
No es cuestión de ignorar lo que nos afecta conjuntamente, ni de carecer de sensibilidad para los asuntos sociales y públicos. Al contrario, se trata de reconocer que han de crear condiciones para una vida digna y justa. Ello exige reconocer que jamás ningún ser humano ha de ser un medio para nadie, sino un fin en sí mismo y propiciar su hegemonía, su autonomía. Kant insiste en la necesidad de eludir el despotismo, pero asimismo el paternalismo. Es indispensable el respeto a la dignidad de las personas que posibilite la soberanía personal y la convivencia efectiva de los hombres y, por lo mismo, tienda a conseguir la liberación de cada uno. Que ello ha de realizarse en la comunidad y en la intercomunicación implica no ignorar que sólo seremos soberanos y libres respetando y siendo respetados.
Esto requiere sensatez. Y algún conocimiento de los avatares y de las peripecias que en general acompañan las existencias cotidianas. Y no es cosa de desconsiderarlo. Pero el mismo modo que cada quien es determinante, nada eludirá el tener que vérnoslas con lo que constituye nuestra vida propia. Y tan insensato es que no se tenga en cuenta como que se espere verse liberado de sus lances.
No es tan sencillo acostumbrarse a uno mismo, ni es suficiente considerar que basta dejarse ir con naturalidad por la vida. Se precisa toda una labor individual y colectiva para lograr lo mejor de sí mismo. Y no por la mera rentabilidad, sino por el gozo y la dicha de vivir que ha de ser, a decir de Descartes, el fruto de saber. Más exactamente, de la sabiduría, que no es sólo conocimiento. Educarse y ser educado es asimismo aprender a relacionarse, con los otros, con los tiempos y con los espacios y, en gran medida, consigo.
En definitiva, nos encontramos en un mundo, con todo un mundo, y no es sólo cosa de vincularnos con él, o en él, sino de reconocer que es también hechura de nuestro quehacer. Querer cambiarlo o que sea mejor no es una insensatez propia de visionarios, es una necesidad constitutiva. Más aún, el modo razonable de esa relación es el de la permanente creación y transformación.
Irse abriendo paso con otros, aprender a vivir la propia vida, es tarea permanente. Las enormes dificultades que en muchos casos hacen de este proceder algo extraordinariamente exigente no impide que de modo minucioso y con cuidado cada quien haya de descubrir los enigmas que le son más suyos. Pero no es cuestión de dejarnos unos a otros al socaire de las propias posibilidades, con la gran excusa de las dificultades del momento. Ver al otro es ver a su vez lo que en él hay de lo que asimismo también a cada cual nos afecta. Y hacer de ello una suerte común.
(Ilustraciones: Pinturas
de Miguel Ángel Mayo, Golucho, Alma y las sombras; Alma dormitando; El pasillo;
Alma en el estudio; y El mundo y Alicia)
Hay 9 Comentarios
No estoy de acuerdo. Ya lo decían Los Mitos: Es muy fácil si lo piensas, es muy fácil si lo intentas. Canta, sonríe a la gente. Es muy fácil, es mucho mejor. Sueña y olvida las penas, que muy pronto se encuentra el amor.
http://www.youtube.com/watch?v=K-YsNHcqt0M
Publicado por: Ktaplines | 20/06/2013 15:09:56
Siempre he considerado que vivo en una suerte de elasticidad, esto me permite ir más allá de lo esperado. Ya lo sabía pero constato que nos pasa a todos. Magnífico acompañamiento las imágenes de hoy. Felicidades profesor
Publicado por: LEICHEGU | 14/06/2013 0:08:14
"...dado que no encontraremos jamás la satisfacción completa..." Yo creo que sí podemos encontrar la satisfacción completa, aunque a veces dure casi lo que dura un suspiro. Por eso la echamos de menos, porque sabemos cómo es.
"Hemos de debatirnos permanentemente con las propias limitaciones y sobreponernos una y otra vez. En esa tarea consiste vivir. Y tal es la verdadera lucha, el gran esfuerzo requerido, incluso el de ser capaces de habitar nuestra propia soledad". Pero no siempre vivir supone un esfuerzo tan grande. Hay momentos en que todo parece salir rodado, somos los mismos, con las mismas limitaciones, y no lo hacemos todo bien, pero nos sale mejor. ¿Por qué?
"...velar por quiénes somos, o quiénes podemos o queremos ser..." Sabemos quiénes queremos ser, pero ¿cómo podemos velar por quiénes somos o quiénes podemos ser si no acabamos de conocernos del todo?
"Educarse y ser educado es asimismo aprender a relacionarse, con los otros, con los tiempos y con los espacios y, en gran medida, consigo", "...aprender a vivir la propia vida, es tarea permanente" Yo creo que esa es la verdadera educación, aprender a vivir con lo que la vida supone de arte y de creación, y todos los conocimientos impartidos -sobre todo si tenemos en cuenta que están sujetos a continuas modificaciones- deberían estar subordinados o inmersos dentro de esa gran tarea.
Por cierto, magníficas imágenes. Siempre lo son, pero de vez en cuando tengo que decirlo.
Publicado por: María Isabel | 13/06/2013 12:54:36
Ya lo decía el grande Ortega y Gasset: la vida nos es dada pero no hecha.Irremediablemente, se quiera o no, se tiene uno que hacer, forjar, la suya, su vida, sin soslayo ni desmayo, y para ello, el gran( hay que recalcar lo de gran porque normalmente, esto, precisamente su filosofía, algunos siguen sin "atenderla" con la pretenciosa tentación suficiente que da el creerse que ha superado etapas o "temas" que ya no pertenecen a su tiempo) filósofo mencionaba al náufrago que tiene que debatirse y bracear en sus circunstancias.En definitiva: mojarse, quiere decirse vérsela con lo extraño, con lo que uno no es, es con lo que se enfrenta uno siempre, elemento problemático: la circunstancia.¿Y cuántos temen salpicarse con cualquier minucia? ¿Cuántos esperan que les hagan su vida? Como diría Goethe, la libertad es para quien se la gana a pulso, al día.Lo demás es vivir de prestado.
Publicado por: Rantamplán Malaspina | 11/06/2013 23:18:50
Inquieto Ángel, sé que no es nada fácil el contenido del tema que desarrollas. La vida misma es un laberinto que supera la mítica de Dédalo... en efecto es un laberinto del que se entra y se sale, sin saber el por qué y el para qué. Lo mejor, a veces, es no pensar y simplemente, dejarnos llevar, tan solo mirar y contemplar el mar, el bosque, las nubes, los pájaros, etc., etc.. Tal es la corriente de la vida, de la que hablaba el gran pensador hindú Khrisnamurti.
Publicado por: RAMÓN | 11/06/2013 13:59:19
La serenidad a veces nos la arrebatan,
arrincona sin otro propósito
que ser utilizada, alcanzada obviada.
otros nos distinguen
estremecen, condicionan.
Ser diestros, finos, efímeros.
Ser perseguidos no es otra sombra
de objetar objetivos abiertos
a tareas, propósitos.
Ser extraños en el andar
es arte de lidiar
tres pilares fundamentales.
Publicado por: Oo | 11/06/2013 13:24:53
¿Vivir?, para cada ser humano vivir suele representar una cosa distinta, cada persona vive su propia vida, vidas que aun estando muy próximas a veces solo tiene en común el respirar el mismo aire. El desarrollo tecnológico no cesa, pero el pensamiento permanece constante, una y otra vez son releídos los clásicos, cuyas ideas no fueron capaces de evitar en el pasado enormes tragedias, ello provoca que haya una elevada tendencia a que el ser humano caiga una y otra vez en los mismos errores, errores inevitables, pues no hay un nuevo pensamiento que los pueda impedir.
Con que facilidad aquellos que nadan en la opulencia siempre piden sacrificio y conformismo a los que pasan miserias , hambre y sufrimiento, a veces únicamente para proteger lo que ellos desechan. Con que facilidad e inconsciencia se justifican las injusticias sin temer sus posibles consecuencias.
Vivir, ¿Por qué esta vida? ¿Elección o imposición? ¿Vive cada persona la vida que desea vivir, consecuencia de sucesivas elecciones, o por el contrario es una vida resultado de sucesivas imposiciones de otros?.
Nada malo te deseo, ni tampoco bueno, solo que te toque vivir una vida igual a la que yo vivo.
Publicado por: ECO | 11/06/2013 11:48:04
http://nelygarcia.wordpress.com. Muchas veces reitero que la vida es un continuo, discontinuo, al cual debemos adaptarnos en cada momento, para conseguir nuestras ilusiones, o resolver dificultades. El obstáculo que encontramos para vivir en armonía, surge por la ignorancia que tenemos sobre nosotros mismos. Cada persona percibe el mundo de forma diferente y debe de intentar resolver sus problemas, como lo crea mejor su entendimiento.
Sin embargo existen dificultades colectivas y ¡ahí sí! podemos intentar resolverlas conjuntamente.
Publicado por: Nely García | 11/06/2013 10:15:39
Es una constante a lo largo de las generaciones de esta o de anteriores etapas de la historia.
Las personas de toda clase y condición se han tenido que amoldar a las situaciones de cada momento.
Sobrevivir y salir adelante de la mejor manera posible.
Algunos y algunas que no pudieron seguir adelante, se quedaron atrás para siempre, engullidos y superados por la dureza de los acontecimientos.
Sirviendo en algunos casos de sustento con su esfuerzo quemado, para que quienes venían detrás pudieran seguir adelante.
E incluso mejorar el presente y el futuro.
Parece que nada es en balde, ni el sufrimiento, ni el trabajo, ni el sacrificio.
A la luz de nuestro raciocinio.
Como la energía, que ni se crea ni se destruye.
Parece que la vida tampoco, y por igual todo lo que la rodea, ya sea dotado de inteligencia, intuición, o sentimientos.
El valor de los actos buenos y malos aparejados a la vida, recogen ese reflejo de inmortalidad que lleva la vida en su misma esencia.
Y enganchados a ellos, estamos las personas como pendientes de un hilo, subiendo y bajando en una escala como notas musicales.
Según nuestro sentir, nuestros apegos, nuestro valor, nuestra entrega, nuestro miedo o nuestra cobardía.
Haciendo sonar una melodía.
Que a veces suena maravillosamente bien y otras no tanto.
Pero que es eterna.
Publicado por: Carmina | 11/06/2013 9:46:53