Hay ocasiones en las que hasta puede resultar gratificante sentir algún cansancio, incluso no poco. Vendría a ser la consecuencia de una labor, de un esfuerzo, de un trabajo satisfecho. Aunque no siempre es el resultado de la tarea realizada, ni es signo de una jornada fructífera y fecunda. A veces, se experimenta más como un malestar, una incomodidad, sin paliativos. Pero en otras es la ocasión propicia para el buen reposo, bien merecido. Por ello, cuando se dice estar cansado es preciso atender a cuál es el sentido y alcance de lo que eso significa. Oímos con tanta frecuencia a quienes lo hacen valer como una queja o un lamento, que ya sus voces apagan a quien está efectivamente cansado. Se esgrime también como una razón, no necesariamente una excusa. Conviene no confundir los fatigados con quienes resultan fatigantes.
No faltan quienes desarrollan tal actividad que no es extraño que se encuentren cansados. Ahora bien, no hemos de precipitarnos al establecer la relación del hacer con el cansarse, ya que es menos directa de lo que parece. A veces sentimos cansancio de lo que no hacemos, o cansancio por lo que tenemos que hacer. O cansancio de lo que no podemos hacer, o de hacer lo que no queremos. O cansancio por lo que otros hacen o dejan de hacer. Es más, a veces ningún alivio es comparable al de hacer, ni produce más descanso. Podemos estar cansados de lo que no ocurre, como cabe estar harto de no comer.
Ahora bien, no siempre la percepción del cansancio es simplemente algo individual. Parece deslizarse un cierto aire de “cansancio ontológico”, que vendría a ser un buen pariente de un determinado “aburrimiento ontológico”. Tal cansancio constituiría finalmente el gran motivo para la falta de implicación, una suerte de imposibilidad que justifica la inacción. Nada llegaría a ser diferente, todo estaría ya dado. Con independencia de cualquier acción, sería siempre idéntico, sin otras vías o caminos. Al decir “esto es lo que hay” se consagraría la identificación de lo que es con lo que pasa. Podríamos denominarlo “realismo”, pero no sería sino la entronización del puro durar de lo igual. Y eso sí que resultaría fatigante. Estaríamos cansados antes de empezar o acabados antes de finalizar. Seríamos seres cansados.
No nos referimos a la fibromialgia, como síndrome de fatiga crónica, de carácter neurológico, que no está vinculada a la actividad y cuyos efectos se dejan notar en el humor o en la comunicación y tanto dificultan las tareas. El cansancio que ahora nos ocupa obedece tanto a la falta de energía, como de motivos o de razones. Todo parece valer en igual medida, en que en concreto carecen de valor. Solo resulta agradable lo que es absolutamente inalcanzable y el cansancio empieza por ser el de soñar, no ya lo imposible, sino lo que no tiene ninguna posibilidad, que no es exactamente lo mismo. No parecería viable lo que siendo posible, no habría modo de que ocurriera. No encontraríamos el modo de evitar lo que no siendo inevitable no habría manera de lograr que no sucediera. Lo que cansa es exactamente la inviabilidad de lo posible, no ya la de lo imposible.
Más duro es atisbar que el cansancio pudiera obedecer precisamente a la incapacidad de poder. Y no por la falta de determinación, sino de la capacidad para hacerla efectiva. La ausencia de posibilidades acabaría por producir el cansancio de las propias posibilidades, ante el temor de desear aquello que una y otra vez se topa con su falta de realización. Parecería entonces más realista dejarse seducir por un sereno abatimiento, ante la constatación de no poder. Cansados no ya de hacer, sino de no poder, brotaría otra fatiga diferente, no la de la impotencia sino la de la infecundidad.
Entonces el cansancio produciría una suerte de tristeza, la del reconocimiento de que poco cabe hacer. Sin embargo, ella sí haría, impregnándolo todo de un agotamiento capaz de desalentar cualquier iniciativa. La pérdida de sensibilidad para la escucha encapsularía cualquier aproximación o cualquier palabra. Aparentemente activos, sin embargo, no habría espacio para la acción. No sabríamos explicar bien qué nos ocurre, quizá lo que no nos sucede. No habría espacio para el desacuerdo, simplemente no encontraríamos el terreno en el que aposentarnos. Todo se reduciría a dejarse ir.
Fatiga pensar lo que nos espera, aunque no menos lo que no nos espera o esperamos. Lo que ha de venir podría aliviar si lo que nos ocurre no nos satisface, pero asimismo corre el riesgo de ser un antídoto para afrontarlo. Ese cansancio futuro, por el futuro, no es sino una elongación de un agobio del presente. Entonces la fatiga proviene no ya del difuso devenir, sino del incómodo presente. En realidad, el cansancio funciona en tal caso como un modo de paralización del tiempo, que es tanto como echarlo a perder. Se produciría entonces la paradoja circular de que el peor cansancio es el que responde al propio cansancio. No sería ya una consecuencia, sino una causa.
Hay, en efecto, seres cansados. Y no necesariamente con razón. Nos envuelven con sus fatigas y no siempre está claro a qué obedecen. No solo cabe hablar de rebeldes sin causa, con más motivos que los explícitamente enunciados y de más profundidad que lo más aparente, también hay cansados sin razón de ser, pero no por ello sin efectiva justificación. No se trata de hacer un catálogo de cansancios, si bien de hecho algunos son poco explicables, mientras parece increíble que otros no lo sean en sumo grado.
Sin embargo, el cansancio no es un estado de ánimo y no es cosa de dejarse o no llevar por él. Si todo lo impregna, ratifica lo existente precisamente mediante el gesto de limitarse a padecer sus efectos. No es suficiente con los paliativos, es imprescindible afrontar sus motivaciones, incluso aunque no lleguen a argumentos. Y entre ellos está el de no hacer de eso una razón de ser, un modo de vida y una forma de vivirla. Y menos aún para reclamar atención. No siempre quienes tienen verdadero cansancio disponen ni del tiempo ni de los recursos para hacerlo valer. Ni de las fuerzas.
(Imágenes: Obras de Johannes Kahrs. A partir de una foto, una proyección de vídeo o una película realiza sus dibujos y pinturas al óleo. Silent depression, 1999; Untitled (Trauer), 1996; Untitled (nr Auslöschung), 2003; y Therapy (Bed), 2005)
Hay 20 Comentarios
Le leo (en ocasiones en clave íntima, otras colectiva; a veces las con las dos superpuestas): hoy me digo, qué bien no sentirme nunca cansada aunque tenga motivos para sentir fatiga. Pero la combato no dejando que se instale en mi vida ni en mi pensamiento y siempre tengo que me empuja a decir que vale la pena seguir caminando siempre con los necesarios descansos para que el cansancio no venza.
Un abrazo a autor, lectores y comentaristas.
(Ah, no soy optimista: más bien aprendiza del escepticismo que aprendí leyendo a Montaigne.)
Publicado por: Esperanza | 16/12/2013 10:04:37
Las células musculares se fatigan cuando carecen del suficiente aporte de oxígeno; los receptores sensitivos pierden la capacidad de generar potenciales eléctricos cuando se satura la señal de sus terminales; la mente cae en el estupor cuando los estímulos superan sus aptitudes naturales o cuando el ritmo circadiano aminora la disposición para controlar el flujo sináptico; el ánimo languidece cuando la psique sufre el desarreglo en los balances hormonales, o bioquímicos en general; el ser humano, en fin, se cansa cuando la conciencia percibe cómo cualquiera de estos estados somáticos hace patente la insuficiencia de las propias fuerzas para proseguir la que pareciera senda de la voluntad. Porque, en efecto, no somos máquinas diseñadas para la alta eficiencia regular sino animales racionales, organismos sometidos a las limitaciones de nuestra especie, cuya distancia a la simple desnudez en la sabana ha ido incrementándose no menos por los hitos individuales de genio y por su acumulación en retazos de memoria colectiva que por puro azar; así, toda acción implica conciencia del límite y recuerdo de la angustia causada por la falta de energía con que se afrontara la existencia en un tiempo anterior, el hondo dolor de no poder hacer ni ser. Pero esa es al cabo la historia de la Civilización y, más ampliamente, de la Humanidad: el relevo continuo entre poseedores circunstanciales de la energía necesaria para llevar la memoria un poco más adelante, algo más refinada por la experiencia de grupos humanos capaces de sobrevivir en circunstancias ya conocidas y de individuos concretos dotados de capacidades superiores a la media de su entorno, generadores de nuevas síntesis, de valor, sin embargo, provisional. Por eso, tal refinamiento implica también un abandono. Al igual que los cuerpos se fatigan, los sistemas de pensamiento, los paradigmas del conocimiento sufren el efecto de la insuficiencia y el agotamiento frente a conceptos más aptos, “energéticos” y abarcadores. Con perdón a muestro anfitrión, la ontología, por ejemplo, ha pasado el testigo del escrutinio fecundo sobre los orígenes y la sustancia de la realidad de la metafísica a la física; la metafísica ha cumplido su ciclo y apurado sus fuerzas; esa manera de filosofar alejada del empirismo da ahora la más acabada muestra de cansancio: la impotencia.
En fin, podríamos seguir por el camino de la psicología para apuntar cómo cualquier manifestación de cansancio puede ser también sobredimensionada por la falta de referentes hasta llevar al error de creer que las fuerzas aún disponibles son más escasas de lo que en verdad resultan ser, pero eso nos llevaría mucho más lejos por la senda de la psique, así que mejor, dejémoslo aquí.
Publicado por: Witness | 16/12/2013 9:58:06
"La Gran Belleza" es la vida misma, nos llenamos de entretenimientos y de actividad, de consumo y de ritos para no impulsar acción alguna y así no ser responsables de lo que dejamos o legamos. Es todo eso lo que nos puede agotar y cansar, no vivir como mortales.
Efectivamente hay que leerle en clave social, pública y política. Gracias como siempre, profesor
Publicado por: LEICHEGU | 15/12/2013 20:35:59
Me gustaría estar cansado y cansarme; eso me daría la sensación de ser y de haber sido de utilidad, de haber dedicado mi vida a algo que merezca la pena, cansado de haber luchado por algo, cansado de haber aprovechado la vida...
Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes, a cada cual según su capacidad. A uno le dejó cinco talentos de plata; a otro, dos y a otro uno. Luego se marchó. Al cabo de mucho tiempo volvió y se puso a ajustar cuentas con ellos: "Señor: cinco talentos me dejaste; y mira he ganado otros cinco". El otro dijo: "Señor, dos talentos me diste y he ganado otros dos". Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo: “Señor; sabía que eres exigente; que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces. Tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra; aquí tienes lo tuyo" (Mateo 25, 14-30).
Lo que no me gustaría es estar harto, harto de la vida, de luchar y de no haber tenido oportunidad de ayudar a los demás.
Publicado por: Llamadme Ismael | 15/12/2013 19:12:45
Cuantos tipos de cansancio... podría haberse olvidado uno pero no lo hizo. ¡Atinó! Dicen que cuando uno hace muchos planteamientos, baraja muchas posibilidades, es difícil no acertar. Pues eso, que hay que hacer muchos pero sobre todo hay que... ¡¡Atinar!!
http://www.youtube.com/watch?v=nkHj2G3NcD4
Je.
Publicado por: mucho más que dos | 15/12/2013 11:28:02
Brad Olin: lindo, conciso, sintético, creativo! Enhorabuena!!!
Alfonso: dejé bien clarito cariño: no soy muy inteligente. Los oligofrenicos (as) tienen mala ortografia.
Publicado por: Catalina II, la Grande | 14/12/2013 10:52:22
Ok, Catii, aquí te dejo mi ñoño haiku --que he titulado "El 'más-no-cabe' del 'tres-en-uno'"-- para que interpretes mi interpretación del texto de nuestro anfitrión (asi es que, entonces [y siguiendo la inercia de la rima] catapum chimpón);
--Sauces de seres cansados
en serie suceden amando ser conscientes
de su horma sin serlo de ser rizoma.
--Someten, con sus enseres de siempre,
las rigideces troncales,
cuorums pneumáticos y alveolares
u ojales sin hebras de aire que los hagan trenzables.
--Arborescencias cansinas del eterno sentido mojino:
Frondosidades porosas de la mismidad de lo distinto
medicalizadas por las anegadas raigambres
que encumbran la distinción de lo mismo.
Publicado por: Brad Olin | 14/12/2013 9:24:25
En los artículos y reflexiones de Ángel Gabilondo siempre tengo la duda de cómo debemos entenderlos, si en clave personal, íntima, lo que los convertiría en algo así como esos artículos de auto-ayuda express que aparecen junto a reportajes sobre cocina o viajes en los suplementos dominicales de los periódicos, o en clave política y social, donde adquirirían entonces una carga de rebeldía y protesta que me temo pasa desapercibida para la mayoría de lectores y comentaristas por su desacostumbrado recurso a la razón y al cuidado de las formas en temas políticos y sociales donde estamos tan acostumbrados al slogan que sólo reconocemos el carácter político de un texto cuando recurre al mismo. La política vendría a ser así como el twiter del pensamiento social y parecería que sólo se puede hablar de ella en términos cortos, impactantes en las formas y contundentes en los contenidos.
Este artículo, por ejemplo, me parece una denuncia perfecta de la pasividad con que la sociedad española asiste a las decisiones que degradan sus condiciones de vida. Un intento de encontrar los motivos profundos por los que se produce y la dinámica que nos lleva a la dejación, cada vez más acusada, de nuestras responsabilidades como ciudadanos.
Publicado por: K | 14/12/2013 8:44:09
No le falta razón a Catalina II, la Grande, en lo que a la brevedad de los textos se refiere, pero, por otro lado, debería cuidar su ortografía, por respeto a sí misma y a los demás. La ortografía no sólo limpia la escritura, la embellece, sino el pensamiento. ¡Eso sí que es un fallo criticable! Lea más y escribirá mejor Cataliana II, la Grande (en faltas de orografía, desde luego).
Publicado por: Alfonso | 14/12/2013 1:38:47
Catalina II, la Grande, tú lo que necesitas es un WhatsApp.
Publicado por: Rantamplán Malaspina | 13/12/2013 22:15:18
Con todos mi respetos, pido disculpas antecipadas... Estoy cansada de la verborragia de los comentaristas de esto blog. Largos parágrafos, palavras y más palavras...És que no soy tan inteligente... Ni mucho paciente con textos largos. Dicen que lãs mujeres hablamos mucho...pienso que el hombre, cuando escribe, cambiase en una mujer. Señores, por favor sean más concisos, más sintéticos! "Cuanto más pequeño un texto, más lido". Muchas gracias! Un saludo a todos!
Publicado por: Catalina II, la Grande | 13/12/2013 19:13:33
Un escrito muy digno de ser contado Ángel. Los seres cansados es un tema interesante y los comentarios de muy buen gusto.
Los seres cansados no dejan de batir sus alas aunque sus dedos articulados en el oficio no dejen mostrar su eficaz cansancio. Y escribo esto porque es para contarlo. El cansancio de las situaciones no es tanto hacer lo propio y conveniente en cada situación o en un propio trabajo sino que él implique un horario inalcanzable a veces para su propia función. Para caminar esta recta función hemos de escuchar y recordar que otros en el pasado nos legaron su sabiduría más profunda y que olvidados también tenemos que agradecer. Puesto que los oficiales hablaron de sus cansados trabajos para ser mejorados en el ámbito del buen oficio. Y aquí están los cercanos oficios que guardaban los antiguos oficiales. Ellos que aúnan los gajes del oficio son los que cambian la historia de las empresas.
Siempre hay que ser considerados con los que en su día trabajaron para que otro lo pudieran hacer mejor y estos a su vez devolvieran la sabiduría del oficio olvidada a los más jóvenes del continente empresarial. Los seres cansados de estos tamaños oficios tienen también una razón y una causa para que el de verdad que no lo sé sea una contestación al “solo sé que lo que estamos haciendo es lo correcto” puesto que el oficio se hereda de generación a generación.
Publicado por: Lidia Martín | 13/12/2013 18:55:09
Es raro que el profesor no pronuncie su palabra derivada, cansino, o como dicen los sudamericanos, cansón, y sin embargo sea esto precisamente lo que aquí se quiere describir, al cansino: alguien que está cansado de sí mismo y de la vida( qué perra vida tener que aguantarlos) y que no se aguanta ni él ( "cansado sin razón de ser", claro, como que carece de ser aparte de la función que le toque en suerte.Hay gente tan pobre que normalmente lo único que tienen es la "función", la cuerda que le han dado, y una vez se gasta ésta, se...).Y es que hay gente que nace encargada de aburrir a la otra mitad, por lo menos, que lo mismo intenta no aburrirse evitando a los encargados de aburrir...,pero ahí están ellos con ahínco y profesión férrea.Cierta( bien cierta que es) sociedad se encarga de que así sea, prepara, previene el aburrimiento creando esa categoría que me parece acertadísima: el“aburrimiento ontológico”.Si uno sale a divertirse, por poner ejemplo, no puede hacer otra cosa que "divertirse", seguir al líder, quien normalmente es quien lleva la batuta( el negocio, vamos) .Mostrar que uno se divierte es lo mínimo que uno puede hacer ante los demás y lo "razonable" para no caer fuera del ente que allí los reúne, y si no es así es como cuando tu jefe te señala que hoy no se ha producido lo esperado (aguafiestas, que eres un aguafiestas...) Pues bien, el divertirse fuera de margen (¿del horizonte, profesor?) es no producir (sustancioso) aburrimiento cuando este toca, cuando está establecido que así sea.Así que, toca divertirse cuando toca.El producto será, pues, divertirse con grande aspaviento, que "es lo que hay" ; sí, porque esto también es lo que ahora hay, no otra.Russell, el maestro Bertrand , decía algo así como que los parques de atracciones se habían creado precisamente para que su utilización estuviera "vigilada" bajo unas reglas, unos "motivos" y normas, algo así como si los parques de atracciones y sus cacharros varios tal como la montaña rusa y otros, para poder disfrutar de ellos, tuvieran que engrasarlos los propios usuarios( esto es los niños).Un niño( sujeto humano de los que menos se aburren) cuando se divierte lo menos que puede esperar es que su juego necesite algún tipo de engrasamiento ( de ahí viene que los niños sean reticentes a que un adulto entre en su juego. El adulto atentará casi siempre cualquier diversión y fantasía y solo procurará establecer el aburrimiento allí donde nada comprende....Por supuesto, hará del niño algo de provecho).El cansancio es una justificación como otra cualquiera...,para estarlo.Un asco de vida.
Publicado por: Rantamplán Malaspina | 13/12/2013 18:53:52
Cuando uno se siente cansado, de lo que sea, lo mejor es descansar y, una vez descansado, seguir adelante. Es muy difícil sentirse cansado de todo al mismo tiempo, como lo es estar pleno de energía en todo momento.
Publicado por: Juan Ignacio | 13/12/2013 18:40:03
Sentir cansancio es humano, tan humano como comer, beber, la necesidad de tener relaciones sexuales, u otro tipo de necesidades propias del ser humano. Sentir cansancio es humano, uno puede sentir cansancio físico, psicológico, o simple apatía causada por la falta de oportunidades, de posibilidades, de opciones. Alcanzar algo, un objetivo, un amor deseado, suele requerir un esfuerzo que nos produce cansancio, pero también produce cansancio la simple espera. El peor cansancio, el cansancio del cual cuesta más desprenderse es el causado por la pasividad, por el no poder hacer, por el no poder cambiar, por el no poder logar,… aquello que uno desea: “Cansado es hacer el amor pero todavía produce más cansancio esperar a poder hacerlo con el ser al que uno ama”
El cansancio no siempre genera inactividad, muchas veces alcanzado un determinado límite de cansancio las personas se ven obligadas a pasar a la actividad para intentar evitar, cambiar, aquello que ha provocado tal nivel de cansancio. Claro que siempre está la opción de dormir, a veces la mejor.
Sentir cansancio es humano, no lo es en cambio no cansarse nunca, y a pesar de ello hay personas que son incansables. Este tipo de personas, incansables, suelen ser un completo incordio para aquellos que por alguna razón son objeto de su incansable persistencia, o sufren sus consecuencias. Nunca aceptan un no, e incansables se empeñan una y otra vez en alcanzar victorias, objetivos, amores, imposibles.
No hay peor líder político que el incansable, los comportamientos políticos incansables suelen convertirse en infranqueables obstáculos que impiden el progreso de una sociedad. El líder incansable liderando a unos seguidores ya cansados se empeña en alcanzar los mismos objetivos, una y otra vez, de la forma que él considera la mejor de acuerdo a su ideología. Para los incansables la frustración no existe, no es que la eviten cambiando de objetivos, simplemente son inmunes a ella. Sumergidos ya en la frustración sus seguidores, el líder incansable sigue sin que la fatiga le afecte, renunciando a moverse, renunciando a abandonar el roll político del que disfruta, sigue aplicando las mismas ideas y medidas sin logar nada, para intentar alcanzar objetivos imposibles. Cánsese hombre cánsese y váyase para su casa.
Publicado por: ECO | 13/12/2013 13:09:44
¿Quién no ha sentido alguna vez, el cansancio de vivir?, La existencia en su forma racional es, un continuo, discontinuo que, nos obliga a seguir en una lucha constante de superación, o integración. La vida es movimiento y en ella pueden aparecer toda clase de sentimientos placenteros, o cansancios intelectuales, o físicos, mientras que su contraria la muerte, siempre permanece estática.
Publicado por: Nely García | 13/12/2013 11:35:32
Me gusta lo que dice, profesor. Pero, además, permítame “tiznarle a lametones” un poquito de mi entusiasmo maníaco y disperso, si es que la tierna viñeta de Forges de hoy sobre Estología y la erudita y crítica tribuna de Azúa de hoy, también en El País, sobre los expertos estológicos o logoestoicos de la Historia no le han espoleado el ánimo del temple fundamental lo suficiente.
I. Si “lo posible” ya no posibilita, entonces, ¿¡eso qué es lo que es!?
II. Como usted dice esta el aburrimiento ontológico que nos lleva al cansancio ontológico que a su vez llega a la impotencia ontológica para arribar al estadío cuaternario de la infecundidad ontológica. Pero, por ejemplo, yo me pregunto si habrá hay ontosimiento logosabúrrirsérgico. O si habrá un logomiento aburrisóntico que nos lleve al logomiento ontocansádico para atravesar un ontomiento logoimpotente para que podamos reposarnos en la infecundidad de la logicidad óptica…
III. A saber:
i. Si hay por ahí “rebeldes sin causa” siempre con su ¡ay!, entonces ¿“los que revuelven sin causa” están en su ahí con su ¡nunca ya!?
ii. Así como hay “los cansados sin razón de ser”, también debe haber, no ya “los cansados de ser sin razón” sino “los cansados de ser sin razón ansiosos de ser con pasión”. Hablo de esa razón abstracta y abstraída que expolia no la totalidad cuántico-cuálica y anaximándrica del qué (u ontos), sino la del quién.
iii. Y deben existir, más que “los impotentes de ser sin razón” o que “los impotentes sin razón de ser”, “los conscientes de la impotencia de ser-con-razón desviviéndose por ser-arrojado”. Y este ser-arrojado, nada tiene que ver con el heideggeriano ser arrojado a un ahí cósico o intracósico, es más bien un arrojamiento que se desvive a/ante/bajo/…/desde/hacia/…/so/sobre/tras lo vivo.
Y ya. Saludos cordiales y buenos días.
Publicado por: Brad Olin | 13/12/2013 10:20:45
Me pareció que La Gran Belleza era una película sobre el cansancio y la vida. El gesto de beatitud triste y los que bailan sin parar... La lucidez y el parloteo....
Buen fin de semana.
Publicado por: Inés | 13/12/2013 10:12:50
14-D: ¡QUÉ SINDICATOS AQUELLOS!: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2013/12/14-d-que-sindicatos-aquellos.html
Publicado por: Marat | 13/12/2013 9:28:26
Después de recibir una formación adecuada en cultura general, la mayoría de las personas esperan encontrar en la sociedad de los adultos un referente acorde con la propuesta recibida.
Esperan una realidad acorde con lo enseñado y desde la enseñanza en la escuela a los niños, en responsabilidad y en madurez.
Sufriendo las personas que se definen como honestas, el primer gran desengaño cuando se comprueba en la realidad que la responsabilidad y la madurez aprendida se queda solo en un dicho para los simples.
Para los niños, para las criaturas insignificantes.
Esa impotencia ante la constatada dualidad en realidad vivida de proponer lo honesto y hacer lo contrario produce un disfunción mental que se traduce en cansancio.
Un cansancio que como en los motores faltos de aceite lubricante genera desgaste prematuro.
Un calentamiento, que según se avanza en la vida deteriora hasta el extremo del parón total.
Del rechazo.
El cansancio se torna en rechazo frustrante.
El rechazo al engaño, se torna en odio a la sinrazón, en desprecio a la hipocresía rampante.
En odio a la mentira como institución fundamental.
En ganas de huir.
En ganas de irse otra vez a la guardería, donde al menos se tenía el consuelo de unos tutores o unas tutoras, o los padres seguros y fieles.
Verdaderos.
Donde no se sentía cansancio, sino ilusión por volver al día siguiente.
Publicado por: Celedonio | 13/12/2013 9:06:55