De una u otra manera buscamos un hogar. Necesitamos la cálida hospitalidad de sentirnos a la luz de la lumbre. Abrigamos la confianza de sabernos en casa. En ocasiones podría pensarse que se trata más bien de volver, de reencontranos en un espacio matricial, en el seno que nos cobija, que nos protege, que nos sustenta. Añoramos la serena cordialidad de un ámbito en el que tenernos, en el que siquiera mínimamente coincidir con nosotros mismos, como base para encontrarnos con los demás. Hay momentos en que parecemos celebrar el desearlo aún y no tanto el haberlo logrado.
Cuando Hölderlin nos propone El retorno a la patria (Heimat), más bien ha de considerarse que se nos llama al país natal. Se trata del retorno a la posibilidad de insistir en el nacer, no tanto al lugar de un nacimiento ya clausurado, como si hubiéramos simplemente de regresar a un aposento preestablecido. Tal vez nuestro hogar resulte menos definido. Podría ser el de un perenne vagar. Nietzsche estima que precisamente nuestro país natal es la ausencia de país natal (Heimatlosigkeit). En tal caso, nuestro hogar sería la errancia, nuestra casa la ausencia de casa, nuestro suelo el de la intemperie. Y hay quienes se ven impelidos literalmente a ello.
Retornar no consistiría sin más en virar los pasos, se requeriría prácticamente transponer, incluso transformar no ya solo el sentido, sino incluso la dirección, no ya los episodios, sino los itinerarios. No es cosa de la determinación de las pisadas, cuanto de procurarse otras sendas. Ni siempre el hogar está configurado esperándonos. Quizá lo que aguarde sea la necesidad de semejante configuración. Parecería entonces que se trata de vincular la posibilidad de habitar a la necesidad de construir. Volver a casa no es ir sobre lo andado. Si a algo nos acerca retornar es a la posibilidad de ser de nuevo quienes estamos dispuestos a ser. Y tal sería un atisbo de hogar.
Abrir los horizontes y las perspectivas, no limitarnos a nuestros entornos, no enclaustrarnos en lo que ya somos, propiciar ámbitos que compartir, en los que convivir, hacen de la casa algo que no se reduce a ser un refugio. Y no pocas veces al pretender que lo sea se malentiende, y en lugar de procurarnos el necesario reposo y descanso, o un ámbito de recreación de posibilidades, nos reducimos al aislamiento respecto de cuanto cada vez más nos parece ajeno. Se abre así una distancia. El mundo viene a ser tan solo nuestro alrededor. Todo es tan noticiable como anecdótico. Y, entonces, ni aún lo más íntimo parece ya un asunto que nos alcance. Foucault insiste en que “el secreto es absolutamente superficial” y ello ocurre curiosamente cuando ignoramos que el pliegue, por más que se repliegue, es lo que más puede desplegarse. Hacer del yo nuestra casa vale para alcanzar posiciones de individualismo personalizadas pero, desvinculado, jamás será un hogar.
De ahí que la celebración del retorno más bien haya de ser la convocatoria a otras modalidades de encuentro, que no siempre se agotan en las de una reunión. El restablecimiento o la generación de vínculos en ocasiones inauditos procuran no solo la casa como relación, sino la relación como hogar. Y en tal caso nos resulta asimismo familiar lo que no se reduce a las fórmulas convencionales de convivencia.
Podemos sabernos y sentirnos partícipes de una comunidad, siquiera en el modo en el que Blanchot la caracteriza como “comunidad inconfesable”, constituida por quienes no tienen comunidad, ni propiamente son sus miembros. Y este vínculo inaugura formas de fraternidad que bien pueden recibirse con el término solidaridad. Se alumbra incluso otro hogar, un tanto inhóspito, aunque cordial y consistente, el de quienes no pueden construirlo a partir de una casa, de la que precisamente carecen.
Enclaustrados en nuestras peripecias y vicisitudes, encerrados en lo que nos ocurre, enterrados en diversos ensimismamientos, acabamos considerando que nuestra casa somos nosotros. Ahora bien, pronto comprobamos que con ello nos limitamos a permanecer recluidos en un internamiento que no es un hogar. Podríamos optar por otra vertiente de idéntico confinamiento y dispersarnos y desplegarnos, tratando de situarnos en un fuera sin dentro, perdidos en sucesos múltiples, en un extravío que confunde la apertura con la mera disipación. Ahora bien, para que nuestro hogar sea el mundo hemos de formar parte de él y para ello hemos de ser, al menos incipientemente, nosotros.
A su manera, un hogar es siempre una interrelación entre uno mismo y lo otro de sí, el espacio del encuentro. Y en esa medida, el ámbito propicio para la venida y la llegada del otro, para el abrazo y la conversación en sus múltiples formas y modalidades. Y con tal privilegio, los objetos y los aromas, los del tiempo y los de la memoria, hacen de cada ocasión una celebración.
Lo que esperamos y quien nos espera, incluso la posibilidad de encontrarnos con nosotros mismos, constituyen el reflejo de lo que no nos exige ser otros para ser acogidos, para disponer y estar dispuestos, para dar y en su caso entregar. Nos acepta, nos abre las puertas. No deja de ser interesante que añoremos un hogar, sin que ello se reduzca a la nostalgia de lo vivido, sino que más bien se corresponda con lo que seamos capaces de generar con nuestra facultad de ser recibidos, pero más aún de ser hospitalarios, de incorporar y de ser incorporados.
El cálido mundo de los afectos y de los sentimientos se ofrece como un lugar y cabría decirse que por una vez el espejismo es tan fiel como un espejo. Y tan enigmático. Una cama, un baño, una mesa, un sustento. Podríamos sabernos en casa y juntos disfrutar de una búsqueda común, la de un hogar. Y quizás con eso se evidencie que, a su modo, en cierta medida ya empieza a serlo.
(Imágenes: Michelangelo Pistoletto, Instalación El espejo del juicio, laberinto de cartón corrugado en la Serpentine Gallery de Londres, en 2011; Mapamundi (Globe), 1968. Periódico y alambre; Sarcófago, 1966, madera, cemento y mica; Cama, 1965-1966)
Hay 11 Comentarios
Le agradezco su bellísimo escrito, que me consuela y me conforta porque me describe y describe mi itinerario de construir...y deconstruir...y volver a construir encuentros. Desde ahí siento que acoge lo que soy y lo que somos sin juzgar las idas y venidas que lleva consigo. Gracias por compartir hogar.
Publicado por: Mercedes | 26/12/2013 16:41:43
El hogar lo tenemos quienes hemos disfrutado de padres maravillosos lo hemos vivido y siempre lo añoramos, no es fácil construirlo, sin hijos... los hermanos no siempre forman parte de ese hogar y es muy duro despertar a esta realidad... De todos modos en estos días tan hogareños es imprescindible la lectura de su blog para saber que existe el humanismo y que podemos seguir buscando. Gracias, profesor y Feliz Navidad
Publicado por: LEICHEGU | 25/12/2013 18:44:19
Gracias al Prof. Gabilondo por sus reflexiones, sus conmociones y sus requerimientos solidarios. ¡Feliz 2014!
"Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuanto tiempo exactamente-, con muy poco o ningún dinero en el bolsillo y sin nada en tierra que me interesara, creí que podría ir a navegar por ahí..." (Moby Dick).
Publicado por: Llamadme Ismael | 25/12/2013 18:33:51
Si hablamos del hogar del que habla Nietzsche o Holderlin no debiera ser comparado con los que "se ven impelidos literalmente a ello", a no tener Hogar.No es lo mismo.Tener hogar puede parecerse al volver, pero más pareciera ser ese retornar a un hogar sin que uno pueda establecer cuál debe ser ese mismo hogar ( esa sería la parte de su incertidumbre), ese "aposento preestablecido" y que sin embargo no preestablece ninguna estancia en particular, ningún enclaustro que no lleve su fecha de caducidad y por tanto esté libre de no " procurarse otras sendas".¿No será el hogar el espíritu? ¿No ha estado nadie en un hogar diferente del suyo donde recobra, desde la lejanía, nueva perspectiva el nuestro, allí donde más tiempo pasamos y quizá donde menos precisamos lo que hay? Quizá ahí halla algo del porqué a las mujeres les guste siempre tener su hacienda vistosa.¿No es un hogar como una extensión de alma de quien habita? ¿No es el hogar una rúbrica de lo que somos, de lo que estamos siendo? En fin.Saludos y Feliz Navidad a los fieles del lugar (de este hogar): a la siempre esperanzada Esperanza, a Nely García, ECO, Campanella, Espargebra Meco, Odarbil, Lidia Martín, LEICHEGU, Roberti Gamarra, Llamádme Ismael, Horacio, Marat, María, Witness y alguno más que habrá que se me olvida que en este hogar también hace su hacienda(valga la redundancia).Y al "anfitrión, cómo no, lo que sin él por lo pronto este hogar, el de aquí, no sería.
Publicado por: Rantamplán Malaspina | 24/12/2013 17:50:37
La casa un dia se termina de construir el hogar nunca , se construye dia a dia y si lo damos por concluido comienza a desmoronarse, el hogar es afectos relaciones sentimientos que estan siempre con nosotros aunque vivamos mucho tiempo muy lejos pero el hogar va siempre con nosotros porque somos nosotros mismos y todos aquellos que lo forman es mi experiencia de haber vivido muchos años lejos de casa que no del hogar
Feliz Navidad para todos
Jose Luis Espargebra Meco desde Buenos Aires
Publicado por: Jose Luis Espargebra Meco | 24/12/2013 15:50:32
Recordar que estamos en unas fechas muy decisivas en lo que se refiere a las reformas estructurales de la Navidad. Días en que pensamos, esto exactamente como lo trazo yo, cuál es el mejor mundo habitable y para ello legamos a la condición de que hay que desprenderse de hábitos inolvidables para poder avanzar entre todos hacia otras direcciones.
Escribir es una pasión maravillosa aunque prefiero un nuevo mundo feliz donde quepan todos los seres humanos para que reinen en sus destinos.
Felices Navidades, estaré muy cerca de todos vosotros. Os deseo como dije antes un nuevo mundo feliz. Un beso y un abrazo fuerte, hasta la próxima.
Publicado por: Lidia Martín | 24/12/2013 13:59:54
Este artículo me trae en el recuerdo la eterna discusión con unos amigos, quienes al salir del trabajo siempre acudían a un bar a pasar el resto del día y volvían a casa a medianoche. Yo nunca les entendí y ni les entenderé, proque lo primero que busco al salir del trabajo o de cualquier sitio es volver a casa, con los míos, estar con ellos. Por lo que no hacerlo para mí es una aberración sentimental incalculable.
http://interesproductivo.blogspot.com.es/2013/12/viajar-con-todo-cuesta.html
Publicado por: Robertti Gamarra | 24/12/2013 12:33:13
La natural inquietud del recién nacido tiende a buscar el calor de la madre, por instinto.
Sin que nadie le explique lo que ha de hacer, y casi sin ver aun siente e intuye la seguridad y la protección.
La madre como el primer referente seguro y fiable, que los seres humanos buscamos y en donde encontramos el cobijo natural.
La madre en el hogar, y desde el hogar atisbando poco a poco el exterior de la mano.
Siempre a resguardo y seguros, con la certeza de la casa a la vista.
Y de la casa según crecemos, a otra casa más grande con una familia más amplia, nuestra casa.
Sobre todo al salir fuera, lejos de los nuestros cualquier noticia o recuerdo que nos lleve un aire de la tierra, nos reconforta.
El hogar es un refugio, pero también somos nosotros la vida del hogar, de la casa.
La familia.
Publicado por: Horacio | 24/12/2013 11:48:23
En el ámbito racional, el hogar es la esencia de una existencia plena, donde podemos encontrarnos con nosotros mismos, o con los seres queridos y sentirnos seguros; la carencia de esa parcela que nos pertenece, resulta insoportable para la mayoría.
En el ámbito transcendental, nuestro hogar puede ser, todo lo que nos rodea, donde somos una minúscula parte, de la unidad incomprensible
Publicado por: Nely García | 24/12/2013 11:04:31
Feliz encuentro con el hogar. Con atención conmovida le leo: entiendo lo que escribe, siento lo que dice. Y así ando: construyendo hogar, siempre. El hogar que usted describe. Y aunque lleve toda la vida (me hace bien esta confesión en el sentido que la entendía María Zambrano) errante, con huertos interiores primorosamente cuidados y después devastados por vicisitudes a menudo absurdas, construyo, construyo, construyo... Infatigable. Gracias por poner en palabras esta manera de amar y encontrar.
Sea feliz a pesar de los inhóspitos (nada hospitalarios) aires que cruzan nuestro tiempo.
Publicado por: Esperanza | 24/12/2013 9:57:07
LA ESCALADA DE LA POBREZA EN IRLANDA. LA FARSA DE LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA IRLANDESA Y DEL FIN DEL RESCATE: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2013/12/la-escalada-de-la-pobreza-en-irlanda-la.html
Publicado por: Marat | 24/12/2013 9:40:22