El salto del ángel

Relegados sin libros

Por: | 27 de septiembre de 2013

Marc Ryden A

Hay quienes no disponen de libros. No pueden permitírselo. Y algunos van a la escuela, al colegio, al instituto, a las aulas. Podríamos buscar explicaciones. No tardaríamos en encontrar palabras para justificar que ello no es tan decisivo, que pueden compartirse, que existen las nuevas tecnologías, que no es preciso poseerlos… y un sinfín de buenas razones sin duda sensatas. Pero ni siquiera ello es siempre resultado de una decisión, ni consecuencia de ningún acto ni opción pedagógica. En ocasiones, simplemente no les es posible tenerlos. Se ven abocados a prescindir de ellos.

Hay supuestos pequeños detalles que son decisivos, lo que pone en entredicho que resulten insignificantes. No pocas veces un conjunto es insostenible por un cúmulo de adiciones y no faltan quienes hoy se encuentran en una difícil coyuntura, sin que necesariamente cada aspecto concreto permita un discurso inicialmente dramático Y sin embargo lo que les ocurre puede considerarse trágico. De ahí que sea llamativo que se trate de infravalorar, como si fueran menudencias, todo un conjunto de situaciones que finalmente producen una auténtica transformación de la vida cotidiana y que conducen a una verdadera situación límite.

De nuevo, podríamos pretender encontrar las ventajas de esa situación y convertir la carencia en oportunidad. No nos faltan experiencias ni antecedentes para hacerlo. Sin embargo, en todo caso, se trata de una deficiencia, de una pérdida, de una lamentable encrucijada. Y lo es singularmente porque se entrelaza con un necesario debate sobre la forma de enseñar y de aprender. No hay duda de que, incluso en el seno de ese pesar y de esa penuria, y gracias a la competencia profesional y al oficio, al esfuerzo y a la solidaridad del profesorado y de las familias, habrán de abrirse paso en esa y otras dificultades. O al menos de atenuarse los peores efectos. Pero eso no será suficiente, ya que comportará un precio personal y social irreversible.

Puella_animo_aureoTodo ello no deja de producir estupor y dolor. Y hemos de considerar una prioridad abordar la situación. No parece necesario invocar la relación de prioridades de una buena educación y escolarización para confirmar que el afecto, la ejemplaridad y determinados valores son claves para el conocimiento, pero ello no excluye, antes bien incorpora, considerar, por ejemplo, la alimentación, la indumentaria o el transporte. Y, desde luego, los buenos materiales, singularmente los libros. Y hay quienes se encuentran en verdaderas dificultades para afrontar lo que ello supone, lo cual obstaculiza e incluso puede llegar a impedir la formación y la educación y, desde luego, su calidad. Que sea obvio no es razón para callarlo. Y es imprescindible garantizar que eso no ocurra.

Nos detenemos ahora en lo que significa no disponer de libros propios. No reivindicamos el afán de posesión ni de exclusividad en la pertenencia, ni de apropiación, sino un modo de relación. Y de eso se trata. Crecemos asimismo en ella, gracias a ella. Hay sin duda mucha necesidad y alguna ocasión de compartir espacios, objetos, instrumentos, mecanismos, procedimientos. Y no está mal que lo hagamos con los libros. Pero para ello se requiere algo más. Si cabe estudiar sin libros es porque de alguna manera los vamos elaborando, configurando o conformando en la acción misma de enseñar y de aprender. Y no son todo, aunque vienen a ser un soporte indispensable. Y no nos referimos únicamente al aprendizaje o a la adquisición del conocimiento, sin duda cada vez más abiertos y plurales. La cuestión no es ya entonces ni solamente no tener libros, sino no poder tenerlos. Mientras, además, otros sí disfrutan de ellos. Así se agudizan las brechas, se ve afectada la oportunidad y se resiente la confianza y la estima en las propias posibilidades.

Ir y venir cargado con un hatajo de libros no es lo más recomendable. Carecer de ellos, tampoco. Hay nuevas y extraordinarias formas de aprender pero no pocas veces los textos significan un espacio común, de acuerdo con las necesidades y requerimientos de cada etapa, de cada época. Son un lugar de encuentro. Desdibujado ese espacio compartido, compatible también con diferentes formatos que buscan otro tanto, va generándose, con cierta sensación de indefensión y de pérdida, un grupo de quienes más bien parecen destinados a sobrellevar la situación que a crecer y abrirse nuevas perspectivas.

Marc Ryden 2Esta otra modalidad de carecer de sustento muestra a su vez hasta qué punto hay quienes se ven en la necesidad de afrontar lo que poco a poco pero impecablemente constituye para ellos un desafío inabordable. Semejante forma de despojamiento, esta otra desnudez, la del niño y la niña sin libros, la del adolescente y la de quien en su primera juventud no puede lograr ni disponer de ellos, reclama toda una decidida intervención. Sin embargo, por lo que se ve, ni siquiera nos encontramos dispuestos a abordarla. Y para dejar de hacerlo somos capaces de ampararnos en sus sobrevenidas ventajas. Tal vez ni siquiera somos capaces de vislumbrar la intemperie de quien no puede o de quienes en su entorno próximo han de ir más allá de lo razonable para llegar. Y entonces no basta invocar a la exigencia y al esfuerzo.

Hay diferentes formas de leer y de aprender, pero quien no puede tener sus libros, los más inmediatamente necesarios, los más a mano, los siquiera mínimos, los textos básicos, se halla desprovisto, en una suerte de desamparo, y lejos de la maravilla de aquello que también a su modo va configurando todo un entorno intelectual, afectivo y emocional que, a su manera, también nos constituye y va haciendo que seamos quienes somos y buscamos ser, quienes necesitamos ser.

Una vez más recordamos el lamento de Ovidio al verse privado de sus libros, separado de ellos. Se encuentra así relegado. Se le asigna un lugar de residencia alejado e inhóspito que no podrá abandonar jamás (relegatus in perpetuum). Sus libros quedan suprimidos de las bibliotecas, se le apartan de su lado y tal vez quepa decir lo que él mismo afirma en caso de que alguien pregunte por cómo está: “contéstale que sigo vivo, aunque no demasiado bien”. Llegados a esas, podríamos pensar que no es tan determinante, pero confinado, separado de sus libros, comienza el verdadero exilio. 

MR Jasper_Ridin 1994

(Imágenes: Pinturas de Mark Ryden. Allegory of The Four Elements, 2006; Puella Animo Aureo, 2001; Princess Sputnik, 1998; y Jasper Ridin, 1994)

 

 

 

 

 

Hay 19 Comentarios

Difficile ma non troppo: Grazie mille, grazie mille, grazie mille por recordarme que hace una vida quise ver esa película y a saber por qué razón se me quedó en el desván de los recuerdos la querencia. Y mil gracias por darnos a conocer esa web, fue echarle un ojo y pensar que ahora, por fortuna, tengo ahora otra asignatura pendiente :-)

Buena definición la que da Lidia Martin: un libro sirve para "establecer un concepto al que quizás no habías prestado atención".Y qué duda cabe: los libros abren "instancias" tanto como "cierran otras".Esto lo sabe uno con el tiempo y nunca se piensa lo suficiente lo que los libros también llegan estropear...Yo, cuando he comenzado a leer el presente texto( donde no se menciona "libro de texto" para nada) he pensado que Gabilondo se refería a cualquier libro( esos que gastaba Ovidio, esos que gasto yo), ese aparato que es mucho más barato que muchas cosas( y eso que hay que agradecer a la Industria, claro que sí) y que tienen un valor de mercado menor que muchas cosas inservibles que compran los padres sin ningún tipo de "cambio de valor" que se pueda dar con el tiempo( cosa que sí hace por ejemplo el libro: donde se abre o se cierra una instancia).Me extraña que hoy no se puedan comprar libros, que haya niños que no puedan tener sus libros de textos, esos manuales que al fin y al cabo no son terminados en ningún curso por ningún profesor y mucho meno por niños con sangre en las venas.Pero es que si se carece de libros también se está diciendo que la carestía es general, que, como decía Cantinflas, al niño primero hay que alimentarlo y luego las matemáticas.En mis tiempos escolares( para nada añorados) recuerdo que no se subrayaban ni pintarrajeaba los libros de texto para así los pudieran seguir utilizando o los hermanos o primos o conocidos que pasaran al siguiente curso.Es decir, el libro casi no se podía manchar, utilizar.Hoy creo que esto es más difícil, cambia el temario( quizá la numeración de las páginas basta) y los libros pasan a ser "nuevos" con otros estudios o alicientes pedagógicos (subterfugios, instancias que se menosprecian para apreciar otras valoradas, ¿por quién?) que no justifican tanto gasto de papel.El problema no es que no se tengan libros, el problema en este caso es que no se tiene porque no se pueden comprar otras cosas.Es exagerado decir que eso "comportará un precio personal y social irreversible".Hay cosas que comportan su irreversibilidad, aunque se tenga pan y libros.La vida misma es irreversible.

Ciertamente, desde la posición de quien gusta de los libros y, en ocasiones, percibe que sus ratos de lectura están entre los mejores de su vida, la contemplación de amplias porciones de la población –no sólo niños y adolescentes- que desconocen e incluso desprecian ese regalo del espíritu humano puede resultar triste cuando no desesperanzadora. Sin embargo, quizá fuera necesario mencionar una alternativa aun peor: la de estar relegados con libros. Mal que nos pese a algunos, estamos en una era cultural por completo diferente a la que conocimos quienes nos formamos durante los años de la pre-informática. No es que haya hoy quien no pueda acceder al conocimiento y a los hábitos del pensamiento a través de los libros, sino que existe ya toda una generación que no quiere leer libros de ninguna clase y que esta circunstancia convierte en seres excepcionales y aun en marginados en según qué ámbitos sociales a quienes manifiestan su deseo de leer algo más que los manuales escolares o los apuntes universitarios. Revistas y páginas web, documentales y chats se están convirtiendo en el acervo referencial de la inmensa mayoría de la juventud; ni siquiera los periódicos están dentro del hábito cotidiano de los jóvenes. Hasta los intentos – a menudo patéticos- de las publicaciones periódicas por atraer lectores mediante la vulgarización de los contenidos y la simplificación de la redacción cosechan poco más que el desencanto de los lectores tradicionales.
De todas formas, no hemos que caer en la irreversible melancolía. Ningún otro momento de la historia ha tenido a disposición del individuo ávido de conocimientos y ansioso de refinar el propio gusto tantas alternativas para cumplir sus deseos. Séneca le escribía a Lucilo en el siglo I D.C.: “no es preciso tener muchos libros sino tenerlos buenos”. Una lectura en profundidad de una obra compleja, para quien está acostumbrado a leer, resulta más gratificante que la inevitable superficialidad de la mayoría de los best-sellers, convertidos desde hace tiempo en un género aparte, que mimetiza la narrativa e incluso la forma cinematográfica. Pero es que se trata precisamente de la aprensión ante la perspectiva de la profundidad la que retrae a los nuevos lectores o, por mejor decir, a los lectores potenciales de las nuevas generaciones. Aparte de las muy denigradas lecturas escolares obligatorias, dentro de un par de décadas probablemente la mayoría de los españoles apenas habrán tenido contacto con la literatura clásica y les importará muy poco la contemporánea. Pudiendo leer un resumen en wikipedia, ¿para qué van a perder el tiempo precioso que se necesita para pasar de nivel de dificultad en el video-juego más “cool” del momento?
Hace unos días, no recuerdo en qué cadena de noticias internacionales, me sorprendió un anuncio de los fabricantes de papel que promocionaban el valor de su producto, en sí mismo, frente a la frialdad digital (una muchacha durante una cena romántica torcía el gesto cuando, después de entregar a su novio una tarjeta declarando su amor, recibía de éste la repuesta por e-mail). Me temo sin embargo que tales esfuerzos sean en vano. Desde antiguo es lugar común el anuncio del fin de la novela, del teatro, del arte, etc. Cuando no había alternativas físicas que propiciaran la inminencia de esa postrimería, tales anuncios sonaban a cuentos de vieja antañona, pero hoy…Hoy el ámbito virtual no sólo anuncia el fin del libro en la estantería de la biblioteca sino el cambio de los propios valores dela cultura que, al abarcar a mayor número de personas, al ser verdaderamente, abrumadoramente de masas, prefigura incluso los guetos librescos: la marginalidad con libros. Y ello sin que el papel pueda dejar de tener utilidad, blanco y sedoso, arrollado en espiral en torno a un cilindro hueco de cartón.

Creo que una de las cuestiones importantes no es "libros sí" o "libros no". Por supuesto que se puede enseñar muy bien sin libros, y también con libros. Pero lo que más pesa en este tema es la desigualdad que se produce entre los niños que llevan libros y los que no los llevan. Y esto lo viven como una diferencia mayor que la de comer o no comer.

¿Niños sin libros? Eso no es nada: algunos bastantes van con el estómago vacío y eso si que es un problema para cualquier aprendizaje que no sea el de la rabia. El libro es una industria, la industria de un producto intelectual. Sin esa industria posiblemente muchos hijos de libreros pasarán hambre y no podrán pagarse la conexión a internet. La economía tiene sus reglas y su punto de equilibrio y si lo sobrepasamos por arriba o por abajo pagamos las consecuencias.

Por otro lado, si la Educación, la Sanidad y la Justicia son gratuitas y universales (o eso dice la Consti), nadie debería pagar por ellas.

Equilibrio.

El hambre y la falta de libros son otro toro que lidiar en las aulas y no sabemos si los profesores están preparados para ello.

En todas las facultades de Magisterio deberían proyectar la magnífica película de Tavernier "Hoy empieza todo"

http://www.uhu.es/cine.educacion/cineyeducacion/temashoyempiezatodo.htm

Si los libros solo sirven para transmitir conocimientos hemos de admitor que las nuevas tecnologias los han superdao con creces, la diferencia esta en que la educacion es algo mucho mas importante es la formacion en valores humanos sociales y de convivencia y eso nunca los daran los medios tecnolgicos si un buen libro, Aprendemos por la experiemcia vivida y por la experiencia leida, todos algun libro o varios que han significado y significan algo importante en nuestras vidas por eso el poder acceder a los libros es tan importante en la formacion de la persona o tanto en la adquisicion de conocimientos que como digo los suple y con creces las nuevas tecnologias. Jose Luis Espargebra Meco

ESTE ES UN MENSAJE PARA "GRAMATICUS": LE CUESTA ACEPTAR LA OPINIÓN DE LOS DEMÁS, ¿NO ES ASÍ? : PUES PARA ESO ES LA EDUCACIÓN.

¿Estar sin libros es verdaderamente desproporcionado?
¿Aportan los libros conocimiento o sin ellos aprendemos más?
Dicen que se aprende a través de los libros pero qué tienen los libros que no pueda darnos nuestro entorno. Éste no ofrece las circunstancias propicias porque no deja de ser un método inadecuado. Y no sabemos muy bien porque o a lo mejor sí. Quizás si este fuera el caso volveríamos a otra época y restauraríamos la historia pero eso me temo que no va a ser posible.
¿Qué tienen los libros entonces que no pueden ser sustituidos? Comentan que los libros proporcionan el volver a establecer un concepto al que quizás no habías prestado atención, una frase que te evoca la memoria y se te queda grabada, una teoría que pudiera ser aplicada, un comentario que nos hace reflexionar en fin un paraíso donde puede uno sumergirse y aprender. Los libros son más necesarios de lo que imaginamos, abren instancias y cierran otras. Nos dan y les corresponde hablarnos, decirse y explicarse. Quién no tiene un libro en su cabecera, en un estante y unas manos para sentirlo cuando lo abrimos y nos dice.
Los libros dan y mucho, y los abra buenos y no tan buenos pero siempre aprendes de ellos. Ojala todos pudiéramos alcanzar un libro así.

Hay dos observaciones que llaman la atención, tanto por lo que se refiere o se alude a convencimientos sociales sin fundamento real, ni defendible siquiera como aspiración, como a la consideración de que quienes se los procuraron, los convencimientos a la sociedad, para mayor ganancia e intereses de muchos, debieran haber sido denunciados por delito de alta traición a la realidad de los hechos y por atentado contra la salud integral del niño, el adolescente y el joven universitario. Una, "Y no son todo, aunque vienen a ser un soporte indispensable". Quizá no todo, pero desde luego, absolutamente casi todo, y por fortuna. Un libro en este caso es un libro y mucho más. Forma parte de cada biografía, y el que se me tilde ahora de antañona no dejará de obedecer a cualquiera de esos mismos intereses espurios y ajenos al conocimiento, brutalmente extendidos -la mies es mucha- de qué es, qué debe ser, la educación, los de rebajar, consciente o inconscientemente, las expectativas de su calidad y eficacia por querer arrimar el ascua a su sardina, es decir, el fruto que buscan, y obtienen, los vendedores de NTIC, y no solo, en cualquiera de sus productos.


"La cuestión no es ya entonces ni solamente no tener libros, sino no poder tenerlos. Mientras, además, otros sí disfrutan de ellos". Un niño despojado de 'sus' libros es un mutilado, y ese mutilado, en su día, será un ciudadano que nos causará problemas, va herido de muerte y será 'diferente' en un sentido irreparable o irrecuperable, se le ha robado parte de una épica de la infancia común a los más. Por las consecuencias de la rapiña, no solo material, es claro, de los gobiernos al servicio de los siempre criminales mercados financieros, habrán de ser juzgados muchos en su día de crímenes contra la ciudadanía. Y aunque no vaya a verlo, lo celebro.

Lectora, me siento tan identificada contigo... y quiero decirte que mucho ánimo, que yo estaba igual y aquí estoy, con la carrera recién terminada después de cuatro años luchando mucho y sin comprarme más que un manual (el más barato, el que valía 20 euros). El resto lo he hecho a base de apuntes, fotocopias, biblioteca y mucho tesón e ilusión. Excelente artículo del profesor Gabilondo. Saludos. http://deletrasyotrosvicios.blogspot.com.es/

Excelente artículo, poco filosófico y muy realista y acertadas sus consideraciones.
Difícilmente un alumno podrá sentirse motivado para estudiar y aprender si carece de los instrumentos imprescindibles para hacerlo, instrumentos como el libro, fundamental sobre todo en las primeras etapas de la formación cuando el alumno todavía no es consciente del valor de la educación y de cómo adquirir unos conocimientos o no, adquirir una titulación o no, va a condicionar su vida adulta. De mi época en la que iba a la escuela, época de la que ya ha pasado mucho tiempo, no recuerdo un solo alumno sin libros. Llegar a clase sin libros suponía ganarse una bronca del profesor, pudiendo suponer incluso la expulsión de la clase.
Puede ser que me equivoque, pero en mi opinión la situación de la educación en España es debida a equivocados valores sociales, equivocadas prioridades y equivocados métodos educativos.
¿Es prioritario para los padres y los poderes públicos que los niños reciban una buena educación y tengan libros? Lamentablemente no, tanto los padres como las autoridades muchas veces consideran más importante otras cosas debido a una equivocada jerarquización de los valores.
En mi opinión y lo digo por experiencia propia, la utilización de nuevas tecnologías es útil, permite acceder de forma fácil y rápida a un volumen importante de conocimientos, pero entorpece y retrasa su aprendizaje. Manejar las nuevas tecnologías, un ordenador, es muy fácil, cada día más fácil, por ello siempre he considerado un error la política de dar un ordenador a cada alumno en vez de únicamente crear aulas comunes para la utilización de nuevas tecnologías por los alumnos de forma rotativa. Derroche de recursos inútil que contribuye a un menor rendimiento de los alumnos y a que muchos de ellos no tengan libros.
En una sociedad el valor de las nuevas tecnologías de la información no reside en su utilización, simple y cada día más fácil, sino en que esa sociedad haya alcanzado el desarrollo suficiente para diseñarlas y crearlas, es decir producirlas.

Otro sermón más de fray Gabilondo. Estos hermanos parecen de la Orden de Predicadores.... y cobrando un pastón. El espejo de Interlobotomía.

A nivel astronómico las distancias se miden por años luz, o sea una barbaridad de millones de kilómetros.
Y la evolución cultural siempre ha mejorado, más rápido ahora es cierto.
Hoy, ahora, a nadie se le ocurre pensar en como estudiaban los niños de hace cincuenta años, o cien años atrás, y aquí estamos, tan campantes.
Adelantados a tope, con un móvil que nos pone al habla desde cualquier esquina con todo el mundo.
El consuelo del sufrir ajeno no nos resuelve nuestra necesidad de hoy en lo tocante a los libros de texto, eso es cierto.
Pero nos enseña a no rendirnos ni a claudicar.
Porque si otros salieron y avanzaron, siendo iguales como personas, ahora por que va a ser distinto.
Penoso si, pero se puede salir adelante con un añadido muy importante.
La solidaridad que se despierta entre la gente para ayudarse mutuamente y la colaboración.
Para atrás no iremos, eso es seguro.
Porque anteriormente, con desastres mayores de por medio nunca ocurrió.
Que se sepa.


Los libros de texto han servido para transmitir el conocimiento. Probablemente, hoy haya otras formas de hacerlo, pero no se puede dejar de hacerlo porque eso conduce a la ruina, al aislamiento y a la exclusión social. La intolerancia que nuestro actual Ministro de Educación exhibe frente a quienes no se encuentran en condiciones de estar a la altura que su intransigencia le marca es incompatible con el "ser" de la educación. Para educar hay que tolerar, hay que comprender y en la comprensión está la base de la educación, salvo que lo que se pretenda es articular un sistema educativo orientado a la selección, que invierta los términos del proceso educativo, es decir que la educación únicamente tenga por objeto, no enseñar, sino apartar del camino a quien flojea, tropieza o no dispone de medios: ¡Hay que restablecer la igualdad de condiciones hasta donde sea posible!

http://nelygarcia.wordpress.com El no poder tener libros, es la lastra que soportan las sociedades sin desarrollo. Para un niño el poseer un libro es, vislumbrar otras posibilidades más allá de sus vivencias cotidianas y estimular la sed del aprendizaje. Creo que la cultura es algo de primera necesidad y el poner dificultades para acceder a ella, una equivocación de los responsables.

Los docentes sabemos trabajar sin libros de texto. Es más, a menudo nos encorsetan demasiado y llegan a sobrarnos. Pero -y eso es lo decisivo, como le gusta usted decir, profesor- no queremos que nuestros alumnos vengan sin ellos porque no pueden comprarlos.
Y eso está sucediento cada vez más.
Alarmante.
Gracias, profesor Gabilondo.

yo estoy haciendo un grado "sin libros" y es es verdad, hay quien no entiende, no cree posible, que no puedas gastarte 40 o 60 euros en un manual... y lo explico una y otra vez, sí es posible, hay estudiantes que no pueden comprarse los libros, padres que no pueden pagarlos, ni siquiera uno... comer a diario ya es una filigrana
yo tengo mucha suerte, mi universidad tiene una biblioteca maravillosa, con unos bibliotecarios fuera de serie que saben interpretar las normas paraque los "sin blanca" podamos estudiar con los manuales de la biblio y que además se preocupan por intentar comprar lo que les decimos que necesitamos. Hasta ahora ( estoy en segundo) solo me ha faltado un manual ( me faltaba, porque ayer el profesor me trajo el suyo de su casa).
Eso sí, tengo dos trabajos cada inicio de curso, ponerme a estudiar e ingeniarmelas para que no me falten materiales. Y miro con envidia a esos compis que se compran los libros, porque quieren ir formando su biblioteca, porque saben que será un hermoso recuerdo de su paso por la universidad, que son palabras que volverán a ser leídas.

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Sobre el blog

El salto del ángel es un espacio de reflexión, de pensamiento sobre la dimensión social y política de los asuntos públicos, sobre la educación, la Universidad, la formación y la empleabilidad. Busca analizar los procesos de democratización, de internacionalización y de modernización como tarea permanente, con una actitud de convicción y de compromiso.

Sobre el autor

Angel Gabilondo

Ángel Gabilondo Pujol es Catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que fue Rector. Tras ser Presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, ha sido Ministro de Educación.

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