El salto del ángel

Que se nos ocurra algo

Por: | 07 de febrero de 2014

Kustaasaksiupdates

Las ocurrencias no están muy bien consideradas. Con razón. Pero no es menos descorazonador no tener ninguna. Lo malo no es su proliferación, lo problemático es no ser capaz de otra cosa. Y peor aún, identificarlas con el pensar. Cuando lo que se nos ocurre no tiene que ver con lo que ocurre, se trataría de procurar alguna activación que nos ponga en acción. Ahora bien, si confundimos lo uno con lo otro, pronto estimamos que algo es real porque se nos ha ocurrido. Si eso es suficiente para creer que es una idea, hemos de reconocer que casi conviene ponerse a buen recaudo. Incluso uno de sí mismo.

No deja de ser inquietante, en todo caso, que para descalificar cualquier deseo, sueño o ilusión, cualquier propuesta, incluso idea, baste desautorizarla por el simple hecho de que se le ha ocurrido a alguien. Para empezar, a alguien otro. Y más llamativo aún, porque parece haberlo concebido sin que coincida exactamente con lo que ya pasa, o creemos que pasa. En definitiva, que está bien visto “pensar” siempre que se acomode a la mera descripción de lo que ya ocurre. Lo demás, ocurrencias.

Inventar, innovar, abrir posibilidades, crear, quedarían reservadas para espacios de arte y de cultura, y estos, incluso con el de la ciencia no inmediatamente aplicable, pertenecerían al ámbito de lo irreal e infecundo. La investigación habría de acreditarse en su rentable e inmediata eficacia. De lo contrario, de nuevo, ocurrencias.

Amparados en tal planteamiento, resultaría más de fiar quien no hiciera sino ir y venir, deambulando en los ámbitos de lo ya conocido, ya dado, ya dicho. Puesto que es lo que hay, algunos consideran que conviene no distraerse en otras vías, ni siquiera en otros mundos posibles. Pero este, al que llamamos nuestro, lo es por ser producto, según decimos, de nuestro quehacer elaborador. Concretamente por eso es nuestro mundo. Menos mal que hubo quienes tuvieron ocurrencias. Y menos mal, también, que no se limitaron a ellas, sino que gozaron de la capacidad de encaminarlas en las sendas del concepto. Y, por tanto, concibieron y alumbraron algo. El problema no es que hay muchas ocurrencias, la cuestión es que o se esgrimen como argumentos o se limitan a engrosar el capítulo de las opiniones. No es de extrañar en tal caso que los ocurrentes vengan a ser expertos. Precisamente en ocurrencias.

Kustaa-saksi 5 GRANDECiertamente, no todos los ingeniosos son geniales. La ingeniería, también del pensamiento, no se reduce a ingeniar. Es un modo de saber, de saber hacer. La ocurrencia tiene algo de inesperado, algo de aparición, pero precisamente su fuerza está en la creación de condiciones para un efectivo aparecer, el del ser de lo preconcebido. Y no pocas veces, cuando proclamamos que estamos faltos de ideas, esta afirmación es una tan tópica declaración que confirma hasta qué punto es así. Tendríamos asimismo quizá problemas para reconocerlas. Y cuando ya ciertamente se nos ocurre poco, siempre cabe la posibilidad de parafrasear o de parodiar lo que se le ha ocurrido a otro. Este trasiego de ocurrencias favorece que en verdad no ocurra nada. Ni siquiera ya las referencias son auténticas citas, en las que quedar convocados, ni alusiones, en las que ser llamados a conjugar, sino únicamente remisiones. Sin embargo, de aquí para allá, las palabras no solo se marean, se secan.

Falta discurso, faltan ideas, proclamamos. Y con semejante reiterada proclamación lo ratificamos. Precisamente por ello, convendría atender más y mejor, considerar, escuchar, y no siempre en los lugares preestablecidos, en los ámbitos presuntamente donadores de sentido. Las ocurrencias, a su manera, generan atisbos de otros espacios. Y no es cuestión ni de claudicar ante ellas, ni de cercenarlas. Hay quienes estiman que han de vigilarse desde edades tempranas. No porque no sean ideas, sino porque es preciso hacerlo a tiempo, no vaya a ser que lo sean. Los grandes hombres, las grandes mujeres, siempre han sido, a su modo, muy ocurrentes. Aunque no solo.

Parecería que el desprestigio de las ocurrencias obedece a la admiración por los conceptos, pero conviene no precipitarse. Muchas veces son formas de la misma precaución y coinciden en la prevención. Más aún, se trataría de interceptar cualquier atisbo de su aparición. Se comienza por liberar lo que se nos ocurre y pronto se desatan todas las alarmas de control. Para empezar, las que uno mismo se procura. Y si se hace con frecuencia, se obtienen buenos resultados. Finamente, no se nos ocurre nada.

  Para la marca Cáspita de alta joyería

Merece cuestionarse el afán de neutralizar todo tipo de ocurrencias, como si la alternativa consistiera en producir inmediatamente fructíferas ideas. Nos encontraríamos por un lado con los ocurrentes y, por otro lado, con quienes desarrollan su actividad en los llamados laboratorios de ideas. Estos no vendrían a ser sino espacios de combinaciones varias, con algunos efectos de acción y de reacción. Pero con ello se desconsideraría no ya solo lo que son las ideas, sino incluso lo que es un laboratorio.

Habría que comenzar por subrayar hasta qué punto no parecen tan consistentes ni tan incuestionables ni las ideas, ni el mundo en el que vivimos, como para encontrar osado abrir el espacio de las ocurrencias. Los llamados concursos de ideas en ocasiones resultan decepcionantes, precisamente por falta de ocurrencias desde su inicio, incluso en su convocatoria.

Hay no poco de imprevisible en lo que ocurre, en lo que nos ocurre. Y, no podía ser menos, en lo que se nos ocurre. Si Kant habla de la necesidad de limitarnos para no caer en ensoñaciones de visionarios, no estará de más ampararnos en sus cautelas precisamente para no extralimitarnos hasta el extremo de paralizar la imaginación creadora. Son inquietantes los sueños de la razón, y las alucinaciones, pero la alternativa no es el permanente letargo que no precisa siquiera de ensoñaciones. Entonces, entre dormidos y adormecidos, no corremos riesgos. Tal vez así nos liberamos a la par, no ya de las vicisitudes de la vida, sino de aquello en lo que precisamente consiste vivir. Y, sin embargo, existen necesidades que parecer requerir que se nos ocurra algo.

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(Imágenes: Pinturas de Kustaa Saksi. Y véase Hymnopompic, en CentroCentro Cibeles de Cultura y Ciudadanía. "5CS", Madrid, 7 de febrero al 30 de marzo de 2014)

 

Hay 20 Comentarios

Como no puede ser de otra manera...
Como no puede ser de otra manera...
Como no puede ser de otra manera...
¡Es que los políticos y los periodistas no se cansan de apelar siempre al mismo recurso retórico!

Trabajar con ideas propias es algo que no todos los espacios profesionales permiten y no digamos muchos espacios privados. La exploración de hipótesis, aunque luego resulten nulas, obligan a la razón a buscar vías de argumentación, líneas de exploración. Eso sí, en estas sociedades tan complejas y formadas conviene acompañar las ideas propias de argumentos de autoridad porque si antes tu hipótesis la ha traído un pensador convendrá recordarle y ¡cuidado del que no disponga de cultura suficiente para acompañar sus argumentos!. Con esto quiero decir que sí, que es importante que haya luces que alumbren el camino pero también debemos arriesgarnos a esquiar fuera de pista a pesar del riesgo. No sé si me explico.
Gracias por su reflexión, profesor

Como siempre, gran artículo.
Las ocurrencias de algunas personas siempre nacen con buena luz, sin embargo todo lo que se les ocurre a otros no deja de ser una majadería. En mi cuento "La última creación de Diogenisio" la ocurrencia fue trascendental. No sé si para bien o para mal.
http://loscuentostontos.blogspot.com.es/2013/09/30-la-ultima-creacion-de-diogenisio.html
En mi blog "Los cuentos tontos" cada quincena publico un capítulo, que comienza con una introducción, al hilo del taller de relato breve al que asisto, continúo con una canción o una imagen y termino con el cuento.
Si os apetece, podéis leerlo.
http://loscuentostontos.blogspot.com.es/

La palabra oral ocurrencia en el ámbito de lo mencionado y la escrita donde se celebra todas las deliberaciones que permiten la proliferación de las lenguas y con ellas al caleidoscopio de la realidad, se dan cosas que tienen un nombre y ese nombre es multiforme porque suena distinto en cada lengua y a su vez su historia ante una muchedumbre.
Como decía Winston Manrique en su artículo “En una conversación cotidiana, las palabras sirven para que nos entendamos, pero desaparecen. En cambio, en la poesía esas mismas palabras reaparecen en su verdadera realidad y son nombres propios que señalan o designan las cosas como son para mostrarnos la realidad”.


Al hilo de las apreciaciones de algunos participantes en este blog, a los que, al parecer, motivan más las modestas aportaciones de un servidor que el extenso y enjundioso –por comparación- texto de nuestro anfitrión, quien esto escribe se ha planteado si valdría la pena entrar en conversación digital sobre un asunto tan insignificante como las motivaciones y el estilo con el que suele participar en este y en otros puntos de encuentro digital; tal vez tendría más interés reflexionar sobre la “conversación digital” en sí.
Lo primero que cabría señalar es que difícilmente es posible utilizar el término “conversación” cuando el intercambio de pareceres carece tanto de la inmediatez de la palabra hablada como de la proximidad que matiza la plática con los múltiples elementos de la comunicación no verbal. No, no estamos charlando cuando emitimos mensajes que otros reciben a distancia y contestan desde su particular nudo en la red. Es otra cosa. En apariencia, la relación epistolar tendría más puntos en común con la actividad que es desarrollada diariamente en blogs, foros y chats. Pero, bien mirado, tampoco es lo mismo. Una carta era –el pretérito parece imprescindible– un texto tan diferido, tan desvinculado del momento en que alcanzaba a su destinatario, que propendía a adquirir una formalidad casi literaria, una deliberada redacción con intenciones estéticas que confería a la escritura cierta cualidad de fetiche en no pocas ocasiones adobada por componentes emocionales; no creo que haya mucha gente que haga colección de intervenciones digitales como lo hacían nuestros abuelos con las misivas recibidas de las amistades, la familia o el ser querido. En suma, estamos ante una relación verbal de nuevo cuño; una forma de dialéctica que, probablemente, por sus propias peculiaridades, no será barrida por la videoconferencia o cualquier otra posible interacción personal a distancia que orille escritura y la lectura para acercarse a la tertulia o al parloteo de ocasión en cualquier lugar publico.
Pero si no es ni una cosa ni otra, ¿qué es? En la charla, los interlocutores comparten espacio y tiempo; en la correspondencia, ni tiempo ni espacio; sin embargo, la velocidad de la red permite que la dialéctica digital se establezca entre personas que, sin estar próximas, casi coinciden en un mismo ámbito temporal, ciertamente sui generis. Se trata, por tanto, de un diálogo con características intermedias, híbridas incluso, y de ahí la limitación tanto en las virtudes como en los vicios que resultan usuales en la conversación directa y en la misiva postal. La inmediatez de la palabra hablada apenas cuenta con un lapso mínimo para el arrepentimiento y la corrección; en cambio, la escritura digital permite ampliar ese margen de seguridad para aquilatar con mayor precisión el alcance del discurso. Por otra parte, la dilación de la respuesta epistolar y la separación entre corresponsales, restringe la capacidad para que interactúen y se complementen las opiniones y los argumentos; en cambio, al otro extremo de una línea ADSL está el otro y su capacidad de réplica, está la idea que no se nos había ocurrido o el error que necesita de rectificación para que el intercambio sea fecundo.
Sin embargo, la barrera del harware y el software acarrea cierta despersonalización, cierta tendencia al solipsismo. Ya no se trata de mirar y escuchar a alguien con rostro y voz, un individuo cuya sinceridad es posible verificar de una u otra manera; al contrario, se trata casi de una abstracción convertida en tipografía, una suerte de yo manifestado de manera semejante a como lo hace el inconsciente cuando construye un texto: la idea que súbitamente aparece sin que se sepa de dónde, la imagen que surge de una inexplicable asociación, la operación lógica de resultado sospechoso por lo inusitado o quizá erróneo… Tesis y antítesis parecen monólogos encadenados que, apenas confrontados, se repelen porque surgen de la soledad celosamente guardada tras el pseudónimo o el nombre sin consistencia real.
Esa característica proviene de otra peculiaridad que distingue la escritura en la red de la carta interpersonal: la exposición pública. Una carta es propiedad del destinatario; un texto digital, carece de dueño porque está expuesto a la lectura de quien quiera acceder a él. Así colocado en la red, parece entonces la pieza declamada ante una multitud anónima (el discurso del prócer ante la turba, la alegación del abogado ante la muchedumbre que se agolpa en la curia o el foro) y, por esa taumaturgia de la electrónica informática, que oculta rostros y vela responsabilidades, el objeto perfecto para el vilipendio desde la emboscadura. Hasta el menos avispado se percata de cuál es la consecuencia inmediata de este nuevo juego verbal: si Dios no mira, ¿por qué no puede cualquiera jugar a ser Dios? Ni en las gradas de los estadios de fútbol cabe hallar tal proximidad a la condición del Divino Juez como la que es posible alcanzar en la comodidad del Empíreo con teclado. En medio de la masa, la libertad se acrecienta con la irresponsabilidad y cualquiera puede olvidar las prevenciones que imponen los usos comunes en el trato interpersonal. Creo que Ortega habría podido aplicar fácilmente al ámbito digital los planteamientos de su más famosa obra extrayendo conclusiones de mucho mayor alcance sobre el concepto de masa. Pero, a la vista de la acumulación de líneas que un servidor acaba de perpetrar, seguir por este camino acaso sería ir demasiado lejos.

He, who says all, knows nothing. He, who says nothing, knows all. - Lao Tzu

Pues sí señor. Como expertos somos un desastre. No somos capaces de sacarnos de nuestros concurrencialismos dislustrados. Que se lo digo yo profesor, que hoy vengo con uno.


Esto es una pena, ya no hay ocurrencias ilustradas que surjan de nuestro raciocinio para corregirnos como maquinaria ciudadana; ni siquiera empirismos positivistas ‒porque, más bien, son supositorios‒ que nos organicen como organismo y nos saquen del laboratorio cavernícola mercante oculto ocultado y ocultante; ni menos aún somos capaces de esas vivencias dato-experiencia evidenciantes que nos alumbren como “aconteceres” (tal vez, dasein-icos), más que como meros ocurrires (dasman-icos).


Y, claro, con esto no digo, pomposamente (o no (o sí)), que haya que basar nuestra existencia en la filosofía y en el dilema contemplativo del «ôn-to-ôn» en el que arraiga, sino que hemos de evitar el pragmatismo del consumidor consumido para poder curarnos esa contractura en la quijada originada al gritarnos la rumrumnesca aporía del «torron-to-ônton».

Probablemente, Rosa, deslumbrada por la verborrea de Witness, deslumbramiento que suele ir unido a una deficiente capacidad lectora, no haya descubierto en la lectura de su comentario que el tal Witness se dedica a criticar lo que él mismo hace en su crítica: retórica vacía, juicios de valor no apoyados en razonamientos válidos, discurso ampuloso sin referencia alguna a hechos que demuestren lo que se afirma, recurso a palabras rebuscadas en una pretensión de revestir de autoridad académica lo que no son más que tópicos repetidos hasta la saciedad por la derecha más rancia y sólo eficientes con incautos ignorantes que cuanto menos entienden lo que se dice más creen en su verdad. Embaucador Witness, aprendiz de sofista, charlatán vendepeines, tiene una fijación con los hermanos Gabilondo entablando hipotéticos duelos dialécticos tanto más ridículos cuanto que sólo son reales en su calenturienta imaginación. Pobre diablo.

En principio un saludo a todos. Os sigo y creo firmemente en vuestras propuestas pues siempre se aprenden de ellas.
No sé qué problema tendréis con WITNESS pero a mí siempre me ha parecido un escritor muy elocuente que cumple con sus propósitos y se explica muy bien. Sí ha considerado sus buenos modos mostrarlos de un modo particular creo que es de respetar. Porque siempre se nos ocurre algo de alguna manera o forma. Quien puede ser escritor y participe de un comentario elocuente creo que puede perfectamente compartir en este blog lo que le venga en gana.
Ahora bien cambiando de tema debería añadir mi comentario respecto a la proposición a la que nos invita el S. Gabilondo.
Gustosos debemos encontrar cualquier ocurrencia que nos atesore como algo que se nos dé bien sea por capricho o por dignidad en lo venidero o en lo fortuito.

No todas las cosas a veces salen como uno quiere pero sabemos que los acontecimientos sucumben casi siempre en el ámbito familiar. Se trata de levantar las ocurrencias de los hechos a tratar.
Unos aprovechan la libertad de elegir su oportunidad mientras que otros acatan las obligaciones impuestas.

¿A quien le copió ese párrafo que ha insertado por aquí, witness? Porque eso no es de su marca registrada...

"El pensamiento fuerte requiere pocas palabras"....aplíquese el cuento a sí mismo, Witness, sólo dice vacuidades, lugares comunes, revestidas de un lenguaje pseudoacadémico, burocrático, artificioso....Ya advirtió Montaigne contra los ignorantes muy leídos.

Cuando la idea es leve, suele ocurrir –como es propio de la ocurrencia- que la espuma del discurso, la tensión superficial de las palabras unidas por la coalescencia de la retórica, actúe a la manera del flotador que impide la disolución de aquel pensamiento ligero en una realidad abrumadora que lo contradice; una realidad que demanda, en cambio, un pensamiento innovador mucho más sustancial. El pensamiento fuerte requiere pocas palabras, no depende del discurso más que como medio de exposición, conscientemente reconocido como insuficiente y potencialmente ambiguo; sin embargo, estas cortapisas no lo difuminan porque basta la lógica interna del concepto para darle densidad y coherencia, unas cualidades que le permiten contener y dar forma inteligible a la mudable variedad de los fenómenos naturales y sociales. Por desgracia, lógica, coherencia y capacidad explicativa no son virtudes apreciadas por el común de los integrantes de cualquier sociedad, singularmente cuando abundan los grupos que practican la devoción por los topoi y por el prejuicio acendrado, tan propio de los diversos sectarismos que afectan al ámbito político, en especial a la sedicente izquierda progresista. Prima la ilusión de una bella apariencia, la admiración por una utopía banal, la fidelidad a un corpus de antiguos mitos tan añosos que no pueden sobreponerse a una caducidad empíricamente demostrada y que deparan continuas erosiones a la mera existencia de lo humano. Suele ser esa misma antigüedad la que actúa como refuerzo del pensamiento caduco, convertido por el - a menudo azaroso- devenir del conocimiento en ocurrencia, perfectamente compuesta en su continente e incluso altiva en su desdén por cuanto la cuestiona. Y es así como la ocurrencia no se detiene antes de proponer la inversión de valores elementales hasta el punto de acabar con los mismos fundamentos de la vida humana, las bases de la legitimidad política o los requerimientos básicos de la excelencia en el saber.
En suma, cabe disentir de la primera afirmación de nuestro anfitrión en términos de nítida contradicción: la ocurrencia está muy bien considerada en según qué círculos y puede, por ejemplo, sobreponerse incluso a una entera licenciatura en economía condensando en dos tardes la previsión de cuanto pueda llegar a ocurrir a millones de personas (la inexistencia de una crisis económica y la inexistencia de una recuperación, ¿qué son, al cabo, sino ocurrencias que flotan en una misma espuma retórica?)

"No acepten lo habitual como cosa natural pues
en tiempos de desorden sangriento, de confusión organizada, de arbitrariedad consciente, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer imposible de cambiar."..........................................................................................................."El que no conoce la verdad es simplemente un ignorante. Pero el que la conoce y la llama mentira, ¡ese es un criminal!..."....................................................................................................................«Quien hoy día quiere luchar contra la mentira y la ignorancia y escribir la verdad, tiene que superar al menos cinco obstáculos. Debe tener el valor de escribir la verdad, a pesar de que en todos sitios se reprima; la perspicacia de reconocerla, a pesar de que en todos sitios se encubra; el arte de hacerla útil como un arma; el buen criterio para elegir a aquellos en cuyas manos se haga efectiva; la astucia de propagarla entre ellos. Estos escollos son considerables para aquellos que escriben bajo el régimen fascista, pero también existen para aquellos que fueron perseguidos o huyeron, e incluso para aquellos que escriben en los países de la libertad burguesa»..............................................................................................................................................Hay muchas maneras de matar.
Pueden meterte un cuchillo en el vientre.
Quitarte el pan.
No curarte de una enfermedad.
Meterte en una mala vivienda.
Empujarte hasta el suicidio.
Torturarte hasta la muerte por medio del trabajo.
Llevarte a la guerra, etc…
Solo pocas de estas cosas están prohibidas en nuestro Estado."..........................................................................................................................................."Las revoluciones se producen, generalmente, en los callejones sin salida."......................................................................................................................"Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles."..................................................................................................................Ciertos países logran todavía conservar sus formas de propiedad gracias a medios menos violentos que otros. Sin embargo, los monopolios capitalistas originan por doquier condiciones bárbaras en las fábricas, en las minas y en los campos. Pero mientras que las democracias burguesas garantizan a los capitalistas, sin recurso a la violencia, la posesión de los medios de producción, la barbarie se reconoce en que los monopolios sólo pueden ser defendidos por la violencia declarada."..............................................................................................................................................."El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el coste de la vida, el precio de las alubias, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales"........................................................................................................................"Al río que todo lo arranca lo llaman violento, pero nadie llama violento al lecho que lo oprime."......................................................................................................................................BB

Los peligros del pensamiento utilitarista exacerbado que nos lleva a desechar todo aquello no traducible en una utilidad inmediata o, ya puestos en el sobredimensionado ámbito de la economía, todo aquello que no suponga una rentabilidad a corto plazo. Creo distinguir en el artículo la exposición de tres fases del pensamiento: origen, desarrollo y materialización. El origen es la ocurrencia (la manzana de Newton). El desarrollo es la comprobación de la correlación entre lo que se nos ocurre y lo que ocurre, por más que lo que ocurra pueda presentarse superficialmente modificado o irreconocible por los prejuicios y la opinión dominante. El desarrollo consistirá en analizar racionalmente lo que ocurre, entenderlo, para posteriormente ver si nuestra ocurrencia pudiera suponer una alternativa, solución o enfoque enriquecedor del mundo. (Muchas veces no es la ocurrencia lo primero, sino que esta surge tras un trabajo previo de análisis racional de lo que ocurre). La materialización de esa ocurrencia convertida en idea por la piedra de toque de la razón consistirá en darla a conocer para terminar de pulir, con la aportación de otras perspectivas, sus imperfecciones. Pero cuando desde el principio es desechada toda ocurrencia como descabellada por considerarla inútil en base a los prejuicios establecidos o las circunstancias dadas es imposible la evolución del pensamiento, sujeta a las mismas leyes de toda evolución: la variedad es garantía de supervivencia. Alarmante para la proliferación de la vida es que haya una única especie de pensamiento.

allá va una propuesta, de ésas que no pasan desapercibidas para quienes se atreven a pensar en una sociedad mejor.
ha nacido un modelo alternativo a las opresivas relaciones sexo-afectivas basadas en el amor. se llama AGAMIA:
http://www.contraelamor.com/2014/01/agamia.html

Esta propuesta incita a la reflexión sobre la necesidad de no caer en el inmovilismo ni en la parálisis imaginativa propia de quienes simplemente se dejan llevar por lo que ya está o, incluso peor, retroceder de donde uno ya se encuentra. El pasado miércoles tuve la suerte de escuchar la excelente intervención del prof. Gabilondo en la Semana de la Educación y en la que alertó sobre la perniciosa influencia de los "peritos en desanimar" como él los llamó, unos personajes que serían capaces de arrojar el ancla de la sociedad para impedir que avance y evolucione hacia un lugar mejor. Así pues, ¡bienvenidas sean las ocurrencias!

No es agradable encontrarse en situaciones en el que algo que ocurra sea meramente un algo desconocido sino sino lo que suceda no sea aconsejable.
Por cierto las imágenes de kustaa Sksi son por lo menos inquietantes. No es que se le ocurra nada es que se le ocurre todo un despliegue de símbologias y colores.

Sí la ocurrencia surge de alguien con el fin de hacerse ver, sin tener otro objetivo que el de no pasar desapercibido, la ocurrencia será nociva, e inútil.
Por el contrario alguien con inquietudes artísticas, sociales, científicas, etcétera, que hace trabajar su mente para la mejora de dichos campos, las ocurrencias son dignas y merecen investigación.

Como la construcción de las pirámides de Egipto, capa a capa y en redondo, así mismo nuestra sociedad actual construyendo el centro, y deconstruyendo el andamiaje en una ida y venida, un subir para poder bajar.
Del andamio.
Lo que se nos ocurre tiene que ver con las soluciones que necesitamos para seguir, ya sea subir o bajar.
Por ser personas pensantes, en camino permanente la ocurrencia tiene que ver con seguir adelante.
Incluso con quitar de en medio un andamio ya inútil, que al no servir es estorbo e impedimento.
Seguir adelante.
Construyendo la pirámide, y poder bajar de la cúspide con todos los pertrechos, deshaciendo lo inútil.
En un fluir permanente.
Como la bola del mundo, girando siempre en un perpetuo movimiento y deambular.
Siendo base propicia para sostener la vida, y las personas, el pensamiento, la libre determinación, la responsabilidad, el sentido común, la inteligencia.
Mientras se respira.
Cada individualidad y en conjunto, como grupo social.
Creciendo desde la supervivencia hacia la libre elección.
Y retirando los estorbos.
Reciclando.
Se nos ocurren soluciones, dentro de nuestra necesidad a la luz de nuestro entender humano.
Desechando lo que no tiene futuro, lo que se demuestra inútil, lo inadecuado.
Los errores.
En una elección permanente, seleccionando como ha hecho la naturaleza desde el comienzo.
Preservando solo lo que sirve para seguir.
Hasta el infinito, en un camino de proyecto largo, en donde nuestra etapa actual es solo principio.
Y nuestra responsabilidad actual.
Si somos capaces.

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Sobre el blog

El salto del ángel es un espacio de reflexión, de pensamiento sobre la dimensión social y política de los asuntos públicos, sobre la educación, la Universidad, la formación y la empleabilidad. Busca analizar los procesos de democratización, de internacionalización y de modernización como tarea permanente, con una actitud de convicción y de compromiso.

Sobre el autor

Angel Gabilondo

Ángel Gabilondo Pujol es Catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que fue Rector. Tras ser Presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, ha sido Ministro de Educación.

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